Una
persona va al supermercado y escoge comprar carne de cerdo, otra se decide por
carne de res mientras que otro prefiere pollo. Ciertamente podríamos
decir que cada persona tiene capacidad de decisión para escoger libremente lo
que desea en la vida. Alguien puede escoger, desde el estilo de ropa que usa hasta
el color de su carro, o el de su casa. Pero también podemos decir que
aunque los individuos ejercen sus propias decisiones, como decimos
-“libremente”, de cierto modo también las personas ya vienen “pre-programadas”
para tomar cierto tipo de decisiones. Existen ciertos factores que hacen que
cada persona prefiera o escoja ciertas cosas y no otras. La herencia de
sus padres o antepasados. Los genes que producen la personalidad y el
carácter, además los valores inculcados desde su niñez y hasta el ambiente en
el cual fue criado ejercen influencia en las decisiones de cada
uno.
Pero a pesar de eso, podemos decir como
‘conclusión general’ y sin profundizar mucho en un estudio sobre la
personalidad y el medio ambiente, la presión social o estado económico, que la
mayoría de las decisiones que cada persona hace son “libres” y sin presión
externa alguna. Todo proviene del interior de la persona quien es la que
dirige su vida y toma estas decisiones según prefiere. Y aunque podríamos
decir que esta “programación” que se encuentra grabada en cada persona puede
ser ‘cambiada’ verdaderamente nunca podrá ser totalmente eliminada. Los genes y
las características heredades que cada persona trae al momento de nacer así
como la formación de cada individuo le acompañaran hasta el día de su
muerte. Aunque algunas decisiones pueden ser forzadas en las personas,
tan pronto estas pueden escoger por sí mismas escogerán aquello que
prefieren. Esto me recuerda el caso del ex-presidente de Estados Unidos,
George H. Bush. Le estacionaron un camión de cargas lleno de brócolis
frente a la Casa Blanca. Sucede que al presidente no le gustaba comer
brécol y le hicieron una broma trayéndole un camión lleno. Pero el
presidente dijo “cuando era niño me obligaban a comerlo, pero ahora yo soy el
presidente, no como brócoli”.
Pero en este estudio no vamos a hablar
sobre la personalidad ni tampoco hablaremos sobre si la persona prefiere tomar
café o chocolate, si prefiere comer papas fritas o hervidas. Aquí
trataremos de un tema más profundo e importante en la vida del hombre.
Veremos si el hombre puede o no puede escoger a Dios y creer el mensaje del
evangelio libremente. Para saber esto debemos de ir al libro de texto, la
Biblia. Allí veremos qué es lo que Dios mismo dice con respecto a este
tema. Por supuesto, es lógico y natural pensar que el ambiente donde la
persona ha sido criada o donde se ha desarrollado tiene alguna influencia sobre
sus decisiones en cuanto a la fe, la religión y en cuanto a Dios. Pero vemos
que aunque el ambiente en que la persona se desarrolla puede en ciertas
ocasiones ayudar en su formación sobre Dios y la fe, también vemos que muchas
veces esa formación ‘religiosa’ es en sí misma un obstáculo para acercarse a
Dios como Él mismo demanda y requiere.
Libre
Albedrío
Muchos cristianos (y no cristianos) han
llegado a la conclusión de que las personas tienen la capacidad de recibir o
rechazar el evangelio basado en el “libre albedrío”. Pero aunque esto parezca
una solución razonable y aceptable y hasta tenga apariencia de ser bíblica, lo
cierto es que un estudio cuidadoso de la Escritura no nos enseña que tal
interpretación sea correcta. Existen al menos dos razones por las cuales
las personas (cristianas) defienden y creen en el libre albedrío de los seres
humanos en cuanto a su relación con la fe y el evangelio. Primordialmente
es una herramienta que se utiliza para defender a Dios de la apariencia de ser
“injusto” y en segundo lugar porque no se comprende claramente lo que la Biblia
enseña sobre el tema; y esto lo digo humildemente y no para ofender a
nadie. En este estudio, primero trataremos con lo que dice la Biblia y
luego al final trataremos con la tal apariencia de injusticia en Dios.
Llamados a la fe y arrepentimiento
Los que creen en tal libre albedrío basan
su interpretación en que Dios hace llamados al hombre a arrepentirse y
acercarse a Él; Invitaciones a buscarle de todo corazón. Tanto en el Antiguo
Testamento como en el Nuevo encontramos que Dios ordena al pueblo que “escoja la vida para que viva” (Deuteronomio 30:19), les dice “escoged hoy vosotros a quien servir” (Josué
24), el
repetido llamado de Dios a su pueblo “vuélvete a mí”(Isaías
44:22; Jeremías 3:1, 4:1) les dice “arrepentíos
y convertíos” (Hechos 3:19), y
el mandamiento mayor presentado en el Nuevo Testamento es aquel que ordena al
hombre que “crea al mensaje del evangelio”(Juan
3:14-15).
Aunque todas estas demandas de Dios son
claras en la Escritura, también es muy claro que el “hombre natural” nunca obedece
fielmente a este llamado de Dios. Esa es en resumidas cuentas la historia
del pueblo de Israel. Un pueblo que NUNCA respondió positivamente y
enteramente de todo corazón al llamado de Dios. De hecho el tema
principal del Antiguo Testamento en el pueblo de Israel es demostrarnos el
trato de Dios con un pueblo que no respondía fielmente a su llamado. Un
pueblo que según Dios mismo lo describe fue “incircunciso de corazón”,
un pueblo que desde los tiempos antiguos y aun en los días de Jesús era lo
mismo -- llegó a buscar a Dios “de
labios” pero su corazón “estaba lejos de Dios” (Isaías 29:13; Mateo 15:8; Marcos 7:6) y en Juan 5:40 Cristo declara que el hombre con toda
su religión apariencia de piedad, “no quiere” venir a la vida que
aparenta estar buscando cuando dijo “y no queréis venir a mí para que
tengáis vida”.
Es ciertamente un ‘colosal fracaso en el
estudio teológico’ querer “probar” que el hombre tiene libre albedrío para
escoger a Dios basados en los llamados que Dios hace al pueblo de Israel (y a
toda la humanidad) para que le responda cuando la razón por la que esos
llamados están ahí es precisamente para demostrar todo lo opuesto, que la
voluntad del hombre “no es libre.” La Biblia nos muestra muy claramente
que esos llamados en el AT no fueron exitosos sino que fallaron y finalmente
terminaron con la nación de Israel siendo castigada y condenada por Dios mismo
debido a sus constantes pecados, infidelidades y alejamientos. La
creencia del “libre albedrío” propone que el hombre tiene un albedrío
(voluntad) que es “libre” y tal cosa es ciertamente una absoluta contradicción
a la declaración de la Escritura y lo que Dios nos quiere enseñar por medio de
la historia del pueblo de Israel. El fracaso en entender esta realidad ha
llevado a la ‘errónea conclusión’ de que el hombre posee tal libertad en su
voluntad. Sin embargo, todo lo contrario es cierto. La Palabra de
Dios afirma que la voluntad del hombre está corrompida. El hombre no busca a
Dios ni le sirve como Él lo demanda. Eso es lo que nos demuestran las
Escrituras. Cuando lleguemos a entender esta ‘clave’ tan importante,
entonces tendremos una mejor comprensión de la realidad tan horrible y
desesperante que embarga al hombre.
Nicodemo
Pienso que los estudiosos que no llegan a
percibir y aceptar esta realidad, no han llegado a entender cuál es la
verdadera condición del hombre según la Biblia; cuál es la verdadera “doctrina
del hombre” según Dios lo describe, ni tampoco cual es el verdadero efecto del
pecado. Además demuestran que tampoco han comprendido cuan necesaria es
la intervención y la gracia divina para lograr la salvación del ser
humano. Fue esto precisamente lo que Jesús quiso decir a Nicodemo cuando
vino de noche a conversar con él. El Señor le dijo que “el que no nace de nuevo no pude ver el reino de
Dios”. Estas palabras
fueron demasiado complicadas para Nicodemo quien respondió, “¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede
acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?” Pero Jesús le sigue diciendo “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es
nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es
necesario nacer de Nuevo”. Note
la fuerza de las palabras de Cristo cuando dice “es necesario”, sin embargo la situación en la mente de Nicodemo en
vez de mejorar, lo que hizo fue empeorar, por lo que le responde “¿Cómo puede hacerse esto?”. A
la verdad que Nicodemo había quedado totalmente fuera de comprensión al oír las
palabras del Maestro sin embargo Cristo le contesta finalmente con una
pregunta “¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto?”.
Jesús está indicando que esto es algo que Nicodemo debía saber, sin embargo no
era así. Nicodemo, aunque era “maestro de Israel” no solamente no
entendía que el hombre necesitaba nacer de Nuevo sino que tampoco sabía cómo
tal cosa ocurría.
Hoy día contamos con muchos “maestros” que
tampoco han entendido esta realidad. Sí, ellos hablan del “nuevo
nacimiento” de Juan 3 pero todavía no comprenden el porqué de la necesidad de tal
“nuevo nacimiento”. Ellos siguen leyendo las páginas de la Biblia sin
entender el verdadero mensaje que Dios quiere que sepamos: “¿Por qué os es necesario nacer
de nuevo?”.
Por cierto los textos que preceden y
siguen a la conversación de Cristo con Nicodemo (el contexto) aclaran
el porqué de la necesidad que tiene el hombre de ser regenerado o
nacido de nuevo. Según leemos en Juan 1:12-13
"A lo suyo vino, y
los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen
en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de dios; los cuales no son
engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de varón, sino de
dios".
Significan estos versos que el hombre
posee capacidad o “libre albedrío” para aceptar o ¿rechazar a Cristo de su
propia iniciativa? ¡De ninguna manera! Todo lo opuesto es cierto. Estos
versos a la vez que resaltan la obra que tiene que hacer Dios en el hombre para
que sea salvo y venga a Cristo, nos deja ver claramente que el hombre está en
una condición desesperante, que no busca a Dios aunque lo tenga ante sus
narices.
Juan 1:9
Aquella luz verdadera, que alumbra a todo
hombre, venía a este mundo. 10 En el mundo estaba, y el mundo por él fue
hecho; pero el mundo no le conoció.
Cristo vino a morar entre los hombres, era
Dios mismo en Persona en el mundo (lo suyo) y no hubo manera de que
Dios mismo CON SU LUZ, esa luz que "alumbra a todo hombre" (Jn. 1:9)
pudiera convencer a los hombres de su pecado para que le recibieran; al
contrario, le rechazaron. La condición del hombre era tal que prefería las
tinieblas antes que la luz. POR LO TANTO ese verso (Juan 1:12-13) está ahí para
declarar lo que Dios tiene que hacer para conseguir que el hombre se vuelva
hacia Él; "pero el mundo no
le conoció" ¿Cuál fue Él
mundo que no le conoció, algunos hombres o todos los hombres? Obviamente, todos
le rechazaron. Ahora ante este rechazo de todos los hombres, queda que
Dios haga su obra si es que alguien se ha de salvar. Por eso Juan menciona a
otro grupo, sacado del mundo y dice de ellos: “más los que le recibieron, LOS QUE CREEN EN SU
NOMBRE” lo hicieron
porque ocurrió algo en ellos que no ocurrió en el resto de los hombres. A
diferencia del resto de la humanidad que no creyeron (no lo recibieron), estos
otros SÍ creyeron (le recibieron). Juan explica que lo hicieron porque
Dios mismo hizo algo de su propia voluntad. Él los engendró espiritualmente,
los regeneró, ¡les dio vida espiritual! Y POR ESO es que le recibieron. Más
adelante en Juan 3 leemos:
Juan 3
19 Y esta es la condenación: que la luz vino
al mundo, y los
hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus
obras eran malas. 20 Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no
viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas.
La razón por la que los hombres no
recibieron la luz (Cristo) que vino al mundo, es dice la Biblia porque “los hombres amaron más las tinieblas que la luz,
porque sus obras eran malas”. Interesantemente e increíblemente los
hombres fueron presentados con la luz y ellos amaron más y prefirieron más las
tinieblas que la luz. Esta es la condición natural de todos los
hombres. Porque los hombres viven en una carne cuyos “designios son enemistad
contra Dios, y ni se sujetan (no quieren) ni pueden sujetarse a la ley de
Dios”. (Romanos 8:6-8)
Los hombres no le recibieron (ni le
reciben) porque no tenían (ni tienen) vida Espiritual que es la única manera de
poder acercarse a Dios. No le recibieron porque estaban (están) muertos
espiritualmente y porque necesitan vida espiritual para que sus ojos
espirituales sean abiertos y para poder amar la luz y salir de las
tinieblas
Como maestro de Israel, se suponía que
Nicodemo supiera la verdadera condición del hombre, pero no era así,
tristemente no lo sabía y según nos deja saber la lectura, el mismo estaba
enterrado en aquella situación y desprovisto de aquella vida espiritual que
produce el nuevo nacimiento. Tan lejos estaba Nicodemo de comprender ésta
verdad que se nos indica que cuando Cristo le dijo esto “se sorprendió” de
eso. Pero la situación sigue siendo igual. Algunos en nuestro
tiempo aunque hablan y hasta predican sobre el nuevo nacimiento, se han de
“maravillar” como Nicodemo si le decimos que “es necesario” nacer de nuevo para
poder creer al evangelio, comprender el mensaje del reino y poder seguir a Dios
fielmente. Ellos suponen que el hombre ‘puede’ venir a Cristo
‘libremente’ si así lo desea, sea cuando sea que lo quiera, según su “libre
albedrío” y provocar de esa manera, su propio nuevo nacimiento. Algunos
con un poco más de conocimiento bíblico y no queriendo contradecir la palabra
que dice “sin mi
nada podréis hacer” y
otra “ninguno
puede venir a mí si el Padre no le trae” (Juan 6:44), proponen que el hombre necesita “la ayuda” del
Espíritu Santo para venir a Cristo. Algunos han llegado a proponer que
aunque el hombre en su estado natural no tiene libertad de voluntad, dicen que
Dios crea “libre albedrío” en ellos cuando se les predica el evangelio (cuando
se les presenta la luz) para que puedan en ese momento “decidir libremente” si
escogen (creen) el mensaje o si lo rechazan (no lo creen). Eso es lo que
llaman "gracia proveniente". Esta teoría, por supuesto, no tiene
sustento alguno en la Biblia y como veremos en la próxima sección sobre 'el
mensaje de la cruz', TODOS los hombres rechazan la luz del evangelio cuando
este predicado.
Pero siguen suponiendo que es por su
“libre albedrío” y sin necesidad de nacer de nuevo que el individuo viene a la
fe y luego de haber entendido el mensaje, haberlo creído y aceptado, entonces
es nacido de nuevo. No obstante, Pablo nos dice que el hombre se
encuentra “muerto en delitos y pecados”, “sin Dios y sin esperanza en el mundo”
y Pedro dice “separado de la vida de Dios”, más estando en ese estado “nos dio
vida... por gracia sois salvos” (Efesios 2). Vemos que la gracia incluye
dar vida cuando el hombre es totalmente incapaz. Pero por supuesto, si la
“ayuda del Espíritu Santo” que se propone no significa “regenerar el alma”,
“dar vida espiritual” y “provocar un nuevo sentir en el espíritu del hombre”,
tal teoría queda sin fundamento bíblico alguno porque el nuevo nacimiento es
una “necesidad” para
poder “ver” y “entrar” al reino de Dios – por la fe en Cristo. Las
razones para hacer esta declaración la veremos a continuación.
El Mensaje de la
Cruz
Lo llamativo de este asunto es que la
Biblia nos presenta solamente dos tipos de personas: “el hombre natural” y “el hombre
espiritual” (1
Corintios 2:14). Del “natural” se nos dice que “no comprende las cosas espirituales porque le son
locura”, pero del espiritual
se nos confirma “discierne
(comprende) las cosas de Dios”. Dios nos dice en su palabra
que “el evangelio es poder
de Dios para salvación” (Romanos
1:16). Algunos suponen que si las personas
solamente escuchan el evangelio, pueden ‘decidir’, según su “libre albedrío”
creer al mensaje de invitación (o demanda) de Dios a al arrepentimiento y la
fe, y así pueden ser salvos. Eso es al parecer es una conclusión lógica,
sin embargo no es así como parece. La predicación del Evangelio aunque
ciertamente es “poder de
Dios para salvación” y
es el principal medio que Dios mismo ha establecido para salvar los perdidos,
no puede ser aceptada por el “hombre natural”. Ahora, nos preguntamos,
¿cómo es posible que Dios haya establecido un medio de salvación el cual es
“inaceptable” o “incomprensible” para el hombre? Cualquier persona que haya
pensado y meditado esto un poco se dará cuenta que “no hay consistencia” en
ello. Pero ciertamente es así como lo decimos, es cierto que “no hay
consistencia” cuando se trata del hombre natural, aquel hombre que no ha sido
transformado de su estado “natural” a un estado “espiritual”, PERO una vez esto
ha ocurrido la cosa es distinta. Una vez el hombre ha sido transformado (nacido
de nuevo) entonces “sí hay consistencia”, entonces puede responder, entonces
puede creer, entonces se puede arrepentir.
Pablo nos dice “la palabra de la cruz es locura a los que se pierden” (1 Corintios 1:18.) Ciertamente los que no aceptan el mensaje de la
cruz (el evangelio) y lo rechazan es porque para ellos es una locura (lit. “Una
tontería”), ellos están 100% convencidos que el mensaje “no tiene sentido”, y
que “es cosa de locos”. Pero para los que se salvan es “poder de
Dios”. Y a eso nos preguntamos, ¿Por qué el mismo evangelio que es locura para uno es poder para otro? Y una vez más, la respuesta bíblica es simple,
porque el mensaje es locura para todos los hombres en su estado natural, PERO
cuando Dios transforma el corazón, entonces aquello que antes era “locura” se
convierte en “poder de Dios”, aquello que antes no se comprendía, ahora se
comprende porque el hombre que estaba en un estado “natural” ha pasado a un
estado “espiritual” y por eso ya no rechaza el evangelio ni las cosas
espirituales (1 Corintios 2:14-15).
Pablo dice que “a Dios le ha placido
salvar a los hombres por la locura de la predicación”. Esto es lo que
conocemos teológicamente como “Llamamiento
Eficaz”. Dios tiene que transformar el corazón del hombre
para que comprenda y acepte el llamado que se le hace al arrepentimiento. Esto
significa que no son todos los ‘transformados’ sino sólo aquellos quienes Dios
en su soberanía transforma. Y está clara doctrina bíblica nos confirma
tanto las tan rechazadas doctrinas de la elección y la predestinación
divina. Es Dios quién en su voluntad secreta “tiene misericordia del que tiene misericordia” pues “no depende del que quiere ni del que
corre, sino de Dios que tiene misericordia” (Romanos 9:15-16).
Esta verdad acerca de la naturaleza del
“hombre natural” quien piensa que las cosas de Dios (la Palabra del Evangelio)
es locura fue probada cuando Pablo le predicó el evangelio a Festo, y su
respuesta a gritos fue “Pablo te estás volviendo loco...” Y el rey Agripa que estaba presente le
dice “¿con tan poco me
quieres convencer a ser Cristiano?” (Hechos 26). Festo
pensó que las Palabras de Pablo eran locura y Agripa pensó que era “muy poco”,
o “muy poco tiempo”. ¿Por qué? "Porque tanto Festo como Agripa eran
hombres naturales". Mas Pablo confirmó que la "Palabra de la Cruz'
(El Evangelio) es "locura" (tontería), inaceptable a los que se
pierden (1 Corintios. 1:18).
Los
Llamados
La manera en que la Biblia describe a los
salvados es utilizando un adjetivo especial, “los llamados”.
En las cartas Paulinas esta descripción va solamente dirigida a identificar
“los escogidos”, “los fieles”, “los salvados”. Veamos con detalle lo que
Pablo dice:
1 Corintios
1
23 pero nosotros predicamos a Cristo crucificado,
para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura;
Como vemos, la Biblia nos dice que la
predicación de “Cristo
crucificado” para los “gentiles es locura” y “para los judíos es tropezadero”. Esto nos manifiesta que el evangelio no es tan
“aceptable” ni tan comprensible a la mente humana como algunos pretenden; aun
durante cuando se predica el evangelio, TODOS lo rechazan. Por cierto,
esto también nos demuestra que los inventos y “metodologías humanas” con tal de
promover el “igle-crecimiento” moderno no tienen en mente la ni realidad del
mensaje de la cruz, ni la verdadera condición del pecador. Quizá se pueda
llenar una o muchas iglesias cambiando los coritos, adornando el altar,
trayendo bailarines o equipos de música, pero no se puede asegurar que en realidad
toda esa muchedumbre haya aceptado el mensaje de la cruz, clara y bíblicamente
expuesto. El mensaje de Cristo es “locura” y hasta ofensivo al hombre
natural. Pablo también dice que para los judíos es “tropezadero”. El
hombre “judío” no puede aceptar el mensaje de un Cristo (Mesías) muerto
crucificado y el hombre “gentil” lo rechaza porque simplemente “no tiene
sentido”. Lo que vemos entonces es que la raza humana cae en “dos categorías” o
gentil o judío y ambos “rechazan
la cruz de Cristo y el mensaje de salvación”. Siendo que esto es así,
¿Cómo puede haber salvación de alguno de estos dos grupos? Es imposible,
no lo puede haber. Sin embargo Pablo continúa diciendo en verso 24 que
sigue:
Mas para los llamados, así judíos como
griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios.
Para “los llamados”, ya sean de entre los
Judíos o los gentiles, Cristo es poder y sabiduría de Dios. Pablo también
escribe a Timoteo de la siguiente manera:
2 Timoteo 1:8-10 8 Por
tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso
suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de
Dios, 9 quien nos
salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras
obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo
Jesús antes de los tiempos de los siglos, 10 pero que
ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el
cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio
Nos llamó con “llamamiento santo”. Esto
una vez más es referente a los salvados. Y el escritor de Hebreos
dice:
Hebreos 3 1 Por
tanto, hermanos santos, participantes
del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo
sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús; 2 el
cual es fiel al que le constituyó, como también lo fue Moisés en toda la casa
de Dios
Hebreos 9 15 Así
que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para
la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban
la promesa de la herencia eterna.
Judas escribe:
Judas 1 1 Judas,
siervo de Jesucristo, y hermano de Jacobo, a los llamados, santificados en Dios
Padre, y guardados en Jesucristo
Y Juan escribe:
Apocalipsis 17:14 14 Pelearán contra
el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de
reyes; y los que están con él son
llamados y elegidos y fieles.
La pregunta que podemos hacer entonces es
¿no son llamados todos los que oyen el evangelio? Y la respuesta es sí y no a
la misma vez. Sí, todos sin excepción son llamados al arrepentimiento y
la fe en Cristo (judíos y gentiles), pero ese es un llamamiento el cual aunque
es honesto y sincero de parte de Dios, puede ser y es continuamente rechazado
por los hombres. Este llamado general a todos los hombres es expresado
por Cristo cuando dice en Mateo 22:14 “son
muchos los llamados (invitados)...”. Dios llama los hombres a creer el evangelio y ser
salvos, pero el mismo verso nos demuestra el otro lado de la moneda “...pero pocos los escogidos”.
Aunque el Espíritu Santo trata con los que escuchan para que vengan al Señor
arrepentidos y con fe en él para salvación, los hombres en su estado natural
(con un corazón no regenerado o incircunciso) siempre “resisten el Espíritu
Santo” (Génesis 6:3; Hechos 7:51). Así lo declaró muy sabiamente el
mártir Esteban mientras moría apedreado por la turba de ‘religiosos’ que le
quitaban la vida:
Hechos 7:51 » ¡Duros de cerviz! ¡Incircuncisos de corazón y de
oídos! Vosotros
resistís siempre al Espíritu Santo; como vuestros padres, así
también vosotros.
Siendo que la condición del hombre
mientras se encuentra en su estado de “incircuncisión” es resistir el llamado y
el trato del Espíritu Santo en su corazón, si Dios mismo no “circuncida” su
corazón, el hombre NUNCA ha de venir a Cristo, NUNCA ha de creer, NUNCA ha de
ser salvo. Exactamente eso, Ninguno sería salvo. Dios previendo y
conociendo que esta es la verdadera condición del hombre habló de dar el mismo “un nuevo corazón al hombre” (Ezequiel 11:19), de “escribir su ley
en los corazones de ellos” (Jeremías 31:33) de “circuncidarles el
corazón” (Deuteronomio 30:6), y “poner un nuevo espíritu en ellos”
(Ezequiel 36:26). Todo
eso solamente con el fin de que ellos le buscaran, le sirvieran y le fueran
siempre fieles.
El llamado interno aplicado al corazón y
hecho ‘eficaz’ en la vida de los que se salvan no es hecho a todos sino
solamente aquellos los cuales Dios ha determinado que lo han de recibir.
Es Dios quien salva y no otro. Bien dice Lucas cuando escribe:
Hechos 2:47...Y el Señor añadía cada
día a la iglesia
los que habían de ser salvos.
Hechos 13:48: ...Y creyeron todos
los que estaban
ordenados para vida eterna
Por lo tanto, aquellos que son calificados
como “llamados” son los que han sido “llamados con llamamiento santo” por parte de Dios y estos no son otros que los
“escogidos de Dios”. Esto es lo que Pablo nos enseña en Romanos 8 cuando
se refiere al tema:
Romanos 8 28 Y
sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es,
a los que conforme a su propósito son
llamados. 29 Porque a los que antes conoció, también los
predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para
que él sea el primogénito entre muchos hermanos. 30 Y a los que predestinó, a éstos
también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que
justificó, a éstos también glorificó.
Como vemos muy claramente, no son todos
llamados sino solamente los que Dios ha escogido desde antes de la fundación
del mundo y predestinado para que sean hechos conforme la imagen de
Cristo. Estos son “llamados” por
Dios “conforme a su propósito”. El orden establecido es el siguiente: (1)
predestinados – (2) llamados –
(3) justificados y – (4) glorificados. Como podemos darnos cuenta los
llamados no son todos sino solamente aquellos que fueron predestinados y esos
predestinados son los mismos que fueron escogidos por Dios desde antes de la
fundación del mundo (Efesios 1:4). No todos los hombres fueron escogidos
ni todos predestinados y por lo tanto no todos son llamados y solamente los
llamados serán finalmente glorificados.
¿Romanos 10?
Un verso utilizado frecuentemente por
aquellos que proponen la teoría del libre albedrío es el que dice “todo el que invocare el nombre del Señor será salvo” (Romanos 10:13) y otro “la fe es por el oír y el oír por la palabra de Dios”
(Romanos 10:17). Ahora,
¿significa esto que el hombre es verdaderamente capaz de responder a este
llamado de Dios? En verdad que no es cierto. El apóstol Pablo,
haciendo eco a las palabras del profeta Isaías le cita cuando dice “¿Quién ha creído a nuestro anuncio?” Dando a entender que ninguno o muy pocos lo creyeron.
Si tomamos el pasaje dentro de su contexto veremos qué es lo que realmente se
está diciendo:
Romanos 10:12 Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el
mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le
invocan; 13 porque todo aquel que invocare el nombre
del Señor, será salvo. 14 ¿Cómo, pues, invocarán a aquel
en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y
cómo oirán sin haber quien les predique? 15 ¿Y cómo
predicarán si no fueren enviados? ¡Cómo está escrito! ¡Cuán hermosos son los
pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas! 16 Mas
no todos obedecieron al evangelio; pues Isaías dice: Señor, ¿quién ha creído a
nuestro anuncio? 17 Así que la fe es por el oír, y el oír,
por la palabra de Dios. 18 Pero digo: ¿No han oído?
Antes bien, Por toda la tierra ha salido la voz de ellos, Y hasta los fines de
la tierra sus palabras.
Pablo primeramente establece que existe un
plano de igualdad para la salvación. No hay favoritos el llamado a la
salvación es tanto para el “judío como el griego [gentil]” (vs. 12) luego
afirma lo dicho en el verso 13 “todo el que invocare el nombre del Señor será
salvo”. Enseguida el Apóstol lleva una serie de preguntas retóricas con
el fin de demostrar la necesidad de la predicación de las buenas nuevas (el
evangelio). Pero concluye con una declaración (verso 16) donde dice “Mas no todos obedecieron al evangelio”. Obviamente la predicación del evangelio no faltó
y aun así “no todos creyeron”. Pablo entonces afirma, “la fe es por el
oír (el mensaje)” diciendo que el escuchar la predicación produce fe.
Luego sigue diciendo la segunda parte “y el oír, por la palabra de Dios”.
Medite un poco sobre eso “el oír, por la palabra de Dios”. Pablo nos está
diciendo que lo que produce “oír” es la palabra de Dios. Sin embargo procede a
hacer una pregunta a la cual el mismo le da contestación “¿No han oído? Antes bien, Por toda la tierra ha
salido la voz de ellos, Y hasta los fines de la tierra sus palabras”.
Pablo afirma que la tierra completa se ha llenado de la predicación del
evangelio. La respuesta es un fuerte “¡Sí, todos han oído!” Finalmente,
Pablo declara la razón por la que los judíos no habían respondido al mensaje de
“buenas nuevas” positivamente: “Pero acerca de Israel dice: Todo el
día extendí mis manos a un pueblo rebelde y contradictor” (verso
21). Pablo afirma que la razón por la que le pueblo no
respondió al llamado fue por “su rebeldía”. Esta rebeldía es producto de
un corazón duro y sin quebrantar. Producto de una condición “natural” y
de un ser “no nacido de nuevo”.
Lo que vemos en este pasaje tan comúnmente
citado para probar el libre albedrío del hombre lo que nos muestra es lo
contrario, que el hombre necesita ser
transformado para poder escuchar el mensaje con oídos y sentidos
espirituales. Una vez esto ocurre, entonces hay salvación. Porque Cristo
dijo “os es necesario nacer de nuevo”.
La Esclavitud del
Albedrío
Como hemos venido estudiando podemos ver
que el hombre no puede venir a Cristo porque su naturaleza pecaminosa y carnal
se lo impide. Pero además de su naturaleza la Biblia nos dice que el diablo
está en control del no convertido le tiene esclavizado hasta el punto que le
ciega para que si hay alguna luz del Evangelio que ha de hacerse notar en su
vida, esta sea totalmente apagada. Juan nos dice “el mundo entero está bajo el maligno” (1 Juan 5:19). El Apóstol Pablo nos dice:
2 Corintios 4:3 Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre
los que se pierden está encubierto; 4 en los
cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que
no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la
imagen de Dios. 5 Porque no nos predicamos a
nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como vuestros
siervos por amor de Jesús.
Los inconversos no pueden recibir la luz del
Evangelio porque el dios de este siglo (el diablo) les mantiene cegados. Por
eso, dijo Cristo que había venido “a dar libertad a los cautivos” (Lucas
4). Por supuesto, uno que “está cautivo” por definición propia “no es
libre”. Y sobre algo que complica aún más la condición del hombre es que
él ‘piensa’ que es libre, cree que no es cautivo y ama su cautiverio sin saber
que es un preso del diablo. Esa es la condición de todos los hombres y
era la de todos aquellos que hoy son salvados. ¿Pero cómo ocurre esta
salvación? Si el dios de este siglo, les mantiene cautivo y les ha cegado el
entendimiento ¿cómo es que pudimos llegar a entender el evangelio, recibirlo,
creerlo y ser salvos? Pablo nos da la respuesta en el próximo verso:
6 Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros
corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de
Jesucristo.
Juan dice respecto a esto:
1 Juan 5:20 Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado
entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos
en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida
eterna
¡Esa es la diferencia! Si Jehová no
edifica la casa en vano trabajan los edificadores.
¿Por qué
Predicar?
Algunos ya se han preguntado si esto es
así y Dios salva a los escogidos, entonces ¿por qué predicamos? Pero la
respuesta es bíblica, porque Cristo nos ha enviado a predicar (Mateo
28:19). Cristo nos ha dado una tarea y es la de tirar la semilla y regar,
tal como dice Pablo “yo sembré, Apolos regó, pero el crecimiento lo da
Dios”. Si Dios no hace germinar la semilla de la palabra en el corazón
ninguno creería y sería salvo. Sabemos que la palabra de Dios “cumple
aquello para lo cual fue enviada y no vuelve a él vacía”; para unos es enviada
y transforma el alma por el poder del Espíritu Santo y cumple la salvación,
mientras que para otros que la rechazan sirve de “condenación” como dijo Jesús
a los fariseos “mis que les he hablado os palabras os juzgarán en el día
postrero”. . Pablo en su carta a Timoteo dice:
2 Timoteo 2:10 Por tanto, todo lo soporto por amor de los escogidos, para que ellos también obtengan la salvación que
es en Cristo Jesús con gloria eterna.
La predicación del Evangelio es el método
que Dios ha establecido para salvar a sus escogidos.
¿Es Dios injusto?
Como mencionamos al comienzo, en la mente
de aquellos que promueven el “libre albedrío” está la creencia de que si
en verdad el hombre no tiene libertad para “escoger” creer o si no depende del
hombre la salvación sino que depende de Dios, entonces Dios es ‘injusto’ y está
jugando con las personas. Por lo tanto, para “evitar” la acusación de
‘injusticia’ contra Dios ya sea de parte de otros o de sus propias mentes,
entonces deben promover algún tipo de filosofía, teoría o “interpretación
bíblica” que presente a Dios lo más justo posible ante los ojos de los
hombres. Los maestros del “libre albedrío” suelen decir “Dios es un
caballero, el no fuerza a nadie, el solo espera que usted abra su corazón para
el entrar” y otras cosas como esas que suenan agradables al oído pero no tienen
nada que ver con la realidad bíblica. Hay padres que suelen referirse a otros
que no funcionan como ellos quieren “¡si yo me le pudiera meter por dentro, lo
cambiaría!”. Eso es precisamente lo que Dios tiene que hacer con el
hombre, metérsele por dentro para cambiar sus tendencias pecaminosas, hacerlo
participante de su naturaleza divina (2 Pedro 1:3-4) y ENTONCES el hombre ha de
venir a Cristo y ha de creer lo espiritual.
Como vemos, la Biblia deja muy claro que
el hombre no es quien escoge a Dios sino Dios quien escoge al hombre. La
Biblia nos demuestra que el hombre no puede porque no quiere a Dios. La
palabra de la cruz es ‘tontería’. El Diablo tiene control de la mente del
inconverso hasta el punto de cegarle de tal manera que no le alumbre la luz de
Cristo. Si por el hombre fuera, nadie sería salvo. El hombre no
regenerado ‘rechaza’ y ‘resiste’ el Espíritu Santo. Eso ocurrió antes de
la cruz, desde el principio después de la caída y sigue ocurriendo después de
la cruz. El hombre natural no comprende las cosas espirituales. Por
eso la Biblia nos deja muy claro que es Dios quien debe tomar la iniciativa y
salvar el hombre. El salmista dice “tu pueblo se te entregará, en el día
de tu poder” (Salmos 110).
Pero intencionalmente o no, los
proponentes del libre albedrío ponen a Dios en el asiento de los acusados y le
acusan de injusto. Mas Dios en su sabiduría ya ha dado contestación a las
acusaciones de los hombres incrédulos cuando les dice:
Romanos 9:19 Pero me dirás: ¿Por qué, pues, inculpa? Porque ¿quién
ha resistido a su voluntad? 20 Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú,
para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: Por qué me
has hecho así? 21 ¿O no tiene potestad el alfarero sobre
el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra? 22 ¿Y
qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con
mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción, 23 y
para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de
misericordia que él preparó de antemano para gloria, 24 a
los cuales también ha llamado, esto es, a nosotros, no sólo de los judíos, sino
también de los gentiles?
¡No! Dios no es injusto. Al
contrario la Biblia nos demuestra y nos declara que Dios es siempre
justo. Si fuera por la justicia de Dios verdaderamente ninguno seríamos
salvos, sin embargo cuando se trata de salvación lo que está en acción no es la
justicia de Dios sino su misericordia. Gracias debemos dar siempre a Dios
que no ha actuado con nosotros como merecemos ni nos ha pagado justamente
conforme a su Justicia sino que nos ha salvado y salva a los hombres por su
gracia, su amor y su misericordia porque la Biblia dice que “Dios es padre de
misericordias”, las cuales son “nuevas cada mañana”.
Dios Quiere la
Salvación de Todos
Finalmente contamos con aquellos que no
acaban de comprender o “aceptar” todo lo expuesto por Dios en la Palabra y
siguen insistiendo en que “Dios quiere que todos los hombres sean salvos” y que
él no “quiere la muerte del impío”, etc. Por supuesto que Dios quiere que
todos los hombres sean salvos, eso la Biblia lo dice. Pero ¿significa eso
que los hombres dependen de su “libre albedrío” para ser salvos? De
ninguna manera. Según la Biblia, los hombres no buscan a Dios, “no hay quién busque
a Dios ni uno solo” (Romanos 3:10-11). Vemos como la antigua nación de
Israel frustró el plan de Dios de darle la forma como el alfarero lo hacía
(Jeremías 18) y como el Israel del pueblo de Dios “no dejó” que Cristo la
juntara como la gallina ajunta sus polluelos. ¿Significa eso que Dios
vive la vida frustrado porque los hombres no lo dejan hacer lo que quiere? ¡NO!
En ninguna manera. Esos versos no están escritos en la Biblia para
demostrarnos la supuesta “incapacidad” de Dios sino que están ahí para demostrarnos
el verdadero comportamiento del hombre en su estado natural y afirmar así “la
necesidad” de la regeneración.
Deseos y Propósitos
Aun así es el deseo de Dios que el hombre
le busque, que viva y que no muera por su pecado. Ese es Su deseo según lo declarado
bíblicamente, pero vemos que hay deseos de Dios que se nos presentan en la
Biblia como eso, “deseo” o “querer” y que pueden ser y son a menudo
aparentemente “frustrados” y causan dolor a Dios como cuando dijo “se
arrepintió Dios de haber hecho al hombre sobre la tierra y le dolió en su
corazón”, “el barro se rompió en sus manos” y el pueblo de Israel no se dejó
“juntar [por Cristo] como la gallina ajunta sus polluelos” (Génesis 6:6 ver
también Jeremías 18:4; Mateo 23:37). Mientras tanto por otra parte, hay
otros deseos que se nos presentan como “propósitos” y “planes” irrevocables e
inquebrantables que no pueden ser frustrados por ningún hombre, ni por el mismo
diablo y que son llevados a cabo por Dios tal como él lo ha planeado y
propuesto. Es más, aún los deseos de Dios que son “frustrados” por el
hombre son parte importante del plan de Dios para el mundo, esto incluye la
desobediencia, el pecado y la maldad (Proverbios 16:4, Éxodo 9:16; Romanos
9:17). Claramente dice la Biblia con respecto al rechazo a Cristo por
parte de los Israelitas:
Romanos 11:11 Digo, pues: ¿Han tropezado los de Israel para que
cayesen? En ninguna manera; pero por su transgresión vino la salvación a los
gentiles, para provocarles a celos.
Para Dios no hay sorpresas, al contrario
la Biblia dice que Dios:
Salmos
135:5-6 Porque yo
sé que Jehová es grande, Y el Señor nuestro, mayor que todos los dioses. 6 Todo lo que Jehová quiere, lo
hace, En los cielos y en la tierra, en los mares y en todos los abismos”.
Y otra vez repite:
Daniel 4:35 Todos los habitantes de la tierra son considerados
como nada; y él
hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la
tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?
Entonces, ¿cuál es la contestación a
nuestra pregunta tema – existe el libre albedrío? La Biblia nos demuestra que
en cuanto a la salvación es absolutamente claro que “no existe” el libre
albedrío. La voluntad del hombre NO ES libre, al contrario necesita ser
liberada y esa liberación viene solamente por medio de la vida de Cristo en
nosotros. Isaías dijo “Cada cual se apartó por su camino” (Isaías 53). Pero bien dijo Jesús que vino a “buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10).
DIOS CONTINUE BENDICIENDO A LOS HERMANOS QUE PUBLICAN ESTAS SANAS DOCTRINAS Y QUE LA GLORIA SEA PARA DIOS
ResponderEliminarMe gusta muxo todo estas publicaciones xq es sana y aprendo mas para predicar conforme con lo q Dios manda y no llevar una dogma d las iglesias erradas
ResponderEliminarAmen hermano, también nuestro amado en juan 17:9 orandole al padre dijo Padre ruego por ellos, no ruego por el mundo, el señor nos bendiga
ResponderEliminarAmen hermano, también nuestro amado en juan 17:9 orandole al padre dijo Padre ruego por ellos, no ruego por el mundo, el señor nos bendiga
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