J. A. Holowaty
El apóstol Pablo escribió por lo menos 13 epístolas y es
probable que una más, la carta a los Hebreos. Ellas fueron: I y II a Corintios,
Romanos, Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, I y II a Tesalonicenses, I y
II a Timoteo y Tito.
Todas las cartas de Pablo son en líneas generales
parecidas, pero las dos epístolas a los Corintios difieren mucho. Cualquiera
que lee por primera vez I a Corintios, descubrirá que se trataba de una iglesia
con innumerables problemas y que Pablo se dirige a ellos en forma muy fuerte.
Puesto que hoy en día la cuestión del «corintianismo» ha llegado a convertirse
en algo tan importante para ciertos grupos que también se rotulan como
cristianos, estimo que es necesario que examinemos CÓMO DEBE SER EL CRISTIANO
QUE DESEA TENER LA EXPERIENCIA DE HABLAR EN LENGUAS.
Antes de proseguir, permítame aclarar: Éste no es un
estudio comparativo sobre lenguas en Hechos y Corintios respectivamente.
Tampoco voy a entrar en detalles etimológicos de tal o cual término. Ni voy a
discutir si las lenguas son o no para nuestro día o si son o no son reales. Lo
único que haré será describir con algunos detalles qué clase de iglesia era la
de Corinto y cómo eran ellos la única congregación que insistía en el asunto de
las lenguas.
Usted no encontrará una sola referencia por ejemplo a las
lenguas, un ingrediente importante para ser un buen corintiano, en ninguna otra
epístola. Incluso, tal parece que cuando Pablo escribió su segunda carta a los
Corintios, ellos ya se habían dado cuenta que estaban dominados por la
carnalidad. Es posible que después de leer la primera carta que les enviara el
apóstol, reconocieran su miserable condición moral y espiritual.
Si quiere ser corintiano, o desea saber cómo eran esos
cristianos que hablaban en lenguas, le invito a que guiados por el apóstol
Pablo, quien a su vez fue dirigido por el Espíritu Santo, recorramos juntos las
páginas de I a Corintios, que hagamos un tour por las calles de Corinto y que
entremos en su gran iglesia, una congregación con muchos miembros y hermanos
ricos en bienes materiales.
Lo que descubriremos será increíble, nos parecerá fuera
de lugar, pero si somos honestos, tendremos que estar de acuerdo en que esa es
la verdad sobre el tema del corintianismo. Los Corintios eran los campeones en
lenguas, de modo que si queremos ser corintianos, lo primero que debemos hacer
es examinar a estos hermanos, cómo eran en sus respectivos campos de acción.
• SEA PELEADOR Y BUSCAPLEITOS. (1 Co.1)
"Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que
habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que
estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer. Porque he
sido informado acerca de vosotros, hermanos míos, por los de Cloé, que hay
entre vosotros contiendas. Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo soy
de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo" (1 Co. 1:10-12).
Entre los Corintios había contiendas, peleas, luchas y
discusiones acaloradas. ¿Por qué? ¡Porque cada uno tenía su ÍDOLO entre los
predicadores! En su inmadurez espiritual habían olvidado que a quien debían
seguir era a Cristo, no a Pablo, Apolos o Pedro. Una de las señales de la
inmadurez espiritual es justamente este tipo de discusiones que a veces hasta
producen divisiones en las iglesias. Sin embargo, ellos no habían logrado
descubrir este grave defecto, sino que incluso se jactaban por ser como eran.
Lo mismo ocurre en nuestros días. Si hay algún gran
sanador por allí y usted quiere ser un corintiano, tendrá que seguirlo. Si
alguien está otorgándole a otros algo de su poder, tendrá que buscarlo. Si
alguno está recibiendo revelaciones nuevas y frescas, muchos dicen de
inmediato: «Dios está dándole a su pueblo nuevas revelaciones». No importa que
con ello, estén haciendo a Dios mentiroso, lo importante es ser buenos
corintianos.
• NO CREZCA, PERMANEZCA EN LA INFANCIA ESPIRITUAL.
(1 Co. 3:1-7)
"De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino
como a carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche, y no vianda;
porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía, porque aún sois carnales;
pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois
carnales, y andáis como hombres? Porque diciendo el uno: Yo ciertamente soy de
Pablo; y el otro: Yo soy de Apolos, ¿no sois carnales? ¿Qué, pues, es Pablo, y
qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis creído; y eso según lo
que a cada uno concedió el Señor. Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento
lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios,
que da el crecimiento" (1 Co. 3:1-7).
Si usted no entiende bien cómo es el cristiano carnal,
permítame citarle algunas de sus características:
• Siempre se alimenta de lo elemental, no profundiza en
las Escrituras.
• Permanece bebé aunque tenga muchos años de ser
cristiano.
• Su conducta no difiere en nada a la de los incrédulos.
• Su autoridad espiritual y teológica no es la Biblia,
sino sus líderes y las personas que admira.
• Sus experiencias personales, de manera especial, están
muy por encima de lo que enseña la Biblia.
• Carece completamente de discernimiento, sin embargo
siempre desea ser maestro, evangelista, pastor o predicador.
• Su vida y convicciones descansan sobre las experiencias
emocionales, no sobre la enseñanza de la Biblia.
• El cristiano carnal no tiene dificultad en agregarle a
la Escritura cualquier visión, nuevas revelaciones, sueños y cosas parecidas.
• Por lo general se especializa en hacer exactamente todo
eso que prohíbe la Biblia. Particularmente hay dos principios bíblicos que
ignora voluntariamente:
a) El repetir palabras como los paganos, lo cual fue
prohibido por Jesús explícitamente: "Y orando, no uséis vanas
repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán
oídos" (Mt. 6:7). Usted comprobará que los corintianos modernos suelen
repetir palabras tales como «gloria a Dios», «aleluya» y otras. No hay manera
que un cristiano estancando en su crecimiento espiritual, acepte que esto está
mal y que es contrario a lo que enseña la Biblia.
b) El otro caso es mucho más serio, no podemos agregarle
nada a las Escrituras, pero un cristiano no desarrollado cree que el Espíritu
Santo le revela cosas que nadie más recibió.
Uno diría: «Pero... ¿Acaso no dice la Biblia que
Jesucristo es la suprema revelación de Dios?» Sí, esto es cierto para un
cristiano normal, pero si usted se encuentra en la lista de los que quieren ser
corintianos, no es extraño que ignore lo que dice Hebreos 1:1,2: "Dios,
habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres
por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien
constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo".
También esta otra advertencia: "Toda la Escritura es inspirada por Dios, y
útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a
fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda
buena obra" (2 Ti. 3:16,17).
Para un cristiano maduro esto es muy sencillo, comprende
que la Biblia, la Santa Escritura, es suficiente para llevarlo a la perfección,
a la plena madurez espiritual. Pero es completamente diferente en el caso de un
cristiano carnal, sin desarrollo espiritual, que se niega a crecer en el
conocimiento de la gracia salvadora. Esto se debe a que el carnal le da mayor
importancia a sus sentimientos y experiencias, mientras que la Biblia, como
documento divino, está en un segundo lugar.
Es tan carnal el cristiano que permanece en la infancia,
que ni siquiera logra descubrir la seriedad de las advertencias divinas. El
ejemplo que mejor ilustra la triste condición de estos cristianos lo
encontramos en Apocalipsis 22:18,19: "Yo testifico a todo aquel que oye
las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas,
Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno
quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del
libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en
este libro".
Los Corintios tenían este problema. No crecían, no
querían crecer y por lo visto, nunca lograron ir más allá de una tierna
infancia espiritual. El autor de la carta a los Hebreos también menciona esta
tragedia cuando dice: "Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto
tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros
rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis
necesidad de leche, y no de alimento sólido. Y todo aquel que participa de la leche
es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño" (He. 5:12,13).
¡Pobres hermanos de Corinto! ¡Tan orgullosos que estaban
con el número de sus miembros, con las lenguas y demás dones, y de repente
llega Pablo con su carta, a apagarles el Espíritu!
• USE LO PEOR PARA EL SEÑOR. (1 Co. 3:12-15)
Otra característica de la iglesia de Corinto era que ellos usaban lo peor para
el Señor sin darse cuenta de su falta: "Y si sobre este fundamento alguno
edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, la obra de
cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será
revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. Si permaneciere
la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno
se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como
por fuego" (1 Co. 3:12-15).
Es obvio que los cristianos decidimos qué clase de vida y
servicio le ofreceremos al Señor. De acuerdo con las palabras de Pablo, los
hermanos de Corinto habían decidido trabajar con materiales de la peor calidad,
ninguno de los cuales resiste el fuego.
• Los Corintios trabajaban con las emociones.
• Usaban sus experiencias para justificar cualquier
creencia o conducta
• Buscaban revelaciones, sueños, etc., porque su meta era
realmente hablar en lenguas. ¡Y lo lograron! Pero a cambio...
a) No lograron distinguir que sus cuerpos eran templos
del Espíritu Santo.
b) Que quien destruye el cuerpo al suicidarse, también
Dios destruiría a tal persona, y
c) Se "glori(aban) en los hombres" (1 Co.
3:21).
¡Es verdaderamente interesante darse cuenta, hasta qué
punto tiene que rebajarse uno en su conducta para ponerse al nivel de los
Corintios!
• INSISTA QUE ES MEJOR QUE LOS DEMAS. (1 Co. 4:7)
El cuarto paso para ser corintiano, es pretender que mediante oraciones, ayunos
y otros esfuerzos, recibió eso que tanto pedía. Los Corintios no tenían el
problema de la falta de autoestima. Los consejeros y psicólogos de ese tiempo,
no tenían clientes de la iglesia de Corinto, porque ninguno de ellos sufría de
falta de autoestima. Por el contrario, no sólo creían que eran mejores que los
demás, cosa que ocurre con todos los hombres no regenerados, sino que además lo
manifestaban: "Porque ¿quién te distingue? ¿o qué tienes que no hayas
recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras
recibido?" (1 Co. 4:7).
Los Corintios eran soberbios. Miraban a todos los demás
que no tenían sus experiencias con desprecio. Pablo les recordó que a pesar de
su carnalidad, todo cuanto tenían eran dones, Dios se los había otorgado sin
que ellos tuvieran que esforzarse por nada.
• PRACTIQUE LA INMORALIDAD SEXUAL (1 Co. 5:1-5)
"De cierto se oye que hay entre vosotros fornicación, y tal fornicación
cual ni aun se nombra entre los gentiles; tanto que alguno tiene la mujer de su
padre. Y vosotros estáis envanecidos. ¿No debierais más bien haberos lamentado,
para que fuese quitado de en medio de vosotros el que cometió tal acción?
Ciertamente yo, como ausente en cuerpo, pero presente en espíritu, ya como
presente he juzgado al que tal cosa ha hecho. En el nombre de nuestro Señor
Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor
Jesucristo, el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin
de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús" (1 Co. 5:1-5).
Este cuadro es el que mejor ilustra hasta qué punto puede
caer toda una iglesia que se jacta de grandes manifestaciones, especialmente
las tan acariciadas lenguas. Si las lenguas de los Corintios hubieran sido
producto del Espíritu Santo, la iglesia nunca habría ignorado tan grave pecado
en su medio. Era tan feo lo que toleraban, que hasta los paganos en Grecia se
sentían asqueados. Un joven miembro de la iglesia, quien seguramente hablaba en
lenguas, convivía íntimamente con su propia madrastra, la esposa de su padre.
¿Le gustaría hablar ser un corintiano? Note bien hasta
qué nivel de degradación puede llevar el corintianismo. Ninguna otra de las
iglesias a las que Pablo escribió, tuvo que ser amonestada por el asunto de las
lenguas, tampoco ninguna otra toleraba ni tenía miembros que cometieran tal
clase de pecados: "Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que,
llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o
borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis" (1 Co. 5:11).
¡Entre estos Corintios que hablaban en lenguas, habían
idólatras, maldicientes, fornicarios, avaros, alcohólicos y ladrones! Pero...
¿Cómo podía la iglesia tolerar todo esto? ¡Muy sencillo! En primer lugar, los
Corintios consideraban el don de lenguas como un gran don del Espíritu Santo.
Según ellos, el hablar en lenguas, era prueba de tener el sello del Espíritu
Santo.
Pronto estos hombres perversos, regenerados o no,
comenzaron a hablar las tales lenguas y a mostrar otras habilidades. Esto fue
suficiente para que los líderes de la iglesia los consideraran hermanos
completos, maduros y aprobados por Dios.
Hoy está ocurriendo la misma cosa, aunque las iglesias
que lo practiquen no se encuentren en Corinto. Aparecen idólatras,
supersticiosos, quienes oran a los muertos, estafadores, corruptos y otros,
pero como hablan en lenguas, se les recibe con exclamaciones elocuentes de
«¡gloria a Dios!» y «¡aleluya!»
Volviendo al caso del incesto, ya en el Pentateuco fue
dicho: "Cualquiera que yaciere con la mujer de su padre, la desnudez de su
padre descubrió; ambos han de ser muertos; su sangre será sobre ellos"
(Lv. 20:11). "Ninguno tomará la mujer de su padre, ni profanará el lecho
de su padre" (Dt. 22:30).
• ARRASTRE A SUS HERMANOS A LOS TRIBUNALES. (1 Co. 6:1-6)
Pero si usted de verdad quiere lucir como corintiano, tiene que andar por los
tribunales, demandando y siendo demandado por los hermanos miembros de la
iglesia. La carnalidad es tal, que los hermanos, demandándose ante los
infieles, creen que están ofreciendo un gran servicio al Señor:
"¿Osa alguno de vosotros, cuando tiene algo contra
otro, ir a juicio delante de los injustos, y no delante de los santos? ¿O no
sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado
por vosotros, ¿sois indignos de juzgar cosas muy pequeñas? ¿O no sabéis que
hemos de juzgar a los ángeles? ¿Cuánto mas las cosas de esta vida? Si, pues,
tenéis juicios sobre cosas de esta vida, ¿ponéis para juzgar a los que son de
menor estima en la iglesia? Para avergonzaros lo digo. ¿Pues qué, no hay entre
vosotros sabio, ni aun uno, que pueda juzgar entre sus hermanos, sino que el
hermano con el hermano pleitea en juicio, y esto ante los incrédulos?" (1
Co. 6:1-6).
Esta fue otra muestra elocuente de la carnalidad de los
Corintios. Si usted quiere andar por los tribunales llevando a juicio a sus
hermanos ante jueces mundanos, es probable que al ser de tal calibre, logre
alcanzar el corintianismo. No existe indicación alguna de que los Corintios que
acudían a los tribunales demandando a los hermanos, no fueran favorecidos con
el tan anhelado don de lenguas.
No cabe la menor duda de que para el cristiano centrado
en las Escrituras y temeroso de Dios, el precio que exige ser un corintiano es
demasiado alto. Hay que descender a tal nivel, que ni siquiera los mundanos se
rebajan tanto. Hay que ser inmoral, irreverente, avaro, pervertido sexual,
materialista y desordenado en todas las áreas de la vida.
La vida de estos Corintios era todo un espectáculo. Se
reunían los domingos y sin duda parecían muy espirituales. Más tarde, podía
vérseles en las cortes demandándose mutuamente. Pablo les dice, que al ir a la
corte y escoger un juez mundano, estaban optando por lo peor. Les hace ver, que
el hermano menos letrado, el más ignorante entre ellos, aun el analfabeto, era
mucho mejor juez entre dos hermanos que el magistrado culto y catedrático que
no era cristiano.
Pero el afán de los Corintios por las lenguas era tal,
que confundiendo el valor de los verdaderos dones del Espíritu Santo,
terminaron por entretenerse con una panacea emocional que a semejanza de una
droga los elevaba a una dimensión espiritual ilusoria, irreal, pero «que los
hacía sentirse bien, superiores a los demás».
• SEA DESHONESTO. (1 Co. 6:8)
Hace algún tiempo, mientras visitaba una ciudad, acudí a varias librerías
cristianas buscando algo que necesitaba. Fui a tres tiendas y en cada una
compré algo. En dos de ellas me dieron el precio de lo comprado, me cobraron
todo lo que fijaba la ley en términos de impuestos, me entregaron la factura y
eso fue todo. La tercera pertenecía al grupo que yo compararía con el de los
Corintios, a juzgar por sus prédicas y doctrinas. Los estantes estaban colmados
con libros sobre el Espíritu Santo y escuché canciones que hablaban de «cuán
saludable es gritar aleluya».
Cuando ya tenía todo listo para pagar, el encargado que
me atendió me preguntó si necesitaba la factura. En realidad no requería de
ella, pero luego me di cuenta que lo que este hombre hizo fue robarle al
estado. Al no hacer factura, era como si nunca se hubiera llevado a cabo esa
transacción. Así que, para ser corintiano también hay que ser deshonesto, éste
es uno de los requisitos, los Corintios también lo eran, tal como dijo Pablo:
"Pero vosotros cometéis el agravio, y defraudáis, y esto a los
hermanos" (1 Co. 6:8).
Si ya es deshonesto y desea ser corintiano, tiene un
punto a su favor. En cambio, si es honesto, veraz, sobrio, fiel a la Palabra de
Dios y depende de la gracia divina, no de la experiencia ni de los
sentimientos, ¡USTED ESTÁ ALEJÁNDOSE DEL CORINTIANISMO!
• CONCURRA A LOS BURDELES. (1 Co. 6:15-20)
Si realmente quiere ser como los Corintios para lucir su gran «don de lenguas»,
concurra a los burdeles, a las casas de cita para dar rienda suelta a la
lujuria: "¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo?
¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera? De
ningún modo. ¿O no sabéis que el que se une con una ramera, es un cuerpo con
ella? Porque dice: Los dos serán una sola carne. Pero el que se une al Señor,
un espíritu es con él. Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el
hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio
cuerpo peca. ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el
cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque
habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y
en vuestro espíritu, los cuales son de Dios" (1 Co. 6:15-20).
Estos hermanitos incluso andaban con prostitutas. Sabían
mucho de lenguas, pero sabían muy poco de la santidad. Lucían sus «lenguas»
pero ignoraban que sus cuerpos eran templos del Espíritu Santo y que por lo
tanto debían tratarlos en conformidad. Ignoraban que la lujuria es un grave
pecado y que debido a sus vidas desordenadas estaban pecando contra sus propios
cuerpos. No advertían que el Señor los había comprado mediante su sacrificio en
el Calvario.
Eran tan comunes los pecados que cometían y toleraban que
cualquier cristiano recién convertido reconoce de inmediato que son pecados.
Pero... ¿Por qué se había detenido tanto el desarrollo espiritual de estos
hermanos allá en Corinto? Ninguna otra iglesia se había estancado tanto como
esta. Desde un punto de vista puramente carnal, ellos seguramente eran
ruidosos, se congregaban en grandes multitudes, participaban ruidosamente en los
servicios y tal parece que contaban con muchos dones.
Lo que detuvo el desarrollo de ellos fueron justamente
las llamadas «lenguas». Es probable que el error haya sido la FALSA REGLA DE
MEDIR. Cuando una persona o una iglesia comienza a medir su grado de
espiritualidad a la luz de algún don o dones, sean estos auténticos o no,
rápidamente se verá atrapado en algún laberinto de estos.
• CONVIERTA EN UN FRACASO SU MATRIMONIO Y SU HOGAR. (Capítulo 7)
El capítulo 7 de I a Corintios habla de muchos de los problemas de los
matrimonios en esa iglesia, lo mismo que del pobre cuadro de los hermanos de
esa iglesia. Esto es verdaderamente notable, porque yo he conocido varios
casos, especialmente de líderes muy aplaudidos entre el movimiento carismático,
donde casi siempre el pastor recibió una «revelación divina» indicándole que
debía dejar a su esposa para casarse con otra más joven. El carismatismo y el
cambio de esposa están correlacionados. O primero se cambia de esposa y luego
se es carismático o se es carismático y al poco tiempo se cambia de esposa.
En Corinto había desajuste sexual entre los esposos, por
eso Pablo les dijo: "En cuanto a las cosas que me escribisteis, bueno le
sería al hombre no tocar mujer; pero a causa de las fornicaciones, cada uno
tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido. El marido cumpla con
la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido. La mujer no
tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el
marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer. No os neguéis el uno al
otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos
sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente
Satanás a causa de vuestra incontinencia" (1 Co. 7:1-5).
Había poco interés por la indisolubilidad del vínculo
matrimonial. "Pero a los que están unidos en matrimonio, mando, no yo,
sino el Señor: Que la mujer no se separe del marido; y si se separa, quédese
sin casar, o reconcíliese con su marido; y que el marido no abandone a su
mujer" (1 Co. 7:10,11).
Por lo visto estos hermanos, en lo que a matrimonio se
refiere eran iguales o peores que antes de ser cristianos. Más adelante el
apóstol deja bien claro el compromiso del matrimonio cuando declara: "La
mujer casada está ligada por la ley mientras su marido vive; pero si su marido
muriere, libre es para casarse con quien quiera, con tal que sea en el
Señor" (1 Co. 7:39).
Las iglesias que lucen hoy estos dones, especialmente
«las lenguas», cuentan con líderes, diáconos, ancianos y pastores, que han
contraído segunda y terceras nupcias, no porque sus cónyuges hubieran muerto,
sino por el pecado de la lujuria, amamantados por la ceguera que producen estos
arrebatos carnales que son confundidos con manifestaciones del Espíritu Santo.
Estos «hermanos» ni siquiera se advierten de que lo que están haciendo es
rotundamente condenado por las Escrituras, porque el don de lenguas es adoptado
automáticamente como regla de medir su nivel espiritual.
• NIEGUE LA AUTORIDAD DE LAS ESCRITURAS. (1 Co. 9:1,2)
¿Sabía usted que estos hermanos de Corinto hasta llegaron a poner en tela de
juicio si Pablo realmente tenía autoridad apostólica? Esto era muy importante,
porque si Pablo era un impostor, un autopostulado, entonces sus escritos no podían
ser parte del canon sagrado. Escuche la forma cómo Pablo defiende su
apostolado: "¿No soy apóstol? ¿No soy libre? ¿No he visto a Jesús el Señor
nuestro? ¿No sois vosotros mi obra en el Señor? Si para otros no soy apóstol,
para vosotros ciertamente lo soy; porque el sello de mi apostolado sois
vosotros en el Señor" (1 Co. 9:1,2).
Si deja de hacer lo que enseña la Biblia y comienza a
hacer lo que prohíbe, usted está negando la autenticidad de las Escrituras. Si
piensa que sus experiencias tienen valor escritural, está negando la Biblia. Si
Pablo no era apóstol, entonces todo lo que escribió, puede tener en el mejor de
los casos, un valor relativo. Los corintios negaron la infalibilidad de la
Biblia, su inspiración divina y su falta de errores.
Es muy fácil mostrarle a los "corintios
modernos", a los carismáticos como se llaman hoy, su error, pero el
problema de ellos está en su arrogancia, en atribuirle autoridad canónica a sus
propias experiencias. Si quiere hablar en lenguas niegue la Escritura.
• SEA MEZQUINO PARA LA OBRA. (1 Co. 9:11-14)
"Si nosotros sembramos entre vosotros lo espiritual,
¿es gran cosa si segáremos de vosotros lo material? Si otros participan de este
derecho sobre vosotros, ¿cuánto más nosotros? Pero no hemos usado de este
derecho, sino que lo soportamos todo, por no poner ningún obstáculo al
evangelio de Cristo. ¿No sabéis que los que trabajan en las cosas sagradas,
comen del templo, y que los que sirven al altar, del altar participan? Así
también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del
evangelio" (1 Co. 9:11-14).
Estos hermanitos no eran ni dadivosos ni generosos.
Sabían mucho de lenguas, pero poco de generosidad. Estos hermanos recibían la
mejor enseñanza, pero no querían tener compromiso financiero alguno. No sólo
exhibían sus credenciales de mezquinos, sino que eran en extremo materialistas
y no se sentían deudores de aquellos que les impartían la Palabra.
Pero... ¿Por qué eran así? ¡Por las dichosas
"lenguas" que eran un completo invento de ellos mismos! Hoy, en estos
postreros tiempos, hurgando en los archivos del oscurantismo y la carnalidad,
el mantra de las lenguas ha vuelto a ocupar un lugar importante entre las
iglesias.
Es fácil comprender porqué Pablo no recibía apoyo
financiero de los corintios. Para comprobarlo, usted no tiene más que ser un
predicador o tener una obra misionera bíblica y tratar de conseguir apoyo de
cualquier carismático, especialmente hablar abiertamente de esta herejía. Se
trata de uno de los engaños más refinados y peligrosos desde la caída de
nuestros primeros padres en el Edén.
A juzgar por la carta que Pablo le escribió a los
corintios, era natural que no esperara apoyo de ellos: "Y cuando estaba
entre vosotros y tuve necesidad, a ninguno fui carga, pues lo que me faltaba,
lo suplieron los hermanos que vinieron de Macedonia, y en todo me guardé y me
guardaré de seros gravoso" (2 Co. 11:9).
Pablo no sólo no recibió ni esperaba recibir nada cuando
los visitó, sino que tampoco veía en ellos mucho futuro, por eso dijo "me
guardaré de seros gravoso". Tan seria era la herejía en que habían caído
al confundir la obra del Espíritu Santo con un balbuceo pagano, que para Pablo,
el caso de estas iglesias estaba prácticamente perdido. Es virtualmente
imposible que un carismático después de esta dulce experiencia retorne a los
principios bíblicos. No he tenido conocimiento de ningún caso en que alguien
que ha caído en esta trampa, haya logrado librarse.
• PRACTIQUE LA IDOLATRIA. (1 Co. 10)
Ya llegamos a un punto bastante serio. Por lo general, al leer estos capítulos
sin prestarles especial atención, sin hilvanar lo pasado con lo que uno sigue
leyendo, es difícil descubrir los detalles que se esconden entre líneas.
Pablo comienza en el capítulo 10 a enumerar lo que le
ocurrió a los israelitas cuando salieron de Egipto y la forma cómo se
condujeron cayendo en todo tipo de pecados: "Pero de los más de ellos no
se agradó Dios; por lo cual quedaron postrados en el desierto. Mas estas cosas
sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas,
como ellos codiciaron. Ni seáis idólatras, como algunos de ellos, según está
escrito: Se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a jugar. Ni
forniquemos, como algunos de ellos fornicaron, y cayeron en un día veintitrés
mil. Ni tentemos al Señor, como también algunos de ellos le tentaron, y
perecieron por las serpientes. Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron,
y perecieron por el destructor" (1 Co. 10:5-10).
Al comparar estas palabras con lo que Pablo les dice
acerca de su comportamiento en esos famosos ágapes combinados con la Cena del
Señor, podemos darnos cuenta que les hace ver que están imitando a los rebeldes
israelitas cuando marchaban de Egipto a Canaán. En la iglesia de Corinto había
codicia, idolatría, fornicación, murmuración y cosas parecidas. Sin embargo,
los corintios se sentían los más afortunados de todas las iglesias. Por las
palabras de Pablo nos damos cuenta que ésta era la más carnal de todas las
congregaciones de su día, aunque numéricamente haya sido la más grande.
Si usted quiere tener la "experiencia del don de
lenguas", recuerde el precio. Si por amor a la Palabra y por temor de Dios
antes no lo hacía, tendrá que renunciar a su fidelidad a la Escritura y al
temor de Dios, lo mismo que a la santidad genuina. Tendrá que cubrirse con el
manto de la santidad falsa, codiciar cosas malas y practicar la idolatría.
Tendrá que tentar a Dios, poniendo en duda sus promesas. Tendrá que cambiar la
fe por los sentimientos y la gracia por las obras.
• PREDIQUE SOBRE CABELLERA, TRAPOS Y COSMÉTICOS. (1 Co. 11)
Ya hemos llegado a uno de esos capítulos interesantes, especialmente para mirar
desde el balcón, ya que si hemos echado mano de la gracia, difícilmente nos
gustaría formar parte de esta iglesia de Corinto. "Pero quiero que sepáis
que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y
Dios la cabeza de Cristo. Todo varón que ora o profetiza con la cabeza
cubierta, afrenta su cabeza. Pero toda mujer que ora o profetiza con la cabeza
descubierta, afrenta su cabeza; porque lo mismo es que si se hubiese rapado.
Porque si la mujer no se cubre, que se corte también el cabello; y si le es
vergonzoso a la mujer cortarse el cabello o raparse, que se cubra. Porque el
varón no debe cubrirse la cabeza, pues él es imagen y gloria de Dios; pero la
mujer es gloria del varón" (1 Co. 11:3-7).
Es claro que en Corinto habían casos especiales, tantos
que hasta las mujeres cristianas debían tener mucho cuidado en su vestir. En
una iglesia espiritualmente madura, el mismo sentido común habría bastado, pero
en este caso, tratándose de una iglesia extremadamente carnal y sin desarrollo
espiritual, Pablo tuvo que hablarles detalladamente sobre lo que correspondía
hacer.
Uno de los casos era la prostitución religiosa de los
paganos. Se sabe que había cerca de un millar de prostitutas que servían a los
sacerdotes de los dioses paganos y otros tantos varones también dedicados a la
prostitución. Con el correr del tiempo, tanto sacerdotisas como sacerdotes se
convirtieron, por eso Pablo les habla con tantos detalles sobre el cuidado en
la forma de vestir y la cabellera de las hermanas, que por la fe en Cristo,
entraban a formar parte de la Iglesia.
Pablo no quiere hacer de esto una gran cosa, por eso
termina el tema con estas palabras: "La naturaleza misma ¿no os enseña que
al varón le es deshonroso dejarse crecer el cabello? Por el contrario, a la
mujer dejarse crecer el cabello le es honroso; porque en lugar de velo le es
dado el cabello. Con todo eso, si alguno quiere ser contencioso, nosotros no
tenemos tal costumbre, ni las iglesias de Dios" (1 Co. 11:14-16).
No obstante, antes de eso dice: "Juzgad vosotros
mismos: ¿Es propio que la mujer ore a Dios sin cubrirse la cabeza?" (1 Co.
11:13). Es evidente por la misma carta a los corintios, que en esa iglesia gran
parte del mando estaba en manos de las mujeres y los jóvenes. Esto nunca ha
sido bueno, ya que pone de manifiesto la debilidad de la iglesia sin importar
cuántos aleluyas se griten, cuánto ruido se haga, cuántos lloren o giman.
Cuando Dios castigaba a su pueblo por desobediencia solía
permitir que la nación fuese gobernada por mujeres y jóvenes, por debilidad e
inexperiencia: "Y les pondré jóvenes por príncipes, y muchachos serán sus
señores. Y el pueblo se hará violencia unos a otros, cada cual contra su
vecino; el joven se levantará contra el anciano, y el villano contra el
noble... ¡Ay del impío! Mal le irá, porque según las obras de sus manos le será
pagado. Los opresores de mi pueblo son muchachos, y mujeres se enseñorearon de
él. Pueblo mío, los que te guían te engañan, y tuercen el curso de tus caminos"
(Is. 3:4,5,11,12).
Aunque los corintios se creían muy espirituales porque
hablaban las tan acariciadas lenguas, habían convertido el evangelio de la
gracia en discusiones sobre el vestir, los adornos, peinados y demás. A mí
realmente no me gusta dedicar mucho tiempo para fijarme en el largo de las
faldas de las hermanas, en sus adornos, peinados, etc. Jesús nunca habló de
esto, tampoco la iglesia primitiva predicaba sobre trapos y peinados.
• SEA BORRACHO Y GLOTON. (1 Co. 11:17-32)
En una iglesia como la de Corinto donde abundaban las "lenguas",
podía esperarse cualquier cosa. Los buenos hermanitos, con "lenguas"
y todo, también se dedicaban a la glotonería y a la borrachera: "Pero al
anunciaros esto que sigue, no os alabo; porque no os congregáis para lo mejor,
sino para lo peor. Pues en primer lugar, cuando os reunís como iglesia, oigo
que hay entre vosotros divisiones; y en parte lo creo. Porque es preciso que
entre vosotros haya disensiones, para que se hagan manifiestos entre vosotros
los que son aprobados. Cuando, pues, os reunís vosotros, esto no es comer la
cena del Señor. Porque al comer, cada uno se adelanta a tomar su propia cena; y
uno tiene hambre, y otro se embriaga. Pues qué, ¿no tenéis casas en que comáis
y bebáis? ¿O menospreciáis la iglesia de Dios, y avergonzáis a los que no
tienen nada? ¿Qué os diré? ¿Os alabaré? En esto no os alabo" (1 Co.
11:17-22).
Algo funcionaba muy mal con estos hermanos. Pretendían
congregarse para confraternizar, pero su reunión derivaba en comilonas y
borracheras. Además, los menos pudientes de los hermanos eran pública y
visiblemente discriminados. Esto convertía esa confraternidad en una
confrontación social en la que se humillaba a los menos aventajados. Tan
arraigada estaba en ellos esta costumbre carnal y mundana, que Pablo ya no les
pide que no coman ni se emborrachen, sino que sólo les dice que ya que por su
subdesarrollo espiritual no es posible esperar de ellos completa abstención,
que al menos no se emborrachen en medio de los hermanos, ¡que lo hagan en sus
casas! ¡Qué gran iglesia!
En el Antiguo Testamento los glotones y borrachos eran
apedreados. Pero ahora Pablo les dice a estos "hermanitos" de Corinto
que si son glotones y borrachos, por lo menos se limiten a serlo en sus casas.
Cuando un hijo caía en este tipo de vida, los padres le amonestaban, pero si no
se corregía, lo llevaban ante la corte y le decían a los ancianos de la ciudad:
"Este nuestro hijo es contumaz y rebelde, no obedece a nuestra voz; es
glotón y borracho. Entonces todos los hombres de su ciudad lo apredrearán, y
morirá; así quitarás el mal de en medio de ti, y todo Israel oirá, y
temerá" (Dt. 21:20,21).
Pablo luego explica brevemente cuál es el significado de
la Cena Conmemorativa y quiénes no deben participar de ella, mencionando una vez
más a los borrachos y los glotones: "De manera que cualquiera que comiere
este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y
de la sangre del Señor. Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del
pan, y beba de la copa. Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir
el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí. Por lo cual hay muchos
enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen. Si, pues, nos
examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados; mas siendo juzgados,
somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo"
(1 Co. 11:27-32).
Estas palabras describen la carnalidad de estos hermanos
en Corinto. Nunca debemos usar esta iglesia como modelo para nosotros hoy. Era
tanto lo que había de condenable entre esos hermanos, que estaban prácticamente
a un paso mismo de la propia condenación eterna. Los corintios no conocían el
espíritu de recogimiento, de reverencia, de silencio. Aunque la Biblia no
describe cómo eran los servicios que celebraban, al leer la epístola de Pablo
uno recibe la impresión de que en ellas reinaba el desorden y mucho ruido. Es
probable que alegaran que no había que "coartar al Espíritu y que era
necesario permitir que cada hermano expresara lo que el Espíritu lo guiaba a
hacer".
Por lo visto algunos hermanos, debido a la glotonería y a
la borrachera, pero especialmente por no "discernir el cuerpo del
Señor", morían prematuramente. Y otros seguramente habían perdido interés
en lo genuinamente espiritual.
• INSISTA QUE TODO SE HAGA A SU MANERA. (1 Co. 12 y 14)
Ya llegamos al famoso capítulo 12 de esta carta. En esta parte Pablo habla de
cómo la iglesia se parece a un cuerpo. El cuerpo se compone de muchos miembros
y todos funcionan en dependencia de los otros. Por lo tanto, los corintios no
llegarían muy lejos tirando cada uno por su lado. Dijo Pablo: "No quiero,
hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales" (1 Co. 12:1).
Lo que el apóstol quiso decir aquí, es que los corintios
no debían interpretar mal, tal como estaban haciendo, todo aquello que tenía
que ver con los dones espirituales. Él enumera algunos principios relacionados
con la estructura de la iglesia y el lugar que ocupaban en ella cada uno de sus
miembros. Quería que todos entendieran bien este tema. A continuación
mencionaré solamente los que necesitamos para este estudio:
• "Hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el
mismo" (1 Co. 12:4).
• "Hay diversidad de ministerios, pero el Señor es
el mismo" (1 Co. 12:5).
• "Hay diversidad de operaciones, pero Dios, que
hace todas las cosas en todos, es el mismo" (1 Co. 12:6).
• "A cada uno le es dada la manifestación del
Espíritu para provecho" (1 Cor. 12:7).
Luego Pablo enumera la variedad de dones, enfatizando que
es el Espíritu Santo quien reparte lo que quiere y a quién quiere: "Pero
todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en
particular como él quiere" (1 Co. 12:11).
Usted no puede recibir tal o cual don, simplemente por
pedirlo. En primer lugar el Espíritu Santo se reserva el derecho de otorgarle a
cada uno el don que ha determinado. En segundo lugar, si usted recibiera algo a
pedido, ya no sería don, sino una petición concedida. Tanto la salvación, el
Espíritu Santo y los dones espirituales, son eso, dones. Nadie ha recibido el
Espíritu Santo pidiéndolo, excepto los 120 que se reunieron en el aposento alto
antes de Pentecostés. Nadie tiene un determinado don usándolo para el servicio
de la iglesia de Cristo porque lo haya pedido.
La Biblia nos deja saber claramente, que es el Espíritu
Santo quien toma la iniciativa en esto y reparte a cada uno el don que ha
determinado. Para ilustrar mejor esto, Pablo explica cómo está integrada la
iglesia, usando la analogía del cuerpo: "Además, el cuerpo no es un solo miembro,
sino muchos. Si dijere el pie: Porque no soy mano, no soy del cuerpo, ¿por eso
no será del cuerpo? Y si dijere la oreja: Porque no soy ojo, no soy del cuerpo,
¿por eso no será del cuerpo? Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el
oído? Si todo fuese oído, ¿dónde estaría el olfato? Mas ahora Dios ha colocado
los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso. Porque si todos
fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo?" (1 Co. 12:14-19).
Pablo lleva a los hermanos de Corinto hasta el día de la
creación del hombre, les explica que fue Dios mismo quien diseñó al primer
hombre, a Adán, colocándole muchos miembros. Fue él quien decidió que tuviera
ojos, nariz, boca, orejas y que cada miembro estuviera en un determinado lugar
del cuerpo, desempeñando cada uno funciones específicas que el otro no pudiera
realizar. Es así como trabajan los miembros del cuerpo, en forma coordinada,
teniendo codependencia los unos de los otros. Los ojos necesitan del oído y de
la boca, los pies de las manos, etc. Y todos los miembros tienen igual
importancia.
¿Puede imaginarse a un miembro del cuerpo solicitando ser
otro o desempeñar las funciones de otro? ¿Puede imaginarse a la rodilla
gritándole a los talones, menospreciándolos por su pobre y poca honorable función?
¿Se imagina cómo sería si las orejas quisieran ser ojos o las manos ser pies?
No hay tal cosa, porque el Creador sabía mucho mejor que los miembros, cómo
tenía que ser el cuerpo, dónde tenía que colocar cada miembro y cuáles
funciones le correspondería desempeñar a cada uno. ¡Con cuánta claridad lo
explica el apóstol cuando vuelve al asunto de la iglesia y sus miembros!
"Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en
particular. Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego
profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que
sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas. ¿Son
todos apóstoles? ¿son todos profetas? ¿todos maestros? ¿todos hacen milagros?
¿Tienen todos dones de sanidad? ¿hablan todos lenguas? ¿interpretan
todos?" (1 Co. 12:27-30). Y ya en el versículo 11 dice: "Pero todas
estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en
particular como él quiere".
De modo que así como Dios le asignó a cada miembro del
cuerpo de Adán su función respectiva, de la misma manera le señala el don para
el servicio al cuerpo de Cristo, a su iglesia. El Espíritu Santo le otorga a
cada miembro un don o dones, capacitándolo para desempeñar su función. Usted no
puede desempeñar un ministerio diferente al que Dios le ha asignado. Si Dios le
hizo oreja, siempre será oreja, no se convertirá mediante el ayuno y la oración
en ojo. Si Dios le concedió el don de hablar fácilmente varios idiomas, ser un
buen intérprete y traductor, si desarrolla ese don puede ser un verdadero
miembro con el don de lenguas.
Un detalle importante a tener presente, es que los dones
son en beneficio, no del miembro, sino del cuerpo, de la Iglesia. El llamado
"don de lenguas" que se practica en la actualidad, en la mayoría de
los casos es una distorsión, una estafa para los cristianos nuevos quienes
realmente piensan que se trata de algo escritural que es necesario buscar y
practicar. ¡Cuántos hermanos nuevos sin conocimiento de esta enseñanza han
caído en la trampa de esta estafa no pudiendo nunca crecer en la gracia!
¿Sabía usted que Juan el Bautista nunca habló en lenguas?
Sin embargo, Jesús dijo refiriéndose a él: "De cierto os digo: Entre los
que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el
más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él" (Mt. 11:11).
Jesús tampoco habló en lenguas, ni los apóstoles. Pero
usted tal vez dirá: «¡Este hombre no sabe lo que dice, porque en el capítulo 2
de Hechos está registrado que los apóstoles sí hablaron en lenguas!» Y yo le
pregunto: ¿Está seguro? Lo que ellos hicieron fue hablar en otros idiomas. Para
dejar esto bien claro no se necesita de ningún tipo de conocimiento especial ni
del texto original griego ni de comentarios de sabios y exégetas. Sólo tenemos
que leer el pasaje y al repasarlo por primera vez es fácil comprender
perfectamente que ellos no hablaron las tales lenguas que hablan hoy quienes se
han involucrado en las prácticas paganas antiguas.
Y dice la Escritura: "Y estaban atónitos y
maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan? ¿Cómo,
pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos
nacido? Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea,
en Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las
regiones de Africa más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos
como prosélitos, cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestras lenguas las
maravillas de Dios" (Hch. 2:7-11).
Lucas, quien escribió el libro de Hechos, enumera incluso
los diferentes grupos que hablaban idiomas distintos, que se encontraban
presentes en ese momento. Dios cumplió una profecía que Pedro explica así:
"... Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea
notorio, y oíd mis palabras. Porque éstos no están ebrios, como vosotros
suponéis, puesto que es la hora tercera del día. Mas esto es lo dicho por el
profeta Joel: Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu
sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros
jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños; y de cierto sobre
mis siervos y sobre mis siervas en aquellas días derramaré de mi Espíritu, y
profetizarán" (Hch. 2:14-18).
Una profecía cumplida no se repite. Una vez que se
cumple, se cierra el capítulo, de modo que no puede repetirse otro Pentecostés,
ni para el descenso del Espíritu Santo ni para el milagro del conocimiento de
idiomas que jamás habían sido estudiados. Lo ocurrido en Pentecostés nunca más
se repitió ni se duplicará. Cualquier acontecimiento que ocurra, aunque se
produzcan "milagros", tengan lugar cosas sobrenaturales pretendiendo
que se trata de una repetición de Pentecostés, será una estafa, un engaño.
¿Y qué de las lenguas que aparecen en el capítulo 14 de I
a Corintios? Veamos algunos textos que nos ayudarán a entender este asunto:
"Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos vosotros; pero en
la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar
también a otros, que diez mil palabras en lengua desconocida... En la ley está
escrito: En otras lenguas y con otros labios hablaré a este pueblo; y ni aun
así me oirán, dice el Señor. Así que, las lenguas son por señal, no a los
creyentes, sino a los incrédulos; pero la profecía, no a los incrédulos, sino a
los creyentes. Si, pues, toda la iglesia se reúne en un solo lugar, y todos
hablan en lenguas, y entran indoctos o incrédulos, ¿no dirán que estáis locos?
Pero si todos profetizan (predican la Palabra de Dios), y entra algún incrédulo
o indocto, por todos es convencido, por todos es juzgado; lo oculto de su
corazón se hace manifiesto; y así, postrándose sobre el rostro, adorará a Dios,
declarando que verdaderamente Dios está entre vosotros... Si habla alguno en
lengua extraña, sea esto por dos, o a lo más tres, y por turno; y uno
interprete. Y si no hay intérprete, calle en la iglesia, y hable para sí mismo
y para Dios" (1 Co. 14:18,19,21-25,27 y 28).
Examinemos brevemente lo que dice el apóstol para evitar
toda confusión. Pablo hace notar que hablaba más idiomas que todos los
corintios. Se trataba de un hombre culto que había estudiado en lo que hoy se
consideraría la mejor universidad del mundo. Pablo siempre hablaba el idioma
que correspondía, de nada valía que luciera sus conocimientos idiomáticos
expresándose en latín ante una audiencia griega que desconocía ese idioma.
Luego cita a Isaías 28:11 donde Dios anticipa que algún
días las buenas nuevas serán anunciadas "en lengua de tartamudos, y en
extraña lengua hablará a este pueblo". Esta "lengua de
tartamudos" es cualquier idioma gentil. Los judíos siempre escucharon a
sus profetas hablándoles en hebreo. Toda la ley, los salmos y las profecías,
fueron escritos en el idioma hebreo.
El mensaje divino nos vino a través de un pueblo, el
hebreo. El mismo Señor Jesucristo proviene de ese pueblo. Dios anticipó que
llegaría el momento cuando las maravillas de Dios serían expuestas y explicadas
en otros idiom as. Así fue cuando descendió el Espíritu Santo en un día de
Pentecostés y todas las personas presentes, aunque no entendían ni el hebreo,
el arameo o el griego, sí comprendieron claramente las maravillas de la gracia
salvadora. Luego Pablo habla de lo absurdo que sería si toda la iglesia se
reuniera y cada uno simultáneamente hablara en su propio idioma, ¡sería una
locura! Nadie entendería a nadie.
Pablo dice también que si la iglesia de Corinto llegara a
ser visitada por alguien que no hablara griego, el idioma que hablaban todos ellos,
aunque se tratara de un gran siervo de Dios, que no le permitieran que saliera
al frente a predicar en un idioma que nadie más entendía, a menos que hubiera
un intérprete que tradujera el mensaje para que la audiencia pudiera
comprenderlo. Es más, dice que si no hay quien pueda interpretar, es mejor que
el famoso predicador se inspire solo con el mensaje: "Si habla alguno en
lengua extraña, sea esto por dos, o a lo más tres, y por turno; y uno
interprete. Y si no hay intérprete, calle en la iglesia, y hable para sí mismo
y para Dios" (1 Co. 14:27,28).
Es notable advertir cuántas precauciones toma Pablo aquí.
La experiencia misma me ha demostrado que sería muy difícil que una audiencia
escuche con atención a más de tres oradores hablando con intérpretes. Hay mucha
diferencia entre escuchar a un predicador que nos habla directamente y a otro
que tiene que depender de un intérprete. Pablo por eso, aconseja que como
máximo hablen tres oradores en un servicio, no más. Pero que hablen solamente
cuando haya intérprete.
¡Pablo de ninguna manera se refiere a las tales
"lenguas" que hoy pretenden hablar muchos, balbuceando cualquier cosa
sin entender ellos mismos lo que hablan! "Y los espíritus de los profetas
están sujetos a los profetas; pues Dios no es Dios de confusión, sino de
paz" (1 Co. 14:32,33a).
Cuando esos dos o tres hermanos hablaban en el mismo
servicio y en la misma iglesia, tratándose de hombres de Dios, no había
contradicción alguna entre lo que decía el primero y los dos restantes. La
fuente de inspiración era la misma, por lo tanto ellos se complementaban entre
sí, jamás se contradecían.
Pero... ¿Qué de las mujeres y las lenguas? "Como en
todas las iglesias de los santos, vuestras mujeres callen en las
congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como
también la ley lo dice. Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus
maridos; porque es indecoroso que una mujer hable en la congregación" (1
Co. 14:33b-35).
Esta declaración de Pablo no deja lugar a confusión alguna.
Las mujeres, las hermanas y las esposas debían permanecer calladas. Ellas nunca
recibían revelación alguna, nunca se colocaban al frente de la congregación
para enseñar, nunca predicaban, salvo cuando estaban entre hermanas o con los
niños. En una congregación mixta, como en el caso de un servicio en el templo,
jamás una mujer ocupaba el lugar de maestra o predicadora.
Lo más notable es que aquellos que han pervertido esta
enseñanza sobre las lenguas, sí atropellan todas estas restricciones y hasta
tienen pastoras, las que a semejanza de la joven pitonisa mencionada en Hechos
16:16,17, "predican" y gritan a voz en cuello en violación directa
con lo establecido en la Biblia. Pero... "¡Es que han recibido el
bautismo, la segunda experiencia, la unción especial y mensajes extra-bíblicos
como revelación fresca! ¡Cómo no compartir lo que un dios mutable y extraño les
ha revelado!"
La ordenanza de Dios dada por medio del apóstol Pablo de
que "vuestras mujeres callen en las congregaciones", tienen tanta
vigencia hoy como en los días de los corintios. No existe razón alguna para
pensar que esto era solamente para ellos, porque la misma enseñanza también
aparece en otras epístolas. Las hermanas tienen un amplio campo de servicio en
la iglesia, pero nunca como predicadoras, ni maestras en un auditorio mixto.
¿Quiere decir eso que no hay tal "don de
lenguas?" En el sentido bíblico sí lo hay. Todavía tenemos necesidad de
que hayan hermanos que dominen por lo menos dos idiomas. Todavía dependemos de
los intérpretes. Yo lo he hecho varias veces y tengo que reconocer que sólo
Dios permite que uno logre concentrarse y hacerlo bien, ¡no es fácil!
Pero... ¿Qué de los tantos hermanos en tantas iglesias
que "hablan en lenguas" durante los servicios en el templo? ¿Qué de
aquellos que profetizan, oran y alaban en "lenguas?" ¿Qué de esos que
reciben revelaciones, sueños y demás? Son engañadores, y lo peor de todo es que
la mayoría sabe la verdad sobre este tema. Leyendo con cuidado los capítulos 12
y 14 de I a Corintios, es fácil ver cuál es la verdadera enseñanza de las
lenguas. Es probable que en la iglesia de Corinto se hubiera infiltrado el
mismo espíritu de confusión que reina hoy y que algunos de los más carnales
hayan tenido experiencias sobrenaturales que los hicieron balbucear algo,
llevándolos a perder el control de sus labios y a pronunciar palabras que no
entendían.
Se sabe que este tipo de "lenguas", al igual
que las prácticas de meditación, eran y son parte de lo que practican los
paganos por todo el mundo. Es una especie de "droga mental" que hace
que las personas entren en trance y pierdan por un momento el sentido de la
realidad olvidando sus cargas y frustraciones. Sin embargo, no hay apoyo
bíblico para pensar que los hermanos en Corinto hubieran caído tan bajo.
Hoy, sin embargo, teniendo tantos testimonios de
individuos que han dicho palabras groseras y han pronunciado maldiciones contra
Dios mientras pretendían hablar en lenguas, no podemos decir lo mismo. Recuerdo
varios casos que me han contado. Uno en particular fue el que me relató un
misionero norteamericano en Guadalajara, México. Me contó cómo un amigo suyo,
quien también estudió en el mismo seminario que él, después de ser arrastrado
por las experiencias de ciertos grupos, dejó de ser bíblico fundamental. Tras
permanecer en el campo misionero, regresó y se dispuso a entregar un informe de
sus labores. La audiencia era de cristianos, mayormente misioneros. Después de
hablar por un momento, este caballero entró en un estado de gran fervor,
pasando rápidamente a "hablar en lenguas". Todos levantaban las manos
diciendo: «¡Gloria a Dios! ¡Aleluya!», excepto una sencilla mujer, quien
cambiando de colores no sabía si reír o llorar.
Cuando todo terminó, la mujer con vergüenza se acercó a
este caballero y le dirigió unas cuantas palabras en turco. Él no sabía por qué
le hablaba en turco, a lo que la mujer replicó: «¡No me diga que no habla
turco!» Y continuó diciendo en mal inglés: «Pues usted habló en turco desde el
púlpito». «Pero... ¿Cómo?» - objetó el hombre. «¿Cómo pude hablar en turco?»
«Sí, yo le entendí bien porque soy turca. Hace pocos años que vivo aquí en
Estados Unidos». «¿Y qué dije?» «Tengo vergüenza de repetirle todo lo que dijo»
- respondió ella. «Usted blasfemó a los cristianos, a Cristo, a Dios y pronunció
las palabras más groseras que la gente más baja usa para maldecir en turco».
Como este caso hay muchos otros que se han registrado por
doquier. Es probable que se hayan dado casos en que quien hablaba en
"lenguas", dijera cosas bonitas y agradables. Pero la Biblia no
enseña que tenemos que buscar estas experiencias.
El único don de lenguas que yo conozco es la nueva
conducta del redimido. Un cristiano sí debe tener un lenguaje nuevo, tanto
entre los suyos como entre los extraños. También debe proceder en todos los
aspectos de su vida de una manera nueva, diferente a la del mundo. En este
sentido, el hombre y la mujer convertidos a Cristo tienen un lenguaje nuevo.
Ahora pueden hablar de su salvador y Señor, Cristo Jesús. ¡Este sí es el
verdadero don de lenguas!
Pero el tema del "don de lenguas" tiene otro
serio problema. Generalmente quien exige que se hable en lenguas, lo hace
aduciendo que es la prueba o fruto de la plenitud del Espíritu Santo. El Señor
Jesús, justo antes de partir, le dijo a los suyos que serían revestidos de
poder cuando viniera sobre ellos el Espíritu Santo, anticipándoles cuál sería
la señal de que habían recibido la plenitud del Espíritu Santo. Esto ocurrió
así diez días después: "Entonces los que se habían reunido le preguntaron,
diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? Y les dijo: No
os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su
sola potestad; pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el
Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y
hasta lo último de la tierra" (Hch. 1:6-8).
Pero... ¿Cuál es entonces la señal, la prueba o evidencia
de que uno ha recibido el Espíritu Santo? Jesús no menciona las lenguas para
nada, sino que dice: "me seréis testigos". Pero... ¿Fueron testigos
aquellos 120 que estaban en el aposento alto en Pentecostés? Sí, ellos de
inmediato comenzaron a hablarle a una gran multitud y Dios se encargó de hacer
que esa gente que no entendía el idioma de Pedro, pudiera escuchar las buenas
nuevas en su propio idioma. Esto fue algo necesario en el momento del
nacimiento de la Iglesia.
La Biblia no enseña que la señal de la plenitud del
Espíritu Santo es el hablar en lenguas. No olvidemos que no se necesita ninguna
segunda experiencia, aparte de la regeneración, para recibir la plenitud del
Espíritu Santo. Efesios 1:11-14 asegura que nosotros recibimos el sello de
nuestra salvación, el Espíritu Santo, en el momento que escuchamos el evangelio
y arrepentidos creemos en Cristo: "En él asimismo tuvimos herencia,
habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas
según el designio de su voluntad, a fin de que seamos para alabanza de su
gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo. En él también
vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra
salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de
la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la
posesión adquirida, para alabanza de su gloria".
Usted no necesita tener la experiencia de hablar en
lenguas para obtener la plenitud del Espíritu Santo, porque en el mismo momento
de creer, recibe esa plenitud. Dios no tiene una medida inferior en el momento
de convertirse y luego otra cuando se recibe la plenitud. Dice Juan 3:34:
"... Pues Dios no da el Espíritu por medida".
Era sólo cuestión de que el Señor muriera por nosotros,
fuese sepultado, resucitado y enviase al Espíritu Santo. De allí en adelante el
Espíritu Santo llena la vida de todo pecador que arrepentido se entrega a
Cristo: "En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó
la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí,
como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo
del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había
venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado" (Jn.
7:37-39).
La Palabra de Dios establece una clara diferencia entre
la obra del Espíritu Santo, antes y después de la glorificación del Salvador en
su ascensión. Los 120 oraron en el aposento alto por el Espíritu Santo, y allí
se cumplió lo que Jesús había dicho en Lucas 11:13: "Pues si vosotros,
siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro
Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?"
Este era el proceder antes de Pentecostés. Si alguien
pedía el advenimiento del Espíritu Santo no podía ser considerado hereje. Pero
una vez el Señor cumplió con su promesa, ya no debemos pedir que el Espíritu
Santo descienda, porque ya descendió hace más de 2.000 años. Los judíos siguen
esperando al Mesías, pero su Mesías, nuestro Jesús, ya vino.
Jesús predijo, que como ellos lo rechazaron como su
Mesías, terminarán por aceptar al propio Anticristo: "Yo he venido en
nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viniere en su propio nombre, a ése
recibiréis" (Jn. 5:43). Ese "otro" es el Anticristo. Pablo
también habló del mismo personaje cuando dijo: "El cual se opone y se
levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se
sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios" (2 Ts.
2:4).
El peligro de los judíos al rechazar a Jesús consistió,
no sólo en que se privaron de la salvación, sino que finalmente terminarán por
aceptar a su peor enemigo. Algo muy parecido ocurre hoy con quienes ignoran
voluntariamente la plenitud del Espíritu Santo en todo creyente. Al comenzar a
buscar nuevas experiencias: "temblores, gemidos, lenguas", etc., le
dan lugar en el corazón a un espíritu extraño que finge ser el Espíritu Santo.
Cuando el Espíritu Santo toma control del corazón del
cristiano, hace que el hombre se ajuste a lo diseñado por Dios, tanto en la
vida personal como en sus relaciones con los demás. Cuando un espíritu extraño
logra controlar el corazón del hombre, este espíritu domina la voluntad del que
posee. Para esta persona las Escrituras pasan a un segundo plano, no así en el
caso del cristiano dominado completamente por el Espíritu Santo. Lo que vale
ahora es lo que "ese cristiano quiere": sentirse bien, sanarse,
hablar en lenguas y otras cosas más. Puede tenerlo todo, ¡pero que gran tragedia,
que equivocación!
• CORROMPA EL SIGNIFICADO DEL VERDADERO AMOR. (1 Co. 13)
Una de las razones de tantas separaciones entre esposos, tantos divorcios y
tantos hogares en escombros, es la interpretación incorrecta de lo que es el
amor verdadero.
Si quiere hablar en "lenguas", atropelle con
todo y justifique su conducta con su lengua. Goce con esa lengua que se mueve
mucho y que balbucea algo extraño, disfrute del éxtasis que le produce esta
experiencia. Es probable que hasta hable más suavecito, abrace a los hermanos,
parezca muy servicial, reparta, sea generoso y hasta sufra por sus principios.
Pero es necesario que recuerde lo que dice la Biblia sobre el amor verdadero:
"El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es
jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se
irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la
verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor
nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la
ciencia acabará" (1 Co. 13:4-8).
Lamentablemente, esos que tienen tan dulce experiencia
con sus lenguas, han hecho más daño que ninguna otra persona en la iglesia.
Diariamente hay pastores que reciben ese don que antes no tenían, casi siempre
de otro que se lo deriva. Casi de inmediato "Dios les dice" que
abandonen a su esposa, mostrándoles a una muchacha joven con la cual se casan.
Quienes hacen esto, están convencidos que es el
"espíritu" quien los induce a hacerlo. Es probable que sea el mismo
espíritu que también los hace hablar en "lenguas". Estos escándalos
son muy comunes en las grandes congregaciones en donde los hermanos, con las
manos levantadas, se mueven de un lado a otro como las olas del mar. Pasan
horas de pie, "alabando" y a veces "danzando danzas
cristianas". Algunos caen al suelo retorciéndose, mientras "el
ungido" camina por la plataforma, ahora junto a la nueva esposa "que
le dio dios", al mismo tiempo que los otros aplauden como locos "para
Jesús". ¡Esto es vergonzoso y dañino para la iglesia!
Yo tuve conocimiento del caso de uno de estos pastores,
mediante quien muchas personas se convirtieron. Este hombre fustigaba con las
Escrituras, demostrando los errores del carismatismo nacido en el Vaticano. Tenía
toda la razón, porque todo cuanto decía se ajustaba a la Biblia. Sin embargo,
un día "tuvo una visión y oyó una voz que le decía que debía dejar a su
esposa y buscarse otra más joven". Pronto la abandonó y lo peor que
ocurrió, fue que cuando una pareja se acercó a él para solicitarle ayuda
espiritual, se encontraron con que este "pastor" le quitó la esposa
al joven, porque era precisamente ella la que se le había indicado en la
visión. Cuesta creer todo esto, pero tal vez usted conozca incluso hasta los
protagonistas de la tragedia.
Hoy, este "pastor" rodeado de muchos
seguidores, es totalmente carismático, pero tal como dice Pedro: "Porque
mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después
de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado.
Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito,
y la puerca lavada a revolcarse en el cieno" (2 P. 2:21,22).
Lamentablemente, el caso mencionado no es el único.
Hombres muy conocidos, a cargo de medios masivos como
No hay comentarios:
Publicar un comentario