viernes, 26 de septiembre de 2014

EL ATRACTIVO DE LAS PROMESAS IMPOSIBLES DEL EVANGELIO DE LA PROSPERIDAD por Sugel Michelén


“Ser pobre es un pecado” (Robert Tilton). “Si agradamos a Dios seremos ricos” (Jerry Savelle). “Dios quiere que sus hijos usen las mejores ropas… conduzcan los mejores automóviles y tengan lo mejor de todo; basta con pedir lo que necesitamos” (Kenneth Hagin). Estas son algunas de las sorprendentes declaraciones de los predicadores del “Evangelio de la Prosperidad”. Su “dios” es una especie de empresario cósmico que puede ser usado, al diezmar y ofrendar, para alcanzar lo que verdaderamente importa: una vida próspera en términos meramente terrenales.

“APÁRTATE DE LOS TALES”
El apóstol Pablo nos exhorta apartarnos de los “hombres corruptos de entendimiento y privados de la verdad, que toman la piedad como fuente de ganancia” (1Tim. 6:5). Y en su segunda carta a Timoteo nos advierte que “en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios… amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita” (2Tim. 3:1-5).
De igual manera Pedro nos dice que así como hubo falsos profetas en el pueblo de Dios del antiguo pacto, “habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras… Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado, y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas” (2P. 2:1-3; comp. Judas 11-16).
Lamentablemente, a pesar de las claras advertencias de las Escrituras, el evangelio de la prosperidad tiene un numeroso y creciente grupo de seguidores. Y aunque la razón parece obvia (su mensaje apela a la codicia del ser humano), aún así no deja de ser curioso que alguien permanezca por mucho tiempo dentro de este movimiento, tomando en cuenta que sus predicadores no pueden cumplir lo que prometen.
LA “PSICOLOGÍA” DEL EVANGELIO DE LA PROSPERIDAD
Conversando recientemente con un hermano que estuvo involucrado en este movimiento alrededor de 10 años pude comprender mejor donde radica el atractivo de este mensaje para ganar y mantener adeptos.
Un dios manipulable. A pesar de los ataques militantes del ateísmo en las últimas décadas, el hombre no puede erradicar de su corazón la idea de Dios, porque Dios mismo se ha encargado de dejar evidencias contundentes de Su presencia en toda la creación y ha dado al hombre la capacidad de entender la evidencia (compare Rom. 1:18-21). Lo que hace atractivo al evangelio de la prosperidad para el hombre caído es que parece poner a Dios de su parte, eliminado al mismo tiempo el “tropiezo” de Su santidad y Su soberanía. El dios de estos evangelistas no es el que se revela en las Escrituras, y a quien debemos acercarnos en Sus términos, sino una mezcla de genio de la lámpara de Aladino con Psiquiatra todopoderoso, el cual puede ser manipulado por medio de ofrendas y “palabras de fe”.
Culpa y codicia. Cuando la oferta de riqueza o salud tardan en materializarse, los seguidores de esta peculiar teología son movidos a culparse a sí mismos por su falta de fe o por no ser lo suficientemente generosos. Ese sentido de culpa personal, mezclado con la codicia de sus corazones, los mantiene aferrados a las falsas promesas de estos evangelistas, como el jugador que vuelve al casino una y otra vez esperando que algún día la suerte le sonría.
Temor religioso. Estos “evangelistas” tienden a infundir temor religioso sobre sus oyentes para que no se atrevan a cuestionar “al ungido del Señor”, estorbando así su capacidad de analizar objetivamente el contenido de su mensaje y la dicotomía evidente entre su estilo de vida y el cuadro que encontramos en las Escrituras de lo que debe ser un ministro del evangelio (compare 1Cor. 4:9-13; 2Cor. 4:7-11; 11:23-28).
Prosperidad a pesar de todo. Otro factor que incide en la permanencia de este falso evangelio es el hecho de que algunos experimentan cierta prosperidad económica, fruto de aplicar algunos de los principios generales de buena administración que aprenden en estas iglesias; esto parece confirmar la veracidad del mensaje, lo que a su vez suele aumentar la codicia de sus corazones porque “el que ama el dinero no se saciará de dinero” (Ecl. 5:10).
¿CÓMO INOCULAR A NUESTROS OYENTES DE ESE PELIGRO?
  1. Enseñándoles a leer la Biblia en su contexto. Los evangelistas de la prosperidad se distinguen por citar las Escrituras, sobre todo del AT, pero pasando por alto el contexto inmediato y general de los textos que citan.
  2. Presentando con claridad las demandas del evangelio (Mr. 1:14-15; Hch. 2:38; 3:19, 26) y del verdadero discipulado (Mr. 8:34-37; Lc. 14:25-33; Fil. 1:29).
  3. Infundiendo en ellos el espíritu de los bereanos (Hch. 17:11). Una cosa es respetar la autoridad pastoral (He. 13:17) y otra muy distinta seguir ciegamente a un líder, aún cuando se aparta de las claras enseñanzas de las Escrituras (Rom. 16:17-18; Fil. 3:17-19).
  4. Mostrándoles las advertencias bíblicas contra la codicia (Pr. 23:4-5; Lc. 12:15; 1Tim. 6:6-10, 117-19; He. 13:5-6).
  5. Enseñándoles que Dios es bueno, sabio y soberano en la dispensación de Sus dones. No todos Sus hijos serán prósperos y saludables de este lado de la eternidad, pero todos experimentarán el mismo amor y cuidado paternal, manifestado de diversas maneras para Su gloria y el bien de nuestras almas (Jn. 11:3; Fil. 2:25-30; 1Tim. 5:23).
  6. Enseñándoles cómo manejar la tensión de ser hijos de Dios viviendo en un mundo caído (Jn. 15:18-21; 17:14-16; He. 11:13).
  7. Por encima de todo, presentando a Cristo como la perla de gran precio, que sobrepasa infinitamente en valor cualquier oferta de este mundo temporal (Mt. 13:44-46; Fil. 3:7-8).
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en el blog de 9 Marks. Para leer el artículo en inglés y compartirlo con otros, haga click aquí: Why is the Prosperity Gospel Attractive.

¿QUÉ DICE LA BIBLIA ACERCA DE LA ELECCIÓN? por John MacArthur

La elección es el acto de Dios por el cual en la eternidad pasada Él escogió a los que serían salvos. La elección es incondicional, porque esto no depende de nada fuera de Dios, tales como buenas obras o la fe prevista (Romanos 9:16). Esta doctrina es repetidamente enseñada en la Biblia, y también es demandada para nuestro conocimiento de Dios. Para empezar, vamos a mirar la evidencia bíblica.

La Biblia dice que antes de la salvación, toda  persona está muerta en su pecado – espiritualmente muerta (Efesios 2:1-3). En este estado de muerte, el pecador es completamente incapaz de responder a cualquier estímulo espiritual y por lo tanto incapaz de amar a Dios, obedecer a Él, o agradar a Él de alguna manera. La Escritura dice que la mente de cada incrédulo es hostil hacia Dios; ya que “no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios” (Romanos 8:7-8, énfasis adicional). Esto describe un estado de desesperación total: muerte espiritual.
El efecto de todo esto es que ningún pecador podría siquiera una vez hacer el primer movimiento en el proceso de salvación. Esto es lo que Jesús quiso dar a entender en Juan 6:44, cuando Él dijo: “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere”
Esto explica también por qué la Biblia repetidamente acentúa que la salvación es totalmente obra de Dios. En Hechos 13:48 leemos: “Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna.”
En Hechos 16:14 se nos dice que Lidia fue salvada cuando “el Señor abrió el corazón de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía.”
Romanos 8:29-30 establece: “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.”
En Efesios 1:4-5,11 leemos: “según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad,… En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad”
Efesios 2:8 sugiere que aún nuestra fe es un regalo de Dios.
 En 2ª Tesalonicenses 2:13, el apóstol Pablo dice a sus lectores: “Dios nos escogió desde el principio para salvación.”
2ª Timoteo 1:9 nos dice que Dios “… nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos.”
De vez en cuando alguien sugerirá que la elección de Dios está basada en Su conocimiento previo de ciertos acontecimientos. Este argumento sugiere que Dios simplemente mira hacia el futuro para ver quien creerá, y Él escoge a todos aquellos a quienes ve de antemano escogiéndolo a Él. Notemos que 1ª de Pedro 1:2 dice que el elegido es escogido “según la presciencia de Dios Padre” y Romanos 8:29 dice: “a los que antes conoció, también los predestinó” Y si el conocimiento previo divino simplemente significa el conocimiento de Dios de lo que pasará por adelantado, entonces estos argumentos pueden parecer tener cierto peso detrás de ellos.
Pero este no es el significado bíblico “de conocimiento previo”. Cuando la Biblia habla del conocimiento previo de Dios, se está refiriendo al establecimiento de una relación de amor entre Dios y aquella persona. La palabra “conocer”, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, se refiere a mucho más que el mero conocimiento cognoscitivo de una persona. Pasajes como Oseas 13:4-5; Amos 3:2; y Romanos 11:2 claramente indican esto. Por ejemplo, 1ª de Pedro 1:20 dice que Cristo ha sido “ya destinado desde antes de la fundación del mundo.” ¡Seguramente esto significa más que Dios Padre examinó el futuro para contemplar a Cristo! Esto significa que Él tenía una eterna relación de amor con Él. Esto mismo es una prueba de la elección, de la que nosotros decimos que Dios nos “predestinó” (Romanos 8:29). Esto significa que Él los conocía – él los amó – antes de la fundación del mundo.
Si la elección de Dios por los escogidos es incondicional, ¿Anulará esto la responsabilidad humana? Pablo analiza y contesta esta cuestión en Romanos 9:19-20. Él dice que la elección de Dios por los escogidos es un acto de piedad. Abandonándolos, hasta el escogido persistirá en el pecado y se perderá, porque ellos son tomados del mismo terrón caído de arcilla que el resto de la humanidad. Solamente Dios es responsable de su salvación, pero esto no elimina la responsabilidad de los que persisten en el pecado y son perdidos – porque ellos lo hacen voluntariamente, y no bajo coacción. Ellos son responsables de su pecado y no Dios.
La Biblia afirma la responsabilidad humana directamente junto a la doctrina de la Soberanía divina. Además, la oferta de piedad en el evangelio es ampliada  hacia todos. Isaías 55:1 y Apocalipsis 22:17 llama “a todo aquel que quiera salvarse” . Isaías 45:22 y Hechos 17:30 ordena que todos los hombres se vuelvan a Dios, arrepentidos y para ser salvos. 1ª Timoteo 2:4 y 2ª Pedro 3:9 nos dicen que Dios no quiere que todos perezcan, sino que todos sean salvados. Finalmente, el Señor Jesús dijo que, “el que a mí viene no le echo fuera” (Juan 6:37).
Resumiendo, podemos decir que Dios ha tenido una relación de amor especial con el escogido desde la eternidad, y sobre la base de aquella relación de amor fue escogido para  salvación. La pregunta última de por qué Dios escogió a unos para la salvación y dejó a otros  en su estado pecaminoso es algo que en nuestra mente finita, no podemos contestar. Sabemos que los atributos de Dios siempre están en perfecta armonía el uno al otro, para que la soberanía de Dios siempre funcione en armonía perfecta con Su Santidad, Amor, Sabiduría, y Justicia.