Los Cinco Puntos Del
Calvinismo
PREFACIO
Escasamente hay otra palabra que
promueva semejante sospecha, desconfianza, y aun animosidad entre cristianos
profesantes como es la palabra Calvinismo. Y sin embargo mucho del celo
que es asestado en contra de este sistema y a esos que lo sostienen y predican
es muy seguramente un celo el cual no es conforme a conocimiento. Los
siguientes artículos han sido escritos con la esperanza de que mucho del abuso
que es lanzado al sistema teológico Calvinista sea retirado, y qué la verdad de
esa grandiosa enseñanza, la cual era él apoyó de nuestros padres en la
fe, y la fuerza de la iglesia en una era mucho más gloriosa que la de nosotros,
sea vista claramente.
INTRODUCCIÓN
Debemos de tener nuestro punto de
empiece en Holanda en el año 1610. Santiago Arminio, un profesor Holandés, se
acababa de morir y sus enseñanzas se habían formulado en cinco puntos
principales de doctrina por sus seguidores- conocidos como Arminianos.
Hasta este punto, las iglesias de Holanda, en común con las otras
Iglesias Protestantes principales en Europa, se había subscrito a las
Confesiones de fe de belga, y de Heidelberg, las cuales fueron
establecidas firmemente en las enseñanzas de la Reforma. Sin embargo, los
Arminianos querían cambiar esta posición, y ellos presentaron sus cinco puntos
en forma de demostración o protesta al parlamento Holandés. Los cinco
puntos del Arminianismo fueron, hablando ampliamente, como siguen:
I. Libre albedrío o habilidad humana. Esto enseñaba que El Hombre
aunque afectado por la caída, no estaba totalmente incapaz de escoger bienes
espirituales, y era capaz de ejercitar fe en Dios en orden para recibir el
evangelio y así-traerse asimismo a la posesión de la salvación.
II. Elección condicional- Esto enseñaba que Dios tendía sus
manos sobre aquellos individuos que El sabia-o previo- que responderían al
evangelio. Dios eligió aquellos que salvados por su libre voluntad y en
su estado natural caído- que era, por supuesto, de acuerdo con el primer punto
del Arminianismo, no completamente caído de todos modos.
III. Redención Universal, o Expiación Universal- Esto enseñaba que
Cristo murió para salvar a todo hombre; pero solamente en manera
potencial. La muerte de Cristo hacia posible a Dios perdonar
a los pecadores, pero solamente con la condición de que creyeran.
IV. La obra del Espíritu Santo en la regeneración limitada por la
voluntad humana. Esto enseñaba que El Espíritu Santo, cuando empezaba a obrar para traer
a una persona a Cristo, podía ser resistido eficazmente, y Su propósito
frustrado. Él no podía impartir vida al menos que el pecador estuviera
dispuesto a que esta vida fuera impartida.
V. Caerse de la gracia. Esto enseñaba que un hombre salvo podía
perder finalmente la salvación. Esto es, por supuesto, la consecuencia
lógica, y natural del sistema. Si el hombre tiene que tomar la iniciativa en su
salvación, tiene que retener la responsabilidad para la consecuencia final.
Los cinco puntos del Arminianismo
fueron presentados al Estado y un Sínodo Nacional de la iglesia, fue llamado
a reunirse en Dort en 1618 para examinar las enseñanzas de Arminio a la
luz de las Escrituras. El Sínodo de Dort se reunió por 154 sesiones por
un periodo de siete meses, pero al final no pudo encontrar terreno en cual
reconciliar el punto de vista Arminiano con el expuesto en la Palabra de
Dios. Reafirmando la posición inconfundible propuesta en la Reforma, y
formulada por el teólogo Francés Juan Calvino, el Sínodo de Dort formulo sus
Cinco Puntos Calvinistas para contradecir el sistema Arminiano. Estos a
veces son puestos en la forma de un acróstico en la palabra ‘TULIP’ así
como sigue:
T Total Depravity – Depravación
Total (esto es Inhabilidad Total)
U Unconditional Election –
Elección Incondicional
L Limited Atonement – Expiación
Limitada
I Irresistible Calling –
Llamamiento Irresistible
P Perseverance of the Saints –
Perseverancia de los Santos
Así como ya se puede ver, estos
asimismo se asientan en completa oposición a los cinco puntos del
Arminianismo. El hombre es totalmente incapaz de salvarse asimismo a
cuenta de la caída en el Jardín del Edén siendo una caída total. Si
siendo incapaz de salvarse asimismo, entonces Dios debe salvar. Si Dios
debe salvar, entonces Dios debe de ser libre para salvar al que Él desea.
Si Dios ha decretado de salvar a quien Él desea, entonces es por esos por quien
Cristo hizo expiación en la Cruz. Si Cristo murió por ellos, entonces el
Espíritu Santo los llamara efectivamente a esa salvación. Si la salvación
entonces desde el principio ha sido de Dios, el final también será de
Dios y los santos perseveraran un gozo eternal.
Estos son los así-llamados cinco puntos
del Calvinismo. Ahora proseguiremos a examinarlos con más detalle,
firmemente basados como lo son en la Palabra de Dios, y sostenidos tenazmente,
por nuestros antepasados en ‘la fe una vez entregada a los santos’. Por
esa fe debemos contender ardientemente. Veremos la verdad de la que
Charles Haddon Spurgeon quiso decir cuando declaro, ‘No es una novedad,
entonces, lo que estoy predicando; no una nueva doctrina. Amo proclamar
esas fuertes, antiguas doctrinas que tienen por sobre nombre Calvinismo, pero
las cuales son de seguro y verdaderamente la verdad revelada de Dios así como
lo es en Cristo Jesús.
I. DEPRAVACIÓN TOTAL:
Cuando venimos a considerar el primero
de los cinco puntos principales del Calvinismo, seguramente lo que nos debe
impresionar es el hecho de que este sistema empieza con algo que debe ser
fundamental en el asunto de la salvación, y esto es, una evaluación correcta de
la condición del individuo que se debe salvar. Si tenemos vistas
deficientes y ligeras sobre el pecado; entonces estamos propensos a tener
vistas defectuosas para la salvación del pecador. Si creemos que la caída
del hombre en el Huerto del Edén era meramente parcial, entonces lo más seguro
es de que estaremos satisfechos con una salvación que es atribuible, parte al
hombre, y parte a Dios. ! ¡Qué tan llenas de sentido común están las
palabras de J. C. Ryle en este asunto! “Hay muy pocos errores y doctrinas falsas”,
dijo él, “de las cuales el principio no
pueda ser rastreado a vistas erróneas sobre la corrupción de la naturaleza
humana. Vistas erróneas de una enfermedad siempre traerán, con ellas
vistas erróneas del remedio. Vistas erróneas de la corrupción de la
naturaleza humana siempre traerán consigo vistas erróneas del gran antídoto y
cura de esa corrupción”.
Enteramente apercibidos de que esto era
el caso, los teólogos de la Reforma y esos que formularon las enseñanzas
Reformadas en estos cinco puntos en el Sínodo de Dort, basando sus datos
firmemente en las Escrituras, pronunciaron que el estado natural del hombre es
un estado de depravación total y por consiguiente, había inhabilidad
total de parte del hombre para ganar, o contribuir, a su salvación.
Cuando los Calvinistas hablan de
depravación total, sin embargo no se refieren a que cada hombre es tan malvado
como pueda ser, ni que el hombre sea incapaz de reconocer la voluntad de Dios;
ni tampoco de que sea incapaz de hacer algún bien hacia su prójimo o aun dar
lealtad externa a la adoración de Dios. Lo que sí quieren decir es que
cuando el hombre cayó en el Huerto del Edén cayó en su ‘totalidad’. La
personalidad completa del hombre ha sido afectada por la caída, y el pecado se
extiende al completo de las facultades- la voluntad, el entendimiento, el
afecto y todo lo demás. Creemos que esto es irrefutablemente enseñado por
la Palabra de Dios a la cual ahora nos referimos. Lo siguiente es
meramente una selección de las Escrituras que confirman la enseñanza Calvinista
de la depravación total.
La Biblia enseña con absoluta
claridad que el hombre, por naturaleza, ¡está MUERTO! “Así que como por un hombre el pecado entro en el
mundo, y la muerte por el pecado; y así la muerte paso a todos los hombres,
porque todos han pecado”. [Rom. 5:12] Nos enseña de que los hombres están
ESCLAVIZADOS: “Que con
mansedumbre corrija a los que se oponen: si quizás Dios les dé que se
arrepientan para conocer la verdad; y se zafen del lazo del diablo en que están
cautivos a voluntad del [II Tim. 2:25]. Nos enseña que el hombre está CIEGO, y
SORDO: ‘… más a los que están fuera,
por parábolas todas las cosas; Para que viendo, vean y no echen de ver; y
oyendo oigan y no entiendan [Marcos 4:11]. Nos enseña que NO ESTAMOS INSTRUIDOS, “mas el hombre animal no percibe las cosas que son
del Espíritu de Dios porque le son locura; y no las puede entender, porque se
han de examinar espiritualmente” [I Cor. 2:14]. La Biblia habla de
nosotros que somos PECAMINOSOS POR NATURALEZA: (i) Por Nacimiento:
“He aquí, en maldad he sido formado, y
en pecado me concibió mi madre” [Salmos 51:5]. (ii) Por
Practica: “Y vio Jehová que la malicia de los
hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del
corazón de ellos era de continuo solamente el mal” [Gen. 6:5].
Esto entonces, es el estado natural del
hombre. Entonces debemos preguntar; ¿pueden los muertos levantarse a sí
mismos? ¿Pueden los ciegos darse vista a sí mismos, o los sordos darse el
oír? ¿Pueden los esclavos redimirse a sí mismos? ¿Puede el no instruido
enseñarse a sí mismo? ¿Puede el naturalmente pecaminoso cambiarse a sí
mismo? ¡Seguro que no! “¿Quién puede
sacar algo limpio de lo impuro?” pregunta Job; y él contesta, “¡Nadie!” [Job 14:4]. “¿Puede el Etíope
cambiar su piel o el leopardo sus manchas?” Pregunta Jeremías; “Si pueden” él concluye, “entonces también vosotros
podéis hacer el bien, estando habituados a hacer el mal.” [Jer. 13:23].
¿Puede la Palabra de Dios mostrar mas
plenamente de lo que ya lo hace que la depravación es total? ¿Y que
nuestra inhabilidad de desear o procurar la salvación es también total?
El retrato es uno de muerte- muerte espiritual. Somos como Lázaro en la
tumba; estamos ceñidos de manos y pies; la corrupción se ha apoderado de
nosotros. Así como cuando no había ni vislumbre de vida en el
cuerpo muerto de Lázaro, así no hay ‘una chispa receptiva interna’ en
nuestros corazones. Pero el Señor hace el milagro- con ambos los
físicamente muertos, y los espiritualmente muertos; porque han sido
restituidos-hechos vivos que estaban muertos en delitos y pecados. [Efesios 2:1].
La salvación, por su mera naturaleza debe “ser del Señor.”
II. ELECCIÓN INCONDICIONAL
Nuestro aceptamiento o rechazo de la
depravación total como una declaración Bíblica de la condición natural
del hombre determinara mayormente nuestra actitud hacia el siguiente punto que
se revisó en el Sínodo de Dort. Elección incondicional ha sido bien declarada
en la Confesión de Fe Bautista de 1689, la cual aquí citamos como un sumario
conveniente. También está declarado en casi términos idénticos en
la Confesión de Westminster y en los Treinta y Nueve Artículos de la Iglesia de
Inglaterra y en todas las confesiones mayores.
“Esos de la humanidad que han sido
predestinados a vida” dice la Confesión Bautista, “Dios antes que la fundación del
mundo fuera puesta, de acuerdo con Su eterno e inmutable propósito, y el
consejo secreto y buen placer de Su voluntad, había escogido en Cristo a Gloria
sempiterna, por Su mera gracia gratuita y amor sin ninguna otra cosa en
la criatura como condición o causa moviéndolo a hacerlo’. [Capítulo 3, Artículo
5].
La doctrina de elección incondicional
sigue naturalmente de la doctrina de depravación completa. Si el hombre,
si en verdad, está muerto y prisionero, y ciego etc., entonces el remedio para
todas estas condiciones debe descansar fuera del hombre mismo (Esto es, con
Dios). Nos preguntamos en él ultimo capitulo; “¿puede el muerto
levantarse así mismo?” Y la respuesta inevitablemente debe ser: “por
supuesto que no”. Sin embargo hombres y mujeres son levantados de su
muerte espiritual- “nacidos de nuevo” como lo pone el evangelio según San Juan;
y como son incapaces de llevar a cabo esta obra por ellos mismos, entonces
tenemos que concluir que era Dios quien los levanto. Por el otro lado
como muchos hombres y mujeres no han sido vivificados, tenemos que igualmente
concluir que eso es porque Dios no los ha levantado. Si el hombre es
incapaz de salvarse a sí mismo teniendo en cuenta que la caída de Adán siendo
una caída total, y si solo Dios puede salvar, y si no todos son salvos,
entonces la conclusión debe ser que Dios no ha escogido salvar a todos.
Esta no es una filosofía siega, pero es
sacada, construida sobre, apoyada por, y revelada en las Escrituras de
Dios. El tema es uno que es tan vasto como el océano mismo; pero no
podemos hacer más que citar solo unos pocos versos claves y escritos que actúan
como mapas y compás a través de estos poderosos mares.
La historia de la Biblia es la historia
de elección incondicional. Es extraño que los que se oponen a esta doctrina
fallan en reconocer esto. Algunos creyentes tienen dificultad en creer
que Dios pueda pasar a algunos y escoger a otros, y sin embargo no parecen
tener dificultad en creer que Dios llamo a Abraham del pagano Ur de los Caldeos
y dejo a los otros en su paganismo. ¿Porque debería Dios escoger a la
nación de Israel como Su “gente peculiar”? No hay necesidad de especular,
porque Deuteronomio 7:7 nos da la prepuesta: “No por ser vosotros más que todos
los pueblos os ha querido Jehová, y os ha escogido; porque vosotros erais los
mas pocos de todos los pueblos: Sino porque Jehová os amo,…’ ¿porque debería
Dios, completamente desatendiendo las leyes familiares de Israel, escoger al
hijo menor Jacob, en lugar de Esaú el mayor? Otra vez, “a la ley y al testimonio”. Rom.
9:11-13 “…para que el propósito de Dios conforme a la elección,.. A Jacob ame
mas a Esaú aborrecí.”
¿Cuál era la doctrina que Jesús predico
en la sinagoga en Nazaret sino la doctrina de elección incondicional? “Mas en verdad os digo, que muchas viudas había en
Israel en los tiempos de Elías,… Pero a ninguna de ellas fue enviado Elías,
sino a Sarepta de Sidón a una mujer viuda.” [Lucas 4:25-27]. Sabemos los
resultados de la predicación de nuestro Señor de ese mensaje. “Y le llevaron hasta la cumbre del monte para
despenarle.”
Falta de espacio prohíbe un relato
completo de la selección soberana de Dios de Su pueblo; pero la verdad es
clara: “No me elegisteis vosotros a mí mas
yo os elegí a vosotros; [Juan 15:6]; ¿O no tiene potestad el
alfarero para hacer de la misma masa un vaso para honra, y otro par vergüenza?” [Rom. 9:21]
“Tendré misericordia del que tendré misericordia, [Rom 9:15]. “Según nos
escogió en Él antes de la fundación del mundo,” habiéndonos predestinado
para ser adoptados hijos [Efesios 1:4-5]; y así sucesivamente (etcétera).
Concesionamos que hay una “clase de
elección” que es sostenida por muchos creyentes hoy día. Hablando
bastamente está basada en Rom. 8:29; “Porque a los que antes conoció, también
predestino, etc.? El caso corre algo así: Dios previo a esos que iban a
aceptar a Cristo, y por consiguiente los “eligió” para vida eterna. En
contra de esta mira señalamos que:
1. El preconocimiento de Dios del que
aquí se habla está en conexión a la gente y no en conexión a alguna
acción que la gente hizo. La Escritura indica; ‘A los que conoció’…etc...
Otra vez Dios habla así por medio de Amos: “¿Solo a ti he conocido de
todas las naciones de la tierra? Esto quiere decir, irrespectivamente de alguna
acción buena o mala obrada por ellos, Dios los “conoció” en el sentido
que Los amo y escogió para ser de Él. Así es como El previo a sus
escogidos.
2. No hará nada el decir que Dios nos eligió
porque vio algo que íbamos a hacer- eso es, aceptar a Su Hijo. No somos
escogidos porque obramos tal obra santa de “aceptar” a Cristo, sino somos
escogidos para que podamos estar capacitados para ‘aceptarlo’ a Él. “Porque somos hechura suya, criados en Cristo Jesús
para buenas obras, las cuales Dios preparo para que anduviésemos en ellas.”
[Efe. 2:10]
3. Tampoco hará el decir que Dios
previo a los que iban a creer. Hechos 13:48 hace esto lo abundantemente
claro: ‘Y creyeron todos los que estaban
ordenados para vida eterna. La elección no es a causa de nuestro
creer, pero nuestro creer es a causa de haber sido elegidos- “ordenados para
vida eterna”.
4. Otra vez, el decir que ejercemos fe
al aceptar a Cristo, y que Dios previo esta fe, y por eso nos eligió, solo nos
lleva a un paso más atrás; porque, ¿de dónde agarramos esa fe, para
ejercer? La Escritura nos da la respuesta: “Es un don de Dios, y no de
nosotros mismos.”
Seguramente, en lugar de discutir en
contra de estas cosas, deberíamos estar haciendo lo que El Espíritu Santo por
el Apostal Pedro nos ordenó a hacer: “da diligencia hacer tu llamado y elección
segura.”
III. EXPIACIÓN LIMITADA
Este tercer punto no solamente nos trae
al punto central de los cinco, pero también a la verdad central del evangelio,
esto es, al propósito de la muerte de Cristo en la cruz. Esto no es
accidental. Los teólogos que se han puesto la tarea de defender las
verdades de la Reforma Protestante en contra de los ataques del partido
Arminiano estaban siguiendo una línea Bíblica y lógica en sus formulaciones y
habían llegado ya al mero punto de vuelta de la salvación. Primero que
todo se había preguntado ¿“A quien se va a salvar”? La respuesta fue “Al
Hombre”. Pero la enseñanza de la Biblia concerniendo al hombre mostraba
que el hombre, en su estado natural, es totalmente incapaz de salvarse a sí
mismo. De este modo, tenemos la enseñanza de la Biblia que ha puesto
al hombre debajo del título general de depravación total, o inhabilidad
total. Segundo como algunos hombres y mujeres son indudablemente salvos,
entonces tiene que haber sido Dios Mismo quien los salvo en contra-distinción
del resto de la humanidad. Esto es elección: “Para que él propósito de Dios conforme a la elección,
permaneciese…” [Rom 9:11]. Sin embargo, esta elección no más
“marco la casa, a la cual la salvación debe viajar”, así como lo pone Spurgeon,
y una expiación completa, y perfecta y satisfactoria todavía era requerida,
para los pecados de los elegidos, para que Dios fuera, no solamente un
Salvador, sino un Dios justo, y un Salvador”. Esta expiación, como
todos confesamos, fue realizada por la sumisión voluntaria de Cristo a la
muerte en la cruz donde sufrió bajo la justicia de este Dios justo, y procuro
la salvación que el cómo Salvador había ordenado. En la cruz, entonces,-
y sin duda todos aceptamos esto- Cristo soporto el castigo, y procuro la
salvación.
La pregunta ahora se levanta: ¿por
quien soporto el castigo, y por quien procuro la salvación? Hay tres
avenidas por las cuales podemos viajar respecto a esto:
1. Cristo murió para salvar a todo hombre, sin distinción.
2. Cristo murió para salvar a nadie en particular.
3. Cristo murió para salvar a cierto número
El primer punto de vista es el
sostenido por “Universalistas” a saber, Cristo murió para salvar a todos los
hombres, y así, muy lógicamente asumen, todos los hombres serán salvos.
Si Cristo ha pagado la deuda del pecado, ha salvado, rescatado, dado Su vida
por todos los hombres, entonces todos los hombres serán salvos. El
segundo punto de vista es la “Arminiana”, que Cristo procuro una salvación
potencial para todos los hombres. Cristo murió en la cruz, este parecer
dice, pero aunque pago la deuda de nuestros pecados, su obra en la cruz no es
eficaz hasta que el hombre se “decida por” Cristo y así de ese modo ser salvo.
La tercera vista de la Expiación es la “Calvinista”, y dice que Cristo murió
positivamente y efectivamente para salvar a cierto número de pecadores que
merecían él infierno en quienes El Padre había puesto su libre elegible
amor. El Hijo paga la deuda por estos elegidos, hace satisfacción por
ellos a la justicia del Padre, e imputa Su propia justicia a ellos para que
sean completos en Él.
La muerte de Cristo, entonces, no más
pudo haber sido por una de estas tres razones: para salvar a todos; para
salvar a nadie en particular; para salvar a un número en particular. La
tercera vista es la que sostienen los calvinistas. Y generalmente es llamada
expiación limitada, o redención particular. Cristo murió para salvar a un
número particular de pecadores; esto es, aquellos “según nos escogió en Él antes de la fundación del mundo” [Efe.
1:4] aquellos a quien el Padre “Le ha dado del mundo [Juan 17:9]; aquellos por quien El mismo dijo
derramaba su sangré: “Porque, esto es mi
sangre del nuevo pacto, la cual es derramada por muchos para remisión de los
pecados.” [Mat. 26:28
Esta última vista, afirmamos, hace
justicia al propósito de Cristo de venir a esta tierra a morir en la
cruz. “Llamaras su nombre
Jesús, porque salvara a su gente de sus pecados.” No a los Judíos,
seguramente, porque los Judíos no son salvos como gente. Jesús “amo a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella”.
[Efe 5:25]. “El cual fue entregado por nuestros delitos, y resucitado
para nuestra justificación. [Rom. 4:25]. A quienes El Espíritu Santo se refiere
cuando dice, “Nuestro”. ¿El mundo? Si es así, entonces los
Universalistas están correctos, porque Cristo fue, entonces, “Entregado por los delitos [del mundo] y resucitado
para justificación [del mundo]; así el mundo está justificado ante Dios.
“Porque así como en Adán todos mueren, así también en Cristo todos serán
vivificados. [I Cor. 15:22]. Esto otra vez solo puede significar que
toda la posteridad de Adán muere en Adán, que a la verdad así es, porque “la
muerte ha pasado a todos los hombres”. Pero toda la posteridad de Cristo-
la Iglesia que se dio a sí mismo por ella- son vivificados en Él. ¿Por
qué es esto? ¡Seguramente, es porque se dio a sí mismo por ellos! “Con su conocimiento justificara mi siervo justo a
muchos, y él llevara las iniquidad de ellos [Is. 53:11]. Y cuando efectúa
esto, mientras cuelga en la cruz, dice el profeta Isaías en ese grandioso capítulo
53 de su profecía, “del trabajo de su alma vera y será saciado”. El
trabajo de su alma mientras derrama su alma en ofrenda por nuestros pecados
produce hijos espirituales a la gloria de su Nombre, y será satisfecho cuando
vea esta obra completada.
No pasamos por alto el hecho de que hay
algunos Escritos los cuales se refieren al “mundo”, y muchos han tomado esto
como su punto de empiece en la cuestión de redención. Sin embargo, cuando
comparamos escritura con escritura, vemos que el uso de la palabra “mundo” no
necesita implicar “cada hombre y mujer en el mundo”. “Miren el mundo ha
ido en pos de Él” dijeron de Jesús; cada persona, sin embargo, no había ido en
pos de Cristo. La expresión significa “cada clase de persona” y
normalmente Gentiles como Judíos. La cuestión prevaleciente siempre debe
ser la intención Divina; intentó Dios salvar a todo hombre, ¿o no? Si El
no intenta salvar a todo hombre sin excepción sino no mas a los elegidos,
entonces, la obra de Cristo en la Cruz es un glorioso éxito, y bien creemos: “Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí…” [Juan
6:37]. Sí, por otra parte, era la intención de Dios salvar al mundo entero,
entonces la expiación de Cristo ha sido un gran fracaso, porque vastos números
de humanidad no han sido salvos. ¡Cristo pago nuestra deuda! ¿Deuda
de qué? ¿Del mundo o de los elegidos? Seguramente, si un hombre ha sido
redimido por un redentor, entonces la ley que ha quebrado tiene que ser
satisfecha por causa del trabajo del Fiador a su favor.
Si Tú has procurado mi descargo
Y libremente soportado en mi lugar
La completa ira Divina;
Dios no demandara dos veces el pago
Primero de la sangrienta mano de mi
Fiador,
Y después otra vez de la mía.
IV. GRACIA IRRESISTIBLE
Este cuarto punto de la creencia del
sistema Calvinista es, otra vez, el resultado lógico de todo lo que ha pasado
antes que esto. Si los hombres son incapaces de salvarse a sí mismos a
causa de su naturaleza caída, y si Dios ha propuesto salvarlos, y Cristo ha
realizado su Salvación, entonces lógicamente sigue que Dios también debe
proveer los medios para llamarlos a los beneficios de esa salvación que Él ha
procurado para ellos. El sistema teológico Calvinista, sin embargo, aunque
lógicamente cuerdo, es más que un sistema de pura lógica. Es un sistema
de pura creencia Bíblica que se sostiene firmemente en la Palabra de
Dios. Su doctrina de gracia irresistible, entonces, no es ideada por los
hombres que redactaron los cinco puntos de Calvinismo en el Sínodo de Dort,
sino es la revelación revelada en la Palabra Santa de Dios. Por ejemplo, Romanos 8:30: “y los que predestinó a estos
también llamó”, Dios no solamente, eligió hombres y mujeres para salvación; Él también
llamó a esos a quien le plació elegir.
¿Qué quiere decir gracia
irresistible? Sabemos que cuando el evangelio sale afuera en una Iglesia,
o al aire libre, o por medio de leer la Palabra de Dios, no todos atienden a
ese llamado. No todos son convencidos del pecado y de su necesidad de
Cristo. Esto explica el hecho de que hay dos llamamientos. No nomás
hay un llamamiento externo; también hay un llamamiento interno. El
llamamiento externo puede ser descrito como “palabras del predicador”; y este
llamamiento, cuando sale, puede obrar un resultado de diferentes formas en un número
de diferentes corazones produciendo un número de diferentes resultados,
No obstante una cosa no hará; no obrara una obra de salvación en el alma de un
pecador. Porque una obra de salvación para ser labrada, el llamamiento
externo debe ser acompañado por el llamamiento interior del Espíritu Santo de
Dios. Porque Él es quien, “redarguye de pecado, justicia y
juicio”. Y cuando el Espíritu Santo llama a un hombre, o mujer, o una
persona joven por su gracia, ese llamamiento es irresistible: no puede ser
frustrado; es la manifestación de la gracia irresistible de Dios.
Esto es probado una y otra vez, en la
Palabra de Vida de Dios, como por ejemplo en los siguientes versos y porciones.
1. “Todo lo que el Padre me da vendrá a mí; y al que a mí viene no le
echo fuera” [Juan 6:37]. Nótese que son aquellos a quien El Padre a “dado a
Cristo”- los elegidos- que “vendrán” a él; y cuando vienen a Él no serán
“rechazados”.
2. Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere.
[Juan 6:44] Aquí nuestro Señor simplemente está diciendo que es imposible que el
hombre venga a Él por ellos mismos; el Padre los debe traer.
3. Todo aquel que oyó del Padre, y aprendió, viene a mí [Juan 6:45]. El hombre
puede oír el llamamiento externo; pero son esos los que han “aprendido del
Padre” que responderán y vendrán a Cristo: Así que, con Simón Pedro: “Bienaventurado eres Simón hijo de Jonás, porque no
te lo revelo sangre ni carne sino mi Padre que está en el Cielo”
4. “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, los tales son
hijos de Dios.” [Rom. 8:14]
5. Mas cuando plugo a Dios, que me aparto desde el vientre de mi madre, y
me llamó por su gracia…” [Gal. 1:15]
6. “Mas vosotros sois linaje escogido… para que anunciéis las virtudes de
aquel que os ha llamado de las tinieblas a su luz admirable.” [1 Ped.
2:9]
7. “Mas el Dios de toda gracia, que nos ha llamado a su Gloria eterna por
Jesús Cristo…” [1. Ped. 5:9]
Una sobresaliente ilustración de esta
enseñanza de gracia irresistible, o llamamiento eficaz, es ciertamente el
incidente que leemos en Hechos 16, El apóstol Pablo predica el evangelio a un
grupo de mujeres a las orillas del rio en Filipo; y así cuando lo hace, “una cierta mujer llamada Lidia estaba oyendo; el
corazón de la cual abrió el Señor para que estuviese atenta a lo que Pablo
decía.” Pablo, el predicador, hablo al oído de Lidia- el llamamiento externo;
pero el Señor hablo al corazón de Lidia- el llamamiento interno de gracia
irresistible.
Los Arminianos creen que los hombres y
mujeres pueden y lo hacen, resistir al llamamiento del evangelio de Dios, y,
por eso contienden, que no puede haber semejante doctrina como gracia
irresistible. Nosotros creemos que no nomás los hombres y mujeres pueden
resistir el evangelio de Dios, pero lo hacen, y deben por sus mismas
naturalezas, resistirlo. Por eso debe de haber tal doctrina como la
doctrina de gracia irresistible. En otras palabras, alguna influencia
mayor qué nuestra naturaleza- mayor que nuestra resistencia- debe ser traída
para producir sobre nuestras almas, si no para siempre la perdición, porque “El
hombre animal no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios”.
Hay tres grandes fuerzas trabajando en
el asunto de la salvación del hombre:
1.
La voluntad del hombre
2.
La voluntad del diablo
3.
La voluntad de Dios
¿Cuál voluntad será la vencedora?
Si la voluntad de Dios no es Victoriosa en el asunto de nuestra salvación,
entonces, la voluntad del Diablo tiene que ser porque el Diablo es más fuerte
que nosotros. Tomas Watson, un viejo Puritano del siglo 17, pone el
asunto vivido en estas palabras, “Dios cabalga hacia adelante conquistando en
el carruaje de su Evangelio… Conquista el orgullo del corazón, y hace a la
voluntad que se levantó como un Fuerte Real en contra de Él, rendirse e
inclinarse a su gracia; Hace al corazón de piedra sangrar. ¡O! ¡Es
un llamamiento poderoso! ¿Porque entonces algunos hombres parecen hablar
de una persuasión moral? ¿Que Dios en la conversión de un pecador solo
persuade moralmente y no mas? ¿Si Dios en la conversión solo persuadiera
moralmente y no mas, entonces no pone tanto poder en el salvar al hombre como
el diablo lo hace al destruirlos? ¿Cuál voluntad será la vencedora?
¿Nuestra voluntad? ¿Pero acaso no sobresale, a la verdad, como un “fuerte real”
en contra del Señor; “Y no queréis venir a mí para que tengáis vida”? ¿La
voluntad del diablo? Entonces quien será salvo jamás, porque su voluntad
siempre deberá ser más fuerte que la nuestra. ¡Pero seguramente
este es el evangelio, que “él más fuerte que el fuerte aparezca, conquistando,
y para conquistar en el carruaje de su Evangelio; y Él si conquista! Él
conquista a satanás, y Él conquista al hombre débil también para la alabanza de
Su gracia irresistible.
V. PERSEVERANCIA DE LOS SANTOS
Y ahora, el punto final- la
perseverancia de los santos. Otra vez, por vía de sumario, vamos a
referirnos a la Confesión Bautista, la cual está de acuerdo a este punto con
las otras confesiones históricas de fe. ‘A esos quienes Dios ha aceptado en El
Amado’, así dice, ‘efectivamente llamados y santificados por su Espíritu, y
habiéndoles sido dado la preciosa fe de Sus elegidos, ni puedan totalmente ni
finalmente caer del estado de gracia, pero ciertamente perseveraran en ella
hasta el fin, y ser eternamente salvados, viendo que los dones y llamamientos
de Dios son sin arrepentimiento…”.
Otra vez permítanos enseñar que esto es
exactamente lo que la Escritura nos enseña. “Porque a los que antes conoció, también predestino, para que fuesen
hechos conforme a la imagen de Su Hijo, para que Él sea el primogénito entre
muchos hermanos”; y aún más, “y a los que predestino a estos también llamo; y a
los que llamo a estos también justifico, y a los qué justifico, a estos también
glorificó. ¿Pues qué diremos a esto? ¿Sí Dios por nosotros quien
contra nosotros?…Por lo cual estoy cierto que ni la muerte, ni la vida… ni
ninguna criatura nos podrá apartar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús
Señor nuestro.” [Rom. 8:27].
Y otra vez, vamos a reconocer el hecho
que todo lo que los hombres en el Sínodo de Dort ( y esos que enseñan
igualmente) estaban haciendo, estaban poniendo en compás chico en una forma
sistemática, la enseñanza del evangelio de Dios de la gracia libre y soberana.
Si el hombre no se puede salvar a sí mismo, entonces, Dios tiene que
salvarlo. Si todos no son salvos, entonces Dios no ha salvado a
todos. Si Cristo ha hecho satisfacción por los pecados, entonces es por
los pecados de aquellos que son salvos. Si Dios intenta revelar esta salvación
en Cristo a los corazones de esos a quien él escogió salvar, entonces, Dios
proveerá el medio de hacerlo efectivamente. Si, por consiguiente,
habiendo ordenado para salvar, murió para salvar, y llamó a la salvación a esos
quienes nunca podrían salvarse a sí mismos, El también preservara a los salvos
para la vida eterna para la Gloria de Su Nombre.
Así siguiendo la depravación total, y
elección incondicional, y expiación limitada, y un llamamiento eficaz, tenemos-
la perseverancia de los santos. “El que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día
de Jesucristo” [Fil. 1:6]. La palabra de Dios está repleta con
referencias a esta bendita verdad. “Y esta es
la voluntad del que me envió, del Padre: Que todo lo que me diere, no
pierda de ello, sino que lo resucite en el día postrero”. [Juan
6:39] “Y yo les doy vida eterna, y no perecerán para siempre, ni nadie
las arrebatará de mi mano” [Juan 10:28]. “Porque si siendo enemigos,
fuimos reconciliados con Dios por la muerte de Su Hijo, mucho más estando
reconciliados, seremos salvos por su vida. [Rom. 5:10]. “Ahora pues
ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús.” [Rom. 8:1]
Este es el distintivo del creyente, que
él pertenece a Cristo; que está perseverando en las cosas de Cristo; “qué está
dando toda diligencia para hacer su llamado y elección segura”. El
creyente en Cristo puede caer en tentación, pero el Señor no lo dejara ser
tentado más de lo que no pueda resistir, sino con la tentación dará también la
salida; para que el creyente venga adelante, y siga adelante otra vez en las
cosas pertenecientes a su salvación para la gloria de Cristo. Esos versos
incomparables de Romanos 8:28-39 enseñan la lógica Divina en la salvación
eterna de Dios; la lógica que el Calvinismo simplemente declara. La
salvación que empieza en la mente y propósito de Dios debe terminar en el
cumplimiento de Su infrustrable propósito que esos “a quien antes conoció”
están eternamente unidos con su Salvador.
CONCLUSIÓN
Esto, entonces, en un muy amplio
bosquejo, es la enseñanza que es a veces llamada Calvinismo. Lejos de ser
una innovación del hombre, es la doctrina de la Palabra de Dios claramente
formulada, y expuesta.
La pregunta perenne, sin embargo, es
seguro que se levantara: “¿Acaso no este Calvinismo estorba a la obra del
evangelio?” El vistazo más casual a la historia de la Iglesia de Cristo
en este mundo es suficiente para invalidar semejante opinión. El
evangelio de Cristo ha florecido mas donde y cuando la gente del Señor han
sostenido estas doctrinas de gracia cerca de sus corazones. Pensamos en
el celo de William Carey que lo trajo de su zapatería a evangelizar para Cristo
en la India. Carey era un calvinista sólido, como también Fuller, otro
gran Bautista que ayudó a formar la Asociación Bautista Misionera.
Considere estas palabras del pio David Brainerd, el hombre que creyó que los
Indios Rojos de América así como los hombres blancos tenían almas; “yo entonces
tengo dos deseos”, escriben él en su diario, “mi propia santificación, y la
reunión de los elegidos de Dios”. Uno de los más grandes evangelistas de
los tiempos modernos era el Calvinista George Whitefield, sin embargo su
Calvinismo nunca estorbó su predicación del evangelio de Cristo: ‘Con ese
divino patetismo’, se decía de él, ‘¡exhortaba al pecador a volver a Cristo!’.
El Calvinismo, si podemos usar la
palabra sin ser malentendidos, era el evangelio de Robert Murray
M’Cheyne, como lo era de André Bonar, y William Burns, ese gran líder de
avivamiento, y misionero a China. Mártires, Reformadores, líderes de la
iglesia de Cristo aquí en la tierra, cuando dicen del evangelio que predicaron
y murieron por él, hablan del evangelio de la gracia salvadora de Dios a
su rebaño escogido. ¿Cómo puede uno empezar a ponerlos en lista?
Lutero, Calvino, Tyndale, Latimer, Knox, Wishart, Perkins, Putherford, Bunyan,
Owen, Charnock, Goodwin, Flavel, Watson, Henry, Watts, Edwards, Whitefield ,
Newton, Spurgeon, son sino pocos de la noble armada de testigos de
Dios de la verdad de la gracia soberana. ¿Fue algo de su obra para el
Señor estorbada por lo que ellos creían? ¿Y que es lo que creían?
Ellos creían que Dios era Señor Soberano. Se atrevieron a creer que
adoraban y servían a un Rey que “obra todas las cosas según el consejo de su
voluntad”. Bien lo puso ese príncipe de predicadores, Charles Haddon
Spurgeon, cuando dijo, “eh conocido hombres morderse el labio, y
fruncir los dientes en rabia cuando eh estado predicando la soberanía de Dios… ¡los
doctrinarios de ahora permitirán un Dios, pero no debe ser Rey!” ¿Estorbó
Spurgeon al evangelio? ¡Y sin embargo, cuantos se levantaron en
contienda en contra de el por su doctrina! “Se nos menosprecia como
hiper’s” él podría decir, “escasamente un ministro nos mira o habla
favorablemente de nosotros; porque sostenemos vistas fuertes sobre la
divina soberanía de Dios, y Sus escogimientos divinos y amor especial hacia Su
gente”.
Tal vez una palabra de ese mismo
gigante de la iglesia deba establecer una exhortación de cierre ante nosotros
para tomar agarre firme sobre estas benditas verdades de la Palabra de Dios, y
decirlas en adelante para la Gloria de Su Nombre. “La antigua verdad que
Calvino predicó, que Agustín predicó, que Pablo predicó, es la verdad que debo
yo predicar ahora, de otra manera seré falso a mi conciencia y a mi Dios.
No puedo moldear la verdad, yo no sé de tal cosa como de mondar las orillas
ásperas de una doctrina. El evangelio de John Knox es mi evangelio; ese
que retumbo por Escocia, deberá retumbar por Inglaterra otra vez”. Amen y
Amen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario