domingo, 23 de febrero de 2014

EL EVANGELIO DE JESUCRISTO por David Wilkerson



10 de mayo de 2004
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¿Cuál es el verdadero evangelio de Jesucristo? Aun la mayoría de los incrédulos saben que la Biblia tiene cuatro narraciones del evangelio, Mateo, Marcos, Lucas, y Juan. Así que, ¿cuál es la esencia de estos evangelios, o “las buenas nuevas”? Cuándo los cristianos hablan del evangelio de Jesucristo, ¿de qué están hablando?
Las Escrituras ofrecen varias definiciones de lo que es este evangelio. Y debemos usar esas definiciones bíblicas para determinar sí el verdadero evangelio de Jesucristo este vivo en su iglesia. Considera:



1. Jesús dice que su iglesia se trata
de negarse a sí mismo y una cruz.



El Señor le dijo a Pedro, “Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” (Mateo 16:24).
Claramente, pertenecer a la iglesia de Jesús significa más que meramente creer en él. Muchos cristianos hoy en día simplemente “Dan su voto por Jesús.” Su actitud es, “Yo vote por Cristo. Eso me hace miembro de su partido.” Pero una vez que dan su voto se alejan y se olvidan de su Señorío sobre sus vidas. 

Jesús dice que pertenecer a su iglesia va más allá que eso.  Significa comprometerse a seguirle; y eso conlleva una vida de negación propia y tomar una cruz. “y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí.” (Mateo 10:38). 

Nuestro Señor aclara: “Si estas en mi iglesia, entonces prepárate para sufrir y ser perseguido por tu fe en mi. Prepárate para negarte toda fama, aceptación y búsqueda de placer mundano. La gente te va a clavar a una cruz de ridículo, a una cruz de condescendencia; a una cruz de indiferencia o separación. Y lo harán porque tú tienes hambre y sed de mí. Si tu perteneces a mi iglesia, con seguridad una cruz te seguirá.” 

El hecho es que la iglesia de Cristo nunca fue aprobada o aceptada por el mundo; y nunca lo será. Si vives para Jesús, no tendrás que separarte de la compañía de los demás; ellos lo harán por ti. Todo lo que tienes que hacer es vivir para él. De repente te encontraras censurado, rechazado, te llamaran malo: “Bienaventurados seréis cuando los hombres os aborrezcan, y cuando os aparten de sí, y os vituperen, y desechen vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre..” (Lucas 6:22). 

Sin embargo, Jesús añade, este es el camino que lleva a verdadera satisfacción. “Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará” (Mateo 16:25). En otras palabras: “La única forma que encontraras significado en la vida es dejándolo todo por mi. Entonces encontraras verdadero gozo, paz y satisfacción.” Cristo nos dice, “Mi iglesia no tiene mancha ni arruga. Así, que cuando vienes a mí, debes estar dispuesto a rendir todos tus pecados. Debes rendirlo todo a mí, morir completamente al yo, a toda ambición impía y al ego. Por fe, serás enterrado conmigo; pero yo te levantare a nueva vida.” 

Piensa en lo que significa estar sin mancha ni arruga. Sabemos lo que es una mancha. Pero, ¿qué es una arruga?  ¿Alguna vez escuchaste la frase, “una nueva arruga”? Significa añadir una nueva idea a un concepto existente. Una arruga, en ese sentido, se aplica a aquellos que tratan de mejorar el evangelio. Sugiere una forma fácil de obtener el cielo, sin una entrega total a Cristo. 

Ese es el tipo de evangelio que esta siendo predicado en muchas iglesias hoy. Los sermones son dirigidos solamente para satisfacer las necesidades de la gente. Pero, cuando leo las palabras de Jesús, veo que esta clase de predica no funciona. No cumple la obra verdadera del evangelio. 

No me mal intérprete: No estoy en contra de predicar consuelo y fortaleza al pueblo de Dios. Como un pastor del Señor, soy llamado a hacer exactamente eso. Pero si solo predico a las necesidades de la gente, e ignoro el llamado de Cristo a rendir nuestras vidas, entonces las necesidades verdaderas nunca serán satisfechas. Las palabras de Jesús son claras: nuestras necesidades son satisfechas al morir al yo y tomar su cruz.



2. La iglesia de Jesús es un lugar donde
pecadores se arrepienten de pecados,
con su corazón y su boca.



Jesús declara, “Mi iglesia es un lugar de arrepentimiento abierto y sin vergüenza.” Ciertamente, el apóstol Pablo atestigua: “Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado.” (Romanos 10: 8-11). 

Sencillamente, entramos a la salvación a través de una confesión abierta de arrepiento. Jesús declara, “porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.” (Mateo 9:13). Y él dice, a través del arrepentimiento es como somos sanados y restaurados: “Respondiendo Jesús, les dijo: Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.” (Lucas 5:31-32). 

Te pregunto: ¿Cuántas iglesias aun abren sus altares a un pueblo azotado en el corazón para que pase al frente y se arrepienta? ¿Cuántos pastores han dejado de hacer invitaciones para esta obra espiritual tan importante? Y, ¿cuántos creyentes han perdido todo sentido de su necesidad de confesar el pecado? 

Así que, ¿Cuál es el mensaje central del evangelio de Cristo? Él lo aclara a través de Mateo, Marcos, Lucas y Juan. En estos cuatro evangelios, el nos dice, “Esto es lo que predico en mi iglesia. Este es mi mensaje a todos los pecadores.” 

Primeramente, “Jesús fue… predicando el evangelio del reino de Dios. Decía: «El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios se ha acercado. ¡Arrepentíos y creed en el evangelio!» (Marcos 1:14-15). ¿Cuál fue el primer mensaje de Jesús? Él predicó arrepentimiento. 

Para algunos cristianos, esto puede sonar como un lenguaje duro. Ellos pueden responder, “Bueno, ¿pero con que intensidad predicó Jesús el arrepentimiento?” Lucas contesta eso en su evangelio. Jesús les dijo a sus oidores, “… si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente.” (Lucas 13:5).


Bienvenido a la iglesia de tristeza santa


Puedes pensar que el evangelio de Cristo suena deprimente. Pero Pablo dice lo contrario. Un corazón arrepentido trae vida verdadera: “La tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de lo cual no hay que arrepentirse;…” (2 Corintios 7:10). 

El arrepentimiento también estaba al centro del primer sermón después de la resurrección de Cristo. Pedro le dijo a la multitud reunida en Pentecostés, “Jesús Nazareno,… prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándolo.” (Hechos 2:22-23). 

Cuando la gente escucho esto, cayeron bajo gran convicción. La Palabra predicada remordió sus corazones, porque el Espíritu Santo había llegado en todo su poder. Y según Jesús, esa es precisamente la obra del Espíritu Santo. Él dijo que el Espíritu Santo viene a “convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.” (Juan 16:8). 

La multitud estaba tan conmovida que no podía moverse. De repente, ante ellos estaban los asuntos mismos de la vida y la muerte. Así que clamaron a Pedro, preguntándole que debían hacer. Él contestó, “Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados,… Sed salvos de esta perversa generación. (Hechos 2:38, 40). 

Este pasaje ilustra el arrepentimiento al centro del mensaje de Jesús. Si no hay convicción en el mensaje – ninguna verdad acerca del pecado y culpa, ningún remordimiento del corazón – entonces sencillamente el Espíritu Santo no está allí. Sencillamente, el no está presente en tal predica. 

Pienso en todos los predicadores ‘libres de convicción’ quienes son responsables de múltitudes de miles de cristianos. Sus congregaciones están saturadas de pecado, y sus iniquidades crucifican a Cristo diariamente. Es absolutamente trágico. Lo que esta gente necesita es un mensaje de un predicador que no tenga temor de decirles, “Ustedes han pecado contra Cristo.” Pero solo sucede lo opuesto. La gente son afirmadas en sus pecados por pastores comprometidos. 

Ezequiel dice de tales predicadores, “Por cuanto entristecisteis con mentiras el corazón del justo, al cual yo no entristecí, y fortalecisteis las manos del impío para que no se apartara de su mal camino, infundiéndole ánimo,” (Ezequiel 13:22). El profeta está diciendo, “Ustedes han entristecido al justo con predicaciones frívolas. Y han animado al sensual a que peque aun más, sin culpabilidad. Les han dicho mentiras acerca de la vida eterna. ¡No! Ustedes están robando a esta gente de la vida eterna. Ustedes han vuelto la gracia de Dios en lascivia.” 

Pablo dice que un día de juicio viene pronto. Y por esa razón, debemos predicar el evangelio con más convicción aun, mientras el día se aproxima. Debemos exhortar y reprender, y hacerlo con toda paciencia y amor. Ciertamente, el día viene cuando cada pastor estará ante el Señor y dará cuenta por todo lo que predico. ¿Entristeció al justo? ¿Fortaleció las manos de los impíos? O, ¿llevo una palabra sin temor, bajo una unción santa? 

El hecho es, Pedro no estaba interesado en ofender al gentío en Pentecostés. Su único propósito era mostrarles la verdad. Y cuando el Espíritu Santo revela la verdad, convence. Va profundo y arraiga cada área de nuestro corazón. 

Tristemente, esto no está sucediendo en muchas iglesias hoy. No solo que el Espíritu Santo no está presente en tales iglesias, el no es bienvenido. Nuestro ministerio recibe cartas tras carta que hace eco del mismo refrán: ‘Tengo un vecino al cual he testificado por meses. El está pasando por un divorcio…ella tiene problemas con el alcohol…el tiene un aventura… 

“Así que los lleve a la iglesia, esperando que ellos escuchen una palabra acerca de su condición, y su necesidad por el Señor. Pero mi pastor nunca menciona una palabra acerca del pecado. Nunca hay una palabra que trae convicción, que deletrea la necesidad por una limpieza de Jesús, del poder libertador. Así que mi vecino sale aun más cómodo en su pecado.” ¡Que tragedia! Qué triste debe ser para Dios que más gentes son afirmadas en sus pecados dentro de la iglesia que fuera de ella.
Otros escriben, “Yo voy a una iglesia amiga del pecado, pero no lo soporto más. Cada semana, nos dan una encuesta, preguntando cómo nos gusto el servicio. Ellos quieren saber, si el volumen de la música estuvo muy alto. Si la sátira o parodia fue muy larga. Si el sermón fue gracioso.’ Pastor David, yo voy a la iglesia a encontrar esperanza para mis familiares perdidos. Pero en vez de eso, me piden que de mi opinión del entretenimiento.” 

Según Jesús, nadie puede ser libertado del pecado – nadie es confrontado con la verdad – sin la presencia y el poder convencedor del Espíritu Santo.


3. La iglesia de Jesús es un lugar donde
escuchas un mensaje duro y molesto.


Considera la escena, mientras Jesús habla a sus seguidores: “Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres, que comieron el maná y murieron; el que come este pan vivirá eternamente. Estas cosas dijo en Capernaúm, enseñando en una sinagoga. … muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír? Sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo: ¿Esto os escandaliza? (Juan 6:58-61). 

Nota que Cristo estaba hablándoles a creyentes aquí. ¿Cuál fue la palabra dura a la cual ellos reaccionaron? Fue, “deben comer mi carne y beber mi sangre, sino no tendrán vida. Mi carne es comida, y mi sangre es bebida. Y la vida eterna solo viene a través de consumirlas.” 

Ahora bien, el evangelio ‘amigo del pecador’ dice, “No puedes predicar esa clase de cosa. Los pecadores nunca lo entenderán. ¿Beber su sangre y comer su carne? Pensaran que somos salvajes. Tenemos que cambiar las palabras para hacerlas más agradables. De lo contrario va a ofender a la gente, especialmente a los inconversos.” 

En la verdadera iglesia de Cristo vendrán palabras ofensivas. Si, en esta iglesia escucharas un mensaje de las buenas nuevas, un evangelio de amor, misericordia, gracia y paciencia. Pero en la iglesia de Cristo, también hay mensajes los cuales no debes falsificar. Y esos mensajes incluyen la predicación de la sangre de Cristo y su cruz. 

Jesús vio que la gente estaba asombrada por sus palabras. Así que les pregunto, en esencia, “¿Ofendí sus sentidos?” “¿Están molestos porque digo la verdad?” Luego él declara, “Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida.” (Juan 6:63). Él aclaró como el cristal: “La misma cosa por lo que ustedes son ofendidos es lo que trae vida.” ¿Cómo respondieron sus seguidores? “Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás y ya no andaban con él.” (6:66). 

¿Qué está diciendo Jesús acerca de su evangelio aquí? Sencillamente, él esta declarando que el mensaje acerca de su sangre y su cruz es ofensivo. Sin embargo, es el único evangelio que lleva a vida eterna. Aun así, algunos no lo van a aceptar. “Pero hay algunos de vosotros que no creen…” (6:64). 

Las palabras de Jesús que aparecen aquí son sacadas de muchas iglesias hoy en día. Increíblemente, algunas congregaciones han quitado toda referencia a la sangre de Cristo de sus servicios de adoración. Hay pastores que no lo mencionan en sus sermones. Himnos acerca de la sangre han sido quitados de la iglesia. Todo es considerado demasiado ofensivo.

Pero Jesús advierte, “No importa cuán ofensivas te parezcan mis palabras. Tú no puedes cambiarlas. Mis palabras producen vida; y tienes que consumirlas como lo harías con alimento y bebida, para hacerlas la misma fibra de tu ser. Por lo tanto, no debes suavizar lo que he dicho. Si sacas la sangre y la cruz de tus predicas, estas quitándole la única esperanza de vida eterna a los que buscan.

“El mensaje de salvación a través de la sangre solo puede ser entendido a través del Espíritu. Pero debe ser predicado aunque sea mal interpretado. Así, que párate con audacia y predica mi evangelio, sin importar la reacción que recibas. Es la única Palabra que salva.” 

Vemos una escena similar en Mateo. “Vino a su tierra y les enseñaba en la sinagoga de ellos,… Y se escandalizaban de él.” (Mateo 13:54, 57). Hasta el círculo más cercano a Jesús fueron a el diciendo que su mensaje era ofensivo: “¿Sabes que los fariseos se ofendieron cuando oyeron esta palabra?” (15:12). En esta escena, no era la gente que estaba ofendida, eran los líderes religiosos. Aparentemente, la multitud recibió lo que Jesús dijo; pero los pastores estaban airados. 

Si nosotros pertenecemos a la iglesia de Cristo, vamos a escuchar mensajes fuertes y convincentes que ofenderán nuestra carne. Si tú estás en la iglesia de Jesús, entonces mensajes duros saldrán del Espíritu Santo. ¿Por qué? Porque el Espíritu gime dentro de nosotros contra todo lo que pensamos, decimos o hacemos que proviene de la carne. Jesús dice, “… porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias.” (Mateo 15:9). 

Sin embargo, la señal de cada verdadero seguidor de Jesús es que se rinde a cada palabra de Cristo. A este siervo le gusta ser exhortado por lo que produce en su corazón. Él ve el cambio que trae y él sabe que es vida para él. 

En lo más profundo, esa es también la razón por la cual el pecador viene a la casa de Dios. No es tan solo para ser contado como un numero mas en una congregación grande; es para ser encontrado por Dios, porque en su corazón él sabe que está perdido. Su alma no descansa, y él ha pasado largas noches sin dormir. Él quiere respuestas, verdad, verdadero cambio; porque él sospecha que va camino al infierno. Y él no necesita que un creyente o ministro le diga que está bien. 

Por supuesto, si este pecador escucha el evangelio de Cristo, puede que se ofenda. Puede airarse y salir del lugar; pero no olvidara lo que escucho. Y el Espíritu Santo lo usara para revelarle la verdad. 

Todos fuimos enseñados que Cristo es el ángulo de su iglesia. Pablo dice que esta piedra es una roca de ofensa. “Como está escrito: He aquí pongo en Sión piedra de tropiezo y roca de caída; y el que crea en él, no será defraudado.” (Romanos 9:33). Pedro también llama a Jesús una roca de ofensa: “ha venido a ser la cabeza del ángulo y: Piedra de tropiezo y roca que hace caer. Ellos, por su desobediencia, tropiezan en la palabra.” (1 de Pedro 2:7-8) 
Pedro te puede decir por experiencia lo que sucede cuando tratas de deshacerte del mensaje de la cruz. El se ofendió cuando Jesús predijo su muerte contándoles a los discípulos. Así que, Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirlo, diciendo: --Señor, ten compasión de ti mismo. ¡En ninguna manera esto te acontezca!” (Mateo 16:22).
Pero Jesús le respondió con estas palabras punzantes: “Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: --¡Quítate de delante de mí, Satanás! Me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.” (16:23). 

Aquí tenemos un claro ejemplo de cómo Satanás puede sembrar engaño aun en un pastor piadoso y amante de Cristo. Y puedes estar seguro que Pedro nunca olvido las palabras de su Maestro. Igualmente hoy, cada ministro y creyente debe poner atención a la advertencia de Cristo: “Mi cruz y mi sangre te pueden ofender. Pero si estas avergonzado de mi mensaje, o tratas de suavizarlo, entonces tu eres una ofensa para mi.” No representas mi Palabra ni mi iglesia.”


4. ¿Cómo crees que Jesús comenzaría
una iglesia en tu pueblo o ciudad?


Lo primero que Cristo haría sería tomar una excursión de llanto por toda tu ciudad. Las escrituras nos dice, “Cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, (Jerusalén) lloró por ella, diciendo: --¡Si también tú conocieras, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Pero ahora está encubierto a tus ojos.” (Lucas 19:41-42). 

¿Qué hizo llorar a Jesús? Comenzó con una caminata por la ciudad que quebranto su corazón. Él fue abrumado con tristeza al ver que los llamados religiosos no tenían paz. Esta gente había rechazado la verdad por fábulas. Y ahora está siguiendo una religión muerta. Eran ovejas sin verdaderos pastores. 

Ahora bien, yo no estoy para juzgar a ningún ministro. Pero quiero preguntarle a todo aquel que este leyendo este mensaje: ¿Puedes imaginarte a tu pastor conduciendo por tu pueblo y llorando por él? Qué imagen tan diferente nos ofrece Jesús de los tantos planos y planes que están edificando iglesias hoy en día. Estos hombres van de puerta en puerta, haciendo encuestas, preguntándole a la gente que quieren en una iglesia: ¿Cuan largo te gustaría que fuera el sermón? ¿Quince minutos? ¿Diez? 

Jesús fue testigo de una forma de esto en su día. Mientras el caminaba por el templo, el vio mesas de cambistas, ministros que comercializaban las cosas de Dios. No había verdadera oración, ningún temor del Señor. Y Cristo lloro por todo eso, gritando, “diciéndoles: --Escrito está: “Mi casa es casa de oración”, pero vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.” (Lucas 19:46). 

Te pregunto: ¿Lloraría Jesús por lo que él ve en tu iglesia hoy? ¿Encontrara a tu pastor angustiado por las almas perdidas? ¿O, lo encontrara sacando ganancia de cosas que son santas a los ojos de Dios? ¿Encontrara Cristo a su pueblo orando? ¿O, los encontrara ocupados en mucho que hacer y programas, enfocados en sus propios intereses? 

Una vez que Jesús termina su excursión de duelo por tu ciudad, ¿elogiara al pueblo? ¿O, traerá esta advertencia: “Ustedes están ciegos a los tiempos.” El juicio está a la puerta, pero ustedes se parecen al mundo más que nunca. ¿Por qué no están orando, buscándome por fortaleza y sabiduría para redimir el tiempo?” 

Dios nos ayude a nunca suavizar su evangelio. Si tienes un pastor que predica el verdadero evangelio de Jesucristo, te insto, anímale y ora por él. Da gracias al Señor que tu pastor no depende de personalidades para atraer la gente. 

Y agradece que la presencia del Espíritu Santo esté permitida para que haga su obra verdadera en tus medios. Cuando el evangelio de Jesucristo es predicado con convicción, el cielo se abre y el diablo huye.

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