miércoles, 12 de noviembre de 2014

LA ELECCIÓN SOBERANA por Gise Van Baren


La elección como una doctrina de la iglesia es a menudo muy poco comprendida o enfáticamente negada. Ya sea que existe ignorancia acerca de esta verdad o una deliberada mala interpretación de ella.

¿Cuál es la verdad escritural de la elección? Podemos definir la elección como el mandato eterno, soberano y bondadoso de Dios por el cual El elige a una iglesia como el cuerpo de Cristo, con todos sus miembros, cada uno en su propio lugar, para la salvación y gloria eterna.

Examinemos las varias partes de esta definición con más atención.

En primer lugar, la elección es el mandato de Dios por el cual El escoge un número definido de individuos para la salvación y gloria. No es que Dios esté inseguro de quien será salvo y pasará la eternidad con El en el cielo. El conoce a cada persona por nombre, desde el día que El escogió a cada uno de ellos; y esos nombres El los ha registrado en El Libro de la Vida. La Escritura habla de la elección de esta forma en Hechos 13:48: “Y creyeron todos los que estaban ordenados para la vida eterna.” Nuevamente, al respecto en Jeremías, leemos (1:5) “Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones.” Ahora, yo sé que esto se aplica a Jeremías en particular, pero es muy evidente en este pasaje de que Dios lo santificó y preparó a él antes de que aún naciese. Dios escogió a Jeremías. Nuevamente leemos en Romanos 9:13: “Como está escrito: a Jacob amé, más a Esaú aborrecí.”

En segundo lugar, la doctrina a la elección enseña que los miembros de la iglesia están escogidos como un cuerpo de Jesucristo con cada miembro en su lugar único. Hay ilustraciones en la Escritura las cuales presentan a la Iglesia como un cuerpo. El apóstol Pablo habla de esa iglesia en I Corintios 12:12: “Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo.” Ahora, un cuerpo es un organismo viviente. Uno no puede agregar miembros a ese cuerpo, ni tampoco quitarlos. Tan pronto como uno trata de hacer eso, se tiene un cuerpo incompleto o una monstruosidad. Un cuerpo normalmente tiene diez dedos, dos manos, dos brazos, dos ojos, una nariz – eso es todo. Si quitamos cualquiera de esos miembros o si le agregamos a ellos, ya no se tiene un cuerpo completo. Dios también escoge para sí mismo una iglesia como el cuerpo de Cristo, esto es, miembros individuales cada uno en un lugar particular en ese cuerpo. Dios tiene un lugar para cada miembro, cada elegido de Dios, en ese cuerpo. El lugar de uno, no siempre podrá parecer muy importante a los ojos del hombre, pero es su lugar único. Así como el dedo pequeño es un miembro insignificante, es sin embargo necesario para poder hacer el cuerpo completo; ese dedo tiene un lugar y función. Así también, la verdad de la elección enfatiza el hecho de que Dios escoge cada miembro individual  para un lugar específico en el cuerpo de Cristo – y el lugar que él podrá y deberá llenar.

En tercer lugar, la elección está centrada en Jesucristo. Uno nunca puede hablar de la elección separada de Él. Leemos en Efesios 1:4, “según nos escogió en él (Cristo) antes de la fundación del mundo...”   Esa es la verdad que uno encuentra a través de la Escritura. ¡Dios escoge a su gente como miembros de Cristo!

En cuarto lugar, la elección enseña que Dios  escoge a un pueblo para la salvación eterna y la gloria. Dios no simplemente escoge, sino que Él tiene un fin o un propósito en mente. Ese propósito eterno fue que El pudiera llevar a Su pueblo al cielo. Cito por ejemplo Romanos 8:29-30: “Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conforme a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó, y a los que justificó, a éstos también glorificó.” Así es que el propósito final de la elección eterna por medio de la cual Dios escoge a Su gente es que Él los pueda glorificar a ellos a través de Cristo para honra de Su propio nombre.

Finalmente, la elección toma lugar en la eternidad. No es una acción tomada sólo en el tiempo. Es un acto de Dios que tomó lugar en Su concejo o plan aún antes de que el tiempo comenzara. Considere una vez más el pasaje de Efesios 1:4: “Según nos escogió en él (Cristo) antes de la fundación del mundo...” ¿Qué quiere decir esto? Esta frase sugiere que Dios escogió antes de que hubiera ninguna creación, antes de que hubiera tiempo o espacio. Antes de la fundación del mundo, solamente hay Dios. Él ha escogido entonces un pueblo en Cristo de toda la eternidad en Su concejo. Ese es el testimonio de la Escritura.

En conexión con la verdad de la elección, a menudo se hace la pregunta, “¿Es la elección condicional o no condicional?”  Esto es, ¿Dios eligió a Su gente sobre la base de alguna acción que ellos deberán realizar primero – o Él los ha escogido a ellos libre e independientemente? ¿Estaba la elección condicionada a algo que primeramente el hombre debería hacer – o es que Dios escogió a cierta gente simplemente porque era su buen deleite el hacer eso? La Escritura en sí misma enseña que la elección descansa solamente sobre el mandato de un Dios Soberano, y que no tiene nada que hacer o ver con ninguna acción que el hombre deberá primeramente hacer.

Sin embargo, es triste decirlo, este no es el pensamiento de muchos hoy en día. La perspectiva que parece haber alcanzado al mundo de la iglesia de nuestros días es que la elección es dependiente en la voluntad del hombre y no de Dios. La elección depende en el hecho del hombre en aceptar a Cristo. Dios escoge a aquellos quienes primero lo escogieron a Él. Esta perspectiva tiene sus raíces en Holanda y fue primero propuesta en el año 1610. Su proponente más influyente en ese tiempo fue un hombre llamado Jacobo Arminio. Desde este su tiempo este error concerniente a la elección se ha vuelto un sinónimo con su nombre. Es llamado el Arminianismo.

Arminio mismo escribió en lo concerniente a esta perspectiva de la elección: “Pero ésta (la elección) significa el mandato por el cual Dios determina otorgar la salvación a alguien, entonces la fe prevista es previa a la elección. Por cuanto solamente los creyentes son salvos, así sólo los creyentes están predestinados a la salvación. Pero, las Escrituras no conocen ninguna elección, por la cual Dios precisa y absolutamente ha determinado salvar a alguno sin primeramente haberlo considerado a él como un creyente. Porque tal Elección estaría en un desacuerdo con el mandato por el cual Él ha determinado el salvar a ninguno sino a los creyentes.” (Escritos de Arminio, Vol. I, Página 380)

Obviamente, el Arminianismo, cuando habla de la elección, habla de ello como condicional. El Arminianismo no dirá que Dios elige, y que por consiguiente nosotros creemos, pero dice que Dios elige a aquellos que Él ha previsto que ellos creerán. El Arminianismo sostiene que la elección depende finalmente de una respuesta positiva por el hombre. Cuando el hombre acepta a Cristo y persevera en ello, entonces Dios dice, “yo te elegiré.” Quizás esta idea del Arminianismo puede ser ilustrada. Supongamos que alguien pusiera sobre Usted un peso de 1.000 libras y le mandaría a Usted el levantar ese peso de 1.000 libras por encima de su cabeza. Usted correctamente podrá decir “yo no puedo.” Pero, si uno fuera a montar un sistema de poleas con una soga, amarrar esa soga firmemente al peso y luego le dijeran otra vez, “levanta ese peso; ahora Usted no será capaz de decir “No puedo.” Más bien ahora Usted podrá decir, “Lo haré” o “No lo haré.” Obviamente, está ahora dentro de su poder levantar ese peso. Es también de esta manera como el Arminianismo ve al pecador. Cuando el hombre cayó, él no podía hacer nada. Él no podía aceptar a Cristo. Él no podía creer. Pero entonces, Dios dispensó sobre todos los hombres una cierta gracia (comparable con el sistema de poleas en la ilustración), de modo que todos los hombres tengan dentro de ellos el poder de creer si es que ellos así lo quieren. Pero si ellos rechazan, están perdidos para siempre.

¿Qué deberá uno decir de esta enseñanza del Arminianismo?

Deberá ser claro que el Arminianismo esencialmente niega la soberanía de Dios. Que Dios es soberano significa simplemente que Dios es Dios: El gobierna sobre el cielo y la tierra. El nunca cederá su poder a ninguna criatura. El dirigirá todas las cosas de acuerdo a Su soberano propósito. Dios gobierna. La perspectiva del Arminianismo niega esto. Un Arminiano insistirá en que él también cree que el pecador es salvo sólo por gracia. Pero no descuidemos el hecho de que, de acuerdo al Arminianismo, cada pecador tiene esta gracia de Dios. ¿Qué hace entonces que un hombre se diferencie de otro? No es la gracia de Dios, pero la voluntad del hombre que ya sea que use o rechace la gracia de Dios. Uno ejercita su voluntad para Cristo y el otro en contra de Cristo. La determinación final respecto a quien es elegido descansa entonces sobre los actos del hombre. Tal enseñanza niega la soberanía de Dios, porque entonces el Dios Soberano, infinito y eterno deberá sentarse en Sus cielos y esperar por la decisión del hombre para poder descubrir quién podrá y quién no podrá heredar Su Reino. Ese es un error terrible.

El Calvinismo insiste acerca de la verdad Escritural de que Dios incondicionalmente elige a un pueblo para El Mismo desde toda la eternidad. No sólo Juan Calvin sino también los anteriores padres de la Iglesia insistieron sobre la misma cosa. San Agustín, 354-420, mantuvo que: “La Fe, por lo tanto, desde su comienzo hasta su perfección es el don de Dios y que este don es otorgado a algunos y no a otros quienes negarían, ¿sino a aquel que peleará en contra de los más claros testimonios de la Escritura? Pero el por qué la fe no es dada a todos no debe interesar al creyente, el cual sabe que todos los hombres por el pecado de uno sólo vino a la más justa condenación. Pero porque Dios libera a uno de la condenación y no a otro concierne a Sus inescrutables juicios. Y ‘Sus caminos están más allá de descubrirlos.’ Y si es que sería investigado y examinado de cómo es que cada recipiente de la fe es juzgado por Dios como digno de recibir tal don, ellos no quisieran a aquellos que digan, ‘Es por su voluntad humana.’ Pero nosotros decimos que es por gracia o Divina predestinación.”

La perspectiva de Agustín estaba firmemente fundada en la Escritura. Desde el principio, la Escritura enseña que la elección no está condicionada con ninguna obra o hecho del hombre. Hechos 13:48 declara, “Y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna.”  ¿Ahora cuál es primero: el creer o el buen orden? Simplemente, lo último, o leemos en Juan 15:16: “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros y os he puesto par que vayáis y llevéis fruto...” Y en Juan 4:10: “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.” La elección es ciertamente incondicional de acuerdo a todas las enseñanzas de la Escritura.

¿Halla Usted consuelo en tal verdad? Algunos han insistido en que esta doctrina no provee consuelo. Porque, dicen algunos, si uno cree en la elección, entonces el resultado será que él se volverá muy descuidado y mundano en esta tierra. Si Dios eternamente ha determinado que una persona va a ir al cielo, entonces ¿qué diferencia hay en lo que el haga? Si él quiere pecar, el será salvo de todos modos. ¡Así, muchos han presentado falsamente esta verdad de la elección!

Pero la tal es una distorsión de esta doctrina. Es verdad: Dios ha determinado libremente, eternamente y soberanamente que Su gente entrará en la gloria. Entre esa gente está contado el ladrón en la cruz – un muy terrible pecador. Entre ellos está contado Pedro que negó a Cristo tres veces. Entre ellos estamos contados nosotros mismos – También pecadores terribles. ¿Pero es que la doctrina de la elección permite a uno pecar si es que así él lo desea? La Escritura enseña que Dios nos ha escogido a fin de que seamos santos y sin mancha (Ef. 1:4). Ver también Efesios 2:10. La elección produce fruto: donde no hay fruto de justicia, no hay evidencia de la elección. Ay de la persona que se atreve a decir, “Yo peco porque no hace ninguna diferencia – yo ya soy uno de los dos: elegido o reprobado.”  Parafraseando las palabras de Cristo, ¡sería más tolerable en el día del juicio para uno que nunca conoció la verdad de la elección, que para uno que lo sabía y uso esto como una excusa para pecar!

La triste situación hoy en día es que muchos hombres Reformados quieren ocultar esta doctrina. Estos insisten en que es muy difícil para la gente común – y uno seguramente nunca deberá hablar de ello en el campo misionero. Pero la Escritura nunca oculta la verdad de la elección – es enseñada sinceramente. De hecho, Pablo escribe de esto en detalle especialmente a las iglesias de Roma y Éfeso. Estas iglesias estaban mayormente compuestas por Gentiles quienes nunca antes tuvieron contacto con Palabra de Dios. Ellos fueron enseñados sobre la elección. ¿Si no fue tan difícil entonces debería ser tan difícil ahora para la gente de nuestra educada sociedad?

¿Qué acerca de Usted?  ¿Es usted uno de los elegidos de Dios? Esta pregunta ha perturbado a mucha gente. ¿Está Usted preocupado con su elección – verdaderamente preocupado? Los malvados reprobados nunca se interesan si son o no elegidos. Estos solo niegan todo de la Palabra de Dios. Pero si Usted está preocupado acerca de su elección, entonces puede aplicar la evidencia ya misma en su vida y corazón del fruto de la elección.

Tan solo unas pocas preguntas más.  ¿Cree Usted en el Señor Jesucristo?  ¿Ama Usted a Su iglesia y Su verdad?  ¿Odia Usted todo lo de su propio pecado? Entonces, no hay realmente una pregunta, ¿o la hay? Usted ve dentro de Usted el fruto y la prueba  de la elección. Usted es aún un pecador como toda la gente de Dios. Algunas veces nos maravillamos: “¿Cómo pudo Dios haber escogido a uno como yo?” Aun así, los frutos de la elección son evidentes. Si Usted cree, Usted tiene la evidencia de que Dios lo ha escogido eternamente en Cristo. Él no lo escogió a Usted porque Usted cree, pero su creencia es evidencia y prueba de que Él lo ha escogido a Usted. ¿Cree esto? Entonces, bendito sea porque suyo también es el reino de los cielos.


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¿CUÁLES SON LAS AMENAZAS MÁS PELIGROSAS PARA EL EVANGELIO HOY?


Es imposible responder a cuál es el peligro más grande para el evangelio sin saber todas las cosas (como Dios las sabe). Pero estas son algunas amenazas prominentes que se ciernen en el horizonte:

1. El “evangelio” de la prosperidad. La creencia de que el evangelio es acerca de que Dios nos hace ricos es una mentira. Jesús vino para salvarnos del pecado y reconciliarnos con Dios (Ro. 5:10-11; 1 P. 3:18) dándonos toda bendición espiritual (Ef. 1:3), prometiéndonos sufrimientos en esta vida y gloria en la próxima (Hch. 14:22; Ro. 8:28).

2. El ataque a la expiación penal sustitutiva.Muchas personas rechazan la idea de que en la cruz Dios castigó a Jesús por los pecados de su pueblo. Pero rechazar esto es rechazar el corazón mismo del evangelio (Ro. 3:21-26).

3. El rechazo a la ira de Dios. Las personas hoy se sienten incómodas con la idea de un Dios santo que castiga el pecado. Pero si rechazamos la ira de Dios, nos mentimos a nosotros mismos acerca del problema fundamental del que el evangelio nos vino a salvar (Jn. 3:36; Ro. 1:18; 1 Ts. 1:10).

4. El rechazo del pecado. Algunos dicen que el pecado es solo una idea que las personas en el poder usan para hacer que otras personas se comporten de la manera que ellos quieren que lo hagan. Pero la Biblia presenta el pecado —y específicamente la ira de Dios sobre el pecado— como el problema fundamental de la humanidad. Rechaza el pecado y habrás rechazado nuestro único Salvador quien murió por nuestros pecados (1 Co. 15:3).

5. Una visión del universo centrada en el hombre. A nosotros nos gusta pensar que somos nosotros los que estamos en control de las cosas. Nos gusta pensar que nadie puede decirnos qué tenemos que creer o hacer (después de todo tenemos derechos). Pero la Biblia nos presenta una imagen diferente: nosotros vivimos en el universo de Dios (Ro. 11:36). Él nos hizo (Sal. 100:3), él gobierna sobre nosotros (Dn. 4:34-35; 1 Ti. 6:15-16). Nosotros o lo adoramos o lo odiamos y enfrentamos las consecuencias (Ro. 1:18,25; 8:5-8). Una visión del universo centrada en el hombre es lo opuesto al evangelio y no deja espacio para el evangelio.

6. Todos los caminos conducen a Dios. A las personas les gusta pensar que cualquier cosa que cualquiera crea está bien, siempre y cuando sea sincero. Las personas piensan que al final Dios aceptará a todos. Al final, ¿no es él un Dios de amor? Pero el evangelio es un es mensaje radicalmente exclusivo: solo Jesús es el camino, la verdad, y la vida (Jn. 14:6). La salvación no se encuentra en nadie más, porque no hay otro nombre bajo del cielo dado a los hombres por el cual podamos ser salvos (Hch. 4:12).

7. Otras amenazas. Una creencia extendida en un tipo de tolerancia que, de hecho, no es muy tolerante pero es fundamentalmente un rechazo de la verdad universal. También son amenazas el materialismo cultural, el nihilismo, la incredulidad filosófica, el escepticismo radical y el constante ataque a la Escritura aun dentro de la iglesia.

Tomado de aquí.

¿QUÉ ES EL “EVANGELIO DEL REINO”?


En estos días es muy popular hablar acerca del “evangelio del Reino”.
Muchas personas dicen que cuando Jesús vino “predicando el evangelio del reino” (Mt. 4:23) estaba predicando un mensaje acerca de derrocar los poderes del gobierno maligno, la transformación de la sociedad y sacarnos de la pobreza. Todo tipo de revolucionarios respaldan esas ideas.

Pero ¿es esto lo que la Biblia quiere decir cuando habla acerca del evangelio del Reino? No exactamente.

Cuando Felipe el evangelista predicó “las buenas nuevas acerca del reino de Dios”, los hombres y mujeres creyeron y fueron bautizados (Hch. 8:12). Este “evangelio del Reino” los llamó a volverse de su pecado y confiar en Jesucristo y comenzar una nueva vida, simbolizada por el bautismo.

Por otra parte, cuando Jesús dijo que el Reino de Dios estaba cerca (Mr. 1:15) se refería a algo verdaderamente revolucionario. Él quería decir que con su venida a la  tierra, el gobierno y reinado de Dios venían de una forma que nunca antes había sucedido en toda la historia de la humanidad. Él quería decir que las promesas de Dios de establecer su Reino estaban comenzando a ser cumplidas y que Dios un día daría paso a una nueva creación, que ahora había sido inaugurada a través de la resurrección de Jesús (Col. 1:18; 2 Co. 5:17). Esta nueva creación sería un lugar de perfecta justicia y paz, un lugar en el cual todo lo malo sería cambiado por lo bueno (Ap. 21:1-5).

Aun cuando este evangelio del Reino tiene llamativas implicaciones globales, es fundamentalmente un mensaje acerca de lo que Jesús ha hecho para salvar a los pecadores. Jesús dijo que hasta que un hombre no naciera de nuevo –un nuevo nacimiento solo puede venir a través de escuchar el evangelio (1 P. 1:23)– no podría entrar en el Reino de Dios (Jn. 3:5). Pablo es claro en decir que la única manera en que alguien puede participar de este Reino es por medio de creer en Jesucristo y vivir una vida que demuestre la realidad de la fe (1 Co. 6:9-11, 15:50). El evangelio del Reino es al final un mensaje acerca de un rey que murió por sus enemigos con tal de que todos aquellos que creen en él hereden el Reino que él compró para ellos.
 Traducido por Edison Ovalle
Tomado de aquí.

8 RAZONES PARA AMAR LA SANA DOCTRINA por Kevin Halloran


Recientemente hablé con un pastor, el pastor Eduardo, que me dijo con gozo que 450 personas dejaron su iglesia de 600. ¿Por qué estaba feliz?

Eduardo llevaba años predicando un mensaje de prosperidad y prometiendo sanidad a su iglesia. Y a su redil le encantaba. Pero luego dos de sus hijos murieron en un período corto de tiempo, uno de violencia y el otro de enfermedad. Su mensaje de prosperidad empezó a desmoronarse. ¿Dónde estaba la bendición de Dios? ¿Por qué le estaba pasando esto?

Dios le reveló al pastor Eduardo que él estaba predicando un falso mensaje que hizo daño a su congregación y los dejó sin preparación al enfrentarse a la profunda realidad del sufrimiento. Predicar esta doctrina falsa parecía dar resultados a corto plazo, pero a la larga estaba llevando a la gente tras riquezas y bendiciones que la Biblia nunca promete, y quitando el enfoque de las promesas mayores de las Escrituras.

Eduardo aprendió a las malas que la iglesia necesita sana doctrina para poder enfrentar las complejidades de la vida y de la fe.  

¿Qué es la sana doctrina?

La doctrina es “enseñanza escritural de verdades teológicas”. Añadir el término sano a doctrina aguza la definición con las ideas de “saludable” o “adecuado”. Por tanto, una definición de lo que la Biblia quiere decir cuando habla de sana doctrina es la siguiente: 

La sana doctrina es la enseñanza bíblica y adecuada de verdades teológicas que llevan a la salud espiritual y a vidas transformadas tanto de los individuos como de la iglesia

La sana doctrina debe ser el contenido de cada sermón, de cada estudio bíblico, de cada canción y de cada libro que leamos en la iglesia. Y debemos amarla. Aquí hay 8 razones por qué hacerlo:

1. Debemos amar la sana doctrina porque Dios ama la sana doctrina.


Las Escrituras ordenan que los líderes  “retengan la palabra fiel que es conforme a la enseñanza” y que “sean capaces también de exhortar con sana doctrina y refutar a los que contradicen” (Tito 1:9). La sana doctrina fluye de las palabras de Dios y de su voluntad revelada en las Escrituras. Dios nos dio Su Palabra y sana doctrina para que podamos conocerle, amarle, obedecerle, y enseñar a otros acerca de Él y de lo que Él ha hecho por nosotros en Cristo. Amémosla porque le amamos a Él.

2. Debemos amar la sana doctrina porque hace madurar tanto a los individuos como a la iglesia.


La doctrina que no es sana trastorna la fe, extravía a la gente, y finalmente nos hace perder el tiempo, como le sucedió al pastor Eduardo. Enseñar sana doctrina lleva a la madurez espiritual, tanto en individuos como en la iglesia en su conjunto (Efesios 4:11-14). Conforme nos alimentamos de sana doctrina, vamos teniendo menos gusto por la teología que da comezón de oír pero que luego nos deja insatisfechos y necesitados de lo que verdaderamente necesitamos. La sana doctrina hace crecer nuestra fe y nos lleva a invertir el tiempo sabiamente para Cristo y Su Reino, haciendo madurar a la gente y a la iglesia a la imagen de Cristo.

3. Debemos amar la sana doctrina porque fluye del evangelio.


En 1 Timoteo 1:11, Pablo dice que la sana doctrina es “según el glorioso evangelio del Dios bendito”. El evangelio es un mensaje para ser proclamado y enseñado. La sana doctrina es la sustancia de la verdadera enseñanza del evangelio. Nuestro amor por el evangelio debería estar fuertemente atado con el amor por la sana doctrina, ya que comunica las verdades del evangelio que traen salvación a los oyentes (1 Timoteo 4:16).

4. Debemos amar la sana doctrina porque nos lleva a la santidad.


1 Timoteo 1:10 nos dice que existe una forma de vivir que es contraria a la sana doctrina. La doctrina correcta está ligada a la manera correcta de vivir, y esto es lo que quiere decir Pablo cuando habla del “pleno conocimiento de la verdad que es según la piedad” (Tito 1:1). La sana doctrina nos enseña acerca de un Dios santo y que está airado con el pecado, pero que nos ama lo suficiente como para sacrificar a Su Hijo en nuestro favor, para librarnos de ese pecado. La sana doctrina de un Dios santo produce gente santa.

5. Debemos amar la sana doctrina porque nos guarda de la falsa doctrina.


Las Escrituras apuntan a tres fuentes de doctrina: los demonios (1 Timoteo 4:1), los hombres (Mateo 15:9), y Dios mismo (Tito 2:10). La sana doctrina fluye de Dios mismo, y es incorruptible y dadora de vida. La sana doctrina es un ancla de verdad que nos guarda de ser “llevados de aquí para allá por todo viento de doctrina” (Efesios 4:14). El amor por la sana doctrina será un “escudo de verdad” contra las mentiras y las doctrinas del enemigo, que son rampantes hoy día, incluso en muchas iglesias.

6. Debemos amar la sana doctrina porque nos lleva a la acción.


Las Escrituras preparan a los hombres y a las mujeres para toda buena obra (2 Timoteo 3:17). Del mismo modo, una enseñanza sana de las doctrinas de las Escrituras cataliza tanto el servicio como el testimonio, al instalar una convicción profunda y un gozo real en la vida de los cristianos. Escuchar la verdad de las Escrituras enseñada claramente exaltará la misericordia y la gracia de Dios, lo cual hará que estemos agradecidos y obedezcamos Sus mandamientos para ser luz en el mundo y proclamar el evangelio, “adornando la doctrina de Dios nuestro Salvador” (Tito2:7-10).

7. Debemos amar la sana doctrina porque esto significa amar a Cristo mismo.


Nada me hace tener que contenerme como cuando escucho a los cristianos decir: “no necesito doctrina, ¡solamente quiero amar a Jesús!”. Esta gente no entiende que la doctrina es la que nos habla de Jesús, que es la Verdad hecha carne (Juan 14:6). Jesús vino a predicar (Marcos 1:38). Su predicación incluía comunicar doctrina que proclamaba quién es Él y cómo deben vivir sus discípulos en relación con Él y con el mundo.

8. Debemos amar la sana doctrina porque al final nos lleva a la adoración.

 

Contemplar las verdades acerca de Dios y Sus obras entre los hombres nos hace maravillarnos con asombro de su bondad (Salmos 107). La adoración no es solamente el resultado de la doctrina: es la razón por la que la doctrina existe. Pablo ejemplifica esto concluyendo una de las porciones más ricas de las Escrituras en cuanto a doctrina con la siguiente doxología: "¡Oh, profundidad de las riquezas y de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos!” (Romanos 11:33).

Dios quiere que la sana doctrina llene la iglesia con creyentes santos, que exalten y proclamen a Cristo y que maduren diariamente en el conocimiento de Dios y la obediencia a Él. 

El pastor Eduardo ha aprendido mucho desde que dejó de predicar el mensaje de prosperidad y comenzó a centrarse en enseñar las Escrituras. Aunque mucha gente ha abandonado la iglesia, nuevas personas han venido, ansiosas por escuchar la vedad. Los adolescentes que solían sentarse en la parte de atrás de la iglesia y enviar mensajes de texto durante el servicio se han movido ahora a las filas de adelante y han comenzado a servir y a alcanzar su comunidad. Este es un cuadro de la sana doctrina en acción. Enseñar sana doctrina es importante.

El lugar donde comienza la sana doctrina


Aunque estudiar doctrina en la iglesia local es una forma fantástica de crecer, quizás lo más importante que podemos hacer diariamente es estudiar las Escrituras con fidelidad y cuidado. Hemos visto que a menudo el crecimiento en la sana doctrina viene cuando la Palabra derriba las doctrinas que no son sanas, que están enraizadas en un marco teológico defectuoso, en valores culturales específicos, o simplemente en no leer las Escrituras en su adecuado contexto histórico, bíblico y literario.

Prestemos atención al mandamiento de Pablo en 2 Timoteo 1:13 y “retengamos la norma de las sanas palabras que hemos oído, en la fe y en el amor en Cristo Jesús”.

Tomado de aquí.

JOYCE MEYER APÓSTATA - Por Edwin Valladolid


¿Qué enseña Joyce Meyer? por Matt Slick

Primero: ¿Qué dice la Biblia?
Es absolutamente necesario que nosotros los cristianos usemos el discernimiento bíblico cuando apoyemos a cualquier predicador o maestro del evangelio. Es irrelevante si las personas nos gustan o no; o pensar que es un buen orador; o si la persona dice cosas que son edificantes. Más bien, debemos ser más nobles que los mismos bereanos.

Hechos 17:11: “Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así”.

1ª Corintios 4:6: “Pero esto, hermanos, lo he presentado como ejemplo en mí y en Apolos por amor de vosotros, para que en nosotros aprendáis a no pensar más de lo que está escrito, no sea que por causa de uno, os envanezcáis unos contra otros”.

Si la Biblia dice que aun los mismos bereanos escudriñaban lo que Pablo decía “para ver si estas cosas eran así”, y que no debemos “pensar más de lo que está escrito”, ¿no estamos entonces nosotros obligados a juzgar lo que la Sra. Meyer dice contra la Palabra de Dios? ¡Claro que sí estamos obligados! No es sólo suficiente con creer en lo que ella dice; sin importar cuán bien suenen sus palabras o que también las presenta ella.
No nos dejemos engañar por el hecho de que sea una figura pública la cual es segura, firme y parece ser bíblica. Nuestras responsabilidades como cristianos incluyen el discernimiento bíblico, el cual sólo se llevará a cabo al examinar lo que ella dice comparándolo con las Escrituras.

¿Qué enseña Joyce Meyer?

Mayormente, Joyce Meyer predica un mensaje bíblico positivo, el cual es de gran valor para muchas personas. Aplaudimos el deseo de ella de ser bíblica, señalarles a las mujeres sumisión piadosa y humildad, a creer en Dios, a ser amorosos, a tener valores basados en lo que Cristo ha hecho por nosotros, etc. Todo esto es bueno. Sin embargo, existen algunos errores muy significativos que necesitan ser examinados. Algunos son tan malos, que ella se sale de la ortodoxia cristiana y debe ser considerada como un falso maestro. Echemos un vistazo a lo que Joyce Meyer ha dicho.

A continuación hay una lista de citas de Joyce Meyer con sus respectivas respuestas.

1.   Jesús dejó de ser el Hijo de Dios: Él pudo haberse ayudado a sí mismo hasta el punto donde dijo que encomiendo mi espíritu en tus manos, en ese punto él no pudo hacer nada más para sí mismo. Él se había hecho pecado; ya no era más el Hijo de Dios. Él era pecado”.

Respuesta: Esto es una herejía. Jesús nunca dejó de ser el Hijo de Dios. Básicamente, lo que ella está diciendo es que Jesús dejó de ser divino, el hijo eterno, la segunda persona de la Trinidad. Esto es un ataque a la misma naturaleza de Cristo y es una enseñanza peligrosamente falsa. Joyce Meyer necesita arrepentirse y retractarse de esta declaración. No hay ningún lugar en las Escrituras que diga que Jesús dejó de ser el Hijo de Dios. Lo que está haciendo ella, es agregándole a la Palabra de Dios y colocando en los corazones y en la mente de aquellos que la escuchan, falsa doctrina.

2. Jesús nació de nuevo: “Al momento en que el sacrificio de sangre fue aceptado, Jesús fue el primer ser humano nacido de nuevo”. (http://www.youtube.com/watch?v=neKsa_74w7k&feature=related).

Respuesta: Esto es simple y llanamente erróneo. Ser nacido de nuevo significa que una persona es salvada de la ira de Dios por sus pecados (Efesios 2:1-3: “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, 2 en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, 3 entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás”), tener un nuevo nacimiento (Juan 3:3: “Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios”) y ser regenerado (2ª Corintios 5:17: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”). La Sra. Meyer está simplemente equivocada. ¿Por qué ella enseña esto? Esto puede ser sólo porque ella, prácticamente, se ha tragado, sin masticar, muchos de los errores del movimiento de la Confesión Positiva, donde algunas veces afirman que Jesús perdió Su naturaleza divina, fue al infierno, acabó la obra de expiación en el infierno y, ¡nació de nuevo! Y esto, es un error muy serio ya que esto significa que Jesús necesitó cambiar…

3. Jesús pagó en el infierno por nuestros pecados: “Él se convirtió en nuestro sacrificio y murió en la cruz. Pero no permaneció muerto. Estuvo en la tumba por tres días. Durante ese tiempo, él entró en el infierno, donde (legalmente) merecíamos ir tú y yo a causa de nuestro pecado. Él pagó el precio allí” (“The most important decision you'll ever make”, por Joyce Meyer, segunda edición, mayo de 1993, página 35.).

Respuesta: Evidentemente, esto es erróneo. Jesús no pagó el precio de nuestra redención en el infierno. Él pagó el precio en la cruz. La redención fue terminada en la cruz, cuando exclamó: “Consumado es” (Jn 19:30). Considere también los siguientes versículos:

Colosenses 1:20: “y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz”.

Colosenses 2:14: “anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz”.

1ª Pedro 2:24: “quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados”.

4. Jesús fue al infierno en nuestro lugar y fue atormentado: “Jesús pagó en la cruz y fue al infierno en mi lugar. Y como lo había prometido Dios, al tercer día Jesús resucitó de entre los muertos. La escena en el mundo espiritual fue algo así como esto: Dios se levantó de Su trono y le dijo a los poderes demoníacos que atormentaban al Hijo de Dios sin pecado, ‘Suéltenlo’. Entonces, el poder de la resurrección del Dios Todopoderoso llegó al infierno y llenó a Jesús. En la tierra, la tumba, donde Él había sido enterrado, fue llena con una luz, en la medida en que el poder de Dios llenaba el cuerpo de Jesús. Él fue resucitado de los muertos; el primer hombre nacido de nuevo” (“The most important decision you'll ever make”, por Joyce Meyer, segunda edición, mayo de 1993, página 36.).

Respuesta: ¿De dónde obtuvo ella este diálogo totalmente de ficción entre Dios y los poderes demoníacos? ¡Es inventado! No se encuentra en las Escrituras y erróneamente ella asume que Jesús fue, después de morir en la cruz, al infierno, el lugar de tormento y sufrimiento. Pero la Biblia no enseña tal cosa tan hereje. Sin embargo, sí dice que Jesús descendió a las partes bajas de la tierra (Efesios 4:9: “Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra?”). Esto puede significar que Jesús fue enterrado físicamente, o que Jesús fue al Hades a informar a aquellos que ya habían muerto acerca de quién era Él y lo que había hecho en la cruz. Puede también referirse a Su encarnación en contraste con Su ascensión al cielo (Efesios 4:10: “El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo”.) Pero no existe ni una sola razón para creer que Jesús sufrió en el infierno y terminó la expiación allí.

5. Si no cree que Jesús fue al infierno, Ud. no será salvo: “Su espíritu fue al infierno porque es el lugar donde merecemos ir… No hay esperanza de que alguien vaya al cielo, a menos que crean esta verdad” (“The most important decision you'll ever make”, por Joyce Meyer, segunda edición, mayo de 1993, página 37.)

Respuesta: De su parte, esta es una terrible declaración. Ella está afirmando que Ud. no puede ser salvo de sus pecados, a menos que crea que Jesús fue al infierno porque es el lugar que merecemos ir. Esta es una grande modificación del mensaje del evangelio como lo declara 1ª Corintios 15:1-4 (“Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; 2 por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano. 3 Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; 4 y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras”). En ningún lugar, la Biblia afirma que creamos que Jesús sufrió por nosotros en el infierno o que fue allá, donde merecíamos ir. Esto es una gran equivocación y es, una herejía.

6. Somos llamados pequeños dioses: “Estaba escuchando una serie de cintas de un hombre y lo explicaba así… como se obtiene esto… él dijo que, ¿por qué las personas coinciden acerca de la forma como Dios llama a Su creación, Su creación, Su hombre, pero no toda la creación, pero Su hombre, pequeños dioses? Si Él es Dios, ¿cómo los va a llamar sino una clase/especie de Dios? Quiero decir, si Ud. como humano tiene un bebé, Ud. lo llamará una clase o especie humana. Si el ganado, tiene ganado, se le llama una clase o especie de ganado. Pregunto: ¿Cómo se supone que Dios los llamará? ¿No dice la Biblia que somos creados a Su imagen? Entienda ahora que no estoy diciendo que Ud. es dios con mayúscula. Este no es el tema aquí, así que no trate de apedrearme o blasfemarme. “La Biblia dice en Juan 10:34…’ Jesús les respondió: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois?’ Por lo tanto, los hombres son llamados dios por la ley…” (Joyce Meyer) (www.youtube.com/watch?v=yrP3OLCH9GI&feature=related).

Respuesta: En este videoclip ella cita Juan 10:34, donde Jesús le dice a los fariseos, “dioses sois”, la cual es, una cita del Salmo 82:6 y es un Salmo imprecatorio de condenación a los jueces injustos. En el v. 27, el salmo continúa: “Pero como hombres moriréis, Y como cualquiera de los príncipes caeréis”. Pero ella entonces regresa al Salmo 82 y continúa. Pero el video se detuvo y no supe qué iba a decir ella acerca del siguiente versículo (o sea, el v. 27), el cual es importante.

7. Joyce Meyer dijo que ella no es una pecadora: “Yo no soy pobre. No soy miserable y no soy una pecadora. Esa es una mentira del mismo hoyo del infierno. Eso fue lo que yo fui y si todavía soy, entonces Jesús murió en vano. Les voy a decir algo amigos. No dejé de pecar hasta que finalmente logré entender en mi terquedad que ya no era más una pecadora. Y el mundo religioso piensa que es una herejía y me quieren ahorcar por esto. Pero la Biblia dice que yo soy justificada y que no puedo ser justa y ser una pecadora al mismo tiempo” (http://www.youtube.com/watch?v=5dmHJdM63hk).

Respuesta: La Sra. Meyer necesita lecciones sencillas de la Biblia. Dice 1ª Juan 1:8: “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros”. Note que el apóstol usa el plural incluyéndose él mismo como pecador. Pablo también dice en, Romanos 7:19-20, 24: “Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. 20 Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora en mí. 24 ¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?” ¿Es Joyce Meyer mejor en carácter cristiano que los apóstoles Juan y Pablo? Creo que no. La Sra. Meyer falla en reconocer su propia naturaleza pecadora y, niega erróneamente su misma naturaleza pecadora. Sólo puedo concluir que esta falsa enseñanza proviene del orgullo debido a que no es bíblica.

8. El pozo del infierno fue literalmente en Jesús y estaban riendo: “Ellos estaban teniendo la más grade fiesta que hubieran tenido. Ellos tenían a mi Jesús en el piso y estaban sentándose a sus espaldas saltando y riéndose. Y Él se convirtió en pecado. ¿No crees que Dios estaba caminando de un lado a otro, queriendo detener lo que estaba sucediendo? Todo el ejército de los demonios estaba sobre Él. Sobre Él. Sobre Él. Los ángeles estaban en agonía. Toda la creación estaba gimiendo. Todas las huestes del infierno lo tenían a Él. Lo tenían contra el piso y estaban riéndose y burlándose. ¡Ja Ja Ja! Le creíste a Dios y mira dónde terminaste. Pensaste que Él te salvaría y te libraría de la cruz, Pero no lo hizo, ¡JaJaJaJa! (http://www.youtube.com/watch?v=SwNfOaxIcOMhttp://www.youtube.com/watch?v...).

Respuesta: ¿De dónde sacó esto? ¿Del sagrado libro de Joyce Meyer? Porque ciertamente esto, no está en la Biblia y sin embargo, ella no tiene problemas en enseñarlo como una verdad autoritaria. ¿No sabe ella que la Biblia enseña que no debemos excedernos “a no pensar más de lo que está escrito”? (1 Co 4:6). Y sin embargo, ella ha hecho exactamente lo contrario. Ella está en un grave error y ha violado la Palabra de Dios que dice, que Jesús llevó nuestros pecados en Su cuerpo en la cruz (1ª Pedro 2:24: “quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados”) y terminó la expiación en la cruz (Juan 19:30: “Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu”); no en el infierno a manos de los demonios. No existe forma de que los demonios estaban, literalmente, “sobre Él”. ¡Qué error tan tremendo, Meyer!

9. Joyce Meyer obtiene conocimiento de revelación: “Ni aún la Biblia puede encontrar alguna forma de explicar lo siguiente. Realmente esta es la razón por la que debe tenerlo por revelación. No existen palabras para explicar lo que les estoy diciendo. Sólo tengo que creerle a Dios que se lo está dando a su espíritu como me lo dio a mí” (http://storage.carm.org/joycemeyer/joyce-meyer-revelation-knowledge.mp3).

Respuesta: ¿Conocimiento de revelación? ¿Está ella a la par con los apóstoles que recibieron conocimiento de revelación de Dios mismo? ¿O como los profetas del Antiguo Testamento? ¿Cómo ellos, ella también recibe de Dios conocimiento de revelación? Si es así, ¿cómo sabemos si esto es verdadero o no? La respuesta es simple: Probamos todo lo que dice con las Escrituras, y es obvio que ella está adquiriendo muchas cosas de algún lugar que contradicen la Palabra de Dios.

Joyce Meyer es un predicador

Tan impopular como podría sonar, Joyce Meyer está equivocada al ocupar la posición de un predicador la Palabra de Dios. No sólo predica doctrinas falsas, sino que también oficia como un predicador al enseñar la Palabra de Dios, haciendo exegesis, aplicándola y diciéndoles a las personas qué creer… en público. Ella está fuera de lugar. Habla como un ministro del evangelio, enseñando con autoridad. Necesita detenerse. Si duda de esto, y si cree también en lo que enseña la Palabra de Dios.


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