domingo, 2 de marzo de 2014

LA TRINIDAD DE DIOS por Josef Urban


Si vamos a entender las cosas de Dios, así como son reveladas en Su Palabra escrita, tendremos que primeramente entender quién es Dios. Nuestro entendimiento de todo relacionado con la doctrina cristiana depende de nuestro entendimiento de Dios Mismo. Si estamos en error con respecto de quién creemos que Dios es, estaremos en error en todas las cosas relacionadas con Dios. Por lo tanto, un estudio correcto de las doctrinas básicas de la fe no solo debe empezar con la Biblia como el fundamento de toda doctrina, sino también debe creer lo que la Biblia revela con respecto a la naturaleza y Ser de Dios.

La doctrina de la Trinidad es una doctrina cristiana vital, y cualquier negación de ella resulta en una negación del cristianismo bíblico. Nuestra comprensión de la misma obra de la redención, y del camino a la salvación, de hecho está muy relacionado con nuestra forma de pensar acerca de quién es Dios. Un correcto entendimiento de la redención siempre está basado en un correcto entendimiento de la Divinidad. Cualquier desviación de la verdad de Dios siempre resultará en una desviación más grande de la verdad acerca del camino de la salvación. Esto se puede ver especialmente entre los muchos grupos que se desvían de la enseñanza bíblica de la Trinidad, ya que cada uno de ellos, en alguna forma u otra, niegan que la salvación sea por gracia solamente, por medio de la fe solamente, contrario a la clara enseñanza de las Escrituras. 

¿QUÉ ES LA TRINIDAD?

La palabra “trinidad” significa “tri-unidad” o “tres en uno”. Esto significa que hay un Dios que existe eternamente como tres Personas, que cada una de ellas poseen toda la plenitud de la Deidad, y que cada una de estas Personas posee todos los atributos de Dios. Las tres Personas de la Divinidad son perfectas en unidad, iguales en Deidad, y sin embargo son distintas en función. Estas tres Personas son Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo, y son el único Dios verdadero. No son tres “dioses”, sino que hay un Dios verdadero, y solamente un Dios. 

Esto puede parecer confuso a la mente finita del ser humano, ¿pero podríamos realmente esperar poder encajar un Dios infinito en nuestras mentes tan pequeñas? Como criaturas limitadas, no podemos esperar que sepamos todo lo que hay que saber acerca de la Trinidad. Dios es Dios, y Él está exaltado infinitamente sobre todos nuestros pensamientos y caminos (Isa. 55:9). “Inescrutables [son] Sus caminos” (Rom. 11:33). Debemos tener cuidado de no entrometernos en “las cosas secretas [que] pertenecen al Señor nuestro Dios” (Deu. 29:29a). En vez de esto, somos mandados a creer las cosas que están reveladas claramente, para que podamos conocer a Dios y ser obedientes a Su Palabra (Deu. 29:29b). Así que miremos a lo que la Biblia revela acerca del Ser de Dios como una Trinidad.

La enseñanza bíblica de la Trinidad puede ser resumida en tres simples declaraciones que deben ser creídas colectivamente:  

  1. Solo hay un Dios.
  2. Dios es tres Personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
  3. Cada una de estas Personas es plenamente Dios.

Cada una de estas tres declaraciones deben ser creídas, y una negación de cualquiera de ellas resultará en la herejía. Ahora continuaremos el estudio al mirar a cada uno de estos puntos en detalle, tal como la Palabra de Dios nos los enseña. 

1. SOLO HAY UN DIOS

Desde Génesis hasta Apocalipsis, la Biblia deja claro que solo hay un Dios. El mandamiento más grande declara que solo hay un Dios que es digno de nuestro amor y obediencia:  

“Oye,  Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.” (Deuteronomio 6:4-5)

El adorar a otros “dioses” es en realidad una horrible ofensa contra el Señor que le provoca a celos. Dios aborrece la idolatría y no compartirá Su gloria con nadie más. El primer y segundo mandamiento del Decálogo dejaron claro a Israel que solo podrían adorar al Señor. Dios dijo:
“Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen.” (Éxodo 20:2-5)

El Señor deja claro que Él es el único Dios, y que no hay otros dioses aparte de Él. Y se repite cuatro veces en los siguientes dos versículos, dejando aún más claro que no hay nadie más que Él:
“Yo soy Jehová, y ninguno más hay; no hay Dios fuera de mí. Yo te ceñiré, aunque tú no me conociste, para que se sepa desde el nacimiento del sol, y hasta donde se pone, que no hay más que yo; yo Jehová, y ninguno más que yo.” (Isaías 45:5-6)

El mismo tema del único Dios verdadero corre por todo el Antiguo Testamento y hasta al Nuevo Testamento, que también declara repetidamente la misma verdad. Aquí hay algunos ejemplos:
“¿Es Dios solamente Dios de los judíos? ¿No es también Dios de los gentiles? Ciertamente, también de los gentiles. Porque Dios es uno, y él justificará por la fe a los de la circuncisión, y por medio de la fe a los de la incircuncisión.“ (Romanos 3:29-30)
“Por tanto, en cuanto a comer de lo sacrificado a los ídolos, sabemos que un ídolo no es nada (no tiene verdadera existencia) en el mundo, y que no hay sino un solo Dios.2  (1Corintios 8:4)

“Ahora bien, un mediador no representa a uno solo, pero Dios es uno solo.” (Gálatas 3:20)

“Porque hay un solo Dios, y también un solo Mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús hombre.“ (1 Timoteo 2:5)

Muchos más ejemplos pueden ser citados aquí, pero esto es suficiente para demostrar sin duda alguna que la Biblia enseña que solo hay un Dios que es digno de nuestra adoración, obediencia, amor, fe y servicio.


2. DIOS ES TRES PERSONAS

El único Dios verdadero existe eternamente como tres Personas: El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Aunque es verdad que Dios se reveló progresivamente al hombre a lo largo de la historia mientras que la Palabra de Dios estaba siendo escrita, hasta dar la revelación completa de Sí mismo en el Nuevo Testamento, igual encontramos evidencias de las tres Personas de la Trinidad incluso desde el principio del Antiguo Testamento. 

“Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.” (Génesis 1:26)

El “hagamos” y “nuestra” aquí no puede referirse a los ángeles, ya que los ángeles no ayudaron a Dios a crear nada, y el hombre no fue creado a imagen de los ángeles. El hombre fue creado a imagen de Dios (Gen. 1:27). Por lo tanto hay un fuerte argumento para la pluralidad de la naturaleza de Dios. Más de una persona estaba hablando aquí. Esto es la Trinidad tomando consejo consigo misma. Este punto de vista también está respaldado por la palabra para “Dios” en este versículo, que es “Elohym”, una palabra que es plural en el idioma hebreo. Todas las tres Personas de la Trinidad estaban involucradas en la obra de la creación (hablaremos más de eso después).    

Hay muchas más pistas en el Antiguo Testamento que señalan que hay más de una Persona en la Divinidad. La Deidad de Cristo y del Espíritu Santo también pueden ser demostradas usando el Antiguo Testamento, pero guardaremos esto para nuestro siguiente punto. Sin embargo, la revelación más plena de la Trinidad se encuentra dentro de las páginas del Nuevo Testamento. Pero esto no viene como una sorpresa porque Dios nos dio la más plena revelación de Sí mismo a través del Evangelio de Jesucristo. Leemos muchos versículos en el Nuevo Testamento que claramente describen la Trinidad.  

“Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.” (Mateo 3:16-17)

Aquí el Señor Jesús, el Hijo de Dios, fue bautizado en el Jordán. Después que subió del agua, el Espíritu de Dios descendió sobre Él, y el Padre habló desde el Cielo. Esta es una referencia clara a todas las tres Personas de la Trinidad, estando involucradas mientras que Jesús comenzaba su ministerio terrenal.

También vemos a Jesús enseñar la doctrina de la Trinidad cuando dio la Gran Comisión:

“Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.” (Mateo 28:18-20)

Al decir que debemos ser bautizados “En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”, Él nos está diciendo claramente que estas tres Personas son iguales en gloria y Deidad. Imagina si Él nos hubiera mandado a bautizar a las personas “En el nombre del Padre, y del Hijo, y del apóstol Pedro”. ¡Haciendo tal cosa claramente elevaría a Pedro a una posición de Divinidad y gloria que pertenece solo a Dios! Es evidente que Jesús nos enseñó que las tres Personas de la Trinidad son dignas de nuestra adoración. 

Las epístolas mencionan la Trinidad muchas veces, haciendo una distinción entre las Personas. Aquí hay algunos ejemplos:  

“La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén.” (2 Corintios 13:14)

“Elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas.” (1 Pedro 1:2)

“Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo, conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna.” (Judas 1:20-21)

Hay muchos otros pasajes de la Escritura que demuestran una clara distinción entre los miembros de la Divinidad. Por ejemplo, hay muchos que enseñan que el Padre es una Persona distinta al Hijo (Sal. 40:7-8; Isa. 53:10; Mat. 26:39-42; Juan 4:34, 5:30, 6:38, 8:28, 8:42, 14:10, 17:4, 20:17; Hechos 13:33, etc.). Hay muchas otras Escrituras que enseñan que el Padre y el Hijo son Personas distintas del Espíritu Santo (Isa. 42:1, 61:1; Eze. 36:27, 37:14; Joel 2:28; Mat. 12:18, 12:31-32; Juan 7:39, 14:16-17, 15:26, 16:7, etc.). Muchas más Escrituras podrían ser citadas y expuestas aquí pero estas son suficientes para demostrar que ciertamente hay una distinción entre las Personas de la Divinidad. 

Hay una herejía antigua que se originó en el Siglo III A.D. llamada el modalismo que niega la Trinidad al decir que Dios es en realidad una Persona que solamente se aparece a las personas en diferentes “modos” o “formas” en diferentes tiempos. Es decir, ellos dicen que en el Antiguo Testamento Dios se manifestó como el Padre, en los Evangelios como el Hijo, y a la iglesia como el Espíritu Santo. El respaldo bíblico para este punto de vista son unos cuantos versículos de la Escritura que ellos sacan fuera de contexto para tratar de probar su caso. Sin embargo, la biblia claramente refuta esta falsa doctrina, como las Escrituras de arriba demuestran (sería bueno para el lector mirar esos versículos y notar la distinción entre las Personas de la Divinidad). Hay una denominación grande hoy en día que mantiene el modalismo en su doctrina; se conocen como la Iglesia Pentecostal Unida. Otros nombres que llevan los modalistas incluyen los “Pentecostales Unicitarios” (especialmente en los EEUU) y los “apostólicos” (especialmente en México). Sus serias desviaciones de la verdad bíblica en este tema los colocan fuera de la esfera del cristianismo bíblico, y no deben ser reconocidos como cristianos. Esto es porque su negación de la Trinidad resulta en una negación de otras verdades bíblicas esenciales (más sobre eso después). 


3. CADA PERSONA DE LA TRINIDAD ES PLENAMENTE DIOS.

No solo hay un Dios que consiste de tres distintas Personas; cada una de estas Personas es plenamente Dios, es decir, el Padre es plenamente Dios, así como también lo son el Hijo y el Espíritu Santo. El Hijo no es mitad Dios, ni el Espíritu Santo solo un pedazo de Dios, cada Persona es enteramente Dios en Sí misma. Entonces, individualmente, cada miembro de la Trinidad es Dios, y colectivamente, todos son Dios. Por su puesto, nunca podría haber una división en su naturaleza y esencia. En otras palabras, el Padre no es un Dios, y el Hijo otro Dios, y el Espíritu Santo un tercer Dios. Solo hay un Dios. Cada Persona es Dios, y Dios está en armonía perfecta consigo mismo. Dios es Tres en Uno, y como tal, Él es incomprensible a la mente humana.  

Esto es difícil de entender para criaturas limitadas como nosotros, pero las tres Personas de la Divinidad son Una en naturaleza divina, esencia, atributos y gloria. No hay un ser creado al cual podemos comparar con el gran Creador, y todas las analogías que intentemos de usar para ilustrar quién es Dios fallaran miserablemente. Tenemos que admitir que aunque no podamos encajar este Dios glorioso en nuestras mentes pequeñas, debemos aceptar lo que enseña Su Palabra por fe. Para nosotros que lo amamos y creemos verdaderamente, pasaremos toda una eternidad recibiendo una revelación más y más grande de quién es Él. No es nuestro deber tratar de analizar a Dios y descifrarlo lógicamente. ¡Ten mucho cuidado con eso! Así es como muchos se han desviado de la fe a las profundidades de la herejía teológica. En vez de esto, debe ser nuestra obligación estar asombrados y maravillados de Él y glorificarle por quién es. Él es mucho más glorioso, poderoso e incomprensible de lo que jamás podamos imaginar. 

Seguiremos ahora y demostraremos la Deidad de cada miembro de la Divinidad. 

La Deidad del Padre.

El mero principio de la Biblia comienza por mencionar el Padre: “En el principio Dios…” (Gén. 1:1). A través de toda la Biblia, el Padre es visto como un Dios soberano sobre todas las cosas. Esto también se puede ver en todas las declaraciones de Jesús acerca de estar sometido a la voluntad de Su Padre, especialmente después de la Resurrección, cuando Jesús llamo el Padre “Dios”:

Jesús le dijo: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios. –Juan 20:17

Las epístolas continúan con la misma verdad. Por ejemplo, Pablo escribe:

Un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos. –Efesios 4:6

También se puede ver la Deidad del Padre a través del Nuevo Testamento, cuando al decir “Dios” se refiere al Padre. Hay innumerables Escrituras que enseñan la Deidad del Padre. 

La Deidad del Hijo. 

Jesucristo también es plenamente Dios. Esto es demostrado muy claramente, incluso en el Antiguo Testamento. Aproximadamente 700 años antes de que Jesús caminara sobre la tierra, Isaías profetizó: 

Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. –Isaías 9:6

Nota que dice “un niño es nacido” que es “Dios Fuerte”. Está es una clara descripción de la encarnación de Cristo, cuando Dios Mismo se hizo hombre. Él era plenamente Dios y plenamente hombre. Aunque se hizo hombre, Él no dejó su Deidad. Él es igual en Deidad al Padre y es uno con el Padre (Juan 10:30). 

También leemos en el comienzo del Evangelio de Juan: 

En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. –Juan 1:1-2

El Evangelio de Juan empieza con un paralelo a la oración de inicio de Génesis: “El el principio…” Es decir, Juan está hablando de antes que comience el tiempo, antes de que hubiera ninguna creación, cuando Dios moraba solo en la perfecta armonía de Su propia gloria. Nota aquí que “El Verbo” (un título de Cristo usado por Juan, ver Juan 1:14, 1 Juan 1:1. Apoc. 19:13) ya existía en el principio. Él no fue creado durante le creación que está registrada más adelante en Génesis, sino que ya estaba ahí antes de que algo fuera creado. También, Cristo estaba “con” Dios. Esto enseña que Él es una Persona distinta del Padre. Y Sin embargo, Cristo “era Dios”. Es decir, Él era igual en Deidad con el Padre. Esto es demostrado claramente por otras declaraciones de Cristo donde dice que Él es igual al Padre (por ejemplo, leer Juan 5:17-18, 14:9). 

Jesús también se pronunció como el gran “YO SOY”: 

Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy. –Juan 8:58 

En decir esto, se estaba identificando con el mismo “YO SOY” que habló a Moisés de la zarza ardiente, que no era nadie menos que Dios (Exo. 3:14). Él también declaró que existía antes de Abraham, quien existía antes de Moisés, por consiguiente demostrando que el Cristo es eterno. Es una declaración audaz de Jesús el decir que Él sea Dios. ¡Los judíos incrédulos no tenían problema entendiendo lo que quería decir, porque el siguiente versículo (v. 59) registra que tomaron piedras para apedrearlo por blasfemar! 

Hay muchas otras Escrituras que poderosamente demuestran la Deidad de Cristo, donde es llamado ‘Dios” o “YHVH”  (leer Sal. 45:6-7; Isa. 7:14; Jer. 23:5-6, 33:15-16; Juan 20:28-29; Hechos 20:28; Rom. 9:5; 1 Tim. 3:16; Tít. 2:13; Heb 1:8, 3:3-4; 1 Juan 5:20). 

Como el Hijo de Dios, Jesucristo existía eternamente. Nunca fue creado. Hay una herejía antigua que se llama el arrianismo que fue condenada por el Concilio de Nicea en el año 325 A.D. que enseña que el Hijo de Dios fue creado por el Padre en un cierto punto de historia, y que el Hijo de Dios fue la primera creación de Dios. Esta herejía enseña que en algún tiempo el Hijo de Dios no existía, y ni tampoco existía el Espíritu Santo. Por lo tanto esto enseña que Jesús no es igual al Padre, sino que solo es la más grande de las criaturas de Dios. Enseña que Jesús era “como el Padre” pero que no era de la misma naturaleza que el Padre. Aunque esta herejía fue condenada hace mucho tiempo atrás por la iglesia, todavía existe hoy en día. Entre los defensores actuales de esta herejía están los “Testigos de Jehová” que enseñan que Jesús fue creado y su nombre es el Arcángel Miguel. Sin embargo, todas las Escrituras de arriba que dicen que Jesús es Dios claramente refutan este punto de vista (Dios no puede ser creado porque Él es el Creador, y como tal es eterno). Adicionalmente, una lectura honesta de Hebreos capítulos 1 y 2 rápidamente demostrará que Jesús no puede ser un ángel, ni siquiera un arcángel, porque dice que Él es más grande que los ángeles. Hebreos también dice que el Hijo de Dios no tuvo principio de días, por lo tanto enseñando que existió por toda la eternidad como el Hijo de Dios (Heb.7:3).   

La Deidad del Espíritu Santo.

El Espíritu Santo también es plenamente Dios. Leemos en el libro de Hechos que el apóstol Pedro llama al Espíritu Santo “Dios”:

Pero cierto hombre llamado Ananías, con Safira su mujer, vendió una heredad, y sustrajo del precio, sabiéndolo también su mujer; y trayendo sólo una parte, la puso a los pies de los apóstoles. Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad? Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios. Al oír Ananías estas palabras, cayó y expiró. Y vino un gran temor sobre todos los que lo oyeron. –Hechos 5:1-5

Nota como Pedro primero dice que Ananías mintió al Espíritu Santo. Pero luego dice: “no has mentido a los hombres, sino a Dios”. Pedro claramente está asociando al Espíritu Santo con Dios mismo.  

El Señor Jesús también exaltó al Espíritu Santo al lugar de la Deidad en su reprimenda a los fariseos por blasfemar contra el Espíritu:
Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero. –Mateo 12:31-32

Aquí Jesús esta asociando el Espíritu Santo con Dios al decir que es posible blasfemar contra el Espíritu, un pecado que no tiene perdón. Jesús también asoció al Espíritu con Dios en Lucas 11:20 al decir que Él echaba fuera demonios por el “dedo de Dios”. Sin embargo, en un texto paralelo en Mateo 12:28, Jesús dice que Él echaba fuera demonios por el “Espíritu de Dios”. Él enseño que el Espíritu era Dios mismo. 

El apóstol Pablo también llama el Espíritu Santo “Señor”:
Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos. Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará. Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. –2 Corintios 3:15-17

La verdad de que el Espíritu Santo es Dios también está demostrada en lo que la Biblia dice acerca de la regeneración (el nuevo nacimiento). En Juan 3:6 dice que los son nacidos de nuevo son nacidos del “Espíritu”. Sin embargo en Juan 1:113 dice que los que son nacidos de nuevo son nacidos  “de Dios”. De esta manera, Juan está diciendo que el Espíritu Santo no es nadie menos que Él mismo.

La Biblia también enseña que el Espíritu Santo es una Persona y no una fuerza invisible de poder.
Entonces respondió y me habló diciendo: Esta es palabra de Jehová a Zorobabel, que dice: No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos. –Zacarías 4:6

Si el Espíritu Santo no era una persona viva sino una fuerza o poder entonces este versículo sería superfluo y autocontradictorio. Sería una tontería traducirlo de este modo: “No con ejercito, ni con fuerza, sino con mi fuerza, ha dicho Jehová de los ejércitos.” Aquí vemos que el Espíritu es distinto al poder de Dios (aunque, por supuesto, el Espíritu Santo es todopoderoso). Esto también se prueba en 2 Corintios 3:17 donde el Espíritu es llamado “Señor”. ¡Obviamente una fuerza impersonal no puede ser el Señor! La Biblia también usa el pronombre masculino “Él” (Gr., ekeinos) para referirse al Espíritu Santo (Juan 14:26, 15:26, 16:13-14). El Espíritu es claramente una Persona distinta. Él tiene todos los atributos de una Persona distinta, incluyendo el hablar con Su propia voz (Hechos 8:29), prohibiendo ciertas acciones (Hechos 16:6-7), dando testimonio a los hijos de Dios (Rom. 8:16), intercediendo para otros (Rom. 8:26-27), buscando y conociendo los pensamientos profundos de Dios (1 Cor. 2:10-11), distribuyendo diferentes dones a diferentes personas según Su propia voluntad (1 Cor. 12:11), y aun entristeciéndose por el pecado (Efe. 4:30). Él incluso puede ser insultado (Heb. 10:29). 


LOS PAPELES COMPARTIDOS DE LA TRINIDAD 

Ninguna persona de la Trinidad opera independientemente ni a la exclusión de los Otros. El Señor es Uno (Deu. 6:4).

La Trinidad estaba obrando en la creación de todas las cosas:  
En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. –Génesis 1:1-3

En estos versículos, “Dios” se refiere al Padre. El Espíritu de Dios es obviamente el Espíritu Santo. Luego dice, “Y dijo Dios…” demostrando que la obra de la creación fue llevada a cabo por medio de la Palabra, Jesucristo (Juan 1:1-3). Todos los tres miembros de la Trinidad están en estos primeros versículos de la Biblia. 

La Trinidad también estaba obrando para cumplir la redención. El Padre envío al Hijo (Juan 3:16-17), el Hijo descendió y dio Su vida para salvar a los pecadores (Rom. 5:8), y el Espíritu Santo convence, llama y regenera a esos pecadores (Juan 3:6-8, 6:33, 16:8). En Romanos 8:29-30, también vemos la Trinidad obrando para redimir a los escogidos. El Padre es Aquel que los conoció de antemano y los predestinó para ser conformados a la imagen de Cristo; el Espíritu es Aquel que los llama con un llamado eficaz, y el Hijo es Aquel que derramó Su sangre y resucitó para que puedan ser justificados y glorificados. 

Esta no es una lista exhaustiva; sin embargo si nos muestra que es abundantemente claro que el Padre, Hijo, y Espíritu Santo todos poseen características únicas que demuestran que son tres Personas distintas que están en perfecta unidad y son unos en Ser.

LA DISTINCIÓN DE PAPELES
 

 Aunque la Trinidad siempre obra junta con sí en perfecta unidad y armonía en cualquier cosa que Él desea cumplir, y aunque ningún miembro jamás actúa independientemente de los Otros, y aunque Dios es un Ser (es decir, uno en esencia, naturaleza y gloria—no son tres “dioses” sino un solo Dios), la Biblia también enseña que hay una distinción de papeles en las Personas de la Trinidad. Cada miembro no tiene la misma función que los otros.

En este punto, debemos recordar que el Padre, Hijo y Espíritu Santo son iguales en Deidad, atributos y gloria, y que la diferencia en orden de funciones de ninguna manera quita la naturaleza esencial de ningún Miembro. En otras palabras, el hecho de que el Hijo tiene una diferente función, o papel, que el Padre en la manera en que se relaciona con el Padre y con la creación no significa que el Hijo es menor que el Padre en su divina esencia. Lo mismo se aplica al Espíritu Santo, que no es de ninguna manera menor en divina esencia al Padre y al Hijo. Lo que la Biblia nos enseña acerca de los diferentes papeles de las Personas de la Trinidad con relación a sí mismas y a la creación en ninguna forma disminuye su naturaleza esencial. Lo que hace es mostrarnos que, en una perfecta unidad, cada Persona de la Divinidad tiene una función única que es diferente que, pero que sin embargo está muy relacionada a, la función de las Otras.  

Ya hemos demostrado cómo la Trinidad estaba involucrada en la obra de la redención con una perfecta unidad para llevar a cabo el plan de Dios en la salvación de los hombres. Pero aunque las tres Personas de Dios obraban juntas como Dios, como un solo Ser, en la obra de la redención, cada Uno también tenía una función específica al salvar a los pecadores. Vemos a esto ilustrado no solo en los versículos de arriba (bajo el título “Los Papeles Compartidos de la Trinidad”), sino también en muchos otros lugares en las Escrituras. En Hebreos dice:
¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo? –Hebreos 9:14

En este versículo vemos la actividad de todas la tres Personas de la Trinidad en la redención. Primero, menciona la sangre de Cristo que fue derramada para ser expiación por los pecadores. Segundo, declara que Cristo se ofreció a Sí mismo como el perfecto sacrificio a través del Espíritu Santo, llamando al Espíritu Santo eterno y por lo tanto declarando que no tuvo principio ni final, pero es Dios mismo. Y tercero, dice que Cristo se ofreció a sí mismo a Dios el Padre cuando murió en la cruz. Entonces, vemos que cada Persona de la Trinidad tenía un diferente papel en la cruz. El Hijo derramaría Su sangre como una ofrenda propiciatoria, el Espíritu Santo le fortalecería para cumplir esta obra, y el Padre recibiría al sacrificio sin mancha con un divino placer. En cuanto a la redención, cada Persona de la Trinidad tenía una función específica que realizar.

La distinción de papeles en las Personas de la Trinidad no solo se encuentra en la manera que realizaron la creación y la obra de redención, pero también hay una eterna distinción de papeles en la manera que cada Persona de la Divinidad se relaciona el uno con el otro. En 1 Corintios, el apóstol Pablo explica que Cristo tiene que reinar hasta que haya puesto a todos Sus enemigos bajo Sus pies. Él dice: “Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte” (1 Cor. 15:26). Pero después de que Cristo haya puesto todo bajo Sus pies, y haya cumplido el propósito eterno de Dios en la salvación de los escogidos, se someterá al Padre por toda la eternidad:   
Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a Él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos. –1 Corintios 15:28

Así que, el Hijo se somete al Padre, y el papel del Hijo es obedecer y honrar al Padre (Juan 5:30; 8:49); y el Espíritu no se glorifica a Sí mismo, sino al Hijo (Juan 15:26; 16:14). Sin embargo, aunque el Hijo glorificó al Padre, y le obedece y honra, la Biblia dice también que el Hijo recibe gloria del Padre también (Juan 8:58; 13:32; 17:5). El Padre y el Hijo se glorifican el uno al otro (Juan 17:1). Esto también nos muestra que aunque sus papeles sean diferentes, el Padre y el Hijo son iguales en gloria, esencia, y Deidad. Después de todo, el Hijo recibe gloria del Padre, y sin embargo sabemos por las Escrituras que Dios no comparte Su gloria con ningún hombre ni otro dios (Isa. 42:8); por lo tanto sabemos que el Hijo es plenamente Dios así como el Padre es Dios, compartiendo la misma gloria.

Tenemos que tener mucho cuidado cuando distingamos los papeles de las Personas de la Trinidad, que de ninguna manera disminuyamos o quitemos algo de la naturaleza esencial de alguno de ellos en ser Dios. Jesús dijo: “El Padre es mayor es que yo” (Juan 14:28), pero también dijo: “Yo y el Padre uno somos” (Juan 10:30), demostrando que en cuanto a Sus papeles, el Padre es mayor solo en el sentido de que es el Originador y Divino Orquestador de todas las cosas (son diferentes en función) pero en cuanto a Su Deidad, son iguales y el mismo Dios (son el mismo en esencia).  


APLICACIONES PRÁCTICAS DE LA DOCTRINA 

 Las epístolas usan la doctrina de la Trinidad para enseñarnos lecciones prácticas sobre la familia y la Iglesia. Sin una Santa Trinidad en el Ser de Dios, estas exhortaciones se derrumbarían. Tanto la familia como la Iglesia son instituciones divinas que fueron ordenadas por Dios y que también demuestran unidad entre diversidad. Pablo dijo en referencia al orden de la familia y su función entre el contexto de la Iglesia: 

Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo. –1 Corintios 11:3

Él dice que la “cabeza de Cristo es Dios”. Esto no significa que Dios tiene una naturaleza o esencia diferente que Cristo, ya que ambos son Dios. De la misma manera, él dice: “el varón es la cabeza de la mujer”. Nuevamente, esto no significa que el hombre tiene una esencia o naturaleza diferente que la mujer, ya que ambos son seres humanos iguales en dignidad y valor. Sin embargo, esto sirve para ilustrar las diferencias entre los papeles de cada uno. Cristo tiene un papel distinto de someterse al Padre en todo aunque son iguales en Su naturaleza divina. Del mismo modo, la esposa tiene un papel distinto de someterse a su marido en todo aunque ambos son iguales en dignidad como seres humanos (Efe. 5:22; comparar con Gál. 3:28). Y así como el Padre ama al Hijo, e hizo todas las cosa para Su Hijo, los esposos de la misma forma deben amar a sus esposas y entregar sus vidas por ellas (Juan 3:35; comparar con Efe. 5:25; Col. 3:19).   

Aunque hay una distinción de papeles entre las personas de la familia (el marido no es la mujer, ni la mujer el marido, y cada uno tiene un diferente papel en el orden divino del matrimonio), hay a la vez una misteriosa unidad entre ellos. Pablo dice:
Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio…–Efesios 5:31-32a

Así que la institución del matrimonio que fue ordenada por Dios en alguna manera refleja la unidad entre las Personas de la Trinidad. Aunque el hombre y la mujer son diferentes personas con diferentes funciones, ellos se convierten en “una sola carne”. De la misma forma, aunque las Personas de la Trinidad son diferentes personas con diferentes funciones en la manera en que se relacionan el uno con el otro y con la creación, ellos también en esencia y naturaleza son un solo Ser. Por supuesto, el uso del matrimonio para ilustrar la Trinidad tiene sus grandes defectos, debido a que este no puede ilustrar completamente la perfecta unidad entre los miembros de la Divinidad (las parejas pueden estar en desacuerdo, tener divisiones entre sí, etc.), pero esto sirve como un tipo de imagen o sombra que nos enseña algo, en una manera muy limitada, acerca de la naturaleza de Dios.

Por lo tanto, la doctrina de la Trinidad enseña a las parejas a imitar a Dios del mismo modo que Él se relaciona consigo mismo entre las Personas de la Trinidad. Los maridos deben amar a sus mujeres así como las Personas de la Trinidad tienen un perfecto amor y satisfacción el uno con el otro. Así como Dios está perfectamente contento consigo mismo—disfrutando de la presencia de Su propia gloria y naturaleza entre las Personas de la Trinidad, y no necesitando nada fuera de Sí mismo para satisfacer su propio gozo—los casados también deben estar perfectamente contentos con sus parejas, y no deben buscar nada fuera de los límites del matrimonio para recibir satisfacción del sexo opuesto. También, las mujeres deben someterse a la dirección de sus maridos de la misma manera que el Hijo se somete al Padre. Así como el Padre toma un papel de liderazgo en cuanto a Su función, y el Hijo con gozo obedece, de la misma forma el esposo necesita tomar un papel de liderazgo en la familia y las esposas necesitas someterse a su liderazgo piadoso con gozo y corazones dispuestos.  

La doctrina de la Trinidad también nos enseña acerca de la iglesia. En la iglesia, hay muchos miembros, y sin embargo solo hay un Cuerpo. El apóstol Pablo usa el argumento que así como los miembros de la Trinidad tienen diferentes funciones pero son el mismo Dios y están en perfecta unidad, también los miembros de la iglesia tienen diferentes funciones pero son uno y parte del mismo Cuerpo de Cristo. 
Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo. –1 Corintios 12:4-6

En estos versículos, el “Espíritu” es el Espíritu Santo, el “Señor” es el Señor Jesucristo, y “Dios” es el Padre. Cada Persona de la Trinidad está involucrada en la distribución de los dones espirituales y con las funciones especiales de cada miembro dentro el Cuerpo de Cristo. Pablo sigue y dice: 
Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. –1 Corintios 12:12

Entonces, de la misma manera que hay distintas Personas en la Trinidad y sin embargo están en perfecta unidad como Dios, hay distintas funciones de diferentes personas en el Cuerpo de Cristo, pero todas esas diferentes funciones no deben causarnos a formar divisiones dentro de la iglesia. En vez de esto, debemos reconocer que en el orden de Dios, Él ha ordenado que la iglesia demuestre la unidad, paz y amor de Dios. Pablo usa la doctrina de la Trinidad en otro lugar para exhortar a los miembros de la iglesia a estar unidos el uno con el otro: 
Solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos.  –Efesios 4:3-6

Nuevamente, se utiliza el mismo argumento aquí, usando las tres Personas de la Trinidad y, sin embargo, a su perfecta unidad como Dios para exhortar a la iglesia a que reconozca que aunque somos diferentes personas con diferentes funciones, todos somos iguales en Cristo y constituimos el Cuerpo de Cristo.

NUESTROS LÍMITES AL ENTENDER LA TRINIDAD 

 Ya hemos establecido que cada Persona de la Trinidad sin iguales y eternos, compartiendo la misma gloria, y son dignos de nuestra adoración. Cada persona de la Trinidad tiene todos los atributos de Dios, ya que cada Persona es plenamente Dios en Sí misma. Sin embargo, al mismo tiempo, Dios no es tres, sino uno. Él es uno en Ser y esencia divina. ¡Solo hay un Dios! 

Muchas analogías han sido usadas a través de la historia del cristianismo para tratar de ilustrar la Trinidad. Sin embargo, todas estas analogías fallan con respecto a esto. Simplemente no hay nada creado que se pueda comparar con la naturaleza y gloria del Creador. 

Los Salmos registran que Dios “puso tinieblas por su escondedero” (Sal. 18:11). Es decir, hay mucho de Dios que es un misterio para nosotros como criaturas mortales. Él está muy por encima de nuestros pensamientos y es infinitamente más poderoso y glorioso de lo que jamás podremos imaginar. Como mencionamos antes, nuestra respuesta a la doctrina de la Trinidad no debe ser meramente intelectual, y ciertamente no debemos tratar de entrometernos en los detalles acerca de Dios que Él no nos ha revelado muy claramente. ¡Si pudiéramos comprenderlo, eso restaría valor de Su infinito poder y gloria! En vez de esto, la verdad de esta doctrina debe producir en nosotros un profundo temor y reverencia para Él, ¡y debe hacer que nos caigamos sobre nuestros rostros y lo adoremos! El apóstol Pablo ilustra esto cuando dice: 

¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son Sus juicios, e inescrutables Sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue Su consejero? ¿O quién le dio a Él primero, para que le fuese recompensado? Porque de Él,  y por Él,  y para Él, son todas las cosas. A Él sea la gloria por los siglos. Amén. –Romanos 11:33-36

Dios ha vestido a muchas verdades enseñadas en las Escrituras con un sentido de misterio divino. Por ejemplo, Dios elige a ciertos hombres a ser salvos, y, sin embargo, todos los hombres son responsables por sus propias decisiones y pecados; Jesucristo es plenamente Dios pero también plenamente Hombre (no mitad Dios y mitad Hombre); Jesús fue “desamparado” por el Padre en alguna manera en la cruz y sin embargo nunca puede haber ninguna división o falta de armonía entre las Personas de la Trinidad; somos justificados solamente por la fe pero la fe que justifica nunca se encuentra sola (siempre produce obras); la salvación es solamente por gracia y sin embargo Jesús nos dice que debemos dejar todo para seguirlo; Dios preservara a Sus santos verdaderos hasta el final, pero somos advertidos a no apartarnos de la fe. La lista puede seguir y seguir. Mientras que podemos entender estos temas complejos en una manera lógica y razonable que satisface la inteligencia que Dios nos ha dado, y la Palabra de Dios nos da explicaciones razonables que tienen sentido, ¡el resultado final es que tenemos que admitir que solo somos hombres y que los caminos de Dios son demasiados altos y sublimes para que nuestras pequeñas mentes puedan entender! Nuestro deber es obedecer lo que es claro, y amar al Señor con todo nuestro corazón, y confiar en Él con la sencilla fe de un niño (Mat. 18:2-3).

LOS RESULTADOS DE NEGAR LA TRINIDAD

 La Trinidad es una doctrina esencial de la fe cristiana. No está sujeto al debate ni el cuestionamiento. Cualquier negación de la Trinidad es una negación del mismo Evangelio, y cualquier grupo que niega la Trinidad no debe ser considerado cristiano, sino debe ser visto como el objeto de nuestro evangelismo e instrucción sobre las cosas de Dios, con el fin de llevarles a un conocimiento de la verdad (2 Tim. 2:24-26). 

¿Por qué es importante la doctrina? Hay varias razones: 
1. Una negación de la Trinidad resultará en una negación de la persona de Dios. Y si uno no puede entender la naturaleza esencial de Dios mismo, ¿cómo podrá entender toda la verdad con relación a Dios? La verdad del cristianismo se basa en la verdad de quién es Dios. Con un entendimiento totalmente equivocado de Dios, no puede haber un correcto entendimiento de toda la verdad relacionada con el Ser de Dios. También, si alguno no adora al Hijo, honra al Hijo y glorifica al Hijo de la misma manera que adora, honra y glorifica al Padre, entonces están robando al Hijo de su Gloria esencia y no han captado el propósito de Dios a través de la historia de la redención: que los hombres amen, adoren y sirvan al Hijo junto con el Padre (Dan. 7:13-14; Juan 5:23; Fil. 2:11; Col. 1:18). Cualquiera que falle en reconocer la Trinidad ni adore al Hijo, no tiene lugar en el cielo, donde el Hijo es adorado para siempre (Heb. 1:6; Apoc. 5:11-12, 7:10-12). Una negación de la Trinidad es una negación del único Dios verdadero.

2. Una negación de la Trinidad resultará en un una negación de lo que fue cumplido en la cruz del Calvario para salvar a los pecadores. La Biblia enseña que todos los hombres son pecadores (Rom 3:23) y que por lo tanto todos por naturaleza merecemos la ira de Dios (Efe. 2:3). Sin embargo Cristo murió en la cruz como el Sustituto divino del pecador; Él llevó nuestros pecados (2 Cor. 5:21), nuestra maldición (Gál. 3:13), y llevó sobre Sí mismo la ira de Dios por nuestros pecados mientras que fue aplastado por el Padre en nuestro lugar (Isa. 53:10). Si no hay una distinción entre el Padre y el Hijo y ambos son la misma Persona, ¿entonces cómo hizo el Padre que Cristo sea pecado “por nosotros”? Y si ambos son la misma Persona, ¿cómo fue “quebrantado” por el Padre por nuestros pecados? El negar la Trinidad significa que uno tiene que negar que el Padre hizo que Cristo fue hecho pecado por nosotros y que Jesús llevó la ira de Dios que nosotros merecíamos. Esto significa que el negar la Trinidad es negar la naturaleza sustitutoria de la expiación, sin la cual no hay Evangelio.

3. Una negación de la Deidad de Cristo (y por lo tanto una negación de la Trinidad) también resultará en una negación del Evangelio mismo al negar a la Persona que nos dio el Evangelio. Esto es porque Jesucristo tenía que ser plenamente Dios para ser sin pecado y por lo tanto ser calificado como el sacrificio perfecto para ser una expiación y salvar a los pecadores. Esto es porque la Biblia enseña que todos los que nacieron como descendientes de Adán nacieron en pecado (Rom. 5:14-19). Todos los hombres fueron concebidos con una naturaleza pecaminosa desde el vientre de sus madres (Sal. 51:50. Sin embargo Jesucristo tenía que ser Dios y concebido del Espíritu Santo para no heredar la naturaleza pecaminosa de Adán. Él tenía que ser Dios para ser sin pecado, ya que todos los hombres nacen en pecado y han pecado (Rom. 3:23). Su vida perfecta y el hecho de que era sin pecado lo calificó para ser el Cordero de Dios sin mancha (1 Ped. 1:19). El hecho de que era sin pecado lo calificó para que sea el Salvador que pueda salvar a los que habían pecado (Juan 14:30; 2 Cor. 5:21; Heb.      4:15; 1 Ped. 2:22; 1 Juan 3:5). Para ser el perfecto sacrificio y ser la expiación por los pecados del mundo, Jesús tenía que ser Dios en la carne. Así que, sin la Deidad de Cristo no tienes expiación, y sin la expiación no tienes salvación. Por lo tanto, una negación de la Trinidad al negar que Jesucristo es Dios es una negación de lo que Él cumplió en la cruz para salvar a los pecadores, y uno no puede ser salvo si no tiene fe en Su sangre (Rom. 3:25).

4. Un rechazo de la Trinidad es un rechazo de la Palabra de Dios misma. Esta doctrina es tan claramente revelada en las Escrituras, especialmente en el Nuevo Testamento, que si alguien se equivoca en entender una doctrina que está tan claramente revelada, se equivocará inevitablemente en otros puntos de doctrina que son iguales de claros en las Escrituras. Por lo tanto, un error en este punto resultará en errores en muchos otros puntos. Esto es comprobado por los muchos grupos que niegan la Trinidad. Los “Testigos de Jehová” no solo niegan la trinidad, sino también la justificación solamente por la fe, la Deidad de Cristo, la perfecta expiación de Cristo en la cruz, y muchas otras doctrinas esenciales. Los Pentecostales Unicitarios (también conocidos como los apostólicos) no solo niegan la deidad de la Trinidad, sino también las doctrinas bíblicas de la salvación solamente por la fe y de la regeneración, enseñando que uno tiene que ser bautizado para ser salvo, y que uno no tiene el Espíritu Santo hasta que hable en lenguas, entre muchas falsas doctrinas. Puesto que toda la verdad de Dios está estrechamente vinculada, una negación de una verdad principal sin duda resultará en la negación de otras verdades, y no hay una excepción a esto entre ningún grupo histórico que ha negado la Trinidad.    

Existen numerosas razones que podríamos enumerar aquí, pero esto es suficiente para demostrar que el cristianismo bíblico se mantiene o cae con la doctrina de la Trinidad. Esta no es una doctrina “opcional” para creer, pero es tan esencial al cristianismo al igual que la doctrina de la expiación, y por ende la doctrina de la gracia sola (Efe. 2:8-9). Esto es porque el hecho de que la salvación es por gracia descansa sobre el hecho que Cristo hizo la satisfacción por el pecado de todos aquellos que creerían; y el hecho de que Él hizo la satisfacción perfecta por el pecado descansa sobre el hecho de que Él es Dios en la carne, el unigénito Hijo de Dios, que existió y existe eternamente como el unigénito Hijo de Dios. Sin la Trinidad, no tienes una obra completada de la redención—y sin eso, no tienes salvación. 

CONCLUSIÓN

Recuerden: Solo hay un Dios que existe eternamente en tres Personas: El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y cada una de estas personas es plenamente Dios. Cada uno comparte los mismos atributos, gloria, perfección, santidad y poder. Tiene diferentes papeles (o funciones) pero son un mismo Ser. No hay tres “dioses”, solo hay un Dios.

Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más. –Isaías 45:22


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