El dios de este
siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la
luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios
2 Corintios 4:4
Una persona va al supermercado y escoge comprar carne de cerdo, otra se
decide por carne de res mientras que otro prefiere
pollo. Ciertamente podríamos decir que cada persona tiene capacidad
de decisión para escoger libremente lo que desea en la vida. Alguien puede
escoger, desde el estilo de ropa que usa hasta el color de su carro, o el de su
casa. Pero también podemos decir que aunque los individuos ejercen
sus propias decisiones, como decimos -“libremente”, de cierto modo también las
personas ya vienen “preprogramadas” para tomar cierto tipo de decisiones.
Existen ciertos factores que hacen que cada persona prefiera o escoja ciertas
cosas y no otras. La herencia de sus padres o
antepasados. Los genes que producen la personalidad y el carácter,
además los valores inculcados desde su niñez y hasta el ambiente en el cual fue
criado ejercen influencia en las decisiones de cada uno.
Pero a pesar de
eso, podemos decir como ‘conclusión general’ y sin profundizar mucho en un
estudio sobre la personalidad que la mayoría de las decisiones que cada persona
hace son “libres” y sin presión externa alguna. Todo proviene del
interior de la persona quien es la que dirige su vida y toma estas decisiones
según prefiere. Y aunque podríamos decir que esta “programación” que
se encuentra grabada en cada persona puede ser ‘cambiada’ verdaderamente nunca
podrá ser totalmente eliminada. Los genes y las características heredades que
cada persona trae al momento de nacer así como la formación de cada
individuo le acompañaran hasta el día de su
muerte. Aunque algunas decisiones pueden ser forzadas en las
personas, tan pronto estas pueden escoger por sí mismas escogerán aquello que
prefieren. Esto me recuerda el caso del ex-presidente de Estados
Unidos, George H. Bush. Le estacionaron un camión de cargas lleno de
brócolis frente a la Casa Blanca. Sucede que al presidente no le
gustaba comer brécol y le hicieron una broma trayéndole un camión
lleno. Pero el presidente dijo “cuando era niño me obligaban a comerlo,
pero ahora yo soy el presidente, no como brócoli”.
Pero en este
estudio no vamos a hablar sobre la personalidad ni tampoco hablaremos sobre si
la persona prefiere tomar café o chocolate, si prefiere comer papas fritas o
hervidas. Aquí trataremos de un tema más profundo e importante en la
vida del hombre. Veremos si el hombre puede o no puede escoger a Dios
y creer el mensaje del evangelio libremente. Para saber esto debemos de ir
al libro de texto, la Biblia. Allí veremos qué es lo que Dios mismo dice con
respecto a este tema. Por supuesto, es lógico y natural pensar que
el ambiente donde la persona ha sido criada o donde se ha desarrollado tiene
alguna influencia sobre sus decisiones en cuanto a la fe, la religión y en
cuanto a Dios. Pero vemos que aunque el ambiente en que la persona
se desarrolla puede en ciertas ocasiones ayudar en su formación sobre Dios y la
fe, también vemos que muchas veces esa formación ‘religiosa’ es en sí misma un
obstáculo para acercarse a Dios como La misma demanda y requiere.
LIBRE ALBEDRÍO
Muchos cristianos
(y no cristianos) han llegado a la conclusión de que las personas tienen la
capacidad de recibir o rechazar el evangelio basado en el “libre albedrío”.
Pero aunque esto parezca una solución razonable y aceptable y hasta tenga
apariencia de ser bíblica, lo cierto es que un estudio cuidadoso de la
Escritura no nos enseña que tal interpretación sea cierta. Existen
al menos dos razones por las cuales las personas (Cristianas) defienden y creen
en el libre albedrío de los seres humanos en cuanto a su relación con la fe y
el evangelio. Primordialmente es una herramienta que se utiliza
“para defender a Dios” de dar apariencia de ser “injusto” y en segundo lugar
porque no se comprende claramente lo que la Biblia enseña. Primero
trataremos con lo que dice la Biblia y luego al final trataremos con la tal
apariencia de injusticia en Dios.
Los que creen en
tal libre albedrío basan su interpretación en que Dios hace un llamado al
hombre a arrepentirse y acercarse a Dios y buscarle de todo corazón. Tanto en
el Antiguo Testamento como en el Nuevo encontramos que Dios ordena al pueblo
que “escoja la vida para que
viva” (Deuteronomio
30:19), les dice “escoged hoy
vosotros a quien servir” (Josué
24), el repetido
llamado de Dios a su pueblo “vuélvete a mí”
(Isaías 44:22; Jeremías 3:1, 4:1) les dice“arrepentios y convertios” (Hechos
3:19), y el mandamiento
mayor presentado en el Nuevo Testamento es aquel que ordena al hombre que “crea
al mensaje del evangelio”(Juan
3:14-15).
Aunque todas estas
demandas de Dios son claras en la Escritura, también es muy claro que el
“hombre natural” nunca obedece fielmente a este llamado de Dios. Esa
es en resumidas cuentas la historia del pueblo de Israel. Un pueblo
que NUNCA respondió positivamente y enteramente de todo corazón al llamado de
Dios. De hecho el tema principal del Antiguo Testamento en el pueblo
de Israel es demostrarnos el trato de Dios con un pueblo que no respondía
fielmente a su llamado. Un pueblo que según Dios mismo lo describe
fue “incircunciso de corazón”, un pueblo que desde los tiempos antiguos y aun
en los días de Jesús era lo mismo -- llegó a buscar a Dios “de labios” pero su
corazón “estaba lejos de Dios”(Isaías 29:13; Mateo 15:8; Marcos 7:6) y en Juan
5:40 Cristo declara que el hombre con toda su religión apariencia de piedad,
“no quiere” venir a la vida que aparenta estar buscando cuando
dijo “y no queréis venir a mí para
que tengáis vida”.
Es ciertamente un
‘colosal fracaso en el estudio teológico’ querer “probar” que el hombre tiene
libre albedrío para escoger a Dios basados en los llamados que Dios hacía al
pueblo de Israel para que le respondiera cuando la razón por la que esos
llamados están ahí es precisamente para demostrar todo lo opuesto, que la
voluntad del hombre “no es libre”. La Biblia nos muestra muy
claramente que esos llamados no fueron exitosos sino que fallaron y finalmente
terminaron con la nación de Israel siendo castigada y condenada por Dios mismo
debido a sus constantes pecados, infidelidades y alejamientos. La
doctrina del “libre albedrío” propone que el hombre tiene un albedrío
(voluntad) que es “libre” y tal cosa es ciertamente una absoluta contradicción a
la declaración de la Escritura y lo que Dios nos quiere enseñar por medio de la
historia del pueblo de Israel. El fracaso en entender esta realidad
ha llevado a la ‘errónea conclusión’ de que el hombre posee tal libertad en su
voluntad. Sin embargo, lo contrario es cierto. La
voluntad del hombre está corrompida. No busca a Dios ni le sirve como Él lo
demanda. Eso es lo que nos demuestra la Biblia. Cuando
lleguemos a entender esta ‘clave’ tan importante, entonces tendremos una mejor
comprensión de la realidad tan horrible y desesperante que embarga al hombre.
Pienso que los
estudiosos que no llegan a percibir y aceptar esta realidad, no han llegado a
entender cuál es la verdadera condición del hombre según la Biblia – cuál es la
verdadera “doctrina del hombre” según el Antiguo Testamento, ni tampoco cual el
verdadero efecto del pecado. Además demuestran que tampoco han
comprendido cuan necesaria es la intervención y la gracia divina para lograr la
salvación del ser humano. Fue esto precisamente lo que Jesús quiso
decir a Nicodemo cuando vino de noche a conversar con él. El Señor
le dijo que “el
que no nace de nuevo no pude ver el reino de Dios”. Estas palabras fueron demasiado complicadas para Nicodemo quien
respondió, “¿Cómo
puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el
vientre de su madre, y nacer?” Pero Jesús le
sigue diciendo “Lo que es nacido de
la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te
maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de Nuevo”. Note la fuerza de las palabras de Cristo cuando dice “es
necesario”, sin embargo la situación en la mente de Nicodemo en vez de mejorar, lo que
hizo fue empeorar, por lo que le responde “¿Cómo
puede hacerse esto?”. A la verdad que Nicodemo había quedado totalmente fuera de comprensión al
oír las palabras del Maestro sin embargo Cristo le contesta finalmente con una
pregunta “¿Eres tú maestro de Israel, y
no sabes esto?”. Jesús está indicando que esto es algo que Nicodemo debía saber, sin embargo
no era así. Nicodemo, aunque era “maestro de Israel” no solamente no
entendía que el hombre necesitaba nacer de Nuevo sino que tampoco sabía cómo
tal cosa ocurría.
Hoy día contamos
con muchos “maestros” que tampoco han entendido esta realidad. Sí,
ellos hablan del “nuevo nacimiento” de Juan 3 pero todavía no comprenden porque
de la necesidad de tal “nuevo nacimiento”. Ellos
siguen leyendo las páginas de la Biblia sin entender el verdadero mensaje que
Dios quiere que sepamos, “porqué es
necesario nacer de nuevo”.
Por cierto los
textos que preceden y siguen a la conversación de Cristo con Nicodemo afirman
la necesidad que tiene el hombre de ser regenerado o nacido de
nuevo. Según leemos en Juan
1:12-13
"A
lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron,
a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de dios; los
cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de varón, sino
de dios".
Significan estos
versos que el hombre posee capacidad o “libre albedrío” para aceptar o
¿rechazar a Cristo de su propia iniciativa? ¡De ninguna manera! Todo
lo opuesto es cierto. Estos versos a la vez que resaltan la obra que tiene que
hacer Dios en el hombre para que sea salvo y venga a Cristo, nos deja ver claramente
que el hombre está en una condición desesperante, que no busca a Dios aunque lo
tenga ante sus narices.
Juan 1:9
Aquella luz
verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. 10 En el mundo
estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.
Cristo vino a
morar entre los hombres, era Dios mismo en Persona en el mundo y no hubo manera
de que Dios mismo CON SU LUZ pudiera convencer a los hombres de su pecado para
que le recibieran, al contrario le rechazaron. La condición del hombre era tal
que prefería las tinieblas antes que la luz. POR LO TANTO ese verso (Juan
1:12-13) está ahí para declarar lo que Dios tiene que hacer para conseguir que
el hombre se vuelva hacia Él. Por eso dice “los
que le recibieron, LOS QUE CREEN EN SU NOMBRE” lo hicieron porque ocurrió algo en ellos. A diferencia del resto de los
hombres que no creyeron (no lo recibieron), estos SÍ creyeron (le recibieron)
porque Dios mismo hizo algo de su propia voluntad. Él los engendró
espiritualmente, los regeneró, ¡les dio vida espiritual! Y POR ESO es que le
recibieron. Más adelante en Juan 3 leemos:
Juan
3
19 Y esta es la
condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las
tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. 20 Porque todo aquel que
hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean
reprendidas.
La razón por la
que los hombres no recibieron la luz (Cristo) que vino al mundo, es dice la
Biblia porque “los hombres amaron más las tinieblas
que la luz, porque sus obras eran malas”. Interesantemente e increíblemente los hombres fueron
presentados con la luz y ellos amaron más y prefirieron más las tinieblas que
la luz. Esta es la condición natural de todos los hombres. Porque
los hombres viven en una carne cuyos
“designios son enemistad contra Dios, y ni se sujetan (no quieren) ni pueden
sujetarse a la ley de Dios”. (Romanos 8:6-8)
Los hombres no le
recibieron (ni le reciben) porque no tenían (ni tienen) vida Espiritual que es
la única manera de poder acercarse a Dios. No le recibieron porque estaban
(están) muertos espiritualmente y porque necesitan vida espiritual para que sus
ojos espirituales sean abiertos y para poder amar la luz y salir de las tinieblas
Como maestro de
Israel, se suponía que Nicodemo supiera la verdadera condición del hombre, pero
no era así, tristemente no lo sabía y según nos deja saber la lectura, el mismo
estaba enterrado en aquella situación desprovista de aquella vida espiritual que
produce el nuevo nacimiento. Tan lejos estaba Nicodemo de comprender
ésta verdad que se nos indica que cuando Cristo le dijo esto “se sorprendió” de
eso. Pero la situación sigue siendo igual. Algunos en
nuestro tiempo aunque hablan y hasta predican sobre el nuevo nacimiento, se han
de “maravillar” como Nicodemo si le decimos que “es necesario” nacer de nuevo
para poder creer al evangelio, comprender el mensaje del reino y poder seguir a
Dios fielmente. Ellos suponen que el hombre ‘puede’ venir a Cristo
‘libremente’ si así lo desea según su “libre albedrío” y provocar su propio
nuevo nacimiento. Algunos con un poco más de conocimiento bíblico y
no queriendo contradecir la palabra que dice “sin mi nada podréis hacer” y otra
“ninguno puede venir a mí si el Padre no le trae”
(Juan 6:44), proponen que el hombre necesita “la ayuda del Espíritu
Santo” para venir a Cristo. Algunos han llegado a proponer que
aunque el hombre en su estado natural no tiene libertad de voluntad, dicen que
Dios crea “libre albedrío” en ellos cuando les es predicado el evangelio para
que puedan “decidir libremente” si escogen (creen) el mensaje o si lo rechazan
(no lo creen). Pero siguen suponiendo que es por su “libre albedrío”
y sin necesidad de nacer de nuevo que el individuo viene a la fe y luego de
haber entendido el mensaje, haberlo creído y aceptado, entonces es nacido de
nuevo. No obstante, Pablo nos dice que el hombre se encuentra
“muerto en delitos y pecados”, “sin Dios y sin esperanza en el mundo” y Pedro
dice “separado de la vida de Dios”, más estando en ese estado “nos dio vida...
por gracia sois salvos” (Efesios 2). Vemos que la gracia incluye dar
vida cuando el hombre es totalmente incapaz. Pero por supuesto, si la “ayuda
del Espíritu Santo” que se propone no significa “regenerar el alma”, “dar vida
espiritual” y “provocar un nuevo sentir en el espíritu del hombre”, tal teoría
queda sin fundamento bíblico alguno porque el nuevo nacimiento es una “necesidad” para
poder “ver” y “entrar” al reino de Dios – por la fe en Cristo. Las
razones para hacer esta declaración la veremos a continuación.
EL MENSAJE DE LA CRUZ
Lo llamativo de
este asunto es que la Biblia nos presenta solamente dos tipos de
personas: “el hombre natural”
y “el hombre espiritual” (1 Corintios
2:14). Del “natural” se nos dice que “no
comprende las cosas espirituales porque le son locura”, pero del espiritual se nos confirma “discierne
(comprende) las cosas de Dios”. Dios nos dice en su palabra que “el
evangelio es poder de Dios para salvación” (Romanos
1:16). Algunos suponen que si las
personas solamente escuchan el evangelio, pueden ‘decidir’, según su “libre
albedrío” creer al mensaje de invitación (o demanda) de Dios a al
arrepentimiento y la fe, y así pueden ser salvos. Eso es al parecer
es una conclusión lógica, sin embargo no es así como parece. La
predicación del Evangelio aunque ciertamente es “poder
de Dios para salvación” y es el principal medio que Dios mismo ha establecido para salvar los
perdidos, no puede ser aceptada por el “hombre natural”. Ahora, nos
preguntamos, ¿cómo es posible que Dios haya establecido un medio de salvación
el cual es “inaceptable” o “incomprensible” para el hombre?. Cualquier persona
que haya pensado y meditado esto un poco se dará cuenta que “no hay
consistencia” en ello. Pero ciertamente es así como lo decimos, es
cierto que “no hay consistencia” cuando se trata del hombre natural, el hombre
no ha sido transformado de su estado “natural” a un estado “espiritual” pero
una vez esto ha ocurrido la cosa es distinta. Una vez el hombre ha sido
transformado (nacido de nuevo) entonces “sí hay consistencia”, entonces puede
responder, entonces puede creer, entonces se puede arrepentir.
Pablo nos
dice “la palabra de la cruz es
locura a los que se pierden” (1 Corintios
1:18.) Ciertamente los que no aceptan el mensaje de la cruz
(el evangelio) y lo rechazan es porque para ellos es una locura (lit. “Una
tontería”), ellos están 100% convencidos que el mensaje “no tiene sentido”, y
que “es cosa de locos”. Pero para los que se salvan es “poder de
Dios”. Y a eso nos preguntamos, ¿Por qué el mismo evangelio que
es locura para uno es poder para otro? Y una vez más, la respuesta
bíblica es simple, porque el mensaje es locura para todos los hombres en su
estado natural, PERO cuando Dios transforma el corazón, entonces aquello que
antes era “locura” se convierte en “poder de Dios”, aquello que antes no se
comprendía, ahora se comprende porque el hombre que estaba en un estado
“natural” ha pasado a un estado “espiritual” y por eso ya no rechaza el
evangelio ni las cosas espirituales (1 Corintios 2:14-15).
Pablo dice que “a
Dios le ha placido salvar a los hombres por la locura de la
predicación”. Esto es lo que conocemos teológicamente como “Llamamiento
Eficaz”. Dios tiene que transformar el corazón del hombre
para que comprenda y acepte el llamado que se le hace al arrepentimiento. Esto
significa que no son todos ‘transformados’ sino solo aquellos quienes Dios en
su soberanía transforman. Y está clara doctrina bíblica nos confirma
tanto las tan rechazadas doctrinas de la elección y la predestinación
divina. Es Dios quién en su voluntad secreta “tiene
misericordia del que tiene misericordia” pues
“no depende del que quiere ni del que corre, sino de Dios que tiene
misericordia” (Romanos 9:15-16).
Esta verdad acerca
de la naturaleza del “hombre natural” quien piensa que las cosas de Dios (la
Palabra del Evangelio) es locura fue probada cuando Pablo le predicó el
evangelio a Festo, y su respuesta a gritos fue “Pablo
te estás volviendo loco...” Y el rey Agripa que estaba presente le dice “¿con
tan poco me quieres convencer a ser Cristiano?”(Hechos
26). Festo pensó que las Palabras de Pablo eran locura y
Agripa pensó que era “muy poco”, o “muy poco tiempo”. ¿Por qué? "Porque
tanto Festo como Agripa eran hombres naturales". Mas Pablo confirmó que la
"Palabra de la Cruz' (El Evangelio) es "locura" (tontería),
inaceptable a los que se pierden (1 Corintios. 1:18).
LOS LLAMADOS
La manera en que
la Biblia describe a los salvados es utilizando un adjetivo especial, “los
llamados”. En las cartas Paulinas esta descripción va
solamente dirigida a identificar “los escogidos”, “los fieles”, “los
salvados”. Veamos con detalle lo que Pablo dice:
1 Corintios 1
23 pero nosotros
predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y
para los gentiles locura;
Como vemos, la
Biblia nos dice que la predicación de “Cristo crucificado” para los “gentiles
es locura” y “para los judíos es tropezadero”. Esto nos manifiesta
que el evangelio no es tan “aceptable” ni tan comprensible a la mente humana
como algunos pretenden. Por cierto, esto también nos demuestra que
los inventos y “metodologías humanas” con tal de promover el “igle-crecimiento”
moderno no tienen en mente la ni realidad del mensaje de la cruz, ni la
verdadera condición del pecador. Quizá se pueda llenar una o muchas
iglesias cambiando los coritos, adornando el altar, trayendo bailarines o
equipos de música, pero no se puede asegurar que en realidad toda esa
muchedumbre haya aceptado el mensaje de la cruz, clara y bíblicamente
expuesto. El mensaje de Cristo es “locura” y hasta ofensivo al
hombre natural. Pablo también dice que para los judíos es
“tropezadero”. El hombre “judío” no puede aceptar el mensaje de un
Cristo (Mesías) muerto crucificado y el hombre “gentil” lo rechaza porque
simplemente “no tiene sentido”. Lo que vemos entonces es que la raza humana cae
en “dos categorías” o gentil o judío y ambos “rechazan
la cruz de Cristo y el mensaje de salvación”. Siendo que esto es
así, ¿Cómo puede haber salvación de alguno de estos dos grupos?. Es
imposible, no lo puede haber. Sin embargo Pablo continúa diciendo en
verso 24 que sigue:
Mas para
los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y
sabiduría de Dios.
Para “los llamados”, ya sean de entre los Judíos o los
gentiles, Cristo es poder y sabiduría de Dios. Pablo también escribe
a Timoteo de la siguiente manera:
2 Timoteo 1:8-10
8 Por
tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso
suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de
Dios, 9 quien nos
salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino
según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de
los tiempos de los siglos, 10 pero que ahora ha sido
manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la
muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio
Nos llamó con “llamamiento santo”. Esto una vez más es
referente a los salvados. Y el escritor de Hebreos dice:
Hebreos 3
1 Por
tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial,
considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo
Jesús; 2 el cual es fiel al que le constituyó, como
también lo fue Moisés en toda la casa de Dios
Hebreos 9
15 Así
que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para
la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los
llamados reciban la promesa de la herencia eterna.
Judas escribe:
Judas 1
1 Judas, siervo
de Jesucristo, y hermano de Jacobo, a los llamados, santificados en
Dios Padre, y guardados en Jesucristo
Y Juan escribe:
Apocalipsis
17:14
14 Pelearán
contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey
de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y
fieles.
La pregunta que
podemos hacer entonces es ¿no son llamados todos los que oyen el evangelio? Y
la respuesta es sí y no a la misma vez. Sí, todos sin excepción son
llamados al arrepentimiento y la fe en Cristo (judíos y gentiles), pero ese es
un llamamiento el cual aunque es honesto y sincero de parte de Dios, puede ser
y es normalmente rechazado por los hombres. Este llamado general a todos
los hombres es expresado por Cristo cuando dice en Mateo 22:14 “son
muchos los llamados (invitados)...”. Dios llama los hombres a creer el evangelio y ser salvos, pero el mismo
verso nos demuestra el otro lado de la moneda “...pero
pocos los escogidos”. Aunque el Espíritu Santo trata con los que escuchan para que vengan al
Señor arrepentidos y con fe en él para salvación, los hombres en su estado
natural (con un corazón no regenerado o incircunciso) siempre “resisten el
Espíritu Santo” (Génesis 6:3; Hechos 7:51). Así lo declaró muy
sabiamente el mártir Esteban mientras moría apedreado por la turba de
‘religiosos’ que le quitaban la vida:
Hechos 7:51
51 »¡Duros de
cerviz!¡Incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís
siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así también
vosotros.
Siendo que la
condición del hombre mientras se encuentra en su estado de “incircuncisión” es
resistir el llamado y el trato del Espíritu Santo en su corazón, si Dios mismo
no “circuncida” su corazón, el hombre NUNCA ha de venir a Cristo, NUNCA ha de
creer, NUNCA ha de ser salvo. Exactamente eso, Ninguno sería
salvo. Dios previendo y conociendo que esta es la verdadera
condición del hombre habló de dar el mismo “un nuevo corazón al hombre” (Ezequiel
11:19), de “escribir su ley en los corazones de ellos” (Jeremías 31:33) de
“circuncidarles el corazón” (Deuteronomio 30:6), y “poner un nuevo
espíritu en ellos” (Ezequiel 36:26). Todo eso solamente con el fin de que ellos le buscaran, le sirvieran y le
fueran siempre fiel.
El llamado interno
aplicado al corazón y hecho ‘eficaz’ en la vida de los que se salvan no es
hecho a todos sino solamente aquellos los cuales Dios ha determinado que lo han
de recibir. Es Dios quien salva y no otro. Bien dice
Lucas cuando escribe:
Hechos 2:47
...Y el Señor añadía cada
día a la iglesia los que habían de ser salvos.
Hechos 13:48:
...Y creyeron todos
los que estaban ordenados para vida eterna
Por lo tanto,
aquellos que son calificados como “llamados” son los que han sido “llamados
con llamamiento santo” por parte de Dios y estos no son otros que
los “escogidos de Dios”. Esto es lo que Pablo nos enseña en Romanos
8 cuando se refiere al tema:
Romanos 8
28 Y
sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es,
a los que conforme a su propósito son llamados. 29 Porque a
los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes
a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos
hermanos. 30 Y a los que predestinó, a éstos también
llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a
éstos también glorificó.
Como vemos muy
claramente, no son todos llamados sino solamente los que Dios ha escogido desde
antes de la fundación del mundo y predestinado para que sean hechos conforme la
imagen de Cristo. Estos son “llamados” por
Dios “conforme a su propósito”. El orden establecido es el
siguiente: (1) predestinados – (2) llamados – (3)
justificados y – (4) glorificados. Como podemos darnos cuenta los
llamados no son todos sino solamente aquellos que fueron predestinados y esos
predestinados son los mismos que fueron escogidos por Dios desde antes de la
fundación del mundo (Efesios 1:4). No todos los hombres fueron
escogidos ni todos predestinados y por lo tanto no todos son llamados y
solamente los llamados serán finalmente glorificados.
Romanos 10
Un verso utilizado
frecuentemente por aquellos que proponen la teoría del libre albedrío es el que
dice “todo el que invocare el nombre del Señor será salvo”
(Romanos 10:13) y otro “la fe es por el oír
y el oír por la palabra de Dios” (Romanos 10:17). Ahora, ¿significa esto que el hombre es verdaderamente capaz de responder a
este llamado de Dios? En verdad que no es cierto. El
apóstol Pablo, haciendo eco a las palabras del profeta Isaías le cita cuando
dice “¿Quién ha creído a nuestro
anuncio?” Dando a entender
que ninguno o muy pocos lo creyeron. Si tomamos el pasaje dentro de su contexto
veremos que es lo que realmente se está diciendo:
Romanos 10
12 Porque no hay
diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico
para con todos los que le invocan; 13 porque todo
aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. 14 ¿Cómo,
pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de
quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? 15 ¿Y
cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: !!¡Cuán hermosos son
los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas! 16 Mas
no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a
nuestro anuncio? 17 Así que la fe es por el oír, y el oír,
por la palabra de Dios. 18Pero digo: ¿No han oído? Antes
bien, Por toda la tierra ha salido la voz de ellos, Y hasta los fines de la
tierra sus palabras.
Pablo primeramente
establece que existe un plano de igualdad para la salvación. No hay
favoritos el llamado a la salvación es tanto para el “judío como el griego
[gentil]” (vs. 12) luego afirma lo dicho en el verso 13 “todo el que
invocare el nombre del Señor será salvo”. Enseguida el Apóstol lleva una serie de preguntas retóricas con el fin de
demostrar la necesidad de la predicación de las buenas nuevas (el
evangelio). Pero concluye con una declaración (verso 16) donde
dice “Mas no todos obedecieron al
evangelio”. Obviamente la predicación del evangelio no faltó y aun así “no todos
creyeron”. Pablo entonces afirma, “la fe es por el oír (el mensaje)”
diciendo que el escuchar la predicación produce fe. Luego sigue
diciendo la segunda parte “y el oír, por la palabra de Dios”. Medite
un poco sobre eso “el oír, por la palabra de Dios”. Pablo nos está
diciendo que lo que produce “oír” es la palabra de Dios. Sin embargo procede a
hacer una pregunta a la cual el mismo le da contestación “¿No
han oído? Antes bien, Por toda la tierra ha salido la voz de ellos, Y hasta los
fines de la tierra sus palabras”. Pablo afirma que la tierra completa se ha llenado de la predicación del
evangelio. La respuesta es un fuerte “¡Sí, todos han oído!” Finalmente,
Pablo declara la razón por la que los judíos no habían respondido al mensaje de
“buenas nuevas” positivamente: “Pero
acerca de Israel dice: Todo el día extendí mis manos a un pueblo rebelde y
contradictor” (verso 21). Pablo afirma que
la razón por la que le pueblo no respondió al llamado fue por “su
rebeldía”. Esta rebeldía es producto de un corazón duro y sin
quebrantar. Producto de una condición “natural” y de un ser “no
nacido de nuevo”.
Lo que vemos en
este pasaje tan comúnmente citado para probar el libre albedrío del hombre lo
que nos muestra es lo contrario, que el hombre necesita ser
transformado para poder escuchar el mensaje con oídos y sentidos
espirituales. Una vez esto ocurre, entonces hay salvación. Porque
Cristo dijo “os es necesario nacer de nuevo”.
LA ESCLAVITUD DEL
ALBEDRÍO
Como hemos venido
estudiando podemos ver que el hombre no puede venir a Cristo porque su
naturaleza pecaminosa y carnal se lo impide. Pero además de su naturaleza la
Biblia nos dice que el diablo está en control del no convertido le tiene
esclavizado hasta el punto que le ciega para que si hay alguna luz del
Evangelio que ha de hacerse notar en su vida, esta sea totalmente
apagada. Juan nos dice “el
mundo entero está bajo el maligno” (1 Juan 5:19). El Apóstol Pablo nos dice:
2 Corintios 4
3 Pero
si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está
encubierto; 4 en los cuales el dios de este
siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la
luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de
Dios. 5 Porque no nos predicamos a nosotros
mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como vuestros siervos por
amor de Jesús.
Los inconversos no
pueden recibir la luz del Evangelio porque el dios de este siglo (el diablo)
les mantiene cegados. Por eso, dijo Cristo que había venido “a dar libertad a
los cautivos”(Lucas 4). Por supuesto, uno que “está cautivo” por definición propia “no es
libre”. Y sobre algo que complica aún más la condición del hombre es
que él ‘piensa’ que es libre, cree que no es cautivo y ama su cautiverio sin
saber que es un preso del diablo. Esa es la condición de todos los
hombres y era la de todos aquellos que hoy son salvados. ¿Pero cómo
ocurre esta salvación? Si el dios de este siglo, les mantiene cautivo y les ha
cegado el entendimiento ¿cómo es que pudimos llegar a entender el evangelio,
recibirlo, creerlo y ser salvos? Pablo nos da la respuesta en el
próximo verso:
6 Porque
Dios,
que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones,
para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.
Juan dice respecto
a esto:
1 Juan 5:20
20 Pero
sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para
conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo.
Este es el verdadero Dios, y la vida eterna
¡Esa es la
diferencia! Si Jehová no edifica la casa en vano trabajan los
edificadores.
¿PORQUÉ PREDICAR?
Algunos ya se han
preguntado si esto es así y Dios salva a los escogidos, entonces ¿por qué
predicamos? Pero la respuesta es bíblica, porque Cristo nos ha enviado a
predicar (Mateo 28:19). Cristo nos ha dado una tarea y es la de
tirar la semilla y regar, tal como dice Pablo “yo sembré, Apolos regó, pero el
crecimiento lo da Dios”. Si Dios no hace germinar la semilla de la
palabra en el corazón ninguno creería y sería salvo. Sabemos que la
palabra de Dios “cumple aquello para lo cual fue enviada y no vuelve a él
vacía”; para unos es enviada y transforma el alma por el poder del Espíritu
Santo y cumple la salvación, mientras que para otros que la rechazan sirve de
“condenación” como dijo Jesús a los fariseos “mis que les he hablado os
palabras os juzgarán en el día postrero”. . Pablo
en su carta a Timoteo dice:
2 Timoteo 2:10
Por tanto, todo lo soporto por amor de los escogidos,
para que ellos también obtengan la salvación que
es en Cristo Jesús con gloria eterna.
La predicación del Evangelio es el método que Dios ha establecido para
salvar a sus escogidos.
¿ES DIOS INJUSTO?
Como mencionamos
al comienzo, en la mente de aquellos que promueven el “libre
albedrío” está la creencia de que si en verdad el hombre no tiene
libertad para “escoger” creer o si no depende del hombre la salvación sino que
depende de Dios, entonces Dios es ‘injusto’ y está jugando con las
personas. Por lo tanto, para “evitar” la acusación de ‘injusticia’
contra Dios ya sea de parte de otros o de sus propias mentes, entonces deben
promover algún tipo de filosofía, teoría o “interpretación bíblica” que
presente a Dios lo más justo posible ante los ojos de los
hombres. Los maestros del “libre albedrío” suelen decir “Dios es un
caballero, el no fuerza a nadie, el solo espera que usted abra su corazón para
el entrar” y otras cosas como esas que suenan agradables al oído pero no tienen
nada que ver con la realidad bíblica. Hay padres que suelen referirse a otros
que no funcionan como ellos quieren “¡si yo me le pudiera meter por dentro, lo
cambiaría!”. Eso es precisamente lo que Dios tiene que hacer con el
hombre, metérsele por dentro para cambiar sus tendencias pecaminosas, hacerlo
participante de su naturaleza divina (2 Pedro 1:3-4) y ENTONCES el hombre ha de
venir a Cristo y ha de creer lo espiritual.
Como vemos, la
Biblia deja muy claro que el hombre no es quien escoge a Dios sino Dios quien
escoge al hombre. La Biblia nos demuestra que el hombre no puede
porque no quiere a Dios. La palabra de la cruz es ‘tontería’. El
Diablo tiene control de la mente del inconverso hasta el punto de cegarle de
tal manera que no le alumbre la luz de Cristo. Si por el hombre
fuera, nadie sería salvo. El hombre no regenerado ‘rechaza’ y
‘resiste’ el Espíritu Santo. Eso ocurrió antes de la cruz, desde el
principio después de la caída y sigue ocurriendo después de la
cruz. El hombre natural no comprende las cosas
espirituales. Por eso la Biblia nos deja muy claro que es Dios quien
debe tomar la iniciativa y salvar el hombre. El salmista dice “tu pueblo se te
entregará, en el día de tu poder” (Salmos 110).
Pero
intencionalmente o no, los proponentes del libre albedrío ponen a Dios en el
asiento de los acusados y le acusan de injusto. Mas Dios en su
sabiduría ya ha dado contestación a las acusaciones de los hombres incrédulos
cuando les dice:
Romanos 9
19 Pero
me dirás: ¿Por qué, pues, inculpa? Porque ¿quién ha resistido a su
voluntad? 20 Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para
que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has
hecho así? 21 ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el
barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra? 22 ¿Y
qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con
mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción, 23 y
para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de
misericordia que él preparó de antemano para gloria, 24 a
los cuales también ha llamado, esto es, a nosotros, no sólo de los judíos, sino
también de los gentiles?
¡No! Dios no es
injusto. Al contrario la Biblia nos demuestra y nos declara que Dios
es siempre justo. Si fuera por la justicia de Dios verdaderamente
ninguno seríamos salvos, sin embargo cuando se trata de salvación lo que está
en acción no es la justicia de Dios sino su misericordia. Gracias
debemos dar siempre a Dios que no ha actuado con nosotros como merecemos ni nos
ha pagado justamente conforme a su Justicia sino que nos ha salvado y salva a
los hombres por su gracia, su amor y su misericordia porque la Biblia dice que
“Dios es padre de misericordias”, las cuales son “nuevas cada mañana”.
DIOS QUIERE LA
SALVACIÓN DE TODOS
Finalmente
contamos con aquellos que no acaban de comprender o “aceptar” todo lo expuesto
por Dios en la Palabra y siguen insistiendo en que “Dios quiere que todos los
hombres sean salvos” y que él no “quiere la muerte del impío”, etc. Por
supuesto que Dios quiere que todos los hombres sean salvos, eso la Biblia lo
dice. Pero ¿significa eso que los hombres dependen de su “libre
albedrío” para ser salvos? De ninguna manera. Según la Biblia, los
hombres no buscan a Dios, “no
hay quién busque a Dios ni uno solo” (Romanos 3:10-11). Vemos como la antigua nación de Israel frustró el plan de Dios de darle la
forma como el alfarero lo hacía (Jeremías 18) y como el Israel del pueblo de
Dios “no dejó” que Cristo la juntara como la gallina ajunta sus polluelos. ¿Significa
eso que Dios vive la vida frustrado porque los hombres no lo dejan hacer lo que
quiere? ¡NO! En ninguna manera. Esos versos no están escritos en la
Biblia para demostrarnos la supuesta “incapacidad” de Dios sino que están ahí
para demostrarnos el verdadero comportamiento del hombre en su estado natural y
afirmar así “la necesidad” de la regeneración.
Deseos y Propósitos
Aun así es el
deseo de Dios que el hombre le busque, que viva y que no muera por su pecado.
Ese es Su deseo según lo declarado bíblicamente, pero vemos que hay deseos de
Dios que se nos presentan en la Biblia como eso, “deseo” o “querer “y que
pueden ser y son a menudo aparentemente “frustrados” y causan dolor a Dios como
cuando dijo “se arrepintió Dios de haber hecho al hombre sobre la tierra y
le dolió en su corazón”, “el barro se rompió en sus manos” y el pueblo de
Israel no se dejó “juntar [por Cristo] como la gallina ajunta sus
polluelos” (Génesis 6:6 ver también Jeremías 18:4; Mateo 23:37).
Mientras tanto por otra parte, hay otros deseos que se nos presentan como
“propósitos” y “planes” irrevocables e inquebrantables que no pueden ser
frustrados por ningún hombre, ni por el mismo diablo y que son llevados a cabo
por Dios tal como el lo ha planeado y propuesto. Es más, aún los
deseos de Dios que son “frustrados” por el hombre son parte importante del plan
de Dios para el mundo, esto incluye la desobediencia, el pecado y la maldad
(Proverbios 16:4, Éxodo 9:16; Romanos 9:17). Claramente dice la
Biblia con respecto al rechazo a Cristo por parte de los Israelitas:
Romanos 11:11
Digo, pues: ¿Han
tropezado los de Israel para que cayesen? En ninguna manera; pero por su
transgresión vino la salvación a los gentiles, para provocarles a celos.
Para Dios no hay
sorpresas, al contrario la Biblia dice que Dios:
Salmos 135:5-6
Porque yo sé que
Jehová es grande, Y el Señor nuestro, mayor que todos los dioses. 6 Todo
lo que Jehová quiere, lo hace, En los cielos y en la tierra, en los mares y en
todos los abismos”.
Y otra vez repite:
Daniel 4:35
Todos los habitantes
de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en
el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga
su mano, y le diga: ¿Qué haces?
Entonces, ¿cuál es
la contestación a nuestra pregunta tema – existe el libre albedrío? La Biblia
nos demuestra que en cuanto a la salvación es absolutamente claro que “no
existe” el libre albedrío. La voluntad del hombre NO ES libre, al
contrario necesita ser liberada y esa liberación viene solamente por medio de
la vida de Cristo en nosotros. Isaías dijo “Cada cual se apartó por su
camino”(Isaías 53). Pero bien dijo Jesús que vino a “buscar y a
salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10).
¡AMEN!
Fuente extraída de aquí.
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