PREFACIO
En el año 1855, C. H. Spurgeon, el conocido pastor de lo que más tarde fue
llamado el «Tabernáculo Metropolitano» en Londres, Inglaterra, publicó de nuevo
la confesión de fe que ahora presentamos a las iglesias bautistas del mundo
hispano en este nuevo estilo, para celebrar el aniversario número 300 de esta
declaración de la fe.
Entre aquellas cosas que creemos firmemente es que no hay nada semejante a
la Biblia. Por eso no atribuimos autoridad alguna a esta confesión. De hecho,
Ud. puede ver en el primer capítulo de esta publicación que todas las doctrinas
de hombres deben decidirse por el veredicto bíblico. (Cap. 1, par. 10)
A pesar de esto, hay quienes que menosprecian los documentos llamados
confesiones de fe. Otros dicen: «Cristo es nuestro credo». Sin embargo, todo el
mundo sabe que en el momento en que decimos, «La Biblia dice tal o cual cosa, y
yo la creo), ya hemos hecho una confesión de fe. Si algunos no
creen en la utilidad de escribir y publicar su confesión, respetamos su
posición, si bien diferimos. Por nuestra parte, convencidos de que los que
quieren saber en qué creemos deben ser atendidos, estamos dispuestos pasar el
trabajo e incurrir en los gastos necesarios para cumplir con sus esperanzas. En
las siguientes lineas ofrecemos una traducción de parte del prefacio de la
primera edición de esta confesión de fe hecha en 1689, después de mucha
persecución. Dice asi:
Hace muchos años que vimos la necesidad de publicar una confesión de
nuestra fe para informar y satisfacer a aquellos que no entendían nuestros
principios, o que tenían prejuicios contra estos debido a una presentación
defectuosa de los mismos. Esta primera confesión fue publicada cerca del año
1643 en el nombre de 7 congregaciones que se reunían en Londres. Desde aquel
entonces varias ediciones han salido, cumpliendo con nuestro propósito básico.
Más, por ahora es difícil conseguir un ejemplar de esa confesión, si bien
muchos han llegado a creer nuestras doctrinas. Por lo tanto, consideramos como
una necesidad el que todos demos un testimonio unido al mundo de que aún nos
adherimos a estos principios usando como medio esta publicación que está en sus
manos.
Aunque la sustancia de nuestras creencias es la misma, ustedes observarán
que hemos cambiado el método de expresar nuestra fe. De ahí en adelante ellos
explican que la razón por la cual publicaron su confesión no fue solamente para
mostrar su ortodoxia a aquellos que no creían en el bautismo como los 1 bautistas,
sino también para tener un instrumento para la instrucción y la edificación del
pueblo de Dios. Por eso decidieron hacer una delaración más completa y exacta,
aprovechándose de un plan que las iglesias congregacionalistas habían usado
cuando publicaron su confesión de fe (llamado la «Savoy»), o sea, el de copiar
la famosa Confesión de fe Westminster, cambiando mayormente aquellas cosas que
tenían que ver con la iglesia, su organización y sus ordenanzas. La Westminster
es reconocida como la más exacta confesión de fe reformada debido a los años dedicados
a su preparación por los mejores ministros de Inglaterra y Escocia. Los
bautistas defendieron este proceder diciendo que así podrían mostrar al mundo
su acuerdo básico con todos los fundamentos de la fe protestante reformada.
También afirmaron que su propósito no era ser contenciosos o divisivos sino
andar en paz con sus hermanos en todas las doctrinas de la fe. Compartimos los
sentimientos de aquellos ministros que representaban más de cien congregaciones
y, animados por nuestros hermanos hispanos, que rechazan el arminianismo en los
países de Centro y Sudamérica, España, Estados Unidos, República Dominicana y
Puerto Rico, hemos publicado esta traducción. Nos pareció bien seguir el plan
de nuestros antepasados, por lo tanto, copiamos la confesión de fe de
Westminster intercalando aquellos cambios hechos por los bautistas a través de
los tiempos, utilizando para este propósito una traducción hecha unos años
atrás por el pastor David Surpless. Terminamos esta breve introducción con una
cita del pastor C.H. Spurgeon hablando de esta confesión: Este documento
antiguo es un excelente resumen de aquellas cosas creídas entre nosotros.
Aceptamos el mismo no como una regla autoritativa, o como un código de fe, sino
como una ayuda en la controversia, una confirmación en la fe y un medio de
edificación en la justicia. En él los miembros de esta Iglesia tendrán un
pequeño resumen doctrinal y por medio de las pruebas bíblicas allí contenidas
estarán preparados para dar una respuesta de la fe que hay en ellos.
CAPÍTULO 1
LAS SANTAS ESCRITURAS
1. Las Santas Escrituras son la única toda suficiente, segura e infalible
regla del conocimiento, fe y obediencia salvadoras.1 Aunque la luz de la
naturaleza y las obras de creación y de providencia manifiestan la bondad, sabiduría,
y poder de Dios, de tal manera que los hombres quedan sin excusa, sin embargo,
no son suficientes para dar aquel conocimiento de Dios y de su voluntad que es
necesario para la salvación;2 por lo que le agradó al Señor, en varios tiempos
y de diversas maneras revelarse a sí mismo y declarar su voluntad a su
Iglesia;3 y además para conservar y propagar mejor la verdad y para el mayor
consuelo y establecimiento de la Iglesia contra la corrupción de la carne y la
malicia de Satanás y del mundo, le agradó dejar esa revelación por escrito, por
todo lo cual las Santas Escrituras son muy necesarias, y tanto mas cuanto que
han cesado ya los modos anteriores por los cuales Dios reveló su voluntad a su
Iglesia.
(1)2Ti. 3:15-17;
IS.8:20; LC 16:29,31; Ef. 2:20 (2) Ro. 1:19-21; Ro. 2:14,15; Sal. 19:1-3 (3)He.
1:1 (4)Pr. 22;19-21; Ro. 15:4; 2P. 1:19,20.
2. Bajo el titulo de las Santas Escrituras la palabra de Dios o
escrita, se contienen todos los libros del Antiguo y Nuevo Testamento, y los
cuales son como sigue:
ANTIGUO TESTAMENTO
Génesis
|
1ero de
Reyes
|
Eclesiastés
|
Abdias
|
Exodo
|
2do de
Reyes
|
Cantares
|
Jonas
|
Levítico
|
1ero de
Crónicas
|
Isaías
|
Miqueas
|
Números
|
2.do de
Crónicas
|
Jeremías
|
Nahúm
|
Deuteronomio
|
Esdras
|
Lamentaciones
|
Habacuc
|
Josué
|
Nehemías
|
Ezequiel
|
Sofonias
|
Jueces
|
Ester
|
Daniel
|
Hageo
|
Rut
|
Job
|
Oseas
|
Zacarías
|
1ero de
Samuel
|
Salmos
|
Joel
|
Malaquías
|
2 do de
Samuel
|
Proverbios
|
Amos
|
NUEVO TESTAMENTO
Mateo
|
Efesios
|
Hebreos
|
Marcos
|
Filipenses
|
Santiago
|
Lucas
|
Colosenses
|
1ra de
Pedro
|
Juan
|
1ra
Tesalonicenses
|
2da de Pedro
|
Hechos
|
2da
Tesalonicenses
|
1ra de
Juan
|
Romanos
|
1ra
Timoteo
|
2da de
Juan
|
1ra
Corintios
|
2da
Timoteo
|
3ra de
Juan
|
2da
Corintios
|
Tito
|
Judas
|
Gálatas
|
Filemón
|
Apocalipsis
|
Todos estos fueron dados por inspiración de Dios para que sean la regla de
fe y vida.5
52 Ti.3:16 Toda la Escritura es inspirada
por Dios y es útil para la enseñanza, para la reprensión, para la corrección,
para la instrucción en justicia,
3. Los libros comúnmente titulados Apócrifos, por no ser de inspiración
divina, no deben formar parte del canon de las Santas Escrituras, y por lo
tanto no son de autoridad para la Iglesia de Dios, ni deben aceptarse ni usarse
sino de la misma manera que otros escritos humanos.6
6LU 24:27,44 Y les dijo: --Estas son las
palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se
cumpliesen todas estas cosas que están escritas de mí en la Ley de Moisés, en
los Profetas y en los Salmos.Rom 3:2 Mucho, en todo sentido. Primeramente, que
las palabras de Dios les han sido confiadas.
4. La autoridad de las Santas Escrituras,; por la que ellas deben ser
creídas y obedecidas, no depende del testimonio de ningún hombre o iglesia,
sino enteramente del de Dios (quien en si mismo es la verdad), el autor de
ellas; y deben ser creídas porque son la palabra de Dios.7
7 2 Pe 1:19 ¶ También tenemos la
palabra profética que es aun más firme. Hacéis bien en estar atentos a ella,
como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que aclare el día y el
lucero de la mañana se levante en vuestros corazones.20 Y hay que tener muy en
cuenta, antes que nada, que ninguna profecía de la Escritura es de
interpretación privada;21 porque jamás fue traída la profecía por voluntad
humana; al contrario, los hombres hablaron de parte de Dios siendo inspirados
por el Espíritu Santo.16 Toda la Escritura es inspirada por Dios y es útil para
la enseñanza, para la reprensión, para la corrección, para la instrucción en
justicia, 1 Te 2:13 ¶ Por esta razón, nosotros también damos gracias a Dios sin
cesar; porque cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de parte
nuestra, la aceptasteis, no como palabra de hombres, sino como lo que es de
veras, la palabra de Dios quien obra en vosotros los que creéis. 1 Jn 5:9 Si
recibimos el testimonio de los hombres, el testimonio de Dios es mayor; porque
éste es el testimonio de Dios: que él ha dado testimonio acerca de su Hijo.
5 El testimonio de la Iglesia puede movernos e inducirnos a tener para las
Santas Escrituras una estimación alta y reverencial; a la vez el carácter
celestial del contenido de la Biblia, la eficacia de su doctrina, la majestad
de su estilo, la armonía de todas sus partes, el fin que se propone alcanzar en
todo el libro (que es el de dar toda gloria a Dios), el claro descubrimiento
que hace del único modo por el cual puede alcanzar la salvación el hombre, la
multitud incomparable de otras de sus excelencias y su entera perfección, son
todos argumentos por los cuales la Biblia demuestra abundantemente que es la
palabra de Dios. Sin embargo, nuestra persuasión y completa seguridad de que su
verdad es infalible y su autoridad divina, provienen de la obra del Espíritu
Santo, quien da testimonio a nuestro corazón con la palabra divina y por medio
de ella.8
8 Jn. 16:13,14; 1 Co. 2:10-12; 1 Jn.
2:20, 27
6. Todo el consejo de Dios tocante a todas las cosas necesarias para su
propia gloria; y para la salvación, la fe y la vida del hombre, está
expresamente expuesto o implícitamente revelado en las Escrituras y, a esta
revelación de su voluntad, nada será añadido, ni por nuevas revelaciones del
Espíritu, ni por las tradiciones de los hombres.9
Sin embargo, confesamos que la iluminación interna del Espíritu de Dios es
necesaria para que las cosas reveladas en la palabra se entiendan de una manera
salvadora,10 y que hay algunas circunstancias tocante al culto
de Dios y al gobierno de la iglesia, comunes a las acciones y sociedades
humanas, que deben arreglarse conforme a la luz de la naturaleza y de la
prudencia cristiana, pero guardándose siempre las reglas generales de la
palabra. 11
9 2 Ti 3:15-17, Gá 1:8,9 10 Jn
6:45, 1 Co 2:9-12, 11 1 Co 11:13,14 1 Co 14:26,40
7 Las cosas contenidas en las Escrituras, no son todas igualmente claras ni
se entienden con la misma facilidad por todos; 12 sin
embargo, las cosas que necesariamente deben saberse, creerse y guardarse para
conseguir la salvación, se proponen y se declaran en uno u otro lugar de las
Escrituras, de tal manera que no sólo los eruditos, sino aun los que no lo son,
pueden adquirir un conocimiento suficiente de tales cosas por el debido uso de
los medios ordinarios.13
122p. 3:16 13 Sal 19:7; Sal 119:130
8. El Antiguo Testamento se escribió en hebreo (que era el idioma común del
pueblo de Dios antiguamente),14 y el Nuevo Testamento lo es en
el griego (que en el tiempo en que fue escrito era el idioma más conocido entre
las naciones), porque en aquellas lenguas fueron inspirados directamente por
Dios, y guardados puros en todos los siglos por su cuidado y providencia
especiales. Por esta razón debe apelarse finalmente a los originales en esos
idiomas en toda controversia.15 Como estos idiomas originales
no se conocen por todo el pueblo de Dios, el cual tiene el derecho de poseer
las Escrituras y tiene gran interés en ellas, a las que según el mandamiento
debe leer16 y escudriñar17 en el temor de Dios,
se sigue que la Biblia debe traducirse a la lengua vulgar de toda nación a
donde sea llevada,18 para que morando abundantemente la palabra
de Dios en todos, puedan adorarle de una manera aceptable y para que por la
paciencia y consolación de las Escrituras tengan esperanza. 19
14Ro.
3:2 15Is. 8:20 16Hch. 15:15 17Jn.
5:39 181 Co. 14:6,9,11,12,24,28 19Co1. 3:16;
Ro. 15:4
9. La regla infalible para interpretar la; Biblia, es la Biblia misma, y
por tanto, cuando hay dificultad respecto al sentido verdadero y pleno de un
pasaje cualquiera (cuyo significado no es múltiple, sino uno solo), éste se
puede buscar y establecer por otros pasajes que hablan con más claridad del
asunto. 20
20 P. 1:20,21, Hch. 15:15,16
10. El Juez Supremo por el cual deben decidirse todas las controversias
religiosas, todos los decretos de los concilios, las opiniones de los hombres
antiguos, las doctrinas de hombres y de espiritus privados, y en cuya sentencia
debemos descansar, no es ningún otro más que el veredicto biblico dado por el
Espíritu Santo. En tal veredicto descansa la fe.21
21Mt. 22:29-32; Ef. 2:20; Hch. 28:23
CAPÍTULO 2
DIOS Y LA SANTA TRINIDAD
1. No hay sino un solo Dios, el único viviente y verdadero.1 Existe por si
mismo2 y es infinito en su ser y perfecciones. Su esencia no puede ser
comprendida.3 El es espíritu purísimo,4 invisible, sin cuerpo, miembros o
pasiones. Solo él posee inmortalidad y habita en luz inaccesible;5 quien es mm
utable,6 inmenso,7 eterno,8 incomprensible, todopoderoso,9 e infinito. Es
santo,10 sabio, libre, absoluto, que hace todas las cosas según el consejo de
su propia voluntad (que es inmutable y justísima)'1 y para su propia gloria.12
También Dios es amoroso, benigno y misericordioso, longánimo, abundante en
bondad y verdad, perdonando toda iniquidad, transgresión y pecado, galardonador
de todos los que le buscan con diligencia,13 y sobre todo muy justo y terrible
en sus juicios,14 que odia todo pecado15 y que de ninguna manera dará por
inocente al culpable.16
11 CO 8:4-6 Dt 6:4 2)Jer 10:10, Is. 48:12 3) Ex
3:14 4)Jn 4:24, 5)1 Ti 1:17; Dt 4:15,16 6) Mal.
3:6
7) 1 R. 8:27; Jer.23:23,24, 8) Sal
90:2 9) Gn. 17:1 10)Is 6:3 11)Sal
115:3; Is 46:10 12)Pr. 16:4 Ro 11:36 13) Ex
34:6,7; He 11:6 14)Neh. 9:32,33 15 Sal.
5:5,6 16 Ex. 34:7; Nah. 1:2,3
2. Dios posee en si mismo y por si mismo toda vida,17 gloria, 18 bondad 19
y bienaventuranza,' es suficiente en todo en sí mismo y respecto a si mismo, no
teniendo necesidad de ninguna de las criaturas que él ha hecho, ni derivando
ninguna gloria de ellas, sino que solamente manifiesta su propia gloria en
ellas, por ellas, hacia ellas y sobre ellas. El es la única fuente de todo ser,
de quien, por quien y para quien son todas las cosas,21 teniendo sobre ellas el
más soberano dominio, y, haciendo por ellas, para ellas y sobre ellas toda su
voluntad.22
Todas las cosas están abiertas y manifiestas delante de su vista; 23 su
conocimiento es infinito, infalible e independiente de toda criatura, de modo
que para él no hay ninguna cosa contingente o dudosa.24 Es santísimo en todos
sus consejos, en todas sus obras 25 y en todos sus mandatos. Siendo él el
creador de los hombres y lós angeles, éstos le deben a él toda adoración, 26
servicio y cualquier cosa que él pudiera demandar de ellos.
23 He 4:13 24Ez. 11:5;Hch 15:18, 25 Sal
145:17 26Ap. 5:12-14
3. La Divinidad se compone de tres personas: Dios Padre, Dios Hijo (o
Verbo) y Dios el Espíritu Santo. 27 Son uno en sustancia, poder y eternidad.
Cada uno es enteramente Dios, pero a la vez Dios es uno e índivisible. 28 El
Padre no es de nadie, ni es engendrado ni procedente de nadie; el Hijo es
engendrado al eterno del Padre, 29 y el Espíritu Santo procede del Padre y del
Hijo. 30 Estas tres personas divinas, siendio un solo Dios eterno, indivisible
en su naturaleza y ser, son distinguidos en las Escrituras por sus relaciones
personales dentro le la divinidad, y por la variedad de obras que efectúan. Su
unidad triple (es decir, la Trinidad) es la base esencial de comunión con Dios
y del consuelo que recibimos de nuestra confianza en él.
27i Jn. 5:7; Mt. 28:19: 2Co. 13:14 28Ex. 3:14; Jn. 14:11; 1
Co. 8:6 29Jn. 1:14,18 30 Jn 15:26; Gal. 4:6
CAPÍTULO 3
EL DECRETO ETERNO DE DIOS
1. Dios desde la eternidad, por el sabio y santo consejo de su voluntad,
ordenó libre e inalterablemente todo lo que sucede.1 Sin embargo, lo hizo de
tal manera, que Dios ni es autor del pecado ni comparte con los pecadores la
responsabilidad del pecado2 ni hace violencia a la voluntad de SUS
criaturas, ni quita la libertad ni contingencia de las causas secundarias sino
más bien las establece.3 En todo esto se manifiesta la sabiduria divina al
igual que su poder y fidelidad para efectuar aquello que se ha propuesto.4
1 Is. 46:10; Ef. 1:11; He. 6:17; Ro. 9:15,18 2Stg.
1:13; 1 Jn 1:5 3Hch. 4:27,28; Jn. 19:11 4Nm.
23:19; Ef 1:3-5
Aunque Dios sabe todo lo que puede suceder en toda clase de condición o
contingencia que se puede suponer, 5 sin embargo, nada
decretó porque lo preveía como porvenir o como cosa que sucedería en
circunstancias dadas.6
5Hch. 15:18 2.6Ro. 9:11,13,16,18
3. Por el decreto de Dios y para la manifestación de su propia gloria,
algunos hombres y angeles son predestinados (o pre-ordenados) a vida eterna por
medio del Señor Jesucristo, 7 para la alabanza y gloria de su gracia. 8 A
los demás, él ha dejado para que sean condenados en sus pecados, para la
alabanza de su gloriosa justicia.9
Ti. 5:21; Mt.
25:34 8Ef. 1:5,6 9Ro. 9:22,23; Jud. 4
4. Estos hombres y ángeles así predestinados y preordenados, están
designados particular e inalterablemente, y su número es tan cierto y definido
que ni se puede aumentar ni disminuir. 10
10Jn. 13:18; 2Ti.2:19
5. A aquellos que Dios ha predestinado para vida desde antes que fuesen
puestos los fundamentos del mundo, conforme a su eterno e inmutable propósito y
al consejo y beneplácito secreto de su propia voluntad, los ha escogido en
Cristo para la gloria eterna; mas esto por su libre gracia y puro amor,11 sin
cualquiera otra cosa en la criatura como condición o causa que le mueva a ello.12
11Ef. 1:4,9,11; Ro.8:30; 2TI.1:9; 1 Ts. 5:9 12Ro. 9:13,16; Ef. 2:5,12
6. Así como Dios ha designado a los elegidos para la gloria, de la misma
manera, por el propósito libre y eterno de su voluntad, ha preordenado también
105 medios para ello.13 Por tanto, los que son elegidos, habiendo caído en
Adam, son redimidos por Cristo,14 y en debido tiempo eficazmente llamados a la
fe en Cristo por el Espíritu Santo; son justificados, adoptados,
santificados,15 y guardados por su poder, por medio de la fe, para salvación.16
Nadie más será redimido por Cristo, eficazmente llamado, justificado, adoptado,
santificado y salvado, sino solamente los elegidos.17
13 1 P. 1:2; 2Ts.2:13 141 Ts. 5:9,10 15Ro.
8:30; 2Ts.2:13 16 1 P. 1:5 17Jn. 10:26; Jn. 17:9; Jn.6:64
7 La doctrina de este alto misterio de la predestinación debe tratarse con
especial prudencia y cuidado, para que los hombres, persuadidos de su vocación
eficaz, se aseguren de su elección eterna,18 y atendiendo a la voluntad
revelada en la palabra de Dios, cedan la obediencia a ella. De esta manera esta
doctrina proporcionará motivos de alabanza,19 reverencia y admiración a Dios; y
también de humildad,20 diligencia y abundante consuelo a todos los que
sinceramente obedecen al evangelio.21
18 1 Ts. 1:4,5; 2P.1:10 19Ef.
1:6; Ro. 11:33 20Ro. 11:5,6,20 21Lc 10:20
CAPÍTULO 4
LA CREACIÓN
1. En el principio agradó a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo,1 para la
manifestación de la gloria de su poder,2 sabiduría y bondad eternas, crear o
hacer el mundo y todas las cosas que en él están, ya sean visibles o
invisibles, en el espacio de seis días y todas muy buenas.3
1Jn. 1:2,3; He.
1:2; Job 26:13 2Ro. 1:20 3Col. 1:16; Gn. 1:31 1
2. Después que Dios hubo creado todas las demás criaturas, creó al hombre,
varón y hembra,4 con alma racional e inmortal,5 y en toda manera posible les
preparó para una vida en armonía con él. Fueron creados a su imagen, dotados de
conocimiento, justicia y santidad verdadera,6 teniendo la ley de Dios escrita
en su corazón,7 y dotados del poder de cumplirla; sin embargo, había la
posibilidad de que la quebrantaran dejados a la libertad de su voluntad que era
mudable.8
4 Gn. 1:27 5 Gn. 2:7 6Ec. 7:29; Gn.
1:26 7Ro 2:14,15 8 Gn. 3:6
Además de esta ley escrita en su corazón, recibieron el mandato de no comer
del árbol de la ciencia del bien y del mal, 9 y mientras guardaron este
mandamiento, fueron felices, gozando de comunión con Dios, y teniendo dominio
sobre las criaturas.10
9Gn.2:17 3 10 Gn
1:26,28
CAPÍTULO 5
PROVIDENCIA
1. Dios, el buen creador de todo, en su poder y sabiduría infinita,
sostiene, dirige, dispone y gobierna a todas las criaturas y cosas,1 desde la
más grande hasta la más pequeña,2 por su sabia y santa providencia. Dios cumple
con los propósitos para los cuales él creó estas cosas, conforme a su presciencia
infalible, y al libre e inmutable consejo de su propia voluntad, para la
alabanza de la gloria de su sabiduría, poder, justicia, bondad y misericordia.3
1He. 1:3;Job 38:11;Is. 46:10,11;Sal. 135:6 2Mt. 10:29-31 3Ef.
1:11 4Hch. 2:23 5 Pr. 16:33 6gn.
8:22
2. Aunque con respecto a la presciencia y decreto de Dios, causa primera,
todas las cosas sucederán inmutable e infaliblemente,4 de modo que nada ocurre
por suerte o fuera de la esfera de su providencia;5 sin embargo, por la misma
providencia las ha ordenado de tal manera, que sucederán conforme a la
naturaleza de las causas secundarias, sea necesaria, libre o contingentemente.6
3. Dios en su providencia ordinaria hace uso de medios;7 a pesar de esto,
él es libre para obrar sin ellos,8 sobre ellos,9 y contra ellos,10 según le
plazca.
7Hch. 27:31,44; Is. 55:10,11 8 Os. 1:7 9Ro. 4:19-21 10Dn. 3:27
4. El poder todopoderoso, la sabiduría inescrutable y la bondad infinita de
Dios se manifiestan en su providencia de tal manera que su propósito soberano
se extiende aun hasta la primera caída y a todos los otros pecados de los
ángeles y de los hombres,11 y esto no sólo por un mero permiso, sino que él
sabia y poderosamente limita, ordena y gobierna,12 en varias formas, las
acciones pecaminosas de tal manera que éstas llevan a cabo sus designios
santos,13 pero de tal modo, que lo pecaminoso procede sólo de la criatura, y no
de Dios, quien es justísimo y santísimo, y por eso, no es, ni puede ser el
autor o aprobador del pecado.14
11Ro. 11:32-34; 25.24:1; 1 Cr. 21:1 122 R. 19:28; Sal.
76:10 130n. 50:20; Is. 10:6,7,12 14Sa1. 50:21; 1 Jn. 2:16
5. El todo sabio, justo y benigno Dios, a menudo deja por algún tiempo a
sus hijos en las tentaciones multiformes y en la corrupción de sus propios
corazones, a fin de corregirles de sus pecados anteriores o para descubrirles
la fuerza oculta de la corrupción, para humillarlos, y para infundir en ellos
el sentimiento de una dependencia más íntima y constante de él para su apoyo, y
para hacerles más vigilantes contra todas las ocasiones futuras del pecado, y
para otros muchos fines santos y justos.15
152 Cr. 32:25,26,31; 2 Co. 12:7-9 16 Ro.
8:28
Su santo y justo propósito es obrado de tal forma que todo lo que ocurre a
sus elegidos es según su designio, para su gloria y para el bien de ellos.16
6. En cuanto a aquellos hombres malvados e impíos a quienes Dios como juez
justo ha cegado y endurecido a causa de sus pecados anteriores,17 no sólo les
retira su gracia por la cual podrían haber alumbrado sus entendimientos y
ejercitado sus corazónes,18 sino también algunas veces les retira los dones que
ya tenían,19 y los deja expuestos a objetos que son causa de pecado debido a la
corrupción humana,20 y a la vez les entrega a sus propias concupiscencias, a
las tentaciones del mundo y al poder de Satanas,21 de donde sucede que se
endurecen bajo los mismos medios que Dios emplea para ablandar a los demás.22
17Ro. 1:24-26,28; Ro. 11:7,8 18Dt. 29:4 19 Mt.
13:12 20 Dt 2:30; 2 R. 8:12,13 2 Ts. 2:10-12 22 Ex
8:15,32; Is.6:9,10; 1 P.2:7,8
7. Así como la providencia de Dios alcanza, en general a todas las
criaturas, así también de un modo especial cuida a su Iglesia y dispone todas
las cosas para el bien de ella. 23
23 1 Ti. 4:10; Am. 9:8,9; Is 43:3-5
CAPÍTULO 6
LA CAÍDA DEL HOMBRE, EL PECADO Y SU
CASTIGO
1. El hombre, según vino de la mano de Dios, su creador, era perfecto y
limpio. La ley justa que Dios le dio hablaba de vida condicionada a su
obediencia y amenazaba con muerte la desobediencia.1 La obediencia de Adán fue
muy corta. Satanás usó la sutil serpiente para traer a Eva al pecado y entonces
ella sedujo a Adán, quien sin ninguna fuerza de afuera, libremente violó la ley
bajo la cual habían sido creados y también el mandamiento de Dios de no comer
del fruto prohibido.2 Plugo a Dios, conforme a su sabio y santo propósito,
permitir este pecado proponiéndose ordenarlo para su propia gloria.
1Gn. 2:16,17 2Gn. 3:12,13;2
Co. 11:3
2. Por este pecado, nuestros primeros padres cayeron de su justicia
original y perdieron la comunión con Dios. El pecado de ellos nos envolvió a
todos y a través de este pecado la muerte pasó a todos.3 Todos los hombres
vinieron a ser muertos en pecado,4 y totalmente corrompidos en todas las
facultades y partes del alma y del cuerpo.5
3Ro. 3:23 4Ro.
5:12-21 5Tit 1:15;Gn. 6:5; Jer. 17:9;
Ro. 3:1~19
3. Siendo ellos la raíz de la raza humana, y por la ordenanza de Dios
estando Adan en el lugar de toda la humanidad, la culpa de este pecado fue
imputada a su posteridad, y la naturaleza corrompida se transmitió a aquella
que desciende de ellos según la generación ordinaria.6 Todos los hombres,
siendo concebidos en pecado,7 y por naturaleza hijos sujetos a la ira de Dios,8
siervos del pecado y sujetos a la muerte,9 son dados a inexplicables miserias
espirituales, temporales y eternas, a no ser que el Señor Jesucristo los
libere.10
6 Ro. 5:12-19; 1 Co. 15:21,22,45,49 7Sal. 51:5; Job
14:4 8Ef. 2:3 9Ro. 6:20; 5:12
10 He.2:14,15;1 Ti. 1:10
4. De esta corrupción original, por la cual carecemos de disposición y
aptitud para todo bien y estamos opuestos a este bien, así como enteramente
inclinados a todo mal,11 dimanan todas nuestras transgresiones actuales.12
11Ro. 8:7; Col. 1:2112Stg. 1:14; Mt. 15:19
5. Esta corrupción de naturaleza dura toda esta vida aun en aquellos que
son regenerados;13 y, aun cuando sea perdonada y amortiguada por medio de la fe
en Cristo, sin embargo, ella, y todos los efectos de ella son verdadera y
propiamente pecado.14
13Ro. 7:18,23;Ec. 7:20;1Jn. 1:8 14Ro.
7:23-25;Gá. 5:17
CAPÍTULO 7
EL PACTO DE DIOS
1. La distancia que media entre Dios y la criatura es tan grande, que
aun cuando las criaturas racionales le deben obediencia como a su
creador, sin embargo, ellas no podrán nunca llegar a vida espiritual, si no es
por alguna condescendencia voluntaria de parte de Dios, habiéndole plac ido a
éste expresarla por medio de un pacto.1
1Lc. 17:10; Job 35:7,8
2. Ademas, ya que el hombre, por razón de su caída en el pecado, se colocó
a sí mismo bajo la maldición de la ley de Dios,2 le plació al Señor hacer un
pacto de gracia, según el cual Dios ofrece libremente a los pecadores vida y
salvación por Jesucristo,3 exigiéndoles la fe en éste para que puedan ser
salvos, y prometiendo dar su Espíritu Santo a todos aquellos que ha ordenado
para vida eterna, dándoles así voluntad y capacidad para creer.4
2Gn. 2:17; Gá. 3:10 3Ro. 8:3;Mr. 16:15,16; Jn. 3:16 4 Ez.
36:26,27; Jn. 6:44,45; Sal. 110:3
3. El pacto de Dios es revelado en el evangelio; en primer lugar a Adán en
la promesa de salvación a través de la simiente de la mujer,5 y luego, paso a
paso hasta la entera revelación de salvación en el Nuevo Testamento.6 La
salvación de los elegidos está basada en un pacto de redención que fue trazado
en la eternidad entre Dios Padre e Hijo,7 y es únicamente a través de la gracia
dada en este pacto que todos los descendientes del Adán caído, quienes han sido
salvados, han obtenido vida e inmortalidad bendita, pues los términos de
bendición que aplicaban a Adán en su estado de inocencia no son aplicables a su
posteridad para hacerles aceptables ante Dios.8
5Gn. 3:15 6He. 1:1 7 2Ti. 1:9; Tit.
1:2 8He. 11:6,13; Ro. 4:1,2,etc.; Hch. 4:12; Jn.8:56
CAPÍTULO 8
CRISTO EL MEDIADOR
1. Agradó a Dios en su propósito eterno, escoger y ordenar al Señor
Jesucristo, su unigénito Hijo, de acuerdo al pacto en el cual habían entrado,
para que fuese el mediador entre Dios y el hombre,1 como tal, él es pro feta,2
sacerdote3 yrey,4 el salvador y cabeza de su Iglesia,5el heredero de todas las
cosas,6 y juez mundo;7 desde la eternidad le de todo el dio Dios un pueblo para
que fuese su simiente y para que a su debido tiempo lo redimiera, llamara,
justificara, santificara y glorificara.8;
1Is.4Z-1; 1 P. 1:19,20; 2Hch. 3:22 3He.
5:5,6 4 Sal 2:6; 5Ef. 1:22,23 6Hc.
1:2 7Hch. 17:31 8Is. 53:10 Jn. 17:6; Ro. 8:30
2. El Hijo de Dios, la segunda persona de la Santa Trinidad, siendo
verdadero y eterno Dios, la brillantez de la gloria de su Padre, igual y de una
sustancia con Él, quien hizo el mundo y mantiene y gobierna todas las cosas que
ha hecho, habiendo llegado la plenitud del tiempo, tomó sobre si la naturaleza
del hombre con todas sus propiedades esenciales y con sus debilidades comunes,9
mas sin pecado.10 Fue concebido por el Espíritu Santo en el vientre de la
Virgen María, una mujer perteneciente a la tribu de Judá. El Espíritu Santo
vino sobre ella y el poder de Dios la cubrió. Y así, según las Escrituras, fue
hecho él de una mujer, descendiente de Abraham y David.11 Así que, dos
naturalezas perfectas y distintas, se unieron inseparablemente en una persona,
pero sin conversión, composición o confusión alguna. Esta persona es verdadero
Dios y verdadero hombre, un Cristo, el único mediador entre Dios y el hombre.12
9Jn. 1:14;Gá.
4:4 10RO. 8:3; He. 2:14,16,17; He. 4:15 11Mt. 1:22,23; Lc. 1:27,31,35 12Ro.
9:5; lTi.2:5
3. El Señor Jesús, en su naturaleza humana unida así a la divina, en la
persona del Hijo, fue ungido y santificado cón el Espíritu Santo sobre toda
medida,13 y posee todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento,14 pues
agradó al Padre que en él habitase toda plenitud,15 a fin de que siendo santo,
inocente, inmaculado,16 lleno de gracia y de verdad,17 fuese del todo apto para
desempeñar los oficios de mediador y fiador.18 Cristo no tomó por sí mismo
estos oficios, sino que fue llamado para ello por su Padre,19 quien puso en él
todo juicio y poder, y le autorizó para que desempeñara tales oficios.20
13 Sal. 45:7; Hch. 10:38; Jn 3:34 14Co1. 2:3 15Col
1:19 16He. 7:26 17Jn. 1:14 18He.
7:22 19He. 5:5 20 Jn. 5:22,27; Mt. 28:18; Hch. 2:36
4. El Señor Jesús, con la mejor voluntad tomó para si estos oficios, 21 y
para desempeñarlos, se puso bajo la ley,22 la que cumplió perfectamente.
También sufrió el castigo que nos tocaba a nosotros y que debíamos haber
sufrido,23 pues él llevó nuestros pecados y fue acusado en nuestro lugar.24
Padeció dolores en su alma más allá de nuestro entendimiento y los más grandes
sufrimientos en su cuerpo:25 fue crucificado y murió, y permaneció bajo el
poder de la muerte, aun cuando no vio corrupción.26 Al tercer día se levantó de
entre los muertos27 con el mismo cuerpo que tenía cuando sufrió,28 con el cual
también ascendió al cielo29 donde se sentó a la diestra del Padre. Allí
intercede por su pueblo, 30 y cuando sea el fin del mundo, volverá para juzgar
a los hombres y a los ángeles.31
21Sal. 40:7,8; He.
10:5-10; Jn. 5:18 22Gá. 4:4; Mt. 3:15 23 Gá
3:13; Is. 53:6; 1 P. 3:18 24 2 Co. 5:21 25Mt.
26:37,38;Lc 22:44; Mt. 27:46 26Hch. 13:37 271
Co. 15:3,4 28Jn. 20:25,27 29Mr.16:19; Hch.
1:9-11 30 Ro 8:34; He. 9:24 31Hch. 10:42;Ro. 14:9,10;Hch.
1:11;2 P. 2:4
5. El Señor Jesucristo, por su perfecta obediencia y por el sacrificio de
sí mismo que ofreció una sola vez por el Espíritu eterno de Dios, ha satisfecho
plenamente a la justicia de Dios.32 El ha efectuado la reconciliación y ha
comprado un herencia eterna en el reino de los cielos para todos aquellos dados
a él por el Padre.33
32 He. 9:14; Re. 10:14; Ro. 3:25,26 33 Jn. 17:2;
He.9:15
6. Aun cuando el precio de la redención no fue actualmente pagado, sino
hasta la encarnación, sin embargo, la virtud, la eficacia y los beneficios de
ella, se comunicaban a los escogidos en todas las épocas transcurridas desde el
principio, en las promesas, tipos y sacrificios, y por medio de estas cosas,
por las cuales Cristo fue revelado y designado como la simiente que quebrantaria
la cabeza de la serpiente,34 y como el cordero inmolado desde la fundación del
mundo;35 siendo él, el mismo ayer, hoy y por siempre.36
341 Co. 10:4; He. 4:2; 1 P. 1:10,11 35Ap.
13:8 36He. 13:8
7. Cristo en su oficio de mediador, obra ; conforme a sus dos naturalezas,
haciendo por cada una de éstas lo que es propio de cada una de ellas; mas por
razón de la unidad de la persona, lo que es propio de una naturaleza, se le
atribuye algunas veces en la Escritura a la persona denominada por la otra naturaleza.37
37Jn.3:13 Hch. 20:28 38 Jn
6:37; Jn. 10:15,16;Jo. 17:9;Ro. 5:10 39Jn. 17:6;Ef. 1:9;1 Jo.
5:20 40Ro. 8:9,14 41 Sa1. 110:1; 1 Co.
15:25,26 42Jn 3:8;Ef. 1:8
8. A todos aquellos para quienes Cristo ha obtenido eterna redención,
cierta y eficazmente les aplica y comunica la misma, haciendo intercesión por
ellos,38 uniéndoles a él por su Espiritu, revelándoles en la palabra y por
medio de ella el misterio de la salvación, persuadiéndoles eficazmente a creer
y a obedecer,39 gobernando el corazón de ellos por su palabra y Espíritu,40 y
venciendo a todos sus enemigos por su gran poder y sabiduría,41 y de la manera
y por los caminos que están más en conformidad con su maravillosa e
inescrutable dispensación. Todas estas cosas son hechas en su libre y soberana gracia
e incondicionalmente, ya que nada de mérito es previsto por él en sus
elegidos.42 eterno de Dios, ha satisfecho plenamente a la justicia de Dios.32
El ha efectuado la reconciliación y ha comprado un herencia eterna en el reino
de los cielos para todos aquellos dados a él por el Padre.33
32He. 9:14; He. 10:14; Ro. 3:25,26 33Jn. 17:2; He.9:15
6. Aun cuando el precio de la redención no fue actualmente pagado, sino
hasta la encarnación, sin embargo, la virtud, la eficacia y los beneficios de
ella, se comunicaban a los escogidos en todas las épocas transcurridas desde el
principio, en las promesas, tipos y sacrificios, y por medio de estas cosas,
por las cuales Cristo fue revelado y designado como la simiente que
quebrantaría la cabeza de la serpiente,34 y como el cordero inmolado desde la
fundación del mundo;35 siendo él, el mismo ayer, hoy y por siempre.36
34 1Co. 10:4;He. 4:2;1 P. 1:10,1135Ap.
13:8 36He. 13:8
7. Cristo en su oficio de mediador, obra 37 Jn. 3:13; conforme a sus dos
naturalezas, haciendo Hch. 20:28 por cada una de éstas lo que es propio de cada
una de ellas; mas por razón de la unidad de la persona, lo que es propio de una
naturaleza, se le atribuye algunas veces en la Escritura a la persona
denominada por la otra naturaleza.37
8. A todos aquellos para quienes Cristo ha obtenido eterna redención,
cierta y eficazmente les aplica y comunica la misma, haciendo intercesión por
ellos,38 uniéndoles a él por su Espíritu, revelándoles en la palabra y por
medio de ella el misterio de la salvación, persuadiéndoles eficazmente a creer
y a obedecer,39 gobernando el corazón de ellos por su palabra y Espíritu,40 y
venciendo a todos sus enemigos por su gran poder y sabiduría,41 y de la manera
y por los caminos que están más en conformidad con su maravillosa e
inescrutable dispensación. Todas estas cosas son hechas en su libre y soberana
gracia e incondicionalmente, ya que nada de mérito es previsto por él en sus
elegidos.42
38Jn. 6:37; Jn. 10:15,16; Jn. 17:9; Ro.
5:10 39Jn. 17:6; Ef. 1:9; 1
Jn. 5:20 40Ro. 8:9,14 41Sal. 110:1; 1 Co.
15:25,26 42 Jn. 3:8; Ef. 1:8
9 Cristo, y Solo Cristo puede ser mediador entre Dios y los hombres. El es
el profeta, sacerdote y rey de la Iglesia de Dios. Su oficio de mediador no
puede ser transferido a ningún Otro,
10. El triple oficio de Cristo es necesario para nosotros. Por nuestra
ignorancia estamos en necesidad de su oficio profético;44 por nuestra
separación de Dios y la imperfección de nuestros servicios, aun cuando sean lo
mejor, necesitamos su oficio sacerdotal para reconciliarnos con Dios y hacernos
aceptables a él;45 y debido a que nosotros hemos dado la espalda a Dios y
estamos completamente incapacitados para volver a él y también porque
necesitamos ser rescatados y asegurados de nuestros adversarios espirituales,
necesitamos su oficio como rey para convencer, controlar, atraer, sostener,
librar y preservarnos hasta que finalmente entremos en su reino celestial.46
44Jn.1:18 ~ 1:21; Gá. 5:17 461n. 16:8; Sal. 110:3; L£. 1:74,75
CAPITULO 9
EL LIBRE ALBEDRÍO
1Mt. 17:12; 1. Dios ha dotado la voluntad del Stg. 1:14; hombre de una y un
Dt.30:19 libertad natural, poder para actuar a base de decisión propia, que no
es forzada ni obligada a hacer bien o mal, por ninguna necesidad de la
naturaleza.12Ec. 7:29 36n. 3:6 4Ro. 5:6; 8:7
2. El hombre en su estado de inocencia, tenía libertad y poder para querer
y hacer lo que era bueno y agradable a Dios,2 pero era mutable y podía caer de
dicho estado.3 3. El hombre, por su caída a un estado de pecado, perdió
completamente toda capacidad para querer algún bien espiritual que acompañe a
la salvación.4 Así es que como hombre natural que está enteramente opuesto a
ese bien y muerto en el pecado5 no puede por su propia fuerza convertirse a sí
mismo o prepararse para ello.6
5Ef.2:1,5 Tit. 3:3-5; Jn. 6:44
4. Cuando Dios convierte a un pecador y le pone en el estado de gracia, le
libra de su estado de servidumbre natural bajo el pecado,7 y por su gracia
solamente lo capacita para querer y obrar libremente lo que es bueno en lo
espiritual;8 sin embargo, por razón de la corrupción que aún queda, el converso
no quiere ni perfecta ni únicamente lo que es bueno, sino también lo que es
malo.9
7Col. 1:13; Jn. 8:36 8FiI. 2:13 9Ro. 7:15,18,19,21,23 10Ef. 4:13
5. El libre albedrío del hombre será perfecto y inmutablemente l~bre para
querer tan sólo lo que es bueno, únicamente en el estado de la gloria.10
CAPÍTULO 10
EL LLAMAMIENTO EFICAZ
1. A aquellos a quienes Dios ha predestinado para vida, le agrada en su
tiempo señalado y aceptado, llamar eficazmente1 por su palabra y Espíritu,
sacándolos del estado de pecado y muerte en que se hallaban por naturaleza para
darles vida y salvación por Jesucristo.2 Esto lo hace iluminando
espiritualmente su entendimiento, a fin de que comprendan las cosas de Dios;3
quitándoles el corazón de piedra y dándoles uno de carne,4 renovando sus
voluntades y por su poder soberano determinándoles a hacer aquello que es
bueno, y llevándoles eficazmente a Jesucristo;5 de tal manera que ellos vienen
con absoluta libertad, habiendo recibido por la gracia de Dios la voluntad de
hacerlo. 6
1Ro. 8:30; 11:7; Ef. 1:10,11; 2Ts.2:13,14 2Ef. 2:16 3Hch.
26:18; Ef. 1:17,18 4Ez.36:26 5Dt. 30: Ez.
36:27; Ef. 1:19 6Sal. 110:3; Cnt. 1:4
2. Este llamamiento eficaz depende de la libre y especial gracia de Dios y
de ninguna manera de alguna cosa prevista en el hombre, 7 el cual es en esto
enteramente pasivo, hasta que siendo vivificado y renovado por el Espíritu
Santo,8 adquiere la capacidad de responder a este llamamiento y de recibir la
gracia ofrecida y trasmitida en él. Esto sucede por el mismo poder que obró la
resurrección de Cristo de los muertos.9
7 2 Ti 1:9; Ef 2:8 81 Co. 2:14;Ef. 2:5; Jn. 5:25 9 Ef.1:19,20
3. Los niños elegidos 10 que mueren en la
infancia, son regenerados y salvados en Cristo por medio del Espíritu,11 quien
obra cuándo, dónde y cómo quiere.12 Lo mismo sucederá con todas las personas
elegidas que sean incapaces de ser llamadas externamente por el ministerio de
la palabra.
10 Elegidos no aparece en la versión
original.11Jn 3:3,5,6 12Jn. 3:8
4. Otras personas no elegidas, aun cuando sean llamadas por el ministerio
de la palabra y tengan algunas de las operaciones comunes del Espíritu, 13 como
no son efectivamente traídos por el Padre, no pueden ni quieren venir
verdaderamente a Cristo, y por lo mismo no pueden ser salvas;14 mucho menos
pueden los que no reciben la religión cristiana, salvarse de alguna otra
manera, aun cuando sean diligentes en ajustar sus vidas a la luz de la
naturaleza y a la ley de la religión que profesan.15
13Mt. 22:14;Mt.13:20,21; He. 6:4,5 14 Jn 6:44,45,65;15 Hch.
4:12;Jo. 4:22; 17:3
CAPÍTULO 11
LA
JUSTIFICACIÓN
¡A
quienes Dios llama eficazmente, también justifica gratuitamente,1 no
infundiendo justicia en ellos sino perdonándoles sus pecados, y contando y aceptando
sus personas como justas;2 no por nada obrado en ellos o hecho por ellos, sino
solamente por causa de Cristo;3 no imputándoles la fe misma, ni la acción de
creer, ni ninguna otra obediencia evangélica como justicia; sino imputándoles
la obediencia activa de Cristo a toda la ley y su obediencia pasiva en su
muerte para la completa y única justicia de ellos por la fe, la cual tienen no
de sí mismos; es don de Dios.4
1. Ro.
3:24; 8:30 2. Ro.
4:5-8; Ef. 1:7 3. 1 Co.1:30,31; Ro. 5:17-19 4. Fil. 3:9;
Ef. 2:7,8; 2 Co. 5:19-21; Tit. 3:5,7; Ro. 3:22-28; Jer. 23:6; Hch. 13:38,39
2. La fe
que así recibe a Cristo y descansa en Él yen su justicia es el único
instrumento de la justificación;1 sin embargo, no está sola en la persona
justificada, sino que siempre va acompariada por todas las demas virtudes
salvadoras, y no es una fe muerta sino que obra por el amor.2
1. Ro.
1:17; 3:27-31; Fil. 3:9; Gá. 3:5 2. Gá. 5:6; Stg. 2:17,22,26
3.
Cristo, por su obediencia y muerte, saldó totalmente la deuda de todos aquellos
que son justificados; y por el sacrificio de sí mismo en la sangre de su cruz,
sufriendo en el lugar de ellos el castigo que merecían, hizo una satisfacción
adecuada, real y completa a la justicia de Dios en favor de ellos;1 sin
embargo, por cuanto Cristo fue dado por el Padre para ellos,2 y su obediencia y
satisfacción fueron aceptadas en lugar de las de ellos,3 y arnbas gratuitamente
y no por nada en ellos, su justificación es solamente de pura gracia,4 a fin de
que tanto la precisa justicia como la rica gracia de Dios fueran glorificadas
en la justificación de los pecadores.5
1. Ro. 5:8-10,19; 1 Ti. 2:5,6; He. 10:10,14; Is.
53:4-6,l~12 2. Ro. 8:32 3. 2 Co. 5:21; Mt. 3:17; Ef. 5:2 4.
Ro. 3:24; Ef 1:7 5. Ro. 3:26; Ef 2:7
4. Desde
la eternidad, Dios decretó justificar a todos los elegidos;1 y en el
cumplimiento del tiempo, Cristo murió por los pecados de ellos, y resucitó para
su justificación;2 sin embargo, no son justificados personalmente hasta que, a
su debido tiempo, Cristo les es realmente aplicado por el Espíritu Santo.3
1. 1 P.
1:2,19,20; Gá. 3:8; Ro. 8:30 2. Ro. 4:25; Gá. 4:4; 1 Ti. 2:6 3. Col. 1:21,22;
Tit. 3:4-7; Gá. 2:16; Ef 2:1-3
5. Dios
continúa perdonando los pecados de aquellos que son justificados,' y aunque
ellos nunca pueden caer del estado de justificación, 2 sin embargo pueden, por
sus pecados, caer en el desagrado paternal de Dios; y, en esa condición, no
suelen tener la luz de su rostro restaurada sobre ellos, hasta que se humillen,
confiesen sus pecados, pidan perdón y renueven su fe y arrepentimiento.3
1. Mt 6:12; 1 Jn. 1:7-2:2; Jn. 13:3-11 2. Lc. 22:32;
Jn. 10:28; He. 10:14 3. Sal. 32:5; 51:7-12; Mt. 26:75;
lc. 1:20
6. La
justificación de los creyentes bajo el Antiguo Testamento fue, en todos estos
sentidos, una la misma que la justificación de los creyentes bajo el Nuevo
Testamento.'
1. Gá.
3:9; Ro. 4:22-24
CAPÍTULO 12
LA
ADOPCIÓN
1. A
todos aquellos que son justificados,' Dios se dignó,2en su único Hijo
Jesucristo y por amor de éste,3 hacerles partícipes de la gracia de la
adopción, por la cual son incluidos en el numero de los hijos de Dios y gozan
de sus libertades y privilegios, tienen su nombre escrito sobre ellos,4 reciben
el espíritu de adopción, tienen acceso al trono de la gracia con confianza, se
lts capacita para clamar: "Abba, Padre,"' se les compadece, protege,
provee y corrige como por un Padre, pero nunca se les desecha, sino que son
sellados para el día de la redención, 6 y heredan las promesas como herederos
de la salvación eterna.7
1. Gá. 3:24-26 2. 1 Jn. 3:1-3 3. Ef. 1:5; Gá 4:4,5;
Ro. 8:17,29 4. Ro. 8:17; Jn. 1:12; 2 Co. 6:18; Ap. 3:12 5. Ro. 8:15; Ef. 3:12;
Ro. 5:2; Gá. 4:6; Ef. 2:18 6. Sal. 103:13; Pr. 14:26; Mt. 6:30,32; 1 P. 5:7;
He. 12:6; Is. 54:8,9; Lm. 3:31; Ef. 4:30 7. Ro. 8:17;
He. 1:14; 9:15
CAPÍTULO
13
LA SANTIFICACIÓN
1.
Aquellos que son unidos a Cristo, llamados eficazmente y regenerados, teniendo
un nuevo corazón y un nuevo espíritu, creados en ellos en virtud de la muerte y
la resurrección de Cristo,' son aún más santificados de un modo real y
personal,2 mediante la misma virtud,3 por su Palabra y Espíritu que moran en
ellos;4 el dominio del cuerpo entero del pecado es destruido, y las diversas
concupiscencias del mismo son debilitadas y mortificadas más y más, y ellos son
más más vivificados y fortalecidos en todas las virtudes salvadoras, para la
práctica de toda verdadera santidad,5 sin la cual nadie verá al Señor.6
1. Jn. 3:3-8; 1 Jn. 2:29; 3:9,10; Ro. 1:7; 2 Co. 1:1;
Ef. 1:1; Fil. 1:1; Col. 3:12; Hch. 20:32; 26:18; Ro. 15:16; 1 Co. 1:2; 6:11;
Ro. 6:1-11 2. 1 Ts. 5:23; Ro. 6:19,22 3. 1 Co. 6:11; Hch. 20:32; Fil. 3:10; Ro.
6:5,6 4. Jn. 17:17; Ef. 5:26; 3:1~19; Ro. 8:13 5. Ro. 6:14; Gá. 5:24; Ro. 8:13;
Col. 1:11; Ef. 3:1&19;2Co. 7:1; Ro. 6:13; Ef.
4:22-25; Gá. 5:17 6. Re. 12:14
2. Esta
santificación se efectúa en todo el hombre, aunque es incompleta en esta vida;
todavía quedan algunos remanentes de corrupción en todas partes,' de donde
surge una continua e irreconciliable guerra: 2 la carne lucha contra el
Espíritu, y el Espíritu contra la carne.3
1. 1 Ts. 5:23; 1 Jn. 1:8,10; Ro. 7:18,23; Fil. 3:12 2. 1 Co. 9:24-271 Ti. 1:18; 6:12; 2 Ti. 4:7 3. Gá. 5:17;
1 P. 2:11
3. En
dicha guerra, aunque la corrupción que aún queda prevalezca mucho por algún
tiempo,' la parte regenerada triunfa a través de la continua provisión de
fuerzas por parte del Espíritu santificador de Cristo;2 y así los santos crecen
en la gracia, perfeccionando la santidad en el temor de Dios, prosiguiendo una
vida celestial, en obediencia evangélica a todos los mandatos que Cristo, como
Cabeza y Rey, les ha prescrito en su Palabra.3
1. Ro. 7:23 2. Ro. 6:14; 1 Jn. 5:4; Ef. 4:15,16 3. 2
P. 3:18; 2 Co. 7:1; 3:18; Mt. 28:20
CAPÍTULO
14
DE LA FE
SALVADORA
1. La
gracia de la fe, por la cual se capacita a los elegidos para creer para la
salvación de sus amas, es la obra del Espíritu de Cristo en sus corazones, y oleariamente
se realiza por el ministerio de la Palabra; 1 por la cual, y por la
administración del bautismo y la Cena del Señor, la oración y otros medios
designados por Dios, esa fe aumenta y se fortalece.2
1. Jn. 6:37, 44; Hch. 11:21,24; 13:48; 14:27; 15:9; 2
Co. 4:13; Ef. 2:8; Fil. 1:29; 2 Ts. 2:13; 1 P. 1:2 2. Ro.
10:14,17; Lc. 17:5; Hch. 20:32; Ro. 4:11; 1 P. 2:2
2. Por
esta fe, el cristiano cree que es verdadero todo lo revelado en la Palabra por
la autoridad de Dios mismo, y también percibe en ella una excelencia superior a
todos los demás escritos y todas las cosas en el mundo, pues muestra la gloria
de Dios en sus atributos, la excelencia de Cristo en su naturaleza y oficios, y
el poder y la plenitud del Espíritu Santo en sus obras y operaciones; y de esta
forma, el cristiano es capacitado para confiar su alma a la verdad así creída;'
y también actúa de manera diferente según sea el contenido de cada pasaje en
particular: produciendo obediencia a los mandatos,2 temblando ante las
arnenazas,3 y abrazando las promesas de Dios para esta vida y para la
venidera;4 pero las principales acciones de la fe salvadora tienen que ver
directamente con Cristo: aceptarle, recibirle y descansar sóló en Él para la
justificación, santificación y vida eterna, en virtud del pacto de gracia.5
1. Hch. 24:14; 1 Ts. 2:13; Sal. 19:7-10; 119:72 2. Jn.
15:14; Ro. 16:26 3. Is. 66:2
4. 1 Ti. 4:8; He. 11:13 5. Jn. 1:12; Hch. 15:11; 16:31; Gá. 2:20
3. Esta
fe, aunque sea diferente en grados y pueda ser débil o flierte,' es, sin
embargo, aun en su grado mínimo, diferente en su clase y naturaleza (como lo es
toda otra gracia salvadora) de la fe y la gracia común de aquellos creyentes
que sólo lo son por un tiempo;2 y consecuentemente, aunque muchas veces sea
atacada y debilitada, resulta, sin embargo, victoriosa,3 creciendo en muchos
hasta obtener la completa seguridad4 através de Cristo, quien es tanto el
autor como el consumador de núestra fe.5
1. Mt. 6:30; 8:10,26; 14:31; 16:8; Mt. 17:20; He.
5:13,14; Ro. 4:19,20 2. Stg. 2:14; 2 P. 1:1; 1 Jn. 5:4 3. Lc.
22:31,32; Ef. 6:16; 1 Jn. 5:4,5 4. Sal. 119:114; He. 6:11,12; 10:22,23 5. He.
12:2
CAPÍTULO
15
DEL
ARREPENTIMIENTO PARA VIDA Y SALVACIÓN
1 A
aquellos de los elegidos que se convierten en la madurez, habiendo vivido por
algún tiempo en el estado natural,' y habiendo servido en el mismo a diversas
concupiscencias y placeres, Dios, al llamarlos eficazmente, les da
arrepentimiento para vida.2
1. Tit.
3:2-5 2. 2 Cr. 33:10-20; Hch. 9:1-19; 16:29,30
2. Si
bien no hay nadie que haga el bien y no peque,' y los mejores hombres, mediante
el poder y el engaño de la corrupción que habita en ellos, junto con el
predominio de la tentación, pueden caer en grandes pecados y provocaciones,2
Dios, en el pacto de gracia, ha provisto misericordiosamente que los creyentes
que pequen y caigan de esta manera sean renovados mediante el arrepentimiento
para salvación.3
1. Sal.
130:3; 143:2; Pr.20:9; Ec. 7:20 2. 2 S.11:l-27; Lc. 22:54-62 3. Jer. 32:40; Lc.
22:31,32; 1 Jn. 1:9
3. Este
arrepentimiento para salvación es una gracia evangélica1 por la cual una persona a quien el
Espíritu hace consciente de las múltiples maldades de su pecado,2 mediante la
fe en Cristo3 se humilla por él con una tristeza que es según Dios, abominación
de él y aborrecimiento de sí mismo, orando por el perdón y las fuerzas que
proceden de la gracia,4 con el propósito y empeño, mediante la provisión del
Espíritu, de andar delante de Dios para agradarle en todo.5
1. Hch.5:31; ll:18;2Ti.2:25 2. Sal. 51:1-6; 130:1-3;
Lc. 15:17-20; Hch. 2:37,38 3. Sal. 130:4; Mt. 27:3-5; Mr. 1:15 4. Ez. 16:60-63;
36:31,32; Zc. 12:10; Mt. 21:19; Hch. 15:19; 20:21; 26:20; 2 Co. 7:10,11; 1 Ts.
1:9 5. Pr. 28:13; Ez. 36:25; 18:30,31; Sal. 119:59,104,128; Mt. 3:8; Lc. 3:8;
Hch. 26:20; 1 Ts. 1:9
4. Puesto
que el arrepentimiento ha de continuar a lo largo de toda nuestra vida, debido
al cuerpo de muerte y sus inclinaciones,' es por tanto el deber de cada hombre
arrepentirse específicamente de los pecados concretos que conozca.2
1. Ez.
16:60; Mt. 5:4; 1 Jn. 1:9 2. Lc. 19:8; 1 Ti. 1:13,15
5. Tal es
la provisión que Dios ha hecho a través de Cristo en el pacto de gracia para la
preservación de los creyentes para salvación que, si bien no hay pecado tan
pequeño que no merezca la condenación,' no hay, sin embargo, pecado tan grande
que acarree condenación a aquellos que se arrepienten, lo cual hace necesaria
la predicación constante del arrepentimiento.2
1. Sal.
130:3; 143:2; Ro. 6:23 2. Is. 1:16-18; 55:7; Hch. 2:36-38
CAPÍTULO
16
DE LAS
BUENAS OBRAS
1. Las
buenas obras son solamente aquellas que Dios ha ordenado en su santa Palabra' y
no las que, sin la autoridad de ésta, han inventado los hombres por un fervor
ciego o con cualquier pretexto de buenas intenciones.2
1. Mi. 6:8; Ro. 12:2; He. 13:21; Col. 2:3; 2 Ti.
3:16,17 2. Mt. 15:9 con Is. 29:13; 1 P. 1:18; Ro. 10:2; Jn. 16:2; 1 5.
15:21-23; 1 Co. 7:23; Gá. 5:1; Col. 2:8,1&23
2. Estas
buenas obras, hechas en obediencia a los mandamientos de Dios, son los frutos y
evidencias de una fe verdadera y viva;' y por ellas los creyentes manifiestan
su gratitud,2 fortalecen su seguridad,3 edifican a sus hermanos,4 adornan la
profesión del evangelio,5 tapan la boca de los adversarios,6 y glorifican a
Dios, cuya hechura son, creados en Cristo Jesús para ello,7 para que teniendo
por fruto la santificación, tengan como fin la vida eterna. 8
1. Stg. 2:18,22; Gá. 5:6; 1 Ti. 1:5 2. Sal. 116:12-14;
1 P. 2:9,12; Lc. 7:36-50 con Mt. 26:1-11 3. 1 Jn. 2:3,5; 3:18,19; 2 P. 1:5-11
4. 2 Co. 9:2; Mt. 5:16 5. Mt. 5:16; Tit. 2:5,9-12; 1 Ti. 6:1; 1 P. 2:12 6. lP.
2:12,15; Tit. 2:5; 1 Ti. 6:1 7. Ef. 2:10; Fil. 1:11; 1 Ti. 6:1; 1 P. 2:12; Mt.
5:16 8. Ro. 6:22; Mt. 7:13,14,21-23
3. La
capacidad que tienen los creyentes para hacer buenas obras no es de ellos
mismos en ninguna manera, sino completamente del Espíritu de Cristo. Y para que
ellos puedan tener esta capacidad, además de las virtudes que ya han recibido,
se necesita una influencia efectiva del mismo Espíritu Santo para obrar en
ellos tanto el querer como el hacer por su buena voluntad;' sin embargo, no
deben volverse negligentes por ello, como si no estuviesen obligados a cumplir
deber alguno aparte de un impulso especial del Espíritu, sino que deben ser
diligentes en avivar la gracia de Dios que está en ellos.2
1. Ez. 36:26,27; In. 15:4-6; 2 Co. 3:5; Fil. 2:12,13;
Ef. 2:10 2. Ro. 8:14;Jn. 3:8; Fil. 2:l2,13;2P. 1:10; He.
6:l2;2Ti. l:6;Jud.20,21
4.
Quienes alcancen el mayor grado de obediencia posible en esta vida quedan tan
lejos de llegar a un grado supererogatorio, y de hacer más de lo que Dios
requiere, que les falta mucho de lo que por deber están obligados a hacer.' 1
1 R.
8:46; 2Cr. 6:36; Sal. 130:3; 143:2; Pr. 20:9; Ec. 7:20; Ro. 3:9,23; 7:14 Ss.;
Gá. 5:17; 1 Jn. 1:6-10; Lc. 17:10
5.
Nosotros no podemos, por nuestras mejores obras, merecer el perdón del pecado o
la vida eterna de la mano de Dios, a causa de la gran desproporción que existe
entre nuestras obras y la gloria que ha de venir,' y por la distancia infinita
que hay entre nosotros y Dios, a quien no podemos beneficiar por dichas obras,
ni satisfacer la deuda de nuestros pecados anteriores; pero cuando hemos hecho
todo lo que podemos, no hemos sino cumplido con nuestro deber y somos siervos
inútiles;2 y tanto en cuanto son buenas proceden de su Espíritu;3 y en cuanto
son hechas por nosotros, son impuras y están mezcladas con tanta debilidad e
imperfección que no pueden soportar la severidad del
castigo de Dios.4
1. Ro. 8:18 .2. Job 22:3; 35:7, Lc. 17:10; Ro. 4:3;
11:3 3. Gá. 5:22,23 4. 1 R. 8:46; 2 Cr. 6:36; Sal.
130:3; 143:2; Pr. 20:9; Ec. 7:20; Ro. 3:9,23; 7:l4ss.; Gá. 5:17; 1 Jn. 1:6-10
6. No
obstante, por ser aceptadas las personas de los creyentes por medio de Cristo,
sus buenas obras también son aceptadas en Él;' no como si fueran en esta vida
enteramente irreprochables e irreprensibles a los ojos de Dios;2 sino que a Él,
mirándolas en su Hijo, le place aceptar y recompensar aquello que es sincero
aun cuando esté acompailado de muchas debilidades e imperfecciones.3
1. Ex. 28:38;
Ef. 1:6,7; 1 P. 2:5 2. 1 R. 8:46; 2 Cr. 6:36; Sal. 130:3; 143:2; Pr. 20:9; Ec.
7:20; Ro. 3:9,23; 7;l4ss.; Gá. 5:17; 1 Jn. 1:6-10 3. He. 6:10; Mt. 25:21,23
7. Las
obras hechas por hombres no regenerados, aunque en sí mismas sean cosas que
Dios ordena, y de utilidad tanto para ellos como para otros,1sin embargo, por
no proceder de un corazón purificado por la fe 2 y no ser hechas de una manera
correcta de acuerdo con la Palabra,3 ni para un fin correcto (la gloria de
Dios4), son, por tanto, pecaminosas, y no pueden agradar a Dios ni hacer a un
hombre digno de recibir gracia por parte de Dios.5 Y a pesar de esto, el hecho
de que descuiden las buenas obras es más pecaminoso y desagradable a Dios.6
1. 1 R.
21:27-29; 2 R. 10:30,31; Ro. 2:14; Fil. 1:15-18 2. Ga. 4:5 con He. 11:~6; 1 Ti.
1:5; Ro. 14:23; Gá. 5:6 3. 1 Co. 13:3; Is. 1:12 4. Mt. 6:2,5,6; 1 Co. 10:31 5.
Ro. 9:16; Tit. 1:15; 3:5 6. 1 R. 21:27-29; 2 R. 10:30,31; Sal. 14:4; 36:3
CAPÍTULO
17
DE LA
PERSEVERANCIA DE LOS SANTOS
1.
Aquellos a quienes Dios ha aceptado en el Amado, y ha llamado eficazmente y
santificado por su Espíritu, y a quienes ha dado la preciosa fe de sus
elegidos, no pueden caer ni total ni definitivamente del estado de gracia, sino
que ciertamente perseverarán en él hasta el fin, y serán salvos por toda la
eternidad, puesto que los dones y el llamamiento de Dios son irrevocables, por
lo que Él continúa engendrando y nutriendo en ellos la fe, el arrepentimiento, el amor, el
gozo, la esperanza y todas las virtudes del Espíritu para inmortalidad;' y
aunque surjan y les azoten muchas tormentas e inundaciones, nunca podrán, sin
embargo, arrancarles del fundamento y la roca a que por la fe están aferrados;
a pesar deque, por medio de la incredulidad ylas tentaciones de Satanás, la
visión perceptible de la luz y el amor de Dios puede nublárseles y
oscurecérseles por un tiempo,2 Él, sin embargo, es aún el mismo, y ellos serán
guardados, sin duda alguna, por el poder de Dios para salvación, en la que
gozarán de su posesión adquirida, al estar ellos esculpidos en las palmas de
sus manos y sus nombres escritos en el libro de la vida desde toda la
eternidad.3
1. in. 10:28,29; Fil. 1:6; 2 Ti. 2:19; 2 P.1:5-10; 1
Jn. 2:19 2. Sal. 89:31,32; 1 Co. 11:32; 2 Ti. 4:7 3. Sal.
102:27; Mal. 3:6; Ef. 1:14; 1 P. 1:5; Ap. 13:8
2. Esta
perseverancia de los santos depende no de su propio libre albedrío,' sino de la
inmutabilidad del decreto de elección,2 que fluye del amor libre e inmutable de
Dios el Padre, sobre la base de la eficacia de los méritos y la intercesión de
Jesucristo y la unión con Él,~ del juramento de Dios,4 de la morada de su
Espíritu, de la simiente de Dios que está en los santos,5 y de la naturaleza
del pacto de gracia,6 de todo lo cual surgen también la certeza y la
infalibilidad de la perseverancia.
1. Fil. 2:12,13; Ro. 9:16; Jn. 6:37,44 2. Mt.
24:22,24,31; Ro. 8:30; 9:11,16; 11:2,29; Ef. 1:5-11 3. Ef. 1:4; Ro. 5:9,10;
8:31-34; 2 Co. 5:14; Ro. 8:35-38; 1 Co. 1:8,9; Jn. 14:19; 10:28,29 4. He.
6:1-20 5. 1 Jn. 2:19,20,27; 3:9; 5:4,18; Ef. 1:13; 4:30; 2 Co. 1:22; 5:5; Ef.
1:14 6. Jer. 31:33,34; 32:40; He. 10:11-18; 13:20,21
3. Y
aunque los santos (mediante la tentación de Satanás y del mundo, el predominio
de la corrupción que queda en ellos y el descuido de los medios para su
preservación) caigan en pecados graves y por algún tiempo permanezcan en ellos'
(por lo que incurren en el desagrado de Dios y entristecen a su Espíritu
Santo,2 se les dallan sus virtudes y consuelos,3 se les endurece el corazón y
se les hiere la conciencia,4 lastiman y escandalizan a otros 5 y se acarrean
juicios temporales 6), sin embargo, renovarán su arrepentimiento y serán
preservados hasta el fin mediante la fe en Cristo Jesús.7
1. Mt. 26:70,72,74 2. Sal. 38:1-8; Is. 64:5-9; Ef.
4:30; 1 Ts. 5:14 3. Sal. 5l:l~12 4. Sal. 32:3,4; 73:21,22 5. 2 S.12:14; 1 Co.
8:9-13; Ro. 14:13-18; 1 Ti. 6:1,2; Tit. 2:5 6. 2 5. l2:14ss.; Gn. l9:30-38; 1
Co. 11:27-32 7. Lc. 22:32,61,62; 1 Co. 11:32; 1
Jn. 3:9; 5:18
CAPÍTULO 18
DE LA
SEGURIDAD DE LA GRACIA Y DE LA SALVACIÓN
1. Aunque
los creyentes que lo son por un tiempo y otras personas no regeneradas
vanamente se engañen a sí mismos con esperanzas falsas y presunciones carnales
de hallarse en el favor de Dios y en estado de salvación (pero la esperanza de
ellos perecerá'), sin embargo, los que creen verdaderamente en el Señor Jesús y
le aman con sinceridad, esforzándose por andar con toda buena conciencia
delante de Él, pueden en esta vida estar absolutamente seguros de hallarse en
el estado de gracia, y pueden regocijarse en la esperanza de la gloria de Dios;
y tal esperanza nunca les avergonzarí.2
1. Jer.
17:9; Mt. 7:21-23; Lc. 18:10-14; Jn. 8:41; Ef. 5:6,7; Gá. 6:3,7-9
2. Ro. 5:2,5; 8:16; 1
Jn. 2:3; 3:14,18,19,24; 5:13; 2 P. 1:10
2. Esta
certeza no es una mera persuasión conjetural y probable, fundada en una
esperanza falible, sino que es una seguridad infalible de fe1 basada en la
sangre y la justicia de Cristo reveladas en el evangelio;2 y también en la
evidencia interna de aquellas virtudes del Espíritu a las cuales se les hacen
promesas,3 y en el testimonio del Espíritu de adopción testificando con nuestro
espíritu que somos hijos de Dios;4 y, como fruto suyo, mantiene el corazón
humilde y santo.5
1. Ro. 5:2,5; He. 6:11,19,20; 1 Jn. 3:2,14; 4:16;
5:13,19,20 2. He. 6:17,18; 7:22; 10:14,19 3. Mt. 3:7-10; Mr. 1:15; 2 P. 1:4-11;
1 Jn. 2:3; 3:14,18,19,24; 5:13 4. Ro.
8:15,16; 1 Co. 2:12; Gá. 4:6,7 5. 1 Jn. 3:1-3
3. Esta
seguridad infalible no pertenece a la esencia de la fe hasta tal punto que un
verdadero creyente no pueda esperar mucho tiempo y luchar con muchas
dificultades antes de ser partícipe de tal seguridad;' sin embargo, siendo
capacitado por el Espíritu para conocer las cosas que le son dadas
gratuitamente por Dios, puede alcanzarla,2 sin una revelación extraordinaria,
por el uso adecuado de los medios; y por eso es el deber de cada uno ser
diligente para hacer firme su llamamiento y elección; para que así su corazón
se ensanche en la paz y en el gozo en el Espíritu Santo, en amor y gratitud a
Dios, y en fuerza y alegría en los deberes de la obediencia, que son los frutos
propios de esta seguridad: así está de lejos esta seguridad de inducir a los
hombres a la disolución.3
1. Hch.
16:30-34; 1 Jn. 5:13 2. Ro. 8:l5,16;l Co. 2:12;Gá.4:4-6 con 3:2; l
Jn.4:13;Ef.3:17-19;He. 6:11,12; 2 P. 1:5-11 3. 2 P 1:10; Sal. 119:32; Ro.
15:13; Neh. 8:10; 1 Jn. 4:19,16; Ro.6:1,2,11-13; 14:17; Tit. 2:11-14; Ef. 5:18
4. La
seguridad de la salvación de los verdaderos creyentes puede ser,de diversas
maneras, zarandeada, disminuida e interrumpida; como por la negligencia en
conservarla,' por caer en algún pecado especial que hiera la conciencia y
contriste al Espíritu,2 por alguna tentación repentina o vehemente,3 por
retirarles Dios la luz de su rostro, permitiendo, aun a los que le temen, que
caminen en tinieblas, y no tengan luz;4 sin embargo, nunca quedan destituidos
de la simiente de Dios, y de la vida de fe, de aquel amor de Cristo y de los
hermanos, de aquella sinceridad de corazón y conciencia del deber, por los
cuales, mediante la operación del Espíritu, esta seguridad puede ser revivida
con el tiempo; y por los cuales, mientras tanto, los verdaderos creyentes son
preservados de caer en total desesperación.5
1. He. 6:ll,12;2P. 1:5-11 2. Sal. 51:8,12,14; Ef. 4:30
3. Sal. 30:7; 31:22; 77:7,8; 116:11 4. Is. 50:10 5. 1 Jn. 3:9; Lc. 22:32; Ro.
8:15,16; Gá. 4:5; Sal. 42:5,11
CAPÍTULO 19
DE LA LEY
DE DIOS
1. Dios
dio a Adán una ley de obediencia universal escrita en su corazón,' y un
precepto en particular de no comer del fruto del árbol del conocimiento del
bien y del ma';2 por lo cual le obligó a él y a toda su posteridad a una
obediencia personal completa, exacta y perpetua; prometió la vida por su
cumplimiento de la ley, y amenazó con la muerte su infracción; y le dotó
también del poder y la capacidad para guardarla.3
1. Gn.
1:27; Ec. 7:29; Ro. 2:12a, 14,15 2. Gn. 2:16,17 3 Gn. 2:16,17; Ro. 10:5; Gá.
3:10,12
2. La
misma ley que primeramente file escrita en el corazón del hombre continuó
siendo una regla perfecta de justicia después de la Calda;' y fe dada por Dios
en el monte Sinaí,2 en diez mandamientos, y escrita en dos tablas; los cuatro
primeros mandamientos contienen nuestros deberes para con Dios, y los otros
seis, nuestros deberes para con los hombres.3
1. Para
el Cuarto Mandamiento, Gn. 2:3; Ex. 16;Gn. 7:4; 8:10,12; para el Quinto
Mandamiento, Gn. 37:10; para el Sexto Mandamiento, Gn. 4:3-15; para el Séptimo
Mandamiento, On. 12:17; para el Octavo Mandamiento, On. 31:30; 44:8; para el
Noveno Mandamiento, Gn. 27:12; para el Décimo Mandamiento, Gn. 6:2; 13:10,11 2.
Ro. 2:12a, 14,15 3. Ex. 32:15,16; 34:4,28; Dt. 10:4
3. Además
de esta ley, comúnmente llamada ley moral, agradó a Dios dar al pueblo de
Israel leyes ceremoniales que contenían varias ordenanzas típicas; en parte de
adoración, prefigurando a Cristo, sus virtudes, acciones, sufrimientos y
beneficios;' y en parte proponiendo diversas instrucciones sobre los deberes
morales.2 Todas aquellas leyes ceremoniales, habiendo sido prescritas solamente
hasta el tiempo de reformar las cosas, han sido abrogadas y quitadas por
Jesucristo, el verdadero Mesías y único legislador, quien file investido con
poder por parte del Padre para ese fin.3
1. He. 10:1; Col. 2:16,17 2. 1 Co. 5:7; 2 Co. 6:17;
Jud. 23 3. Col. 2:14,16,17; Ef. 2:14-16
4. Dios
también les dio a los israelitas diversas leyes civiles, que expiraron
juntamente con el Estado de aquel pueblo, no obligando ahora a ningún otro en
virtud de aquella institución;' solamente sus principios de equidad son
utilizables en la actualidad.2
1. Lc. 21:20-24; Hch. 6:13,14; He. 9:18,19 con 8:7,13;
9:10; 10:1 2. 1 Co. 5:1; 9:8-10
5. La ley
moral obliga para siempre a todos, tanto a los justificados como a los demás, a que se la
obedezca;' y esto no sólo en consideración a su contenido, sino también con
respecto a la autoridad de Dios, el Creador, quien la dio.2 Tampoco Cristo, en
el evangelio, en ninguna manera cancela esta obligación sino que la refuerza
considerablemente.3
1. Mt.
19:16-22; Ro. 2:14,15; 3:19,20; 6:14; 7:6; 8:3; 1 Ti. 1:8-11; Ro. 13:8-10; 1
Co. 7:19 con Gá. 5:6; 6:15; Ef. 4:25-6:4; Stg. 2:11,12 2. Stg. 2:10,11 3. Mt.
5:17-19; Ro. 3:31; 1 Co. 9:21; Stg. 2:8
6. Aunque
los verdaderos creyentes no están bajo la ley como pacto de obras para ser por
ella justificados o condenados, sin embargo ésta es de gran utilidad tanto para
ellos como para otros, en que como regla de vida les informa de la voluntad de
Dios y de sus deberes, les dirige y obliga a andar en conforinidad con ella,2
les revela también la pecaminosa contaminación de sus naturalezas, corazones y
vidas; de tal manera que, al examinarse a la luz de ella, puedan llegar a una
convicción más profunda de su pecado, a sentir humillación por él y odio contra
él; junto con una visión más clara de la necesidad que tienen de Cristo, y de
la perfección de su obediencia.3 También la ley moral es útil para los
regenerados a fin de restringir su corrupción, en cuanto que prohíbe el pecado;
y sus amenazas sirven para mostrar lo que aun sus pecados merecen, y qué
aflicciones pueden esperar por ellos en esta vida, aun cuando estén libres de
la maldición y el puro rigor de la ley.4 Asimismo sus promesas manifiestan a
los regenerados que Dios aprueba la obediencia y cuáles son las bendiciones que
pueden esperar por el cumplimiento de la misma,5 aunque no como si la ley se lo
debiera como pacto de obras;6de manera que si alguien hace lo bueno y se
abstiene de hacer lo malo porque la ley le manda lo uno y le prohíbe lo otro,
no por ello se demuestra que esté bajo la ley y no bajo la gracia.7
CAPÍTULO 20
DEL
EVANGELIO Y DEL ALCANCE DE SU GRACIA
1.
Habiendo sido quebrantado el pacto de obras por el pecado y habiéndose vuelto
inútil para dar vida, agradó a Dios dar la promesa de Cristo, la sinuente de la
mujer, como el medio para llamar a los elegidos, y engendrar en ellos la fe y el
arrepentimiento. En esta promesa, el evangelio, en cuanto a su sustancia, fue
revelado, y es en ella eficaz para la conversión y salvación de los pecadores.
1. Gn.
3:15 con Ef.2:12; Gá. 4:4; He. 11:13; Lc. 2:25,38; 23:51; Ro. 4:13-16; Gá.
3:15-22
2. Esta promesa de Cristo, y la salvación por
medio de Éí, es revelada solamente por la Palabra de Dios.' Tampoco las obras
de la creación o la providencia, con la luz de la naturaleza, revelan a Cristo,
o la gracia que es por medio 'le El, ni siquiera en forma general u oscura;2
mucho menos hacen que los hombres destituidos de la revelación de Él por la
promesa, o evangelio, sean capacitados así para alcanzar la fe salvadora o el
arrepentimiento.
1. Hch.
4:12 Ro. 10:13-15 2. Sal. 19; Ro. 1:18-23 3. Ro. 2:12a; Mt. 28:18-20; Lc.
24:46,47 con Hch. 17:29,30; Ro. 3:9-20
3. La revelación del evangelio a los pecadores
(hecha en diversos tiempos y distintas partes, con la adición de promesas y
preceptos para la obediencia requerida en aquél, en cuanto a las naciones y personas
a quienes es concedido), es meramente por la voluntad soberana y el beneplácito
de Dios;' no apropiándosela en virtud de promesa alguna referida al buen Liso
de las capacidades naturales de los hombres, ni en virtud de la Itiz común
recibida aparte de él, lo cual nadie hizo jamás ni puede hacer.2 Por tanto, en
todas las épocas, la predicación del evangelio ha sido concedida a personas y
naciones, en cuanto a su extensión o restricción,
con gran variedad, según el consejo de la voluntad de Dios.
1. Mt.
11:20 2. Ro. 3:10-12; 8:7,8
4. Aunque
el evangelio es el único medio externo para revelar a Cristo y la gracia
salvadora, y es, como tal, completamente suficiente para este fin,' sin
embargo, pam que los hombres que están muertos en sus delitos puedan nacer de
nuevo, ser vivificados o regenerados, es además necesaria una obra eficaz e
invencible del Espíritu Santo en toda el alma, con el fin de producir en ellos
una nueva vida espiritual; sin ésta, ningún otro medio puede efectuar su
conversión a Dios.2
1. Ro.
1:16,17 2. Jp. 6:44; 1 Co. 1 '2.2-24.. 2:14; 2 Co. 4:4,6
CAPÍTULO 21
DE LA
LIBERTAD CRISTIANA Y DE LA LIBERTAD DE CONCIENCIA
1. La libertad que Cristo ha comprado para los
creyentes bajo el evangelio consiste en su libertad de la culpa del pecado, de
la ira condenatoria de Dios y de la severidad y maldición de la ley,' y en ser
librados de este presente siglo malo, de la servidumbre de Satanás y del dominio
del pecado,2 del mal de las aflicciones, del temor y aguijón de la muerte, de
la victoria del sepulcro y de la condenación eterna,3y también consiste en su
libre acceso a Dios, y en rendirle obediencia a Él, no por temor servil, sino
con un amor filial y una mente dispuesta.4 Todo esto era sustancialmente común
también a los creyentes bajo la ley;5 pero bajo el Nuevo Testamento la libertad
de los cristianos se ensancha mucho mas porque están libres del yugo de la ley
ceremonial a que estaba sujeta la Iglesia judaica, y tienen ahora mayor
confianza para acercarse al trono de gracia, y experiencias más plenas del
libre Espíritu de Dios que aquellas de las que participaron generalmente los
creyentes bajo la ley.6
1. Jn 3:36; Ro. 8:33; Gá. 3:13 2. Gá. 1:4; Ef. 2:1-3;
Col. 1:13; Hch. 26:18; Ro 6:14-18; 8:3 3. Ro. 8:28; 1 Co. 15:54-57; 1 Ts. 1:10;
He. 2:14,15 4. Ef. 2:18; 3:12; Ro. 8:15; 1 Jn. 4:18 5. in. 8:32; Sal. 19:7-91
19:14,24,45,47,48,72,97; Ro. 4:5-11; Gá. 3:9; He. 11:27,33,34 6. in. 1:17; He.
1:1,2a..7:19,22;8:6;9:23; l1:40;Gá.2:llss.;4:l-3;Col. 2:16,17; He. 10:19.21;
Jn. 7:38,39
2. Sólo
Dios es el Señor de la conciencia,' y la ha hecho libre de las doctrinas y los
mandamientos de los hombres que sean en alguna manera contrarios a su Palabra o
que no estén contenidos en ésta.2 Así que, creer tales doctrinas u obedecer
tales mandamientos por causa de la conciencia es traicionar la verdadera
libertad de conciencia,3 y el requerir una fe implícita y una obediencia ciega
y absoluta es destruir la libertad de conciencia y también la razón.4
1. Stg. 4:12; Ro. 14:4;Gá.5:l 2. Hch. 4:19; 5:29; 1
Co. 7 23; Mt. 15:9 3. Col. 2:20,22,23; Gá. l:10; 2:3-5;
5.1 4. Ro. 10:17; 14:23; Hch. 17:11; in. 4:22; 1 Co. 3:5; 2 Co. 1:24
3. Aquellos que bajo el pretexto de la libertad
cristiana practican cualquier pecado o abrigan cualquier concupiscencia, al
pervertir así el propósito principal de la gracia del evangelio para su propia
destrucción,' destruyen completamente, por tanto, el propósito de la libertad
cristiana, que consiste en que, siendo librados de las manos de todos nuestros
enemigos, sirvamos al Señor sin temor, en santidad y justicia delante de Él,
todos los días de nuestra vida.2
1. Ro.
6:1,2 2. Lc 1.74,75; Ro. 14:9 Gá. 5:13; 2 P. 2 18,21
CAPÍTULO 22
DE LA
ADORACIÓN RELIGIOSA Y DEL DÍA DE REPOSO
1 La luz de la natura1eza muestra
que hay un Dios, que tiene señorío y soberanía sobre todo; es justo, bueno y
hace bien a todos; y que, por tanto, debe ser temido, amado, alabado, invocado,
creído, y servido con toda el alla, con todo el corazón y con todas las
fuerzas.' Pero el modo aceptable de adorar al verdadero Dios está instituido
por él mismo, y está de tal manera limitado por su propia voluntad revelada que
no se debe adorar a Dios' conforme a las imaginaciones e invenciones de los
hombres o a las sugerencias de Satanás, ni bajo ninguna representación visible o
en ningún otro modo no prescrito en las Santas Escrituras.2
1. Jer. 10:7; Mr. 12:33 2. Gn. 4:1-5; Ex. 20:46; Mt.
15:3,8,9; 2 R. 16:10-18; Lv. 10:1-3; Dt 17.3, 4.2, 12.29-32; Jos. 1:7;
23:&8; Mt 15:13; Col. 2:2~23; 2 Ti. 3:15-17
2. La adoración religiosa ha de
tributarse a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, ya Él solamente;' no a los
ángeles, ni a los santos, ni a ninguna otra criatura;2 y desde la Caída, no sin
un mediador; ni por la mediación de ningún otro, sino solamente de Cristo.3
1. ML 4:9,10; Jn. 5:23; 2 Co. 13:14 2. Ro. 1:25; Col.
2:18; Ap. 19:10 3. Jn. 14:6; Ef. 2:18; Col. 3:17; 1 Ti. 2:5
3. Siendo la oración, con acción
de gracias, una parte de la adoración natural, la exige Dios de todos los
hombres.' Pero para que pueda ser aceptada, debe hacerse en el nombre del
Hijo,2 con la ayuda del Espiritu, conforme a su voluntad,4 con entendimiento,
reverencia, humildad, fervor, fe, amor y perseverancia;5 y cuando se hace con
otros, en una lengua conocida.6
1. Sal.
95:1-7; 100:1-5 2. Jn. 14:13,14 3. Ro. 8:26 4. l Jn.5:14 5. Sal. 47:7; Ec. 5:4,2; He. 12:28; Gn. 18:27; Stg. 5:16;
1:6,7; Mr. 11:24; Mt. 6:12,14,15; Col. 4:2; Ef. 6:18 6. 1 Co. 14:13-19,27,28
4. La oración ha de hacerse por
cosas lícitas, y a favor de toda clase de personas vivas, oque vivirán más
adelante;' pero no a favor de los muertos ni de aquellos de quienes se pueda
saber que han cometido el pecado de muerte.2
1. Jn. 5:14; 1 Ti. 2:1,2; Jn. 17:20 2. 2 S.12:21-23;
Lc. 16:25,26; Ap. 14:13; 1 Jn. 5:16
5. La lectura de las Escrituras,'
la predicación y la audición de la Palabra de Dios,2 la instrucción y la
amonestación los unos a los otros por medio de salmos, himnos y cantos
espintuales, el cantar con gracia en el corazón al Señor,3 como también la
administración del bautismo4 y la Cena del Señor:5 todas estas cosas son arte
de la adoración religiosa a Dios que ha de realizarse en obediencia a con
entendimiento, fe, reverencia y temor piadoso;
además, la humillación solemne,6 con ayunos, y las acciones de gracia en
ocasiones especiales, han de usarse de una manera santa y piadosa.7
1. Hch. 15:21; 1 Ti. 4:13; Ap. 1:3 2. 2Ti.4:2;Lc.8:18
3. Col. 3:16; Ef. 5:19 4. Mt. 28:19,20 5. lCo.ll:26 6. Est 4:16;
JI. 2:12; Mt. 9:15; Hch. 13:2,3; 1 Co. 7:5 7. Ex. 15:1-19; Sal. 107
6. Ahora, bajo el evangelio, ni la
oración ni ninguna otra parte de la adoración religiosa están limitadas a un
lugar, ni son más aceptables por el lugar en que se realizan, o hacia el cual
se dirígen;' sino que Dios ha de ser adorado en todas partes en espíritu y en
verdad;2 tanto en cada familia en particular' diariamente,4 como cada uno en
secreto por sí solo;5 así como de una manera más solemne en las reuniones
públicas,6 las cuales no han de descuidarse ni abandonarse voluntariamente o
por negligencia, cuando Dios por su Palabra o providencia nos llama a ellas.7
1. Jn. 4:21 2 Mal. 1:11; 1 Ti. 2:8; Jn. 4:23,24 3. Di.
6:6,7; Job 1:5; 1 P. 3:7 4. Mt.6:11 5. Mt. 6:6 6. Sal. 84:1,2,10; Mt. 18:20; 1 Co. 3:16;
14:25; Ef. 2:21,22 7. Hch. 2:42; He. 10:25
7. Así como es la ley de la
naturaleza que, en general, una proporción de Tiempo, por designio de Dios se
dedique a la adoración de Dios, así en su Palabra, por un mandamiento positivo,
moral y perpetuo que obliga a todos los hombres en todas las épocas, Dios ha
señalado particularmente un día de cada siete como día de reposo, para que sea
guardado santo para Él;1 el cual desde el principio del mundo hasta la resurrección de Cristo fue
el último día de la semana y desde la resurrección de Cristo fue cambiado al
primer día de la semana, que es llamado el Día del Señor y debe ser perpetuado
hasta el fin del mundo como el día de reposo cristiano, siendo abolida la
observancia del último día de la semana.2
1. Gn. 2:3; Ex. 20:8-11; Mr. 2:27,28; Ap. 1:10 2. Jn.
20:1; Hcb. 2:1; 20:7; 1 Co. 16:1; Ap. 1:10; Col. 2:16,17
8. El día de reposo se guarda
santo para el Señor cuando los hombres, después de la debida preparación de su
corazón y arreglados de antemano todos sus asuntos cotidianos, no solamente
observan un santo descanso durante todo el día de sus propias labores, palabras
y pensamientos' acerca de sus ocupaciones y diversiones seculares; sino que
también se dedican todo el tiempo al ejercicio público y privado de la
adoración de Dios, y a los deberes de necesidad y de misericordia.2
1. Ex. 20:8-11; Neh. 13:15-22; Is. 58:13,14; Ap. 1:10
2. Mt. 12:1-13; Mr. 2:27,28
CAPÍTULO 23
JURAMENTOS
LEGALES Y VOTOS
1. Un juramento licito es una
parte de la adoración religiosa por el cual el jurador, teniendo en vista la
verdad, la justicia y el juicio, solemnemente pone a Dios como testigo de lo
que jura,1 y para que le juzgue conforme a la verdad o la falsedad de sus
palabras.2
l Ex
20:7; Dt. 10:20; Jer. 4:2 22 Cr. 6:22,23
2. Sólo en el nombre de Dios
deben jurar los hombres, y este nombre ha de usarse con todo temor santo y con
reverencia. Por lo tanto, jurar vana o temerariamente en ese nombre glorioso y
terrible, o definitivamente jurar por cualquiera otra cosa, es pecaminoso y
debe aborrecerse.3 Sin embargo, en asuntos de peso y
de importancia, cuando la verdad requiere una confirmación y para poner fin a
la contienda, un juramento está justificado por la palabra de Dios;4 por eso,
cuando una autoridad legítima exija un juramento legal para tales asuntos, este
juramento debe hacerse.5
3Mt. 5:34,37; Slg.5:12 4He. 6:16; 2Cor.1:23 5Neh. 13:25
3. Todo aquel que hace un
juramento de acuerdo a la palabra de Dios debe considerar seriamente la
gravedad de un acto tan solemne, y por lo tanto no afirmar nada que no sepa sea
verdad, porque por medio de juramentos falsos y vacíos el Señor es provocado y
por razón de ello la tierra es traída a mise rias.6
6 Lv.
19:12; Jer. 23:10
4. Un juramento debe hacerse en
el sentido claro y común de las palabras, sin equivocación o reservas
mentales.7
7Sal.
24:4 Sal 76:11; Gn. 28:20-22
5. Los votos han de ser hechos a
Dios solamente y no a una criatura. Una vez hechos han de ser llevados a cabo
escrupulosamente y fielmente.8 Pero votos monásticos de vida soltera perpetua,9
pobreza profesada10 y obediencia regular que pertenecen a la iglesia de Roma,
en lugarde representar santidad superior son meramente supersticiones y trampas
pecaminosas en las cuales ningún cristiano debería enredarse.11
9 1Co.
7:2,9 10 Ef. 4:28 11 Mt. 19:11
CAPÍTULO 24
EL
GOBIERNO CIVIL
1. Dios, el supremo Señor y Rey
de todo el mundo, ha instituido a los magistrados civiles para estar sujetos a
él, gobernando al pueblo para la gloria de Dios y el bien público; y con este
fin les ha armado con el poder de la espada, para la defensa y aliento de los
que hacen lo bueno, y para el castigo de los malhechores.
1. 1Ro. 13:14; 1 P. 2:13,14
2. Es lícito para los cristianos
aceptar y desempeñar el cargo de magistrado cuando sean llamados para ello; en
el desempeño de su cargo deben mantener especialmente la justicia y la paz,2
según las leyes sanas de cada reino y estado; así con este fin, bajo el Nuevo
Testamento, pueden legalmente ahora hacer la guerra en ocasiones justas y
necesarias.3
2. 2S.
23:3; Sal. 82:3,4 3. Lc 3:14
3. Como los gobernantes civiles
son puestos por Dios con los propósitos ya mencionados, los cristianos están
sujetos a ellos en los requisitos legales, y esto por causa del Señor y de la
conciencia y no meramente para evitar castigo.4 Debemos ofrecer suplicaciones y
oraciones a favor de los reyes y de los que están en autoridad, para que bajo
su gobierno podamos vivir quieta y reposadamente en santidad y honestidad.5
4Ro.
13:57; 3. 1 P.2:17 5 1 Ti. 2:1,2
CAPÍTULO 25
DEL
MATRIMONIO
1. El matrimonio ha de ser entre
un hombre y una mujer; no es licito para ningún hombre tener más de una esposa,
ni para ninguna mujer tener más de un marido.'
1. Gn.
2:24 con Mt 19:5,6; 1 Ti. 3:2; Tit. 1:6
2. El matrimonio fue instituido
para la mutua ayuda de esposo y esposa;' para multiplicar el género humano por
medio de una descendencia legítima:' y para evitar la impureza.3
1. Gn.
2:18; Pr. 2:17; Mal. 2:14 2. Gn. 1:28; Sal. 127:3-5; 128:3,4 3. 1 Co. 7:2,9
3. Pueden casarse lícitamente
toda clase de personas capaces de dar su consentimiento en su sano juicio;' sin
embargo, es deber de los cristianos casarse en el Señor. Y, por tanto, los que
profesan la verdadera fe no deben casarse con incrédulos o idólatras; ni deben
los que son piadosos unirse en yugo desigual, casándose con los que sean
malvados en sus vidas o que sostengan herejías condenables.2
1. 1 Co. 7:39; 2 Co. 6:14; He. 13:4; 1 Ti. 4:3 2. 1
Co. 7:39; 2 Co. 6:14
4. El matrimonio no debe
contraerse dentro de los grados de consanguinidad o afinidad prohibidos en la
Palabra, ni pueden tales matrimonios incestuosos legalizarse jamás por ninguna
ley humana, ni por el consentimiento de las partes, de tal manera que esas
personas puedan vivir juntas como marido y mujer.1
1. Lv.
18:6-18: Am 2:7; Mr. 6:18; 1 Co. 5:1
CAPÍTULO 26
DE LA
IGLESIA
1. La Iglesia católica o
universal, 1 que (con respecto a la obra interna del Espfritu y la verdad de la
gracia) puede llamarse invisible, se compone del número completo de los
elegidos que han sido, son o serán reunidos en uno bajo Cristo, su cabeza; y es
la esposa, el cuerpo, la plenitud de Aquel que llena todo en todos.2
1. Mt. 16:18; 1 Co. 12:28; Ef. 1:22; 4:11-15;
5:23-25,27,29,32; Col. 1:18,24; He. 12:23 2. Ef.
l:22;A:11-15; 5:23-25,27,29,32; Col. 1:18,24; Ap. 21:9-14
2. Todas las personas en todo el
mundo que profesan la fe del evangelio y obediencia a Dios por Cristo conforme
al mismo, que no destruyan su propia profesión mediante errores fundamentales o
conductas impías, son y pueden ser llamados santos visibles;1 y de tales
personas todas las congregaciones locales deben estar compuestas.2
1. 1 Co. 1:2; Ro. 1:7,8; Hch. 11:26; ML 16:18;
28:15-20; 1 Co. 5:1-9 2. Mt. 18:15-20; Hch. 2:3742; 4:4;
Ro. 1:7; 1 Co. 5:1-9
3. Las iglesias más puras bajo el
cielo están sujetas a la impureza y al error,1 y algunas han degenerado tanto
que han llegado a ser no iglesias de Cristo sino sinagogas de Satanás.2 Sin
embargo, Cristo siempre ba tenido y siempre tendrá un reino en este mundo,
hasta el fin del mismo, compuesto de aquellos que creen en Él y profesan su
nombre.3
1. iCo.
1:11;5:1;6:6;1l:17-19;3Jn.9,l0;Ap.2y 3 2. Ap. 2:5 con 1:20; 1 Ti. 3:14,15; Ap. 18:2 3. Mt.
16:18; 24:14; 28:20; Mr. 4:3~32; Sal. 72:1~l8; 102:28; Is. 9:6,7; Ap. 12:17;
20:7-9
4. La Cabeza de la Iglesia es el
Señor Jesucristo, en quien, por el designio del Padre, todo el poder requerido
para el llamamiento, el establecimiento, el orden o el gobierno de la Iglesia,
está suprema y soberanamente investido.1 No puede el papa de Roma ser cabeza de
ella en ningún sentido, sino que él es aquel Anticristo, aquel hombre de pecado
e hijo de perdición, que se ensalzen la Iglesia contra Cristo y contra todo lo
que se llama Dios, a quien el Señor destruirá con el resplandor de su venida.2
1. Col. 1:18; Ef. 4:11-16; l:2~23; 5:23-32; 1 Co.
12:27,28; Jn. 17:1-3; Mt. 28:18-20; Hch. 5:31; Ja. l0:1~16 2. 2 Ts.
2:2-9
5. En el ejercicio de este poder
que le ha sido confiado, el Señor Jesús, a través del ministerio de su Palabra
y por su Espíritu, llama a si mismo del mundo a aquellos que le han sido dados
por su Padre' para que anden delante de El en todos los caminos de la
obediencia que Éi les prescribe en su Palabra.2 A los así llamados, Él les
ordena andar juntos en congregaciones concretas, o iglesias, para su
edificación mutua y la debida observancia del culto público, que Él requiere de
ellos en el mundo.3
1. Jn. 10:16,23; 12:32; 17:2; Hch. 5:31,32 2. Mt.
28:20 3. Mt. 18:15-20; Hch. 14:21-23; Tit. 1:5; 1 Ti. 1:3; 3:1~16; 5:17-22
6. Los miembros de estas iglesias
son santos por su llamamiento, yen una forma visible manifiestan y evidencian
(por su profesión de fe y su conducta> su obediencia al llamamiento de
Cristo;' y voluntariamente acuerdan andar juntos, conforme al designio de
Cristo, dándose a sí mismos al Señor y mutuamente, por la voluntad de Dios,
profesando sujeción a los pr,eceptos del evangelio.2
1. Mt.
28:18-20; Hch. 14:22,23; Ro. 1:7; 1 Co. 1:2 con los vv. 13-17; 1 Ts. 1:1 con
los vv. 2- 10; Hch. 2:37-42; 4:4; 5:13,14 2. Hch. 2:41,42; 5:13,14; 2 Co. 9:13
7. A cada una de estas iglesias
así reunidas, el Señor, conforme a su mente declarada en su Palabra, ha dado
todo el poder y autoridad en cualquier sentido necesarios para realizar ese
orden la adoración y en la disciplina que Él ha instituido para que lo guarden;
juntamente con mandatos y reglas para el ejercicio propio y correcto y la ejecución
del mencionado poder.1
1. Mt.
18:17-20; 1 Co. 5:4,5,13; 2 Co. 2:6-8
8. Una iglesia local, reunida y
completamente organizada de acuerdo a la mente de Cristo, está compuestapor
oficiales y miembros; y los oficiales designados por Cristo para ser escogidos
y apartados por la iglesia (así llamada y reunida), para la particular
administración de las ordenanzas y el ejercicio del poder o el deber, que Él
les confía al que les llama, para que continúen hasta el fin del mundo, son los
obispos o ancianos, y los diáconos.'
1. Fil. 1:1; 1 Ti. 3:1-13; Hch. 20:17,28; TiL 1:5-7; 1
P. 5:2
9. La manera designada por Cristo
para el llamamiento de cualquier persona que ha sido cualificada y dotada por
el Espíritu Santo' para el oficio de obispo o anciano en una iglesia, es que
sea escogido para el mismo por común sufragio de la iglesia misma,2 y
solemnemente apartado mediante ayuno y oración con la imposición de manos de
los ancianos de la iglesia, si es que hay algunos consfituidos anteriormente en
ella;3 y para un diácono, que sea escogido por el mismo sufragio y apartado
mediante oración y la misma imposición de manos.4
1. Ef. 4:11; 1 Ti. 3:1-13 2. Hch. 6:1-7; 14:23 con ML
18:17-20; 1 Co. 5:1-13 3. 1 Ti. 4:14; 5:22 4. Hch. 6:1-7
10. Siendo la obra de los
pastores atender constantemente al servicio de Cristo, en sus iglesias, en el
ministerio de la Palabra y la oración velando por sus almas, como aquellos que
han de dar cuenta a Él es la responsabilidad de las iglesias a las que ellos
ministran darles no solamente todo el respeto debido, sino comparLir también
con ellos todas sus cosas buenas, según sus posibilidades,2 de manera que
tengan una provisión adecuada, sin que tengan que enredarse en actividades
seculares,3 y puedan también practicar la hospitalidad hacia los demás.4 Esto
lo requiere la ley de la naturaleza y el mandato expreso de nuestro Señor
Jesús, quien ha ordenado que los que predican el evangelio vivan del
evangelio.5
1. Hch. 6:4; 1 Ti. 3:2; 5:17; He. 13:17 2. 1 Ti.
5:17,18; 1 Co. 9:14; Gá. 6:6,7 3. 2 Ti. 2:4
4. 1 Ti. 3:2 5. 1 Co. 9:6-14; 1 Ti. 5:18
11. Aunque sea la responsabilidad
de los obispos o pastores de las iglesias, según su oficio, estar
constantemente dedicados a la predicación de la Palabra, sin embargo la obra de
predicar la Palabra no está tan particularmente limitada a ellos, sino que
otros también dotados y cualificados por el Espíritu Santo para ello y
aprobados y llamados por la iglesia, pueden y deben desempeñarla.'
1. Hch.
8:5; 11:19-21; 1 P. 4:10,11
12. Todos los creyentes están
obligados a unirse a iglesias locales cuando y donde tengan la oportunidad de
hacerlo. Asimismo todos aquellos que son admitidos a los privilegios de una
iglesia también están sujetos a la disciplina y el gobierno de la misma
iglesia, conforme a la norma de Cristo.'
1. 1 Ts.
5:14; 2 Ts. 3:6,14,15; 1 Co. 5:9-13; He. 13:17
13. Ningún miembro de iglesia,
sobre la base de alguna ofensa recibida, habiendo cumplido el deber requerido
de él hacia la persona que le ha ofendido, debe perturbar el orden de la
iglesia, o ausentarse de las reuniones de la iglesia o de la administración de
ninguna de las ordenanzas sobre la base de tal ofensa de cualquier otro
miembro, sino que debe esperar en Cristo mientras prosigan las actuaciones de
la iglesia.'
1. Mt. 18:15-17; Ef. 4:2,3; Col. 3:12-15; 1 Jn.
2:7-11,18,19; Ef. 4:2,3; Mt 28:20
14. Puesto que cada iglesia, y
todos sus miembros, están obligados a orar continuamente por el bien y la
prosperidad de todas las iglesias de Cristo en todos los lugares, y en todas
las ocasiones ayudar a cada una dentro de los lírnites de sus áreas y
vocaciones, en el ejercicio de sus dones y virtudes,1 así las iglesias, cuando
estén establecidas por la providencia de Dios de manera que puedan gozar de la
oportunidad y el beneficio de ello,2 deben tener comunión entre sí, para su
paz, crecimiento en amor y edificación mutua.3
1. Jn. 13:34,35; 17:11,21-23; Ef. 4:11-16; 6:18; Sal.
122:6; Ro. 16:1-3; 3Jn. 8-10 con 2Jn. 511; Ro. 15:26;
2Co. 8:l-4,l6-24; 9:12-15; Col. 2:1 con 1:3,4,7 y 4:7,12 2. Gá
1:2,22; Col. 4:16; Ap. 1:4; Ro. 16:1,2; 3 Jn. 8-10 3. 1 Ja. 4:1-3 con 2 y 3
Juan; Ro. 16:1-3; 2 Co. 9:12-15; Jos. 22
15. En casos de dificultades o
diferencias respecto a la doctrtua o el gobierno de la iglesia, en que bien las
iglesias en general o bien una sola iglesia están concernidas en su paz, unión
y edificación; o uno o vanos miembros de una iglesia son dañados por
procedimientos disciplinarios que no sean de acuerdo a la verdad y al orden, es
conforme a la mente de Cristo que muchas iglesias que tengan comunión entre sf,
se reúnan a través de sus representantes para considerar y dar su consejo sobre
los asuntos en disputa, para informar a todas las iglesias concernidas.' Sin
embargo, abs representantes congregados no se les entrega ningún poder
eclesiástico propiamente dicho ni jurisdicción sobre las iglesias mismas para
ejercer disciplina sobre cualquiera de ellas o sus miembros, o para ji'poner
sus decisiones sobre ellas o sus oficiales.2
1. Gá 2:2; Pr. 3:5-7; 12:15; 13:10 2. 1 Co.
7:25,36,40; 2 Co. 1:24; 1 Jn. 4:1
CAPÍTULO 27
DE LA
COMUNIÓN DE LOS SANTOS
1. Todos los santos que están
unidos a Jesucristo,' su cabeza, por su Espíritu y por la fe2 (aunque no por
ello vengan a ser una persona con El3),participan en sus virtudes,
padecimientos. Muerte, resurrección y gloria;' y, estando unidos unos a otros
en amor, participan mutuamente de sus dones y virtudes,5 y están obligados al
cumplimiento de tales deberes, públicos y privados, de manera ordenada, que
conduzcan a su mutuo bien, tanto en el hombre interior como en el exterior.6
1. Ef. 1:4;Jn. 17:2,6;2Co.5:21;Ro. 6:8; 8:17;8:2; 1
Co. 6:17;2P. 1:4 2. Ef. 3:16,17; Gá. 2:20; 2 Co. 3:17,18 3. 1 Co. 8:6; Col. 1:18,19; 1 Ti. 6:15,16; Is. 42:8;
Sal. 45:7; He. 1:8,9 4. 1 Jn. 1:3; Jn. 1:16; 15:1-6; Ef. 2:4-6; Ro. 4:25;
6:1-6; Fil. 3:10; Col. 3:3,4 5. Jn. 13:34,35; 14:15; Ef. 4:15; 1
P. 4:10; Ro. 14:7,8; 1 Co. 3:21-23; 12:7,25-27 6. Ro.
1:12; 12:10-13; 1 Ts. 5:11,14; 1 P. 3:8; 1 Jn. 3:17,18; Gá. 6:10
2. Los santos, por su profesión,
están obligados a mantener entre sí un compañerismo y comunión santos en la
adoración a Dios y en el cumplimiento de los otros servicios espirituales que
tiendan a su edificación mutua,' así como a socorrerse los unos a los otros en
las cosas externas según sus posibilidades y necesidades.2 Según la norma del
evangelio, aunque esta comunión deba ejercerse especialmente en las relaciones
en que se encuentren, ya sea en las familias o en las iglesias,3 no obstante,
debe extenderse, según Dios dé la oportunidad, a toda la familia de la fe, es decir,
a todos los que en todas partes invocan el nombre del Señor Jesús.4 Sin
embargo, su comunión mutua como santos no quita ni infringe el derecho o la
propiedad que cada hombre tiene sobre sus bienes y posesiones.5
1. He. 10:24,25; 3:12,13 2. Hch. 11:29,30; 2 Co. 8,9;
Gá. 2; Ro. 15 3. 1 Ti. 5:8,16; Ef. 6:4; 1 Co.
12:27
CAPÍTULO 28
DEL BAUTISMO Y LA CENA DEL SEÑOR
1. El bautismo y la Cena del Señor
son ordenanzas que han sido positiva y soberanamente instituidas por el Señor
Jesús, el único legislador,' para que continúen en su Iglesia hasta el fin del
mundo.2
1. Mt 28:19,20; 1 Co. 11:24,25 2. Mt. 28:18-20; Ro.
6:3,4; 1 Co. 1:13-17; G~ 3:27; Ef. 4:5; Col. 2:12; 1 P. 3:21; 1 Co. 11:26; Lc.
22:14-20
2. Estas santas instituciones han
de ser administradas solamente por aquellos que estén cualificados y llamados
para ello, según la comisión de Cristo.'
1. Mt
24:45-51; Lc. 12:41-44; 1 Co. 4:1; Tit 1:5-7
CAPÍTULO 29
DEL
BAUTISMO
1 El bautismo es una ordenanza
del Nuevo Testamento instituida por Jesucristo, con el fin de ser para la
persona bautizada una señal de su comunión con Él en su muerte y resurrección,
de estar injertado en Éí,' de la remisión de pecados2 y de su entrega a Dios
por medio de Jesucristo para vivir y andar en novedad de vida.3
1. Ro. 6:3-5; Col. 2:12; Gá. 3:27 2. Mr. 1:4; Hch.
22:16 3. Ro.6:4
2. Los que realmente profesan
arrepentimiento para con Dios y fe en nuestro Señor Jesucristo y obediencia a
Él son los únicos sujetos adecuados de esta ordenanza.'
1. Mt 3:1-12; Mr. l:4-6; Lc. 3:3-6; Mt. 28:19,20; Mr.
16:15,16; Jn. 4:1,2; 1 Co. 1:13-17; Hch. 2:37-41; 8:12,13,36-38; 9:18;
10:47,48; 11:16; 15:9; 16:14,15,31-34; 18:8; 19:3-5;22:16;Ro.6:3,4;Gá.3:27;
Col. 2:12; 1 P. 3:21; Jer. 31:31-34; Fil. 3:3; Jn. 1:12,13; Mt. 21:43
3. El elemento exterior que debe
usarse en esta ordenanza es el agua, en la cual ha de ser bautizada1 la persona
en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.2
1. Mt.
3:11; Hch. 8:36,38; 22:16 2. ML 28:18-20
4. La inmersión de la persona en
el agua es necesaria para la correcta administración de esta ordenanza.'
1. 2R. 5:14; Sal. 69:2; Is. 21:4;Mr.
1:5,8-9;Jn.3:23;Hch.8:38;Ro.6:4; Col. 2:12; Mr. 7:3,4; 10:38,39;Lc. 12:50; 1
Co. 10:1,2; Mt. 3:11;Hch. 1:5,8; 2:1-4,17
CAPÍTULO 30
DE LA
CENA DEL SEÑOR
1. La Cena del Señor Jesús fue
instituida por Él la misma noche en que fue entregado,' para que se observara
en sus iglesias2 hasta el fin del mundo,3 para el recuerdo perpetuo y para la
manifestación del sacrificio de si mismo en su muerte,4 para confirmación de la
fe de los creyentes en todos los beneficios de la misma,5 para su alimentación
espiritual y crecimiento en Él,6 para un mayor compromiso en todas las obligaciones que le deben a Él,7 y
para ser un vínculo y una prenda de su comunión con Él y entre ellos
mutuamente."
1. 1 Co. 11:23-26; Mt. 26:20-26; Mr. 14:17-22; Lc.
22:19-23 2. Hch. 2:41,42; 20:7; 1 Co. 11:17-22,33,34 3. Mr. 14:24,25; Lc.
22:17-22; 1 Co. 11:24-26 4. 1 Co. 11:24-26; Mt. 26:27,28; Lc. 22:19,20 5.
Ro.4:11 6. Jn. 6:29,35,47-58 7. 1 Co. 11:25 8. 1 Co. 10:16,17
2. En esta ordenanza Cristo no es
ofrecido a su Padre, ni se hace en absoluto ningún verdadero sacrificio para la
remisión del pecado ni de los vivos ni de los muertos; sino que solamente es un
memorial de aquel único ofrecimiento de sí mismo y por si mismo en la cruz, una
sola vez para siempre,' y una ofrenda espiritual de toda la alabanza posible a
Dios por el mismo.2 Así que el sacrificio papal de la misa, como ellos la
llaman, es sumamente abominable e injurioso para con el sacrificio mismo de Cristo,
la única propiciación por todos los pecados de los elegidos.
1. Jn. 19:30; He. 9:25-28; 10:10-14; Lc. 22:19; 1 Co.
11:24,25 2. Mt. 26:26,27,30 con He. 13:10-16
3. El Señor Jesús, en esta
ordenanza, ha designado a sus ministros para que oren y bendigan los elementos
del pan y del vino, y que los aparten así del uso común para el uso sagrado;
que tomen y partan el pan, y tomen la copa y (participando también ellos
mismos) den ambos a los participantes.'
1. 1 Co.
11:23-26; Mt. 26:26-28; Mr. 14:24,25; Lc. 22:19-22
4. El negar la copa al pueblo,1
el adorar los elementos, el elevarlos o llevarlos de un lugar a otro para
adorarlos y el guardarlos para cualquier pretendido uso religioso,2 es
contrario a la naturaleza de esta ordenanza y a la institución de Cristo.3
1. Mt. 26:27; Mr. 14:23; 1 Co. 11:25-28 2. Ex. 20:4,5
3. Mt. 15:9
5. Los elementos externos de esta
ordenanza, debidamente separados para el uso ordenado por Cristo, tienen tal
relación con Él crucificado que en un sentido verdadero, aunque en términos
figurativos, se llaman a veces por el nombre de las cosas que representan, a
saber: el cuerpo y la sangre de Cristo;' no obstante, en sustancia y en
naturaleza, esos elementos siguen siendo verdadera y solamente pan y vino, como
eran antes.2
1. 1 Co.
11:27; Mt. 26:26-28 2. 1 Co. 11 :2~28; Mt. 26:29
6. Esa doctrina que sostiene un
cambio de sustancia del pan y del vino en la sustancia del cuerpo y la sangre
de Cristo (llamada comúnmente transustanciación), por la consagración de un
sacerdote, o de algún otro modo, es repugnante no sólo a la Escritura' sino
también al sentido común y a la razón; echa abajo la naturaleza de la
ordenanza; y ha sido y es la causa de muchísimas supersticiones y, además, de
crasas idolatrías.
1. Mt.
26:26-29; Lc. 24:3643,50,51; Jn. 1:14; 20:2&29; Hch. 1:9-11; 3:21; lCo.
1l:2~26;lc. 12:l;Ap. 1:20;Gn. 17:l0,11;Ez.37:ll;Gn. 41:26,27
7. Los que reciben dignamente
esta ordenanza,' participando externamente de los elementos visibles, también
participan interiormente, por la fe, de una manera real y verdadera, aunque no
carnal ni corporal, sino alimentándose espiritualmente de Cristo crucificado y
recibiendo todos los beneficios de su muerte.2 El cuerpo y la sangre de Cristo
no están entonces ni camal ni corporal sino espiritualmente presentes en
aquella ordenanza a la fe de los creyentes, tanto como los elementos mismos lo
están para sus sentidos corporales.3
1. 1 Co.
11:28 2. Jn. 6:29,35,47-58 3. 1 Co. 10:16
8. Todos los ignorantes e impíos,
no siendo aptos para gozar de la comunión con Cristo, son por tanto indignos de
la mesa del Señor y, mientras permanezcan como tales, no pueden, sin pecar
grandemente contra Él, participar de estos sagrados misterioso ser admitidos a
ellos;' además, quienquiera que los reciba indignamente es culpable del cuerpo
y la sangre del Señor, pues come y bebe juicio para si.2
1. Mt. 7:6; Ef. 4:17-24; 5:3-9; Ex. 20:7,16; 1 Co.
5:9-13; 2 Jn. 10; Hch. 2:41,42; 20:7; 1 Co. 11:17-22,33,34 2. 1 Co. 11
:20-22,27-34
CAPÍTULO 31
DEL
ESTADO DEL HOMBRE DESPUÉS DE LA MUERTE Y DE LA RESURRECCIÓN DE LOS MUERTOS
1. Los cuerpos de los hombres
vuelven al polvo después de la muerte y ven la corrupción,' pero sus almas (que
ni mueren ni duermen), teniendo una subsistencia inmortal, vuelven
inmediatamente a Dios que las dio.2 Las almas de los justos, siendo entonces
hechas perfectas en santidad, son recibidas en el Paraíso donde están con
Cristo, y contemplan la faz de Dios en luz y gloria, esperando la plena
redención de sus cuerpos. Las almas de los malvados son arrojadas al infierno,
donde permanecen atormentadas y envueltas en densas tinieblas, reservadas para
el juicio del gran díL4 Fuera de estos dos lugan~ para las almas separadas de
sus cuerpos, la Escritura no reconoce ningún otro.
1. Ga. 2:17; 3:19; Hch. 13:36; Ro. 5:12-21; 1 Co.
15:22 2. Gn. 2:7; Stg. 2:26; Mt. 10:28; Ec. 12:7 3. Sal. 23:6; 1 R. 8:2749; Is.
63:15; 66:1; Lc. 23:43; Hch. 1:9-11; 3:21; 2 Co. 5:6-8; 12:24; Ef. 4:10; Fil.
1:21-23; He. 1:3; 4:14,15; 6:20; 8:1; 9:24; 12:23; Ap. 6:9-11; 14:13; 20:4-6 4.
Lc. 16:22-26; Hch. 1:25; 1 P. 3:19; 2 P. 2:9
2. Los santos que se encuentren
vivos en el último día no dormirán, sino que serán transfo"mados,' y todos
los muertos serán resucitados2 con sus mismos cuerpos, y no con otros,3 aunque
con diferentes cualidades,4 y éstos serán unidos otra vez a sus almas para
siempre.5
1. 1 Co. 15:50-53; 2 Co. 5:14; 1 Ts. 4:17 2. Dn. 12:2;
Jn. 5:28,29; Hch. 24:15 3. Job 19:26,27; Ja. 5:28,29; 1 Co.
15:35-38,42-44 4. 1 Co. 15:4244,52-54 5. Dn. 12:2; Mt. 25:46
3. Los cuerpos de los injustos,
por el poder de Cristo, serán resucitados para deshonra;' los cuerpos de los
justos, por su Espíritu,2 para honra,3y serin hechos entonces semejantes al
cuerpo glorioso de Cristo.4
1. Dn.
12:2; Jn. 5:28,29
CAPÍTULO 32
DEL
JUICIO FINAL
1.
Dios ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia por Jesucristo,
a quien todo poder y juicio ha sido dado por el Padre.' En aquel día, no sólo
los ángeles apóstatas serán juzgados,2 sino que también todas las personas que
han vivido sobre la tierra comparecerán delante del tribunal de Cristo"
para dar cuenta de sus pensamientos, palabras y acciones, y para recibir
conforme a lo que hayan hecho mientras estaban en el cuerpo, sea bueno o malo.4
1. Hch. 17:31; Jn. 5:22,27 2. 1 Co. 6:3; Jud. 6 3. Mt. 16:27; 25:3146; Hch. 17:30,31; Ro. 2:6-16; 2
Ts. 1:5-10; 2 P. 3:1-13; Ap. 20:11-15 4. 2 Co.
5:10; 1 Co. 4:5; Mt. 12:36
2. El propósito de Dios al
establecer este día es la manifestación de la gloria de su misericordia en la
salvación eterna de los elegidos, y la de su justicia en la condenación eterna
de los réprobos, que son malvados y desobedientes;' pues entonces entrarán los
justos a la vida eterna y recibirán la plenitud de gozo y gloria con
recompensas eternas en la presencia del Señor; pero los malvados, que no
conocen a Dios ni obedecen al evangelio de Jesucristo, serán arrojados al
tormento eterno y castigados con eterna perdición, lejos de la presencia del
Seflor y de la gloria de su poder.2
1. Ro. 9:22,23 2. Mt 18:8; 25:41,46; 2 Ts. 1:9; He.
6:2; Jud. 6; Ap. 14:10,11; Lc. 3:17; Mr. 9:43,48; Mt. 3:12; 5:26; 13:41,42;
24:51; 25:30
3. Así como Cristo quiere que
estemos ciertamente persuadidos de que habrá un día de juicio, tanto para
disuadir a todos los hombres de pecar,' como para el mayor consuelo de los
piadosos en su adversidad; 2 así también quiere que ese día sea desconocido
para los hombres, para que se desprendan de toda seguridad camal y estén
siempre velando porque no saben a qué hora vendrá el Señor;3 y estén siempre
preparados para decir: Ven, Señor Jesús; ven pronto.4 Amén.
1. 2Co.5:10,11 2. 2Ts. 1:5-7 3. Mr. 13:35-37; Lc.
12:35-40 4. Ap. 22:20
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