miércoles, 15 de octubre de 2014

LA GRAN APOSTASÍA por David Wilkerson


Apostasía es apartarse, o una caída de lo que alguna vez se creyó, y de lo que voy a hablar es de la gran apostasía.
“Pero respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él…
“Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía (caída), y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición” (II Tes. 2:1-3).


Antes de que el anticristo sea revelado ya estará funcionando el ministerio de la impiedad, el que va a venir aparecerá después de una tremenda actividad de apostasía. Satanás y todos los poderes de las tinieblas estarán preparando el escenario para destruir la fe de muchos, y debido al desenfreno en el pecado el amor de mucha gente de Dios se enfriará y habrá por todas partes creyentes fracasados.
¡La mayor preocupación de Dios no es donde están cayendo los cristianos, sino de donde están cayendo! Hay multitud de cristianos, incluyendo pastores, diáconos y ministros de todas clases, ¡qué están perdiendo la fe y la confianza en el poder del nombre de Jesús! Están cayendo de esa fe como de niño, que cree que la solución a todos los problemas es sólo Él. Se están volviendo a métodos psicológicos, experiencias humanas, y a filosofías y doctrinas de hombres.
Todos los profetas previeron esta gran apostasía. A Isaías Dios le dio un mensaje que se refiere especialmente a nuestros días. Habla de los últimos tiempos cuando el pueblo se “volvería a Egipto”, para que les ayudara y rechazarían a Dios como su única fuente de provisión.
Dios le dijo a Isaías: “Ve, pues, ahora, y escribe esta visión en una tabla delante de ellos… para que quede hasta el día postrero, eternamente y para siempre” (Is. 30:8). La traducción literal es: “Para que sea para las generaciones futuras para los últimos días”. El capítulo treinta de Isaías es el mensaje para la iglesia de los últimos tiempos. ¡Y es cierto y es exacto!

EL MENSAJE PRINCIPIA CON LA REVELACIÓN DEL DOLOR DE DIOS POR CAUSA DE LA APOSTASÍA
“¡Ay de los hijos rebeldes que se apartan, dice Jehová, para tomar consejo y no de mí; para cobijarse con cubierta y no de mi Espíritu, añadiendo pecado a pecado! Que se apartan para descender a Egipto, y no han preguntado de mi boca; para fortalecerse con la fuerza de Faraón, y poner su esperanza en la sombra de Egipto” (Is. 30:1-2). ***
¿Por qué les llama Dios hijos rebeldes? ¡Porque han cometido el pecado más grande, causándole a Dios la mayor pena! Aquí se introdujo un pecado peor que el adulterio, la fornicación, el robo, la mentira u odiar al hermano. ¡Es esencialmente el pecado de REBELION Y APOSTASIA! Dios le llama PECADO COMPUESTO, de añadir pecado a pecado.
Es una bofetada en el rostro de Dios. Es la consumación del pecado más declarado que pueda hacer un hijo de Dios, PREFERIR IR A EGIPTO ANTES QUE CONSULTAR AL SEÑOR. Esto se les decía a los líderes de Israel en el reinado de Ezequías, pero es también para la iglesia de los últimos días.
Las drogas, el alcoholismo, el adulterio, el juego, la homosexualidad, la fornicación, la pornografía, estos malos actos son pecados contra la carne, contra la sociedad y contra las leyes y mandamientos de Dios, pero este pecado es en contra de Dios mismo. ¡Es una indignidad en contra de un Dios santo!
“Ay de los que descienden a Egipto por ayuda, y confían en caballos, ¡y su esperanza ponen en carros, porque son muchos, y en jinetes, porque son valientes; y no miran al Santo de Israel, ni buscan a Jehová!” (Is. 31:1)
¡Todo esto tiene que ver con cómo nos libramos del enemigo! ¿Cómo liberamos al pueblo de Dios de enemigos enfurecidos? Los asirios representan a un enemigo exitoso; representan la impetuosa manera de maldad que parece tener tanto éxito hoy. ¿Cómo van los pastores y ancianos, los líderes de Dios, a enfrentar a este formidable enemigo que está a la puerta?
El enemigo ha barrido con todo lo que se ha encontrado delante de él y parece imparable.
A Israel le entró el pánico. En vez de voltear al Señor con confianza, pusieron sus ojos en el enemigo. Tomaron el asunto en sus manos y enviaron embajadores a Egipto.
Isaías nos hace una vívida descripción del vacío y de la angustia que iba enfrente de ellos en su viaje a Egipto: “…por tierra de tribulación y angustia, de donde salen la leona y el león, la víbora y la serpiente que vuela” (Is. 30:6). Ellos no encontraron nada más que vacío y vanidad.
“Por tanto la llamó Rahab quien ha sido exterminada” (Is. 30:7). Aquí Rahab en hebreo quiere decir: “He llamado a Egipto, BOCON, que se sienta tranquilo”. Otros lo interpretan como “Gente fanfarrona que es holgazana” (Keil Delitzsch).
La escena es terrible, aquí tenemos al pueblo de Dios regresando por el mismo desierto del que habían sido libertados, volviendo por ayuda a un sistema del mundo, presumido y fanfarrón que no se podía mover. Estaban dispuestos a soportar una vez más el vacío, el dolor y la angustia en un desierto, buscando que el mundo los ayudara.
Miren a la iglesia de hoy, miren a sus ejércitos de expertos, entrenados, a sus pastores y trabajadores. ¿Hacia dónde se dirigen la mayoría de ellos? ¡De regreso a Egipto, a la gran boca de Egipto! Se están desviando del Hombre de Galilea, del oprobio de la cruz, del poder de la oración, de la fe y de la palabra de Dios.
“Porque este es pueblo rebelde… que no quisieron oír la voz de Jehová” (Is. 30:9).
¡Moisés profetizó que esto ocurriría en los últimos días! Él predijo acerca de la gran apostasía del pueblo de Dios.
“Tomad este libro de la ley, y ponedlo al lado del arca del pacto de Jehová vuestro Dios, y esté allí por testigo contra ti.
“Porque yo conozco tu rebelión y tu dura cerviz; he aquí que aun viviendo yo con vosotros hoy, sois rebeldes a Jehová; ¿cuánto más después que yo haya muerto?
“Porque yo sé que después de mi muerte, ciertamente os corromperéis y os apartaréis del camino que os he mandado; y que os ha de venir mal en los postreros días, por haber hecho mal ante los ojos de Jehová, enojándole con la obra de vuestras manos” (Deut. 31:26, 27, 29).
Moisés profetizó: “Porque yo les introduciré en la tierra que juré a sus padres, la cual fluye leche y miel; y comerán y se saciarán y engordarán y se volverán a dioses ajenos y les servirán y me enojarán e invalidarán mi pacto” (Deut. 31:20).
¿Qué significa desdeñar al Señor y regresar a Egipto? ¿Qué interpretación tiene esto en los últimos días? Dios está diciendo: “Cuando fuiste llamado al principio yo te toqué y te libré de tus enemigos, yo era todo lo que tú deseabas, yo era tu gozo y tu satisfacción, no te habías consumido y tenías un corazón que me anhelaba.
“Ahora tienes libros expertos y de “cómo hacer”, tienes seminarios, sesiones de entrenamiento, más expertos y más consejo, mucho del cual incorpora las enseñanzas de este mundo. ¡Estás aprendiendo como hacer las cosas mejor, pero a mí me conoces menos! Haces las cosas en mi nombre y estás muy ocupado, muy comprometido y trabajas mucho, pero te quedas sintiendo preocupación, cansancio y vacío, porque estás en el CAMINO DE EGIPTO. Estás encauzado en la dirección equivocada”.
Nuestras iglesias ya no tienen el poder de Dios para atraer a la gente. Ahora bajan a Egipto por su música, sus danzas y sus entretenimientos, esperando atraer una multitud. ¡Qué la iglesia crezca a cualquier precio! Fíjense en la mayoría de los boletines de las iglesias, parecen más bien un calendario teatral. La iglesia quiere montar los rápidos caballos de Egipto. ¡Es un hedor en la nariz de Dios!
Aun los ministerios de ayuda a la iglesia están cayendo en apostasía. Trabajadores estacionados enfrente del ídolo de la televisión, leyendo libros de psicología. Aunque algunos tienen pasión por las almas todo esto se convierte en algo mundano y en algo humano.

AL MENSAJE DE SANTIDAD, JUICIO Y ARREPENTIMIENTO SEGUIRÁ UN RECHAZO
“Que dicen a los videntes: No veáis; y a los profetas: No nos profeticéis lo recto, decidnos cosas halagüeñas, profetizad mentiras” (Is. 30:10).
La iglesia apóstata no quiere saber nada de las visiones y las profecías de hombres justos. Ellos no quieren que les molesten en su mundo de éxito. Rechazan la corrección. Bajo la bandera del amor todo se disculpa. ¡Van detrás del entretenimiento! Van en rebaños por miles a conciertos, obras teatrales y reuniones sociales. ¡Ridiculizan a los profetas y se burlan de los que llaman: “predicadores del día del juicio”! Viven ilusiones. Ellos no quieren a un predicador o un evangelista que les hable la verdad cruda, o que saque la espada del Señor. Ellos dicen: “Predícanos cosas suaves. ¡Bendícenos! ¡Haznos sentir bien!
Rechazan especialmente el mensaje de separación y de santidad. Ellos dicen: “Dejad el camino, apartaos de la senda, quitad de nuestra presencia al Santo de Israel” (Is. 30:11).
Nunca pensé que vería el día en que pastores pentecostales me escribirían cartas, reprochándome y diciéndome que estoy trayendo confusión y tristeza al cuerpo de Cristo. ¿Por qué? ¡Por predicar la santidad, el juicio y el arrepentimiento!
Jeremías fue enviado a profetizar en contra de judíos apóstatas, gente del pueblo de Dios. Dios le advirtió: “Pelearán contra ti… me dejaron a mi fuente de agua viva, y cavaron para sí, cisternas… el temor de mí no está en (ellos)” (Jer. 1:19; 2:13, 19).
¿Por qué la gente acoge el mensaje de prosperidad y rechaza la corrección y los llamados al arrepentimiento, y a la santidad? Es por sus estilos de vida. Las predicaciones de prosperidad embonan muy bien en sus estilos de vida. No están dispuestos a dar nada o a oír de cruces y pérdidas. Ellos están por: comprar, adquirir, disfrutar y subir. Se rehúsan a poner atención a las advertencias proféticas de que la fiesta ya se va a acabar.
DE ESTA IGLESIA APOSTATA SE LEVANTARÁ UN PUEBLO SANTO Y ARREPENTIDO, QUE ANHELARÁ IR DETRÁS DEL SEÑOR
¡Nuestro Señor anhela tener un pueblo aquí que sólo lo anhele a Él! Él se lamenta por esta apostasía, pero su compasión va a levantar un pueblo que se vuelva a Él, que se arrepienta y que: ¡Su único deseo sea sólo El!
“Por tanto, Jehová esperará para tener piedad de vosotros, y por tanto será exaltado, teniendo de vosotros misericordia. ¡Porque Jehová es Dios justo! Bienaventurados todos los que confían en Él” (Is. 30:18).
Aquí Isaías se está refiriendo a un pueblo del futuro. Está hablando de un pueblo que iba a formar a la Sión-Jerusalén espiritual, que nunca se caería o derrumbaría. Iba a ser gente santa, cuya principal característica serían sus corazones anhelantes del Señor.
¿Cuál era la señal de la gente apóstata? Ellos no anhelan al Señor; y confían en Egipto, el mundo, la carne y lo mundano. ¡Esta es la triste carencia de la iglesia de hoy! Hay muy poco de este profundo deseo por Jesús, muy poco de estar encerrado con Él, deseándolo a Él como la plenitud de vida. Tenemos una generación que trabaja por Él, testifica, alimenta a los pobres, ayuda a los desamparados y ministra a las necesidades humanas. ¡Pero muy pocos que pasen sus días anhelándolo a Él! Dios dijo: “Mi pueblo se ha olvidado de mi por innumerables días” (Jer. 2:32).
Una iglesia apóstata simplemente tolera la voz profética, la deja pasar con una sonrisa condescendiente. Esto es peor que un rechazo abierto.
“Y vendrán a ti como viene el pueblo, y estarán delante de ti como pueblo mío, y oirán tus palabras y no las pondrán por obra; antes hacen halagos con sus bocas, y el corazón de ellos, anda en pos de su avaricia” (Ez. 33:31).
Para muchos cristianos, aún para aquellos que sinceramente se llamaban a ellos mismos “su pueblo”, el llamarlos a que quiten de sus casas el ídolo de la televisión, que apaguen el “rock and roll” y la música del diablo, que tomen en serio un sometimiento total, es sólo un mensaje de novela. Les afecta por el lado del entretenimiento, les gusta oírlo y decir: amén; pero no los afecta. Siguen las lujurias de sus corazones: ellos rehúsan permitirle al Espíritu Santo que escudriñe en su hombre interior la corrupción que se ha colado en sus vidas y en sus hogares.
De acuerdo con la profecía de Isaías, ¡La iglesia apóstata de los últimos días rechazará totalmente el llamado al arrepentimiento!
“Porque así dijo Jehová el Señor, el Santo de Israel: en descanso (el original en hebreo significa arrepentimiento y conversión) y en reposo será vuestra fortaleza. Y no quisisteis, sino que dijisteis: No” (Is. 30:15-16).
Ahora el mensaje de Dios para la iglesia es este: “Tu última esperanza, la única fuerza que te ayuda, es volverte a mí de todo tu corazón. ¡Arrepiéntete y confía sólo en mí! ¡Regrésate de Egipto, del mundo!”.
Díganle esto a los predicadores de prosperidad, a los pastores ocupados, a la multitud loca por el dinero. ¡Díganles que su única salvación ahora es el arrepentimiento y la santidad! No tienen tiempo ni para considerar la pregunta, mucho menos para dar una buena respuesta. Isaías dice que rechazarán el mensaje de arrepentimiento; rechazarán el pensamiento de quietud y confianza.
¿Por qué? Porque están muy ocupados compitiendo en rápidos y veloces caballos de carreras, huyendo, persiguiendo sus propios sueños.
Isaías predice una repentina caída de estos individuos y ministros que rechazan el mensaje de arrepentimiento.
“Por tanto, el Santo de Israel dice así: Porque desechasteis esta palabra, y confiasteis en violencia y en iniquidad, y en ello os habéis apoyado; por tanto, os será este pecado como grieta que amenaza ruina, extendiéndose en una pared elevada, cuya caída viene súbita y repentinamente.
“Y se quebrará como se quiebra un vaso de alfarero, que sin misericordia lo hacen pedazos” (Is. 30:12-14).
Ya viene un repentino quebrantamiento de noche, la caída de ministros, de iglesias, y estilos de vida, de aquellos que están muy reposados en Sión. ¡Yo he visto lo que vio Isaías!
Viene una repentina calamidad económica tan inesperada que el flujo de dinero separará los ministros centrados en el hombre, irán a la bancarrota uno tras otro. Las iglesias apóstatas cargadas con deudas caerán en bancarrota.
Los que predican exclusivamente de prosperidad serán los predicadores más odiados en la tierra. Ya hemos recibido cartas de aquellos que estaban en ese terreno, pero ahora están en profundos problemas financieros, y estas personas heridas se están volviendo en contra de sus maestros, gritando: “¡Me engañaste! ¿Por qué no funciona tu palabrería ahora?” Los mismos maestros tendrán terror, considerando el colapso nocturno.
¿Quién podrá creer esto? Ahora millones de dólares fluyen libremente. Construyen, compran y venden y emprenden sus sueños como si nunca se fuera a terminar. ¡Pero el día está cerca, un terrible derrumbe viene pronto! ¡Sin misericordia! ¡Un quebrantamiento repentino! ¿Quién hubiera creído en el colapso en el mercado del petróleo? ¿Quién hubiera creído que nuestro transbordador explotaría?
Miles de pastores apóstatas y sus desvalidos rebaños van a temblar de vergüenza y temor.
“Un millar huirá a la amenaza de uno; a la amenaza de cinco huiréis vosotros todos, hasta que quedéis como mástil en la cumbre de un monte, y como bandera sobre una colina” (Is. 30:17).
Esto significa que el terror les sobrevendrá. Irán de un lado a otro sin encontrar donde esconderse, sin descanso, sin confianza, sin fuerza interior. ¡Aterrorizados! ¡Serán sólo sombra de lo que fueron!
El dominio del egoísmo, del orgullo y la ambición se están cayendo. No han hecho caso a las advertencias de Isaías, y se han burlado de las mías. Pero ellos han sido advertidos. Cuando esto suceda, y sucederá, ¿de qué servirá entonces su mensaje? ¿Quién escuchará?
Sus sueños y sus ilusiones serán quitados y sus escenarios de entretenimientos serán destruidos. Aun los incrédulos dirán: “¿Cómo puede pasar esto? ¿Por qué Dios les ha hecho esto?”
Estas advertencias no van a molestar a los cristianos que estén escondidos en Dios. Las advertencias de Jesús fueron más fuertes que las que acaba de leer.
Sin embargo, a los que confían en Él les dijo: “No teman”. ¡Santos, sigan leyendo todo esto, tiene un lado glorioso! Cuando por todos lados haya un derrumbe y llanto, la gente de Dios no llorará, porque Él va a contestar sus oraciones.
“Ciertamente el pueblo morará en Sión, en Jerusalén; nunca más llorarás; el que tiene misericordia se apiadará de ti; al oír la voz de tu clamor te responderá” (Is. 30:19).
Habrá opresión de parte de Satanás, del mundo, de las circunstancias, pero Dios se manifestará en medio de su pueblo. Su presencia será para ellos preciosa.
“Bien que os dará el Señor pan de congoja y agua de angustia, con todo tu Maestro nunca más te será quitado, sino que tus ojos verán a tu Maestro” (Is. 30:20).
Dios le va a dar revelación a este pueblo. ¡Él los va a guiar paso a paso! Entonces no va a haber hambre de la Palabra de verdad, ni habrá necesidad de sermones en cintas, ni de lejanos seminarios. El Señor ya tiene en su lugar una fuerza de predicadores santos y arrepentidos que están esperando la hora en que los cristianos estén listos para escuchar. Estos predicadores ya no van a ser censurados, ni excluidos, se van a parar en la brecha y van a proclamar la Palabra santa y pura del Señor ante una nación que tiembla.

“Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino; andad por él, y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzáis a la mano izquierda” (Is. 30:21).
“Entonces profanarás la cubierta de tus esculturas de plata y la vestidura de tus imágenes fundidas de oro; las apartarás como trapo asqueroso. ¡Sal fuera!, les dirás” (Is. 30:22).
Ellos disfrutarán de su más grande ministerio cuando todo a su alrededor sea temor, fracaso y ruinas.
“Entonces dará el Señor lluvia a tu sementera, cuando siembres la tierra, y dará pan del fruto de la tierra, y será abundante y pingüe; tus ganados en aquel tiempo serán apacentados en espaciosas dehesas” (Is. 30:23).
¡Alaben a Dios! Este remanente anhelante va a tener una cosecha gloriosa en el día de ruina y calamidad. Ellos no van a estar huyendo o escondiéndose. Ellos oyeron el sonido de la trompeta y se prepararon. Se escondieron en Cristo y se asieron de la Roca.
En los últimos años, y ahora con más intensidad, Dios ha estado y está preparando un pueblo que Él va a llamar el día de la matanza. Ellos no van a ser sacudidos cuando todo sea sacudido por Dios. Ellos van a tener esa quietud y fortaleza, van a tener su confianza en Él.
¡Ellos no van a ser confundidos! ¡Ellos no se van a desanimar, ni a ser lanzados fuera! ¡Sabrán que Dios los ha preparado para esta hora! ¡Estarán bebiendo de los ríos de agua viva! “Y sobre todo monte alto y sobre todo collado elevado habrá ríos y corrientes de aguas en el día de la gran matanza, cuando caerán las torres” (Is 30:25).
En el día que Dios eche abajo todas las fortalezas en que confiaban los hombres y la iglesia apóstata, cuando comience LA GRAN MATANZA de ministerios centrados en hombres, entonces, ¡su pueblo estará bebiendo de los manantiales de agua sobrenatural!
Pero lo mejor de todo es que estos santos confundidos, pero creyentes y anhelantes, se van a convertir en la revelación más grande y brillante de Jesucristo a la humanidad.
“Y la luz de la luna será como la luz del sol, y la del sol será siete veces mayor, como la luz de siete días, el día que vendare Jehová la herida de su pueblo y curare la llaga que el causó” (Is. 30:26).
Este cuerpo va a gozarse en una revelación de Jesucristo siete veces más intensa que todas las revelaciones pasadas. Nos encontraremos con Él como su novia vestida con su brillantez.
Si este mensaje te asusta o te molesta es mejor que escudriñes tu corazón. Este no es un mensaje de condena o de tristeza para los vencedores. ¡Aquellos que confían completamente en el Señor se regocijarán, porque el día de nuestra redención se acerca!
¡Yo soy uno de los predicadores más animados del mundo! Casi no puedo contener mi gozo, porque Dios está a punto de echar abajo y arrancar todo lo que es del mundo y de la carne.
¡Santos regocíjense conmigo! ¡Amén!


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