martes, 13 de enero de 2015

JUAN 3:16 Y LA CAPACIDAD DEL HOMBRE PARA ELEGIR A DIOS por R. C. Sproul


Es irónico que en el mismo capítulo, de hecho, en el mismo contexto, en el que nuestro Señor enseña la absoluta necesidad de la regeneración para ver el reino incluso, y mucho menos elegirlo, la perspectiva no reformada encuentran uno de sus principales textos de prueba para argumentar que el hombre caído conserva una pequeña isla de capacidad para escoger a Cristo. Este es Juan 3:16: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna.”


¿Qué hace que este famoso versículo enseñe acerca de la capacidad del hombre caído para elegir a Cristo? La respuesta, simplemente, es nada. El argumento utilizado por los no reformados es que el texto enseña que todos en el mundo tiene en su poder el aceptar o rechazar a Cristo. Una mirada cuidadosa en el texto revela, sin embargo, que no enseña nada por el estilo. Lo que el texto enseña es que todo el que cree en Cristo será salvo. El que A (CREE) recibirá B (la vida eterna). El texto no dice nada, absolutamente nada, sobre quién va a creer. No dice nada acerca de la capacidad moral natural del hombre caído. Los reformados y no reformados ambos están de acuerdo de todo corazón en que todos los que creen serán salvos. Ellos sinceramente están en desacuerdo sobre quién tiene la capacidad de creer.

Algunos pueden responder: “Muy bien. El texto no enseña explícitamente que los hombres caídos tienen la capacidad de elegir a Cristo sin ser renacidos primero, pero sin duda implica eso.” No estoy dispuesto a aceptar que incluso el texto implica tal cosa. Sin embargo, incluso si lo hiciera no haría ninguna diferencia en el debate. ¿Por qué no? Nuestra regla de interpretación de la Escritura es que las implicaciones extraídas de la Escritura siempre debe estar subordinadas a la enseñanza explícita de la Escritura. Nunca, nunca, nunca debemos invertir esto para subordinar la enseñanza explícita de la Escritura a posibles implicaciones derivadas de la Escritura. Esta regla es compartida por tanto pensadores reformados como no reformados.

Si Juan 3:16 implicara una habilidad natural del ser humano universal de los hombres caídos para escoger a Cristo, entonces esa implicación sería aniquilada por la enseñanza explícita de Jesús en sentido contrario. Ya hemos demostrado que Jesús enseñó explícitamente y sin ambigüedades que ningún hombre tiene la capacidad de llegar a El sin que Dios haga algo para darle esa capacidad, es decir, atraerlo a Él.

El hombre caído es carne. En la carne no puede hacer nada para agradar a Dios. Pablo declara: “ya que la mente puesta en la carne es enemiga de Dios, porque no se sujeta a la ley de Dios, pues ni siquiera puede hacerlo, 8 y los que están en la carne no pueden agradar a Dios.” (Rom. 8:7, 8).

Nos preguntamos, entonces, “¿Quiénes son los que están ‘en la carne’?” Pablo continúa diciendo: “Pero no estamos en la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios habita en vosotros” (Rom. 8:9). La palabra clave aquí es “si.” Lo que distingue a los que están en la carne de los que no lo están es la morada del Espíritu Santo. Nadie que no ha renacido es habitado por Dios el Espíritu Santo. Las personas que están en la carne no han vuelto a renacer. A menos que primero sean renacidos y nacidos del Espíritu Santo, no pueden estar sujetos a la ley de Dios. Ellos no pueden agradar a Dios.

Dios nos manda a creer en Cristo. Él se complace con los que escogen a Cristo. Si las personas no regeneradas pueden escoger a Cristo, entonces podrían someterse al menos uno de los mandamientos de Dios y podrían hacer al menos algo que le agrada a Dios. Si eso es así, entonces el apóstol ha errado aquí al insistir en que los que viven según la carne no pueden estar sujetos a Dios ni tampoco agradarle.

Concluimos que el hombre caído sigue siendo libre de elegir lo que desea, pero puesto que sus deseos son sólo malos no tiene la capacidad moral para venir a Cristo. Mientras permanece en la carne, sin ser regenerado, él nunca escogerá a Cristo. Él no puede escoger a Cristo precisamente porque no puede actuar en contra de su propia voluntad. Él no tiene ningún deseo de Cristo. Él no puede elegir lo que el no desea. Su caída es grande. Es tan grande que sólo la gracia eficaz de Dios obrando en su corazón le puede traer a la fe.

1 comentario:

  1. Sin refutar lo antes expuesto, me gustaría acotar lo difícil que es para un cristiano nacido de nuevo, conocer, comprender y entender la co-existencia de la Soberanía de YHVH y la responsabilidad individual del hombre. Pienso, que el Señor trata con cada uno de sus hijos de manera diferente (Multiforme Gracia), y por ende, la revelación de Él es progresiva y no es igual para todos, digo esto por varias razones de dones, ministerios, operaciones, y aunque la identidad en Cristo Jesús es la misma, su propósito en la tierra para cada quien es manifestado en maneras diferentes. Dicho en otras palabras, todos somos partes de un mismo cuerpo, pero no todos tenemos las mismas funciones. Por esto creo que es función y deber de los predicadores, pastores y maestros enseñar a sus hermanos, lo que de otra manera aunque revelado, estaría aun oculto para todos. Gracia, y paz sean dadas a ustedes por Jesucristo.

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