martes, 25 de marzo de 2014

EL PÉSIMO ESTADO DE LA IGLESIA PROFESANTE por Mike Gendron




Una filosofía amigable con el buscador ha dominado a muchas iglesias. Los pastores están tratando de hacer que los pecadores inconversos se sientan cómodos para asegurarse de que volverán. Tratan de hacer feliz a su congregación en vez de que sea santa. Su estrategia consiste en lanzar bolas suaves a los no cristianos en lugar de enfrentarse a la incredulidad de las verdades duras. Los predicadores saben que van a ser más populares, al no ofender a nadie! Ellos piensan que al eliminar la ofensiva del Evangelio al mundo los amará. Su razonamiento es el siguiente: Si podemos conseguir que el mundo nos ame, mejor van a amar a nuestro Salvador. Charles H. Spurgeon ofrece una gran cita … “La misma iglesia que al mundo le gusta seguramente será lo que Dios aborrece.”
Los pastores tienen que mirar a la historia eclesiástica. Las Iglesias y confesiones que hicieron amistad con el mundo cayeron en la apostasía. Al tratar de atraer al mundo, ellos tuvieron que abandonar casi todas las posiciones doctrinales que una vez abrazaron. Por el contrario, las únicas veces que la iglesia ha crecido fuerte es cuando los cristianos han sostenido fervientemente la verdad bíblica. La Reforma y el Gran Avivamiento, son ejemplos de cuando la iglesia se separó de lo mundano y se mantuvieron firmes en la verdad de la Palabra de Dios. Trágicamente muchos líderes de la iglesia han olvidado la Reforma o creen que no era necesario. Ahora están buscando la unidad con Catolicismo Romano apóstata y su falso y fatal evangelio.
Los que son fieles en la proclamación del verdadero Evangelio de la gracia tendrán una ofensa para el mundo, porque el mensaje de la cruz es un escándalo y necedad para los que se pierden (1 Cor 1:18; Gal 5:11.). Trágicamente, hay multitudes que profesan a Cristo, pero no pueden articular los elementos básicos del Evangelio. Son muy pocos los que profesan ser cristianos, incluso puede n explicar por qué Jesús tuvo que morir. ¿Qué le queda a la iglesia si no podemos comunicar las doctrinas esenciales del Evangelio? La cuestión crítica en la Iglesia de hoy sigue siendo la pureza del Evangelio. Ese es el timón que debe guiar a la Iglesia a través de las aguas turbulentas que se han suscitado por cualquier viento de doctrina. Los cristianos comprados con sangre no pueden ser complacientes o indiferentes. Tenemos que ser obedientes a la Palabra de Dios con el propósito de corregir y advertir a otros en un espíritu de amor?
Fuente original: http://elevangeliosegunjesucristo.blogspot.com/2013/05/el-pesimo-estado-de-la-iglesia.html

PALABRAS NO BÍBLICAS EN EL VOCABULARIO CRISTIANO DE HOY por Mike Gendron


¿Le preocupa que los términos que no tienen fundamento bíblico se hayan introducido en el vocabulario cristiano contemporáneo? La mayoría de los términos que no son bíblicos que se utilizan hoy describen cómo una persona se convierte en un cristiano o cómo cristianos profesantes se excusan su estilo de vida de pecado habitual. Algunos ejemplos del primer caso son “aceptar a Jesús” e “invitar a Jesús en tu corazón.” Dos ejemplos de este último incluyen “apostasía” y “cristianos carnales.” Estos cuatro términos dan a los cristianos profesantes una falsa sensación de seguridad de que son salvos cuando nunca han sido convertidos. Tenemos que tener mucho cuidado de que somos parte de la solución y no parte del problema. Tenemos que reconocer que nadie es convertido por “aceptar a Jesús” o “invitar a Jesús en su corazón.” La única respuesta salvadora del Evangelio es el arrepentimiento y la fe (Marcos 1:15). Debemos practicar el discernimiento, porque las palabras tienen un significado. En estos días de creciente engaño, tenemos que usar palabras bíblicas para describir la verdad espiritual.
El término “reincidir” se utiliza exclusivamente en el Antiguo Testamento y habla de la nación de la apostasía de Israel, el adulterio espiritual y la falta de fe en Dios. El único lugar en el que se utiliza en referencia a un individuo es Proverbios 1:32, donde se traduce la palabra hebrea para apostatar se traduce “desvío” y muestra su destrucción. El proverbio dice: “Porque el desvío de los simples los matará, y la complacencia de los necios los destruirá.” Dado que el término “reincidir” no se encuentra en el Nuevo Testamento, no se debe utilizar para describir a cristianos Nuevo Testamento que temporal o permanentemente han caído en pecado habitual. Los que dicen “estoy seguro de que soy salvo, pero he venido decayendo por un tiempo” necesitan ser reprendidos y amorosamente llamados al arrepentimiento.
La palabra "carnal" que se suele utilizar hoy para describir cristianos débiles que viven en el pecado tampoco es bíblico. La palabra "carnal" es usada por Pablo para describir a un no creyente en Romanos 8:5-11. En 1 Cor. 3:1-3, personas carnales en la iglesia no podrían abordarse como personas espirituales porque estaban siendo carnales. Anteriormente Pablo escribió: “Pero el hombre natural no acepta las cosas del Espíritu de Dios, porque para él son necedad; y no las puede entender, porque se disciernen espiritualmente.” (1 Cor 2:14). Las personas carnales sin el Espíritu de Dios no pueden entender las cosas libremente dadas por Dios (1 Cor. 2:12). En otras palabras, los cristianos profesantes, que actúan como si no están convertidos, necesitan ser llamados al arrepentimiento y a la fe. Así lo afirma Pablo en otra epístola: “Y si alguno no obedece nuestra enseñanza[a] en[b] esta carta, señalad al tal y no os asociéis con él, para que se avergüence. 15 Sin embargo, no lo tengáis por enemigo, sino amonestadle como a un hermano.” (2 Tes. 3:14-15). Tenemos que advertir a los cristianos profesantes que continúan en pecado habitual que Jesús salva a su pueblo DE sus pecados, no en su pecado.
Los métodos no bíblicos de evangelización han sido utilizados por el adversario del Señor para plantar mucha cizaña en la iglesia. El Evangelio que se proclama hoy se ha visto comprometido y se diluye de tal manera que ya no tiene el poder de convertir a los pecadores a Cristo. Tenemos que volver a evangelizar a la manera de Dios y proclamar el Evangelio, tal como se revela en las Escrituras sin nada añadido y nada quitado. Hay mucho en juego si no lo hacemos: la gloria de nuestro gran Dios y Salvador, la santidad de su Iglesia y la pureza de su Evangelio.
Fuente original: https://evangelio.wordpress.com/

CASH LUNA: ¿EN HONOR A QUÉ ESPÍRITU? por Edgar R. Aponte



Por Edgar R. Aponte 

RESEÑA DEL LIBRO: “EN HONOR AL ESPÍRITU SANTO”, CASH LUNA
 

La doctrina de la Persona del Espíritu Santo es quizás una de las doctrinas bíblicas menos atendidas en algunas iglesias evangélicas y al mismo tiempo una de las más abusadas. Teólogos importantes como Juan Calvino, John Owen y Abraham Kuyper escribieron bastante sobre el rol del Espíritu Santo en la creación, en la salvación del creyente y en la vida de la iglesia. Al mismo tiempo, el Espíritu ha sido uno de los temas favoritos de liberales (aquellos que hacen lo que le place con la Biblia), místicos y diferentes sectas. En América Latina, encontramos ejemplos de cada uno de estos grupos, y algunos libros se han escrito para beneficio o daño de la Iglesia. En ese contexto, hemos decidido evaluar uno de esos libros.

En las próximas líneas compartiremos una reseña del libro titulado “En Honor Al Espíritu Santo” escrito por el señor Cash Luna. El texto está compuesto por doce capítulos y un “capítulo de cierre” donde el autor narra su testimonio sobre el rol del “Espíritu Santo” en su vida y ministerio. El autor discute temas como la oración, la obediencia, la importancia del cuerpo humano, etc. Luna nos dice que este libro contiene “lecciones de vida únicas que no encontrarás en otras publicaciones sobre el tema [el Espíritu Santo]. Estoy seguro que esta combinación de enseñanzas y el relato de mis vivencias personales edificarán tu existencia, te motivarán a buscar su presencia y anhelarle más a él que todo lo pueda darte” (10).

El libro no pretende presentarnos una teología del Espíritu Santo, pero la realidad es que es imposible escribir sobre Dios, en este caso, la Persona del Espíritu Santo, sin hacer teología. Y es por eso que Luna usa términos teológicos como Trinidad (40-41), omnipresencia (71) y referencias al idioma griego (135). En esta reseña es prácticamente imposible discutir cada uno de los temas y subtemas que tiene el libro, por lo que nos limitaremos a evaluar los pilares teológicos sobre el cual está desarrollado. Es por eso que no evaluaremos ningún aspecto anecdótico, como cuando Luna hizo que una pierna le creciera a un señor, o episodios estilo Loki el de Thor cuando Luna caminaba por un aeropuerto y las personas caían ante su presencia (69-70), o el episodio estilo Justin Bieber cuando Luna en un estadio miró hacia un balcón y las personas se desmayaron (82), o cuando él vio al “espíritu” acercándose y tocando varias personas (38). Tampoco discutiremos la hermenéutica moralista, o simples errores bíblicos, por ejemplo cuando confunde a Pablo con Mateo (59).


UNA VISIÓN ERRADA Y DIMINUTA DE DIOS

La Biblia nos enseña que el Dios trino y verdadero es un ser majestuoso, perfecto, eterno, autosuficiente y autoexistente (Dt. 32:40; Sal. 102:26-27, 90:2; Hch. 17:25; Jn1:1; Heb. 1:10-12; Ap. 10:6). Como el apóstol Pablo les dijo a los atenienses: “El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas” (Hch. 17:24-25). El Dios de la Biblia es el Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores, e inmortal y único Dios (1 Ti. 6:15-16).

Tristemente ese Dios no es el “Dios” de este libro. La deidad de este libro es inferior. Es una deidad que le pide a Cash Luna que le diga a su congregación que “me acepten como soy, no como pretenden que sea, porque no puedo negar quien soy” (38). Y es por eso que Luna le dice a su lector: “debemos aceptarlo a él tal y como es”. Y añade que el “Espíritu Santo no debería evitar el momento de manifestarse por temor a impresionarte” (39). La visión diminuta de Dios y mayúscula del hombre es también clara cuando le dice a su lector: “sé sincero contigo mismo y sensato en tus actos. Dios nunca te ha hecho nada malo para que te apartes de él” (44). Es una imagen de Dios de hermano mayor que no ofende a nadie. Esto es captado cuando Luna narra una historia en que fue ofendido por algunas personas, entonces “Dios” “estaba muy enfadado por eso”. Luna dice que “tenía certeza de que [Dios] actuaría a mi favor si se lo pedía”… y “aunque sabía que podía pedir justicia o simplemente dejar que él (Dios) la hiciera, creí que no era lo mejor para mí” (159).

Esto es aun más claro y patético cuando habla de la persona de Jesucristo, a quien reduce a un simple hombre ungido por el Espíritu. En un supuesto diálogo con Dios, Luna le decía a Dios que para él hubiese sido más fácil creer en los milagros si hubiese vivido en el tiempo de Cristo, a lo que supuestamente “Dios” responde: “Carlos, si hubieras vivido en esos tiempos te hubieras perdido, porque tienes muy buenos modales para seguir a un hombre que escupe a otros” (59). Esto es visible en sus analogías donde compara su ministerio al de Jesús (ej.: 70), o donde dice que Jesús “hablaba bien de sí mismo porque creía en su identidad delante de Dios”. Los ejemplos que pone son cuando Jesús dijo: “Yo soy el pan de vida” o “Yo soy la vid verdadera”. Esta ilustración la usa para preguntarle a su lector: ¿Sabes quién eres?


EL OBJETO DE LA FE

Las personas comúnmente dicen que tienen fe. La realidad es que todos tenemos fe en algo. Aun el ateo tiene fe. El ateo pone su fe en el supuesto de que no hay Dios. El cristiano es salvo por el objeto de su fe. Somos justificados por nuestra fe en la vida y obra de Jesucristo. Es la fe en Cristo que nos salva. Tristemente muchos predicadores han querido confundir eso. Tal es el caso del predicador del ‘evangelio de la prosperidad’ Kenneth Copeland que escribió un libro titulado “de fe a fe”. Luna no lo dice de esa forma, él simplemente habla de fe obviando el objeto de la fe. Por ejemplo, el momento de la “unción” vino a su vida cuando él tuvo fe en Dios y compró un buen par de zapatos (15-16). Por ejemplo, narra cómo en una ocasión fue impactado al ver a un niño con hidrocefalia de manera tal “que se me fue la fe”, y por eso no pudo sanarlo. Esa situación le enseñó a manejar sus “sentimientos para evitar la fe a favor de los necesitados y alcanzar el milagro que están buscando” (161). La fe que él recomienda “administrar” es como si fuera un poder mágico en un frasco que se va y viene.


CONFUNDIR REVELACIÓN CON ILUMINACIÓN

Es común escuchar a personas, especialmente en círculos pentecostales, confundir revelación con iluminación. Cuando la Biblia habla de revelación, se refiere a que Dios le está manifestando al hombre su poder y gloria, su carácter y naturaleza, sus caminos, voluntad y planes. Toda revelación es sobrenatural. La revelación perfecta la encontramos en la Biblia. La iluminación, por otro lado, es la aplicación de la revelación de Dios a nuestros corazones por parte del Espíritu Santo. Es esa iluminación que nos ayuda a entender la verdad y la realidad que encontramos en las Escrituras. La responsabilidad del creyente no es buscar nuevas revelaciones, reduciendo la suficiencia de la Biblia, más bien es orar para que el Espíritu Santo nos guíe y nos dé sabiduría para entender y obedecer lo que Dios ha revelado.

El autor del libro, en un estilo místico, narra por lo menos 14 ‘conversaciones’ que ha tenido con Dios (33, 37, 57, 59, 60, 62, 73, 93, 119, 125, 155, 160, 185). Desde conversaciones donde el “espíritu” le dice: “donde quiera que vayas, dile a mi gente que los amo como son, con sus virtudes, fortalezas, defectos y debilidades (37)”; a conversaciones donde el “espíritu” le pregunta a Luna si cree que le va a dejar de ungir “porque juegues con tus hijos y cumplas con tu deber de padre” (119). No encontramos ese tipo de revelaciones con Elías, Isaías, Ezequiel, Pedro o Pablo. Esta es una visión de Dios estilo vellonera. Lamentablemente el tema de las ‘revelaciones personales’ ha sido característico de las sectas y herejías a lo largo de toda la historia: mormonismo, Mahoma, Nuevo Pensamiento, etc.


UNA CONFUSA DOCTRINA DE LA CONVERSIÓN

La Biblia enseña que todos hemos pecado y estamos destituidos de la gloria de Dios (Ro. 3:23). Por naturaleza somos hijos de ira (Ef. 2:1-3), y estaremos bajo su juicio a menos que nos arrepintamos de nuestros pecados y pongamos nuestra fe en Cristo como Señor y Salvador. Para esto necesitamos lo que la Palabra se refiere como la circuncisión espiritual y sobrenatural del corazón (Dt. 30:6; Ro. 2:25-29). Necesitamos que el corazón natural de piedra sea cambiado por un corazón de carne (Ez. 36:26), y esta es una obra del Espíritu Santo. Necesitamos nacer de nuevo. Necesitamos convertirnos. Y esa conversión implica un arrepentimiento, un rechazo del pecado y un giro hacia Dios (Hch. 2:37-38; 2 Co. 7:10; He. 6:1). Es pasar del culto a los ídolos a la adoración de Dios.

Este libro es presentado como testimonio de la supuesta obra del Espíritu Santo en la vida del señor Luna. Lo curioso es que no hay ninguna historia sobre la obra de conversión. Lo único que se menciona está en la introducción donde el autor dice “no fue hasta el 11 de julio de 1982 que lo reconocí como Salvador y Señor. Ese día nací de nuevo”. El señor Luna muestra confusión sobre la obra del Espíritu Santo en la vida del creyente. Narra diferentes episodios como la máxima unción en su vida. Ejemplo, la compra de un par de zapatos (15-16); tres noches consecutivas cuando el Espíritu le promete una casa (primera noche), cuando le promete un nuevo auditorio (segunda noche), y cuando le da la ‘unción’; y luego cuando lo transforma mediante un sueño con la gurú del positivismo y la prosperidad Kathryn Kuhlman (169-170).

En este libro todo es subjetivismo