En estos días es muy popular hablar acerca del
“evangelio del Reino”.
Muchas personas dicen que
cuando Jesús vino “predicando el evangelio del reino” (Mt. 4:23) estaba
predicando un mensaje acerca de derrocar los poderes del gobierno maligno, la
transformación de la sociedad y sacarnos de la pobreza. Todo tipo de
revolucionarios respaldan esas ideas.
Pero ¿es esto lo que la Biblia quiere decir cuando
habla acerca del evangelio del Reino? No exactamente.
Cuando Felipe el evangelista predicó “las buenas
nuevas acerca del reino de Dios”, los hombres y mujeres creyeron y fueron
bautizados (Hch. 8:12). Este “evangelio del Reino” los llamó a volverse de su
pecado y confiar en Jesucristo y comenzar una nueva vida, simbolizada por el
bautismo.
Por otra parte, cuando Jesús dijo que el Reino de
Dios estaba cerca (Mr. 1:15) se refería a algo verdaderamente revolucionario.
Él quería decir que con su venida a la tierra, el gobierno y reinado de
Dios venían de una forma que nunca antes había sucedido en toda la historia de
la humanidad. Él quería decir que las promesas de Dios de establecer su Reino
estaban comenzando a ser cumplidas y que Dios un día daría paso a una nueva
creación, que ahora había sido inaugurada a través de la resurrección de Jesús
(Col. 1:18; 2 Co. 5:17). Esta nueva creación sería un lugar de perfecta
justicia y paz, un lugar en el cual todo lo malo sería cambiado por lo bueno
(Ap. 21:1-5).
Aun cuando este evangelio del Reino tiene
llamativas implicaciones globales, es fundamentalmente un mensaje acerca de lo
que Jesús ha hecho para salvar a los pecadores. Jesús dijo que hasta que un
hombre no naciera de nuevo –un nuevo nacimiento solo puede venir a través de
escuchar el evangelio (1 P. 1:23)– no podría entrar en el Reino de Dios (Jn.
3:5). Pablo es claro en decir que la única manera en que alguien puede
participar de este Reino es por medio de creer en Jesucristo y vivir una vida
que demuestre la realidad de la fe (1 Co. 6:9-11, 15:50). El evangelio del
Reino es al final un mensaje acerca de un rey que murió por sus enemigos con
tal de que todos aquellos que creen en él hereden el Reino que él compró para
ellos.
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