Hay muy buenas razones para confiar en la Biblia.
Tanto las evidencias externas como las internas apoyan la declaración de que la
Biblia “es toda
verdadera y justa” (Salmo 19:9).
EVIDENCIAS EXTERNAS.
En primer lugar, existen evidencias externas.
En otras palabras, hay datos fuera de la Biblia que demuestran que ella es una
fuente de información seria y digna de confianza.
1. Evidencia Científica.
No existe ningún dato científico que haya jamás
refutado a la Biblia en manera alguna. Quizá algunos dirán: “La Biblia no es un
libro científico, sino que su propósito es dar una explicación religiosa o
espiritual del universo”. La implicación de tal declaración es que debido a que
las descripciones físicas sirven a un propósito religioso, no se puede esperar
que tales descripciones sean absolutamente exactas. Por tanto, se nos dice que
no confiemos en sus detalles científicos, sino que solamente extraigamos sus
enseñanzas morales o religiosas.
Tal línea de pensamiento es incorrecta porque es
ilógica. ¿Cómo vamos a decidir cuáles declaraciones son ciertas y cuáles no lo
son? Si no podemos confiar en algunas declaraciones de la Biblia, entonces
tampoco podemos confiar en su mensaje espiritual. La razón por qué no podríamos
confiar en su mensaje espiritual es porque no contamos con un patrón por el
cual podamos saber qué cosas son atinadas e importantes para nuestras vidas y
cuáles no lo son y no deben ser tomadas en cuenta.
Tal línea de pensamiento está equivocada porque es un
insulto desleal hacia Dios quien es el autor de la Biblia. La exactitud de los
relatos, los personajes, y los lugares en la Biblia son un reflejo de la
integridad de Dios, del mismo modo que cuando Dios presenta declaraciones que
deben tomarse literalmente y que son un reflejo de la capacidad divina de
conservar exacto el contenido de la Biblia a través de los siglos. Jamás
tendremos un aprecio lo suficientemente profundo por la descripción tan exacta
del mundo físico tal como se presenta en la Biblia porque refleja al Dios que
la escribió.
Un Ejemplo tomado de la Geografía
Si bien es cierto que la Biblia no pretende
deliberadamente educar a sus lectores en principios y datos científicos, todo
asunto que discute lo relacionado con la creación de Dios es exacto y
verdadero. Veamos por ejemplo, en el libro de Job, capítulo 26, versículo 7,
donde leemos una descripción moderna de la tierra en su giro sobre el espacio
vacío. Esto fue escrito unos 3.000 años antes de Cristo. Tal descripción hace
un contraste agudo con las nociones fantásticas imaginarias que el resto del
mundo enseñaba o creía en ese tiempo. En apoyo de Job 26:7, Isaías 40:22 señala
que Dios se sienta sobre “el círculo de la tierra”. La tierra aparecería como
un “círculo” a aquellos que viviesen sobre ella solamente si se trata de una
esfera. Isaías 40 concuerda con la descripción dada en Job 26 y apoya su
exactitud, cualidad que debemos esperar de la Biblia. Después de todo, ¿quién
sabe mejor que el Creador cómo fue diseñado y construido el universo?
Un Ejemplo tomado de la Arqueología.
Las más antiguas copias existentes hoy en día de los
poemas y ensayos griegos más famosos, tienen todas de 800 a 1000 años más
nuevas que sus originales. Sin embargo, ningún erudito aceptaría el argumento
de que los escritos clásicos griegos son falsos y de que deberían ser
descartados. En contraste con esto, las copias más antiguas de muchos libros
del Antiguo Testamento son tan sólo 200 años más nuevas que sus originales. Y
las copias más antiguas de algunos libros del Nuevo Testamento están fechadas
entre 50 y 80 años más tarde que los originales autografiados. En base a esta
información, entonces, la Biblia debería tener al menos el mismo nivel de
aceptación que tiene la literatura griega, tan reverenciada hoy en día.
En efecto, descubrimientos recientes han confirmado la
integridad histórica de la Biblia, causando que muchos arqueólogos que antes la
habían tenido en muy poca estima, ahora hayan cambiado su disposición contraria
a las Escrituras, por un respeto científico hacia ella. Por ejemplo, en Génesis
15:20 un pueblo llamado “Heteos” está mencionado. Por años, muchos se mofaron
de la Biblia por hacer mención de esa raza de personas. Pero hace sólo unas
pocas décadas fueron descubiertas las ruinas de una ciudad en el país de
Turquía, al norte del Israel actual, que probó ser una ciudad principal de los
Heteos.
2. Evidencia Histórica
La Biblia nos declara los acontecimientos antes de que
estos sucedan. El profeta Isaías, en el capítulo 45 de su libro, versículo 1,
habla acerca de Ciro, rey de Persia, quien eventualmente restauraría la nación
de Judá. Persia era un reino espléndido que estaba ubicado en lo que hoy
llamamos Irán. Ahora bien, Isaías escribió durante el reinado del rey Ezequías
en Judá. Ezequías murió en el año 687 A.C.(antes de Cristo), pero Ciro no
comenzó a reinar como rey del imperio persa hasta después del año 600 A.C., más
de 80 años después de que Isaías dejara la escena de los acontecimientos. Sólo
Dios podía saber el nombre del hombre que sería el rey de Persia casi un siglo
antes de que éste ascendiera al trono.
En adición a esto encontramos que muchas de las
profecías históricas que anunciaban al Señor Jesucristo fueron declaradas 1,000
años antes de su nacimiento. Cada uno de los libros del Antiguo Testamento se refiere
claramente a Jesús en una manera u otra. Por ejemplo, nótense los detalles del
Salmo 22, Isaías 53 ó Miqueas 5:2. Enfrentándonos a estas evidencias
históricas, tenemos solamente las opciones siguientes: Una de dos, ó bien la
Biblia fue escrita por Dios, para quien el tiempo no constituye barrera alguna,
ó se trata de una broma, ó peor aún, una mentira tramada por personas que
posteriormente escribieron la profecía con el único objeto de hacer aparecer a
la Biblia como un libro de Dios. La opción correcta es que solo la Biblia es la
palabra santa y verdadera de Dios.
3. Evidencia de la Experiencia Personal.
Otra fuente de evidencias externas de la veracidad de
las Escrituras está dada por la experiencia de todos los que han sido
transformados por ella. Hay diferencias notables en la vida de una persona que
ha puesto su confianza en el Señor Jesucristo y que se conduce conforme a Su
Palabra, la Biblia. Dicho de otra manera, la Biblia puede hacer por los
creyentes, lo que ella dice que puede hacer.
La Biblia promete quitar el castigo del juicio y da
seguridad de que no hay más condenación para todo aquel que confíe en ella
(Juan 5:24, Romanos 8:1,16, I Juan 4:18). La Biblia promete que puede limpiar
la vida interior del cristiano (Salmo 119:9,11; Juan 15:3). La Biblia promete
liberación de la esclavitud del pecado y darnos la sabiduría y poder para
vencerlo exitosamente (Juan 8:34-36, Romanos 6:18, Colosenses 3:1,2).La Biblia
da significado y propósito a la vida, lo cual motiva a los cristianos a servir
a su Señor (I Pedro 2:9).
Todas estas cosas son parte de la experiencia del
cristiano. Los creyentes experimentan una vida que nunca habían tenido antes,
una vida nueva que se evidencia por el hecho de que ya no continúan llenos de
amargura por sus pecados pasados, desde que leyeron en Hebreos 10:16-17 acerca
del perdón de Dios. Ellos ahora pueden sacrificarse por los demás, vencer sus
temores, y ser personas reales, porque hallan su descanso en el Señor y no en
la esperanza vana de que en alguna manera las cosas van a salir bien. Una
persona que confía en la Biblia cuenta con la experiencia espiritual personal de
saber que las promesas de la Biblia, en vez de ser mera poesía, son reales y
dan testimonio a su corazón de que su confianza en la Biblia no es en vano.
EVIDENCIAS INTERNAS
Habiendo examinado las evidencias externas, ahora
consideremos brevemente las evidencias internas, las cuales nos dan
buenas razones para confiar en la Biblia. En otras palabras, existen hechos
dentro de la Biblia que demuestra que ella es una fuente de información fiel y
confiable.
1. El Testimonio de la Biblia.
La Biblia reclama ser de Dios. Por ejemplo: en II
Samuel 23:2 David, quien escribió la mayoría de los Salmos, afirma que lo que
él escribió proviene de Dios. Jeremías afirma lo mismo. (Jeremías 1:4). Lo
mismo acontece con el apóstol Pablo (I Tesalonicenses 2:13). Pedro dice que las
epístolas de Pablo son “Escrituras”, incluyéndolas como escritos sagrados (II
de Pedro 3:16). El mismo Señor Jesucristo hace toda clase de declaraciones
sobre la veracidad de la Biblia (Lucas 16:17, 24:44 y Juan 17:17), y El siempre
consideró como reales las narraciones históricas del Antiguo Testamento. (Lucas
11:51 y 17:26-33).
2. La Unidad de la Biblia.
La Biblia fue escrita en un período que comprende
aproximadamente 1500 años, desde el tiempo de Moisés (1400 años A.C.) hasta el
apóstol Juan (aproximadamente 100 años D.C.). El número total de los autores
humanos es por lo menos 40. Con todo, no obstante diferentes hombres
escribiendo en diferentes épocas, el mensaje que escribieron es siempre el
mismo, sin ninguna contradicción. La razón es que Dios es su Autor, y El usó
hombres para asentar lo que El quiso decir. Los escritores humanos vivieron y
murieron en épocas diferentes, pero el Dios que vive para siempre dijo a cada
uno de ellos qué escribir. Por esa razón, estamos habilitados para comparar las
diferentes partes de la Biblia y descubrir que ellas concuerdan y se aclaran
unas con las otras (I Cor. 2:13). Podemos acudir a cualquier parte de la Biblia
con la certeza de que es digna de confianza.
3. El Contenido de la Biblia.
Pero las evidencias internas más asombrosas de la
veracidad de la Biblia son los asuntos que ella expone. El contenido de la
Biblia, las cosas sobre las que habla, son temas que la Biblia podría decir
solamente si ella fue escrita en realidad por Dios. Por ejemplo, la Biblia
declara que Jesús reclama ser el Hijo de Dios (Juan 10:30); la Biblia declara
que sus apóstoles reclaman que Jesús es Dios (Juan 20:28); la Biblia declara
que el Padre confirma que Jesús es Dios (Hebreos 1:8). Entonces, la conclusión
de este testimonio es una de dos: o la Biblia narra locuras o algo peor, o es
verdad lo que dice, siendo el único libro de su clase.
Otro importante ejemplo es que sólo la Biblia habla
del pecado. Ningún hombre tiene la valentía de escribir de la condición degradante
de la raza humana de la manera como lo narra la Biblia. Es realmente un cuadro
horrible. Nos ofende y no nos sentimos nada felices al leerlo. Esto explica el
por qué se nos hace tan difícil creer que la Biblia dice la verdad. El problema
no es la falta de evidencias, sino con nuestros corazones. ¿A quién le gusta
saber que es un miserable y terrible pecador corrupto? ¿Quién se regocija
después de haber escuchado que está sentenciado para ir al infierno y sufrir la
ira eterna de Dios? ¿Quién se complace en saber que no hay nada de bueno en él,
y que está en rebeldía contra Dios su Creador?
Sólo Dios puede ser honesto con nosotros, porque
solamente Él conoce la verdad. Y solamente El está dispuesto a ser honesto con
nosotros como una manifestación de Su amor. El amor verdadero no se expresa con
palabras humanas que nos tratan de hacer sentir bien por un momento, usando
adulaciones vanas, para luego dejarnos en la misma situación, porque no tienen
una esperanza real qué ofrecernos. El amor verdadero se expresa por medio de la
verdad, porque esto es lo único que nos puede ayudar.
La descripción fiel de la humanidad que la Biblia
presenta no es atractiva. Sin embargo, constituye el consejo de un Amigo
verdadero. Dios sabe que nosotros estamos caminando al borde de un abismo,
listos para caer de un momento a otro en el mismo infierno. El nos dice
exactamente qué es lo que necesitamos saber para escapar de ese peligro.
La Biblia no está apareciendo en la lista de los diez
libros más populares del año, pero sólo la Biblia puede hacer una promesa y
cumplirla, tal como: “Venid á mí todos los que estáis trabajados y cargados,
que yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que
soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.
Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11:28-30).
4. El Mensaje de la Biblia.
Hay un aspecto final que todavía debemos enfrentar
cuando consideramos si se puede confiar en la Biblia. Supongo que la mayoría de
las personas tienen al menos la idea de que existe un Dios. Pero si Dios en
verdad es Dios, entonces El le hablará al hombre con autoridad absoluta y
debemos someternos a su Palabra. Dicho de otra manera, lo que pensamos de la
Palabra de Dios, y cómo reaccionamos a ella, refleja lo que pensamos de Dios.
No podemos separar a Dios y a su Palabra. Ahora bien, no tenemos que creer en
la Biblia, pero debemos atenernos a las consecuencias. Si la gente no cree en
el Dios de la Biblia, se entiende entonces que se comporten como lo hacen,
porque el fruto amargo de sus vidas egoístas ha venido a ser la cosecha que la
Biblia dice que tendrán (Gálatas 6:7-8). Esta es la evidencia más alarmante de
todas. Y por encima de todo esto, tendrán que enfrentar a un Dios de ira, que
los perseguirá hasta someterlos a Su Palabra en el Día del Juicio, como lo
predice la Biblia.
Es una buena cosa preguntarnos si podemos confiar en
la Biblia. La Biblia está dispuesta a que le tomemos nuestro examen, desde el
principio al fin, y defenderse. Como Santiago 1:6 expone, nunca nos debemos de
sentir renuentes de pedirle a Dios la capacidad de confiar en Su Palabra y la
sabiduría necesaria para extraer de la Biblia las cosas que deseamos saber. Sin
embargo, estudiar la Biblia es una investigación santa. Solamente si nos
acercamos a la Biblia humildemente y con una mente abierta, preparada para la
verdad, encontraremos las respuestas que necesitamos.
“TU PALABRA ES VERDAD”. Juan 17:17
Tomado de aquí
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