martes, 17 de junio de 2014

EL LIBRE ALBEDRÍO ¿EXISTE? por Jorge Trujillo


El dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios
2 Corintios 4:4

Una persona va al supermercado y escoge comprar carne de cerdo, otra se decide por carne de res mientras que otro prefiere pollo.  Ciertamente podríamos decir que cada persona tiene capacidad de decisión para escoger libremente lo que desea en la vida. Alguien puede escoger, desde el estilo de ropa que usa hasta el color de su carro, o el de su casa.  Pero también podemos decir que aunque los individuos ejercen sus propias decisiones, como decimos -“libremente”, de cierto modo también las personas ya vienen “preprogramadas” para tomar cierto tipo de decisiones. Existen ciertos factores que hacen que cada persona prefiera o escoja ciertas cosas y no otras.  La herencia de sus padres o antepasados.  Los genes que producen la personalidad y el carácter, además los valores inculcados desde su niñez y hasta el ambiente en el cual fue criado ejercen influencia en las decisiones de cada uno. 

Pero a pesar de eso, podemos decir como ‘conclusión general’ y sin profundizar mucho en un estudio sobre la personalidad que la mayoría de las decisiones que cada persona hace son “libres” y sin presión externa alguna.  Todo proviene del interior de la persona quien es la que dirige su vida y toma estas decisiones según prefiere.  Y aunque podríamos decir que esta “programación” que se encuentra grabada en cada persona puede ser ‘cambiada’ verdaderamente nunca podrá ser totalmente eliminada. Los genes y las características heredades que cada persona trae al momento de nacer así como la formación de cada individuo  le acompañaran hasta el día de su muerte.  Aunque algunas decisiones pueden ser forzadas en las personas, tan pronto estas pueden escoger por sí mismas escogerán aquello que prefieren.  Esto me recuerda el caso del ex-presidente de Estados Unidos, George H. Bush.  Le estacionaron un camión de cargas lleno de brócolis frente a la Casa Blanca.  Sucede que al presidente no le gustaba comer brécol y le hicieron una broma trayéndole un camión lleno. Pero el presidente dijo “cuando era niño me obligaban a comerlo, pero ahora yo soy el presidente, no como brócoli”.

Pero en este estudio no vamos a hablar sobre la personalidad ni tampoco hablaremos sobre si la persona prefiere tomar café o chocolate, si prefiere comer papas fritas o hervidas.  Aquí trataremos de un tema más profundo e importante en la vida del hombre.  Veremos si el hombre puede o no puede escoger a Dios y creer el mensaje del evangelio libremente. Para saber esto debemos de ir al libro de texto, la Biblia. Allí veremos qué es lo que Dios mismo dice con respecto a este tema.  Por supuesto, es lógico y natural pensar que el ambiente donde la persona ha sido criada o donde se ha desarrollado tiene alguna influencia sobre sus decisiones en cuanto a la fe, la religión y en cuanto a Dios.  Pero vemos que aunque el ambiente en que la persona se desarrolla puede en ciertas ocasiones ayudar en su formación sobre Dios y la fe, también vemos que muchas veces esa formación ‘religiosa’ es en sí misma un obstáculo para acercarse a Dios como La misma demanda y requiere.

LIBRE ALBEDRÍO

Muchos cristianos (y no cristianos) han llegado a la conclusión de que las personas tienen la capacidad de recibir o rechazar el evangelio basado en el “libre albedrío”. Pero aunque esto parezca una solución razonable y aceptable y hasta tenga apariencia de ser bíblica, lo cierto es que un estudio cuidadoso de la Escritura no nos enseña que tal interpretación sea cierta.  Existen al menos dos razones por las cuales las personas (Cristianas) defienden y creen en el libre albedrío de los seres humanos en cuanto a su relación con la fe y el evangelio.  Primordialmente es una herramienta que se utiliza “para defender a Dios” de dar apariencia de ser “injusto” y en segundo lugar porque no se comprende claramente lo que la Biblia enseña.  Primero trataremos con lo que dice la Biblia y luego al final trataremos con la tal apariencia de injusticia en Dios.

Los que creen en tal libre albedrío basan su interpretación en que Dios hace un llamado al hombre a arrepentirse y acercarse a Dios y buscarle de todo corazón. Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo encontramos que Dios ordena al pueblo que “escoja la vida para que viva” (Deuteronomio 30:19), les dice “escoged hoy vosotros a quien servir” (Josué 24), el repetido llamado de Dios a su pueblo “vuélvete a mí” (Isaías 44:22; Jeremías 3:1, 4:1) les dice“arrepentios y convertios” (Hechos 3:19), y el mandamiento mayor presentado en el Nuevo Testamento es aquel que ordena al hombre que “crea al mensaje del evangelio”(Juan 3:14-15).

Aunque todas estas demandas de Dios son claras en la Escritura, también es muy claro que el “hombre natural” nunca obedece fielmente a este llamado de Dios.  Esa es en resumidas cuentas la historia del pueblo de Israel.  Un pueblo que NUNCA respondió positivamente y enteramente de todo corazón al llamado de Dios.  De hecho el tema principal del Antiguo Testamento en el pueblo de Israel es demostrarnos el trato de Dios con un pueblo que no respondía fielmente a su llamado.  Un pueblo que según Dios mismo lo describe fue “incircunciso de corazón”, un pueblo que desde los tiempos antiguos y aun en los días de Jesús era lo mismo -- llegó a buscar a Dios “de labios” pero su corazón “estaba lejos de Dios”(Isaías 29:13; Mateo 15:8; Marcos 7:6) y en Juan 5:40 Cristo declara que el hombre con toda su religión apariencia de piedad, “no quiere” venir a la vida que  aparenta estar buscando cuando dijo “y no queréis venir a mí para que tengáis vida”.

Es ciertamente un ‘colosal fracaso en el estudio teológico’ querer “probar” que el hombre tiene libre albedrío para escoger a Dios basados en los llamados que Dios hacía al pueblo de Israel para que le respondiera cuando la razón por la que esos llamados están ahí es precisamente para demostrar todo lo opuesto, que la voluntad del hombre “no es libre”.  La Biblia nos muestra muy claramente que esos llamados no fueron exitosos sino que fallaron y finalmente terminaron con la nación de Israel siendo castigada y condenada por Dios mismo debido a sus constantes pecados, infidelidades y alejamientos.  La doctrina del “libre albedrío” propone que el hombre tiene un albedrío (voluntad) que es “libre” y tal cosa es ciertamente una absoluta contradicción a la declaración de la Escritura y lo que Dios nos quiere enseñar por medio de la historia del pueblo de Israel.  El fracaso en entender esta realidad ha llevado a la ‘errónea conclusión’ de que el hombre posee tal libertad en su voluntad.  Sin embargo, lo contrario es cierto.  La voluntad del hombre está corrompida. No busca a Dios ni le sirve como Él lo demanda.  Eso es lo que nos demuestra la Biblia.  Cuando lleguemos a entender esta ‘clave’ tan importante, entonces tendremos una mejor comprensión de la realidad tan horrible y desesperante que embarga al hombre.

Pienso que los estudiosos que no llegan a percibir y aceptar esta realidad, no han llegado a entender cuál es la verdadera condición del hombre según la Biblia – cuál es la verdadera “doctrina del hombre” según el Antiguo Testamento, ni tampoco cual el verdadero efecto del pecado.  Además demuestran que tampoco han comprendido cuan necesaria es la intervención y la gracia divina para lograr la salvación del ser humano.  Fue esto precisamente lo que Jesús quiso decir a Nicodemo cuando vino de noche a conversar con él.  El Señor le dijo que “el que no nace de nuevo no pude ver el reino de Dios”.  Estas palabras fueron demasiado complicadas para Nicodemo quien respondió, “¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?Pero Jesús le sigue diciendo “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de Nuevo”.  Note la fuerza de las palabras de Cristo cuando dice “es necesario”, sin embargo la situación en la mente de Nicodemo en vez de mejorar, lo que hizo fue empeorar, por lo que le responde “¿Cómo puede hacerse esto?”.  A la verdad que Nicodemo había quedado totalmente fuera de comprensión al oír las palabras del Maestro sin embargo Cristo le contesta finalmente con una pregunta “¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto?”.  Jesús está indicando que esto es algo que Nicodemo debía saber, sin embargo no era así.  Nicodemo, aunque era “maestro de Israel” no solamente no entendía que el hombre necesitaba nacer de Nuevo sino que tampoco sabía cómo tal cosa ocurría.

Hoy día contamos con muchos “maestros” que tampoco han entendido esta realidad.  Sí, ellos hablan del “nuevo nacimiento” de Juan 3 pero todavía no comprenden porque de la necesidad de tal “nuevo nacimiento”.  Ellos siguen leyendo las páginas de la Biblia sin entender el verdadero mensaje que Dios quiere que sepamos, “porqué es necesario nacer de nuevo”.

Por cierto los textos que preceden y siguen a la conversación de Cristo con Nicodemo afirman la necesidad que tiene el hombre de ser regenerado o nacido de nuevo.  Según leemos en Juan 1:12-13
"A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de varón, sino de dios".

Significan estos versos que el hombre posee capacidad o “libre albedrío” para aceptar o ¿rechazar a Cristo de su propia iniciativa? ¡De ninguna manera!  Todo lo opuesto es cierto. Estos versos a la vez que resaltan la obra que tiene que hacer Dios en el hombre para que sea salvo y venga a Cristo, nos deja ver claramente que el hombre está en una condición desesperante, que no busca a Dios aunque lo tenga ante sus narices.  
Juan 1:9
Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. 10 En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.

Cristo vino a morar entre los hombres, era Dios mismo en Persona en el mundo y no hubo manera de que Dios mismo CON SU LUZ pudiera convencer a los hombres de su pecado para que le recibieran, al contrario le rechazaron. La condición del hombre era tal que prefería las tinieblas antes que la luz. POR LO TANTO ese verso (Juan 1:12-13) está ahí para declarar lo que Dios tiene que hacer para conseguir que el hombre se vuelva hacia Él. Por eso dice “los que le recibieron, LOS QUE CREEN EN SU NOMBRE” lo hicieron porque ocurrió algo en ellos. A diferencia del resto de los hombres que no creyeron (no lo recibieron), estos SÍ creyeron (le recibieron) porque Dios mismo hizo algo de su propia voluntad. Él los engendró espiritualmente, los regeneró, ¡les dio vida espiritual! Y POR ESO es que le recibieron.  Más adelante en Juan 3 leemos:

          Juan 3
19 Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. 20 Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas.

La razón por la que los hombres no recibieron la luz (Cristo) que vino al mundo, es dice la Biblia porque “los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas”. Interesantemente e increíblemente los hombres fueron presentados con la luz y ellos amaron más y prefirieron más las tinieblas que la luz. Esta es la condición natural de todos los hombres. Porque los hombres viven en una carne cuyos “designios son enemistad contra Dios, y ni se sujetan (no quieren) ni pueden sujetarse a la ley de Dios”. (Romanos 8:6-8)

Los hombres no le recibieron (ni le reciben) porque no tenían (ni tienen) vida Espiritual que es la única manera de poder acercarse a Dios. No le recibieron porque estaban (están) muertos espiritualmente y porque necesitan vida espiritual para que sus ojos espirituales sean abiertos y para poder amar la luz y salir de las tinieblas

Como maestro de Israel, se suponía que Nicodemo supiera la verdadera condición del hombre, pero no era así, tristemente no lo sabía y según nos deja saber la lectura, el mismo estaba enterrado en aquella situación desprovista de aquella vida espiritual que produce el nuevo nacimiento.  Tan lejos estaba Nicodemo de comprender ésta verdad que se nos indica que cuando Cristo le dijo esto “se sorprendió” de eso.  Pero la situación sigue siendo igual.  Algunos en nuestro tiempo aunque hablan y hasta predican sobre el nuevo nacimiento, se han de “maravillar” como Nicodemo si le decimos que “es necesario” nacer de nuevo para poder creer al evangelio, comprender el mensaje del reino y poder seguir a Dios fielmente. Ellos suponen que el hombre ‘puede’ venir a Cristo ‘libremente’ si así lo desea según su “libre albedrío” y provocar su propio nuevo nacimiento.  Algunos con un poco más de conocimiento bíblico y no queriendo contradecir la palabra que dice “sin mi nada podréis hacer” y otra “ninguno puede venir a mí si el Padre no le trae” (Juan 6:44), proponen que el hombre necesita “la ayuda del Espíritu Santo” para venir a Cristo.  Algunos han llegado a proponer que aunque el hombre en su estado natural no tiene libertad de voluntad, dicen que Dios crea “libre albedrío” en ellos cuando les es predicado el evangelio para que puedan “decidir libremente” si escogen (creen) el mensaje o si lo rechazan (no lo creen).  Pero siguen suponiendo que es por su “libre albedrío” y sin necesidad de nacer de nuevo que el individuo viene a la fe y luego de haber entendido el mensaje, haberlo creído y aceptado, entonces es nacido de nuevo.  No obstante, Pablo nos dice que el hombre se encuentra “muerto en delitos y pecados”, “sin Dios y sin esperanza en el mundo” y Pedro dice “separado de la vida de Dios”, más estando en ese estado “nos dio vida... por gracia sois salvos” (Efesios 2).  Vemos que la gracia incluye dar vida cuando el hombre es totalmente incapaz. Pero por supuesto, si la “ayuda del Espíritu Santo” que se propone no significa “regenerar el alma”, “dar vida espiritual” y “provocar un nuevo sentir en el espíritu del hombre”, tal teoría queda sin fundamento bíblico alguno porque el nuevo nacimiento es una “necesidad” para poder “ver” y “entrar” al reino de Dios – por la fe en Cristo.  Las razones para hacer esta declaración la veremos a continuación.

EL MENSAJE DE LA CRUZ

Lo llamativo de este asunto es que la Biblia nos presenta solamente dos tipos de personas: “el hombre natural” y “el hombre espiritual” (1 Corintios 2:14). Del “natural” se nos dice que “no comprende las cosas espirituales porque le son locura”, pero del espiritual se nos confirma “discierne (comprende) las cosas de Dios”.  Dios nos dice en su palabra que “el evangelio es poder de Dios para salvación” (Romanos 1:16).  Algunos suponen que si las personas solamente escuchan el evangelio, pueden ‘decidir’, según su “libre albedrío” creer al mensaje de invitación (o demanda) de Dios a al arrepentimiento y la fe, y así pueden ser salvos.  Eso es al parecer es una conclusión lógica, sin embargo no es así como parece.  La predicación del Evangelio aunque ciertamente es “poder de Dios para salvación” y es el principal medio que Dios mismo ha establecido para salvar los perdidos, no puede ser aceptada por el “hombre natural”.  Ahora, nos preguntamos, ¿cómo es posible que Dios haya establecido un medio de salvación el cual es “inaceptable” o “incomprensible” para el hombre?. Cualquier persona que haya pensado y meditado esto un poco se dará cuenta que “no hay consistencia” en ello.  Pero ciertamente es así como lo decimos, es cierto que “no hay consistencia” cuando se trata del hombre natural, el hombre no ha sido transformado de su estado “natural” a un estado “espiritual” pero una vez esto ha ocurrido la cosa es distinta. Una vez el hombre ha sido transformado (nacido de nuevo) entonces “sí hay consistencia”, entonces puede responder, entonces puede creer, entonces se puede arrepentir. 

Pablo nos dice “la palabra de la cruz es locura a los que se pierden” (1 Corintios 1:18.) Ciertamente los que no aceptan el mensaje de la cruz (el evangelio) y lo rechazan es porque para ellos es una locura (lit. “Una tontería”), ellos están 100% convencidos que el mensaje “no tiene sentido”, y que “es cosa de locos”.  Pero para los que se salvan es “poder de Dios”. Y a eso nos preguntamos, ¿Por qué el mismo evangelio que es locura para uno es poder para otro? Y una vez más, la respuesta bíblica es simple, porque el mensaje es locura para todos los hombres en su estado natural, PERO cuando Dios transforma el corazón, entonces aquello que antes era “locura” se convierte en “poder de Dios”, aquello que antes no se comprendía, ahora se comprende porque el hombre que estaba en un estado “natural” ha pasado a un estado “espiritual” y por eso ya no rechaza el evangelio ni las cosas espirituales (1 Corintios 2:14-15). 

Pablo dice que “a Dios le ha placido salvar a los hombres por la locura de la predicación”.  Esto es lo que conocemos teológicamente como “Llamamiento Eficaz”.  Dios tiene que transformar el corazón del hombre para que comprenda y acepte el llamado que se le hace al arrepentimiento. Esto significa que no son todos ‘transformados’ sino solo aquellos quienes Dios en su soberanía transforman.  Y está clara doctrina bíblica nos confirma tanto las tan rechazadas doctrinas de la elección y la predestinación divina.  Es Dios quién en su voluntad secreta “tiene misericordia del que tiene misericordia” pues “no depende del que quiere ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia” (Romanos 9:15-16).

Esta verdad acerca de la naturaleza del “hombre natural” quien piensa que las cosas de Dios (la Palabra del Evangelio) es locura fue probada cuando Pablo le predicó el evangelio a Festo, y su respuesta a gritos fue “Pablo te estás volviendo loco...” Y el rey Agripa que estaba presente le dice “¿con tan poco me quieres convencer a ser Cristiano?”(Hechos 26). Festo pensó que las Palabras de Pablo eran locura y Agripa pensó que era “muy poco”, o “muy poco tiempo”. ¿Por qué? "Porque tanto Festo como Agripa eran hombres naturales". Mas Pablo confirmó que la "Palabra de la Cruz' (El Evangelio) es "locura" (tontería), inaceptable a los que se pierden (1 Corintios. 1:18).
LOS LLAMADOS

La manera en que la Biblia describe a los salvados es utilizando un adjetivo especial, “los llamados”.  En las cartas Paulinas esta descripción va solamente dirigida a identificar “los escogidos”, “los fieles”, “los salvados”.  Veamos con detalle lo que Pablo dice:
1 Corintios 1
23 pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura;

Como vemos, la Biblia nos dice que la predicación de “Cristo crucificado” para los “gentiles es locura” y “para los judíos es tropezadero”.  Esto nos manifiesta que el evangelio no es tan “aceptable” ni tan comprensible a la mente humana como algunos pretenden.  Por cierto, esto también nos demuestra que los inventos y “metodologías humanas” con tal de promover el “igle-crecimiento” moderno no tienen en mente la ni realidad del mensaje de la cruz, ni la verdadera condición del pecador.  Quizá se pueda llenar una o muchas iglesias cambiando los coritos, adornando el altar, trayendo bailarines o equipos de música, pero no se puede asegurar que en realidad toda esa muchedumbre haya aceptado el mensaje de la cruz, clara y bíblicamente expuesto.  El mensaje de Cristo es “locura” y hasta ofensivo al hombre natural. Pablo también dice que para los judíos es “tropezadero”.  El hombre “judío” no puede aceptar el mensaje de un Cristo (Mesías) muerto crucificado y el hombre “gentil” lo rechaza porque simplemente “no tiene sentido”. Lo que vemos entonces es que la raza humana cae en “dos categorías” o gentil o judío y ambos “rechazan la cruz de Cristo y el mensaje de salvación”.  Siendo que esto es así, ¿Cómo puede haber salvación de alguno de estos dos grupos?.  Es imposible, no lo puede haber.  Sin embargo Pablo continúa diciendo en verso 24 que sigue:
Mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios.

Para “los llamados”, ya sean de entre los Judíos o los gentiles, Cristo es poder y sabiduría de Dios.  Pablo también escribe a Timoteo de la siguiente manera:
2 Timoteo 1:8-10 
8 Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios, 9 quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos, 10 pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio

Nos llamó con “llamamiento santo”. Esto una vez más es referente a los salvados.  Y el escritor de Hebreos dice:
Hebreos 3
1 Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús;  2 el cual es fiel al que le constituyó, como también lo fue Moisés en toda la casa de Dios
Hebreos 9
15 Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna.
Judas escribe:
Judas 1
1 Judas, siervo de Jesucristo, y hermano de Jacobo, a los llamados, santificados en Dios Padre, y guardados en Jesucristo
Y Juan escribe:
            Apocalipsis 17:14
14 Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles.  

La pregunta que podemos hacer entonces es ¿no son llamados todos los que oyen el evangelio? Y la respuesta es sí y no a la misma vez.  Sí, todos sin excepción son llamados al arrepentimiento y la fe en Cristo (judíos y gentiles), pero ese es un llamamiento el cual aunque es honesto y sincero de parte de Dios, puede ser y es normalmente rechazado por los hombres. Este llamado general a todos los hombres es expresado por Cristo cuando dice en Mateo 22:14 “son muchos los llamados (invitados)...”. Dios llama los hombres a creer el evangelio y ser salvos, pero el mismo verso nos demuestra el otro lado de la moneda “...pero pocos los escogidos”.  Aunque el Espíritu Santo trata con los que escuchan para que vengan al Señor arrepentidos y con fe en él para salvación, los hombres en su estado natural (con un corazón no regenerado o incircunciso) siempre “resisten el Espíritu Santo” (Génesis 6:3; Hechos 7:51).  Así lo declaró muy sabiamente el mártir Esteban mientras moría apedreado por la turba de ‘religiosos’ que le quitaban la vida:
Hechos 7:51
51 »¡Duros de cerviz!¡Incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también vosotros.  

Siendo que la condición del hombre mientras se encuentra en su estado de “incircuncisión” es resistir el llamado y el trato del Espíritu Santo en su corazón, si Dios mismo no “circuncida” su corazón, el hombre NUNCA ha de venir a Cristo, NUNCA ha de creer, NUNCA ha de ser salvo.  Exactamente eso, Ninguno sería salvo.  Dios previendo y conociendo que esta es la verdadera condición del hombre habló de dar el mismo “un nuevo corazón al hombre”  (Ezequiel 11:19), de “escribir su ley en los corazones de ellos” (Jeremías 31:33) de “circuncidarles el corazón”  (Deuteronomio 30:6), y “poner un nuevo espíritu en ellos” (Ezequiel 36:26).  Todo eso solamente con el fin de que ellos le buscaran, le sirvieran y le fueran siempre fiel. 

El llamado interno aplicado al corazón y hecho ‘eficaz’ en la vida de los que se salvan no es hecho a todos sino solamente aquellos los cuales Dios ha determinado que lo han de recibir.  Es Dios quien salva y no otro.  Bien dice Lucas cuando escribe:
Hechos 2:47
...Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.
Hechos 13:48:
...Y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna

Por lo tanto, aquellos que son calificados como “llamados” son los que han sido “llamados con llamamiento santo” por parte de Dios y estos no son otros que los “escogidos de Dios”.  Esto es lo que Pablo nos enseña en Romanos 8 cuando se refiere al tema:
Romanos 8
28 Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados29 Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos30 Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.

Como vemos muy claramente, no son todos llamados sino solamente los que Dios ha escogido desde antes de la fundación del mundo y predestinado para que sean hechos conforme la imagen de Cristo.  Estos son “llamados” por Dios “conforme a su propósito”.  El orden establecido es el siguiente:  (1) predestinados – (2) llamados – (3) justificados y – (4) glorificados.  Como podemos darnos cuenta los llamados no son todos sino solamente aquellos que fueron predestinados y esos predestinados son los mismos que fueron escogidos por Dios desde antes de la fundación del mundo (Efesios 1:4).  No todos los hombres fueron escogidos ni todos predestinados y por lo tanto no todos son llamados y solamente los llamados serán finalmente glorificados.
Romanos 10
Un verso utilizado frecuentemente por aquellos que proponen la teoría del libre albedrío es el que dice “todo el que invocare el nombre del Señor será salvo” (Romanos 10:13) y otro “la fe es por el oír y el oír por la palabra de Dios” (Romanos 10:17).  Ahora, ¿significa esto que el hombre es verdaderamente capaz de responder a este llamado de Dios?  En verdad que no es cierto.  El apóstol Pablo, haciendo eco a las palabras del profeta Isaías le cita cuando dice “¿Quién ha creído a nuestro anuncio?” Dando a entender que ninguno o muy pocos lo creyeron. Si tomamos el pasaje dentro de su contexto veremos que es lo que realmente se está diciendo:
Romanos 10
12 Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan;  13 porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. 14 ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? 15 ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: !!¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!     16 Mas no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a nuestro anuncio? 17 Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.  18Pero digo: ¿No han oído? Antes bien, Por toda la tierra ha salido la voz de ellos, Y hasta los fines de la tierra sus palabras.

Pablo primeramente establece que existe un plano de igualdad para la salvación.  No hay favoritos el llamado a la salvación es tanto para el “judío como el griego [gentil]” (vs. 12) luego afirma lo dicho en el verso 13 “todo el que invocare el nombre del Señor será salvo”.  Enseguida el Apóstol lleva una serie de preguntas retóricas con el fin de demostrar la necesidad de la predicación de las buenas nuevas (el evangelio).  Pero concluye con una declaración (verso 16) donde dice “Mas no todos obedecieron al evangelio”.  Obviamente la predicación del evangelio no faltó y aun así “no todos creyeron”.  Pablo entonces afirma, “la fe es por el oír (el mensaje)” diciendo que el escuchar la predicación produce fe.  Luego sigue diciendo la segunda parte “y el oír, por la palabra de Dios”.  Medite un poco sobre eso “el oír, por la palabra de Dios”.  Pablo nos está diciendo que lo que produce “oír” es la palabra de Dios. Sin embargo procede a hacer una pregunta a la cual el mismo le da contestación “¿No han oído? Antes bien, Por toda la tierra ha salido la voz de ellos, Y hasta los fines de la tierra sus palabras”.  Pablo afirma que la tierra completa se ha llenado de la predicación del evangelio. La respuesta es un fuerte “¡Sí, todos han oído!” Finalmente, Pablo declara la razón por la que los judíos no habían respondido al mensaje de “buenas nuevas” positivamente“Pero acerca de Israel dice: Todo el día extendí mis manos a un pueblo rebelde y contradictor” (verso 21). Pablo afirma que la razón por la que le pueblo no respondió al llamado fue por “su rebeldía”.  Esta rebeldía es producto de un corazón duro y sin quebrantar.  Producto de una condición “natural” y de un ser “no nacido de nuevo”. 

Lo que vemos en este pasaje tan comúnmente citado para probar el libre albedrío del hombre lo que nos muestra es lo contrario, que el hombre necesita ser transformado para poder escuchar el mensaje con oídos y sentidos espirituales.  Una vez esto ocurre, entonces hay salvación. Porque Cristo dijo “os es necesario nacer de nuevo”.

LA ESCLAVITUD DEL ALBEDRÍO

Como hemos venido estudiando podemos ver que el hombre no puede venir a Cristo porque su naturaleza pecaminosa y carnal se lo impide. Pero además de su naturaleza la Biblia nos dice que el diablo está en control del no convertido le tiene esclavizado hasta el punto que le ciega para que si hay alguna luz del Evangelio que ha de hacerse notar en su vida, esta sea totalmente apagada.  Juan nos dice “el mundo entero está bajo el maligno” (1 Juan 5:19).  El Apóstol Pablo nos dice:
2 Corintios 4
3 Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto;   4 en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.   5 Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús.

Los inconversos no pueden recibir la luz del Evangelio porque el dios de este siglo (el diablo) les mantiene cegados. Por eso, dijo Cristo que había venido “a dar libertad a los cautivos”(Lucas 4).  Por supuesto, uno que “está cautivo” por definición propia “no es libre”.  Y sobre algo que complica aún más la condición del hombre es que él ‘piensa’ que es libre, cree que no es cautivo y ama su cautiverio sin saber que es un preso del diablo.  Esa es la condición de todos los hombres y era la de todos aquellos que hoy son salvados.  ¿Pero cómo ocurre esta salvación? Si el dios de este siglo, les mantiene cautivo y les ha cegado el entendimiento ¿cómo es que pudimos llegar a entender el evangelio, recibirlo, creerlo y ser salvos?  Pablo nos da la respuesta en el próximo verso:
6 Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.
Juan dice respecto a esto:
1 Juan 5:20
20 Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna
¡Esa es la diferencia!  Si Jehová no edifica la casa en vano trabajan los edificadores. 

¿PORQUÉ PREDICAR?

Algunos ya se han preguntado si esto es así y Dios salva a los escogidos, entonces ¿por qué predicamos? Pero la respuesta es bíblica, porque Cristo nos ha enviado a predicar (Mateo 28:19).  Cristo nos ha dado una tarea y es la de tirar la semilla y regar, tal como dice Pablo “yo sembré, Apolos regó, pero el crecimiento lo da Dios”.  Si Dios no hace germinar la semilla de la palabra en el corazón ninguno creería y sería salvo.  Sabemos que la palabra de Dios “cumple aquello para lo cual fue enviada y no vuelve a él vacía”; para unos es enviada y transforma el alma por el poder del Espíritu Santo y cumple la salvación, mientras que para otros que la rechazan sirve de “condenación” como dijo Jesús a los fariseos “mis que les he hablado os palabras os juzgarán en el día postrero”.   .  Pablo en su carta a Timoteo dice:
2 Timoteo 2:10
Por tanto, todo lo soporto por amor de los escogidos, para que ellos también obtengan la salvación que es en Cristo Jesús con gloria eterna.

La predicación del Evangelio es el método que Dios ha establecido para salvar a sus escogidos. 

¿ES DIOS INJUSTO?

Como mencionamos al comienzo, en la mente de aquellos que promueven el “libre albedrío”  está la creencia de que si en verdad el hombre no tiene libertad para “escoger” creer o si no depende del hombre la salvación sino que depende de Dios, entonces Dios es ‘injusto’ y está jugando con las personas.  Por lo tanto, para “evitar” la acusación de ‘injusticia’ contra Dios ya sea de parte de otros o de sus propias mentes, entonces deben promover algún tipo de filosofía, teoría o “interpretación bíblica” que presente a Dios lo más justo posible ante los ojos de los hombres.  Los maestros del “libre albedrío” suelen decir “Dios es un caballero, el no fuerza a nadie, el solo espera que usted abra su corazón para el entrar” y otras cosas como esas que suenan agradables al oído pero no tienen nada que ver con la realidad bíblica. Hay padres que suelen referirse a otros que no funcionan como ellos quieren “¡si yo me le pudiera meter por dentro, lo cambiaría!”.  Eso es precisamente lo que Dios tiene que hacer con el hombre, metérsele por dentro para cambiar sus tendencias pecaminosas, hacerlo participante de su naturaleza divina (2 Pedro 1:3-4) y ENTONCES el hombre ha de venir a Cristo y ha de creer lo espiritual.

Como vemos, la Biblia deja muy claro que el hombre no es quien escoge a Dios sino Dios quien escoge al hombre.  La Biblia nos demuestra que el hombre no puede porque no quiere a Dios.  La palabra de la cruz es ‘tontería’. El Diablo tiene control de la mente del inconverso hasta el punto de cegarle de tal manera que no le alumbre la luz de Cristo.  Si por el hombre fuera, nadie sería salvo.  El hombre no regenerado ‘rechaza’ y ‘resiste’ el Espíritu Santo.  Eso ocurrió antes de la cruz, desde el principio después de la caída y sigue ocurriendo después de la cruz.  El hombre natural no comprende las cosas espirituales.  Por eso la Biblia nos deja muy claro que es Dios quien debe tomar la iniciativa y salvar el hombre.  El salmista dice “tu pueblo se te entregará, en el día de tu poder” (Salmos 110).

Pero intencionalmente o no, los proponentes del libre albedrío ponen a Dios en el asiento de los acusados y le acusan de injusto.  Mas Dios en su sabiduría ya ha dado contestación a las acusaciones de los hombres incrédulos cuando les dice:  
Romanos 9
19 Pero me dirás: ¿Por qué, pues, inculpa? Porque ¿quién ha resistido a su voluntad? 20 Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así? 21 ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra? 22 ¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción, 23 y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria, 24 a los cuales también ha llamado, esto es, a nosotros, no sólo de los judíos, sino también de los gentiles?

¡No! Dios no es injusto.  Al contrario la Biblia nos demuestra y nos declara que Dios es siempre justo.  Si fuera por la justicia de Dios verdaderamente ninguno seríamos salvos, sin embargo cuando se trata de salvación lo que está en acción no es la justicia de Dios sino su misericordia.  Gracias debemos dar siempre a Dios que no ha actuado con nosotros como merecemos ni nos ha pagado justamente conforme a su Justicia sino que nos ha salvado y salva a los hombres por su gracia, su amor y su misericordia porque la Biblia dice que “Dios es padre de misericordias”, las cuales son “nuevas cada mañana”.

DIOS QUIERE LA SALVACIÓN DE TODOS

Finalmente contamos con aquellos que no acaban de comprender o “aceptar” todo lo expuesto por Dios en la Palabra y siguen insistiendo en que “Dios quiere que todos los hombres sean salvos” y que él no “quiere la muerte del impío”, etc. Por supuesto que Dios quiere que todos los hombres sean salvos, eso la Biblia lo dice.  Pero ¿significa eso que los hombres dependen de su “libre albedrío” para ser salvos?  De ninguna manera. Según la Biblia, los hombres no buscan a Dios, “no hay quién busque a Dios ni uno solo” (Romanos 3:10-11).  Vemos como la antigua nación de Israel frustró el plan de Dios de darle la forma como el alfarero lo hacía (Jeremías 18) y como el Israel del pueblo de Dios “no dejó” que Cristo la juntara como la gallina ajunta sus polluelos.  ¿Significa eso que Dios vive la vida frustrado porque los hombres no lo dejan hacer lo que quiere? ¡NO! En ninguna manera.  Esos versos no están escritos en la Biblia para demostrarnos la supuesta “incapacidad” de Dios sino que están ahí para demostrarnos el verdadero comportamiento del hombre en su estado natural y afirmar así “la necesidad” de la regeneración.

Deseos y Propósitos

Aun así es el deseo de Dios que el hombre le busque, que viva y que no muera por su pecado. Ese es Su deseo según lo declarado bíblicamente, pero vemos que hay deseos de Dios que se nos presentan en la Biblia como eso, “deseo” o “querer “y que pueden ser y son a menudo aparentemente “frustrados” y causan dolor a Dios como cuando dijo “se arrepintió Dios de haber hecho al hombre sobre la tierra y le dolió en su corazón”, “el barro se rompió en sus manos” y el pueblo de Israel no se dejó “juntar [por Cristo] como la gallina ajunta sus polluelos” (Génesis 6:6 ver también Jeremías 18:4; Mateo 23:37).  Mientras tanto por otra parte, hay otros deseos que se nos presentan como “propósitos” y “planes” irrevocables e inquebrantables que no pueden ser frustrados por ningún hombre, ni por el mismo diablo y que son llevados a cabo por Dios tal como el lo ha planeado y propuesto.  Es más, aún los deseos de Dios que son “frustrados” por el hombre son parte importante del plan de Dios para el mundo, esto incluye la desobediencia, el pecado y la maldad (Proverbios 16:4, Éxodo 9:16; Romanos 9:17).  Claramente dice la Biblia con respecto al rechazo a Cristo por parte de los Israelitas:
Romanos 11:11
Digo, pues: ¿Han tropezado los de Israel para que cayesen? En ninguna manera; pero por su transgresión vino la salvación a los gentiles, para provocarles a celos.
Para Dios no hay sorpresas, al contrario la Biblia dice que Dios:
Salmos 135:5-6
Porque yo sé que Jehová es grande, Y el Señor nuestro, mayor que todos los dioses. 6 Todo lo que Jehová quiere, lo hace, En los cielos y en la tierra, en los mares y en todos los abismos”.
Y otra vez repite:
Daniel 4:35
Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?

Entonces, ¿cuál es la contestación a nuestra pregunta tema – existe el libre albedrío? La Biblia nos demuestra que en cuanto a la salvación es absolutamente claro que “no existe” el libre albedrío.  La voluntad del hombre NO ES libre, al contrario necesita ser liberada y esa liberación viene solamente por medio de la vida de Cristo en nosotros. Isaías dijo “Cada cual se apartó por su camino”(Isaías 53).  Pero bien dijo Jesús que vino a “buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10).
¡AMEN!

 Fuente extraída de aquí.

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