A principios de los años 1970, el Dr. Martín Lloyd Jones fue
invitado a una conferencia de ministros en los Estados Unidos. Y en una sesión
de preguntas se planteó la siguiente: En los últimos años, especialmente en
Inglaterra, dentro de los evangélicos de la Fe Reformada, ha habido críticas de
los métodos de invitación empleados por Billy Graham y otros. ¿Las Escrituras
justifican el uso de este llamado público o no?
La respuesta: “Aunque es difícil responder esto brevemente sin
ser mal entendido, déjame responderlo de esta manera: La historia de este
sistema de invitación debe ser más familiar por ustedes más que por otros,
porque empezó en Estados Unidos. Empezó en la década de los 1820. El que
originó esto se llamaba Charles G. Finney. Esto llevó a una gran controversia.
A diferencia de W.H. Nettleton, un exitoso predicador calvinista, nunca hizo un
“llamado al altar”, ni tampoco invitó a las personas al “asiento de los
angustiados”.
Estos eran nuevos métodos en los 1820, y fueron condenadas por
varias razones por los que tomaban la posición Reformada.
Una evidencia de esto fue que nunca se practicó en los tiempos
del Nuevo Testamento, porque para ese entonces, se encomendaban al poder del
Espíritu Santo. Pedro mientras predicaba en el día de Pentecostés, bajo el
poder del Espíritu Santo, no tenía necesidad de llamar a las personas a una
decisión. Porque como recordarán, las personas fueron conmovidas y afectadas
por el poder de la Palabra y el Espíritu, que interrumpieron al predicador
clamando: Hermanos, ¿Qué debemos hacer? Hechos 2:37.
Esta ha sido la actitud tradicional Reformada hacia este tema en
particular. En el momento en que empiezas a introducir estos nuevos elementos,
estás trayendo un elemento psicológico. La invitación debe ser en el mensaje.
Creemos que el Espíritu Santo aplica el mensaje. Así que confiamos en el poder
del Espíritu.
Personalmente estoy de acuerdo con lo que se ha dicho al
respecto. Nunca he llamado a nadie hacia adelante por esta misma razón. Hay un
gran peligro en hacer un llamado al altar antes de que las personas estén
preparadas para hacerlo. Creemos en la obra del Espíritu Santo, de que Él
convence y convierte, y Él hará su obra. Hay un gran peligro en forzar a nacer
a las personas antes de estar preparado para ello. Los puritanos en particular,
temían a lo que ellos llamaban, fe temporal, o una falsa profesión. Había un
gran puritano, Thomas Shepherd, quien publicó la gran serie de sermones de las
Diez Vírgenes. El punto principal era el problema de la falsa profesión. Las
vírgenes insensatas pensaban que estaban bien. ¡Esto es un gran peligro!
Puedo resumirlo de esta manera: pienso que esa presión, que es
puesta en las personas para tomar una decisión, es una falta de fe en la obra y
operación del Espíritu Santo. Estamos llamados a predicar la Palabra, y si lo
hacemos apropiadamente, habrá un llamado a la decisión que viene en el mensaje.
Y se lo dejamos al Espíritu para que actué en las personas, y ciertamente lo
hace.
Algunos vendrán inmediatamente al final del servicio para ver al ministro. Siempre pienso que debe haber una indicación de que el ministro estará contento de ver a alguien, quien quiere hacer algunas preguntas, o quiere más ayuda. Pero eso es muy diferente a poner presión a la gente para pasar al frente. Siento que es incorrecto ponerle presión directamente a la voluntad. El orden en las Escrituras es esta: “La verdad es presentada a la mente, la cual mueve el corazón, y por ende mueve la voluntad”.
Algunos vendrán inmediatamente al final del servicio para ver al ministro. Siempre pienso que debe haber una indicación de que el ministro estará contento de ver a alguien, quien quiere hacer algunas preguntas, o quiere más ayuda. Pero eso es muy diferente a poner presión a la gente para pasar al frente. Siento que es incorrecto ponerle presión directamente a la voluntad. El orden en las Escrituras es esta: “La verdad es presentada a la mente, la cual mueve el corazón, y por ende mueve la voluntad”.
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