PREFACIO
Amamos a Dios. Él es nuestro gran tesoro, y nada se le compara. Uno de
los más antiguos y grandiosos catecismos dice: “Dios es un Espíritu infinito,
eterno, inmutable, sabio, poderoso, santo, justo, bueno y verdadero”. A Ese es
el que amamos. Amamos todo el panorama de sus perfecciones. El fin de la
búsqueda del alma para eterna satisfacción, es conocerle y ser amados por Él.
Él es infinito; Y eso responde a nuestro anhelo por plenitud. Él es eterno; y
eso responde a nuestro anhelo por permanencia. Él es inmutable; y eso responde
a nuestro anhelo por estabilidad y seguridad. No hay alguien como Dios. Nada se
puede comparar con Él. Dinero, sexo, poder, popularidad, conquista, nada se
compara con Dios.
Mientras más le conoces, más quieres conocerle, mientras más te deleitas
en su compañía, más hambriento estarás por una comunión más profunda y rica.
Satisfacción a los niveles más profundos produce un santo anhelo para el tiempo
cuando tengamos el poder de Dios para amar a Dios. Esa es la manera en que
Jesús ora por nosotros al Padre, “… que el amor con que me amaste pueda estar
en ellos”. Eso es lo que anhelamos: que el mismo amor del Padre por el Hijo nos
llene, permitiéndonos amar al Hijo, con el mismo amor del Padre. Luego las
frustraciones de un amor inadecuado terminarán.
Si, mientras más lo conoces, lo amas y confías en Él, más anhelas
conocerle. Por eso es que hemos escrito este folleto. Anhelamos conocer a Dios
y disfrutar de Él. Otro antiguo catecismo dice: “¿cuál es el fin principal del
hombre?” y responde: “El fin principal del hombre es glorificar a Dios y
disfrutar de Él para siempre”. Creemos que disfrutar de Dios es la forma en que
le glorificamos, porque Dios es más glorificado en nosotros cuando
estamos más satisfechos en Él. Pero para disfrutar de Él debemos conocerle.
Verle es saborearle. Si Él permanece borroso, o en una vaga neblina podríamos
estar intrigados por un momento. Pero no estaríamos maravillados con gozo, como
cuando la neblina se aclara y te encuentras a ti mismo en el borde de un
precipicio.
Nuestra experiencia es que un claro conocimiento de Dios tomada de la
Biblia es la llama que sostiene el fuego de nuestros afectos por Dios. Y
probablemente el tipo más crucial de conocimiento, es el conocimiento de lo que
Dios es como lo es en la salvación. De eso tratan los cinco puntos del
Calvinismo. Nosotros no empezamos como calvinistas y defendiendo un sistema.
Empezamos como cristianos creyentes en la Biblia quienes quieren poner
la Biblia por encima de todo sistema de pensamiento. Y a través de los años-
muchos años de lucha- hemos profundizados en la convicción de que las
enseñanzas calvinistas en los cinco puntos, son bíblicas y por lo tanto
verdaderas.
Nuestra lucha nos hace pacientes con otros que están en el camino.
Creemos que toda batalla para entender lo que la Biblia enseña acerca de Dios
es valiosa. Dios es una fuerte roca en un mundo de arena movediza. Conocerle en
su soberanía es convertirse en un árbol fuerte ante un viento de adversidad y
confusión. Y acompañando la fortaleza, esta su dulzura y ternura, que va más
allá de nuestra imaginación. El soberano León de la tribu de Judá es el dulce
cordero de Dios.
Esperamos que puedas ser ayudado. Por favor no sientas que debes leer
este folleto en un orden en particular. Pues muchos de ustedes querrán saltar
la introducción histórica porque no es tan relevante en el momento para
responder las preguntas bíblicas. Hay un orden intencional en este folleto.
Pero siéntete libre de empezar donde sea de más urgencia para ti. Si obtienes
ayuda entonces volverás atrás al resto del mismo. Si no obtienes ayuda,
entonces, retorna a la Biblia y léela con todas tus fuerzas. De todas maneras,
ahí es donde queremos que termines: Leyendo y entendiendo y amando y
disfrutando y obedeciendo la palabra de Dios, no la nuestra.
Por la supremacía de Dios en todas la cosas, para el gozo de todas las
personas.
INTRODUCCION
HISTORICA
Juan Calvino, el más famoso teólogo y pastor de Ginebra, murió en 1564.
Junto a Martín Lutero en Alemania, fue la fuerza más influyente de la reforma
protestante. Sus comentarios e Institución de la Religión Cristiana, están aún
ejerciendo una tremenda influencia en el mundo cristiano.
Las iglesias que han heredado estas enseñanzas de Calvino son usualmente
llamadas Reformadas, en oposición a luteranos y Episcopales heredados de la
reforma. Mientras no todas las iglesias Bautistas adoptan la teología reformada,
existe una tradición bautista significativa que creció fuera de y aun abraza
las doctrinas centrales heredadas de la rama Reformada.
La controversia entre arminianos y calvinistas llego a Holanda cerca de
los 1600. El fundador del Arminianismo fue Jacobo Arminio (1560-1609). El
estudio bajo el estricto calvinismo de Teodoro Beza en Ginebra y fue profesor
de teología de la universidad de Leiden en el 1603.
Gradualmente, Arminio comenzó a refutar algunas enseñanzas calvinistas.
La controversia se propagó en toda Holanda, donde la iglesia reformada era la
gran mayoría. Los arminianos trazaron su credo en 5 artículos (escritos por
Uytenbogaert), y los plantearon frente a las autoridades del estado de Holanda
en 1610 bajo el nombre de La protesta, firmado por 46 ministros. (Estos 5
artículos pueden ser leídos en Philip Schaff, Creeds of Christendom, vol. 3,
pp. 545-547).
Los calvinistas responden con una contra-protesta. Pero la respuesta
oficial calvinista vino del Sínodo de Dort, quien sostuvo para considerar Los
Cinco artículos desde el 13 de noviembre de 1618 hasta el 9 de mayo del 1619.
Hubo 84 miembros y 18 comisionados seculares. El Sínodo escribió lo que se
conoce como los Cánones de Dort. Estos aún son parte de la confesión de la
iglesia reformada en América y de la iglesia cristiana reformada. Ellos afirman
los cinco puntos del calvinismo en respuesta a los cinco artículos de protesta
Arminiana. (Ver Schaff, vol. 3, pp. 581-596).
Así que, los cinco puntos del Calvinismo no fueron escogidos por calvinistas
como un resumen de su enseñanza. Ellos surgen como respuesta a los Arminianos,
quienes escogieron estos 5 puntos para oponerse.
Es más importante dar una posición Bíblica positiva en los Cinco puntos
que conocer la forma exacta de su controversia original. Estos cinco puntos
todavía están en los corazones de la teología Bíblica. Ellos son importantes.
Donde nos encontramos, estas cosas profundas afectan nuestro punto de vista de
Dios, hombre, salvación, expiación, regeneración, seguridad, adoración y misiones.
En algún punto del camino, los cinco puntos vinieron a ser resumidos
bajo en acróstico TULIP.
T- Total depravity (Depravación total).
U- Unconditional election (Elección incondicional)
L- Limited atonement (expiación limitada)
I-Irresistible grace (Gracia irresistible)
P-Perseverance of the saints (Perseverancia de los
santos)
Nota: No seguiremos este orden en nuestra presentación. Hay una buena
razón para este orden tradicional: Comienza con el hombre en necesidad de
salvación y luego da, en el orden en que ocurren, los pasos que Dios da para
salvar a su pueblo. Dios elige, envía a su Hijo para expiar los pecados de los
elegidos, de una manera irresistible atrae a su pueblo a la fe, y finalmente
trabaja para que ellos perseveren hasta el fin.
Hemos encontrado, de todas maneras, que el hombre capta estos puntos más
fácilmente si seguimos una presentación basada en el orden en que se
experimentan.
1-Experimentamos nuestra propia depravación y nuestra necesidad de
salvación.
2-Experimentamos la irresistible Gracia de Dios llevándonos a la fe.
3-Confiamos en la suficiencia de la expiación de la muerte de Cristo por
nuestro pecado.
4-Descubrimos que detrás del trabajo de Dios en expiarnos de nuestros
pecados y traernos a la fe estaba la elección incondicional de Dios.
5-Finalmente, descansamos en su elección de Gracia para darnos la fuerza
y voluntad para perseverar hasta el fin en fe.
Este es el orden que seguiremos en nuestra presentación.
Quisiéramos expresar lo que creemos que las Escrituras enseñan sobre
estos cinco puntos. Nuestro gran deseo es dar honor a Dios por medio de
entender y creer su verdad revelada. Estamos abiertos a cambiar cualquiera de
nuestras ideas que contradiga la verdad de las Escrituras. No tenemos ningún
interés en Juan Calvino mismo, y encontramos que algunas de las ideas que
enseño están erradas. Pero, en general, estamos dispuestos a llamarnos
calvinistas en estos cinco puntos, porque encontramos que la posición
calvinista es Bíblica.
Compartimos los sentimientos de Jonathan Edwards quien dijo en el
prefacio de su libro LA LIBERTAD DE LA VOLUNTAD, “No tomaría del todo
inoportuno ser llamado calvinista, por alguna distinción: aunque rechazo una
completa dependencia en Calvino, o una creencia en las doctrinas que sostengo,
porque él las creyó y también las enseño; y no puedo ser cargado con creencias
de cada cosa que el enseñaba.
DEPRAVACION TOTAL
DEL HOMBRE
Cuando hablamos de la depravación total del hombre, nos referimos a la
condición natural del mismo, separado de alguna Gracia ejercida por Dios para
restringirlo o transformarlo.
No hay duda de que el hombre podría llevar a cabo más actos pecaminosos
contra su prójimo de los normalmente hace. Pero si el mismo es restringido de
llevar a cabo más actos pecaminosos por motivos que no pertenecen a una alegre
sumisión a Dios, entonces aun su “virtud” es mala a los ojos de Dios.
Romanos 14:23 dice:
“Todo lo que no procede de fe es pecado”. Esta es una acusación radical
sobre toda virtud que no procede de un corazón humilde que depende de la Gracia
de Dios.
La terrible condición del corazón humano nunca será reconocida por
personas que la evalúan sólo en relación con otras personas. Romanos 14:23 deja
bien claro que la depravación es nuestra condición en relación a Dios
primariamente, y de una manera secundaria en relación al prójimo. A menos que
empezamos en este punto, nunca percibiremos la totalidad de nuestra natural
depravación.
La depravación del hombre es total al menos en cuatro sentidos:
1- Nuestra rebelión contra Dios es total.
Separados de la Gracia de Dios no hay deleite en su santidad, y no hay
una alegre sumisión a la soberana autoridad de Dios.
Es claro que el hombre totalmente depravado pudiera ser muy religioso y
filántropo. Él puede orar, dar limosna y ayunar, como Jesús enseñó (Mateo
6:1-18). Pero toda su religión es rebelión contra los mandamientos de su
Creador si no proviene de un corazón como el de niño, confiado en la libre
Gracia de Dios. La religión es una de las principales formas que el hombre usa
para ocultar su indisposición de abandonar su auto dependencia y depositar
todas sus esperanzas en la inmerecida misericordia de Dios (Lc. 18:9-14; Col.
2:20-23).
La totalidad de nuestra depravación puede ser considerada en Rom. 3:9-10,18: “Ya hemos acusado a Judíos y a
gentiles, que todos están bajo pecado. Como está escrito: No hay justo ni aun
uno; no hay quien busque a Dios…no hay temor de Dios delante de sus ojos”.
Es un mito pensar que el hombre en su estado natural busque a Dios de
una manera genuina. El hombre busca a Dios. Pero el hombre no busca a Dios por
lo que Él es. Él busca a Dios en un aprieto como uno que puede preservarlo de
la muerte o como un medio para incrementar su placer carnal. Separado de la
conversión, nadie viene a la luz de Dios.
Algunos vienen a la luz. Pero escuchemos lo que Juan 3:20-21 dice acerca
de ellos: “Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la
luz, para que sus obras no sean reprendidas. Más el que practica la verdad
viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios”.
Sí, existen aquellos que vienen a la luz -llamados como aquellos que sus
obras son hechas en Dios. “Hecho por Dios” significa trabajado por Dios.
Separado de este trabajo en Gracia de Dios todos los hombres odian la luz de
Dios y no vendrán a Él a menos que su pecado sea expuesto- Esto es una rebelión
total. “No hay quien busque a Dios…No hay
temor de Dios delante de sus ojos”.
2- En su total rebelión todo lo que el hombre hace es pecar.
En romanos 14:23
Pablo dice: “todo lo que no proviene de fe es pecado”. Por tanto, si todo
hombre está en una rebelión total, todo lo que él hace es el producto de su
rebelión y no puede honrar a Dios, pero sólo parte de su rebelión pecaminosa.
Si un rey enseña a sus súbditos como luchar bien y esos súbditos se rebelan
contra su rey y le resisten, usando todas las habilidades que el mismo rey les
enseño, entonces aun aquellas habilidades se tornan malas.
Por esta razón, el hombre hace muchas cosas las cuales sólo las puede
hacer porque él ha sido creado a la imagen de Dios, las cuales en el servicio a
Dios Él pudiera ser adorado. Pero en el servicio del hombre rebelde que se auto
justifica, estas cosas son pecaminosas.
En Romanos 7:18 Pablo dice: “Y yo sé que en mí,
esto es, en mi carne, no mora el bien”. Esta es una confesión radical de la
verdad, que en nuestra rebelión nada de lo que pensemos o sentimos es bueno.
Todo es parte de nuestra rebelión. El hecho de que Pablo califica su
depravación con las palabras, “en mi carne”, muestra que el desea afirmar que
el bien es producido por el Espíritu de Dios en el (Rom. 15:18). “Carne” se refiere
al hombre en su estado natural separado del trabajo del Espíritu de Dios. , lo
que Pablo está diciendo en Romanos 7:18 es que separado del trabajo del
Espíritu de Dios, todo lo que pensamos, sentimos y hacemos no es bueno.
NOTA: Reconocemos que la expresión “el bien” tiene un margen amplio de
significados. Tendremos que usarlo en un sentido restringido para referirnos a
muchas acciones de personas caídas, quienes de hecho no son buenas.
Por ejemplo, tendremos que decir que es bueno que la mayoría de los
inconversos no asesinen y que algunos inconversos realizan actos de
benevolencia. Lo que queremos decir es que cuando llamamos a esos actos
“buenos” es que estos más o menos se conforman al patrón externo de vida que
Dios ha ordenado en las Escrituras.
De cualquier manera, esta conformidad externa a la voluntad revelada de
Dios no es justicia en relación a Dios. No es hecha en dependencia de Dios o
para su gloria. Él no está confiado por los recursos, aunque Él se los provee
todos. Ni su honor es exaltado, aun cuando esa es su voluntad en todas las
cosas (1 Corintios 10:31). De todas maneras, aun estas “buenas” acciones son
parte de nuestra rebelión y no son “buenas” en el sentido que realmente cuenta
al final –en relación a Dios-.
3- La inhabilidad del hombre para someterse a Dios y hacer el bien es
total.
Recogiendo el término “carne” (el hombre separado de la Gracia de Dios),
encontramos a Pablo declarando ser totalmente esclavizado en una rebelión.
Romanos 8:7-8 dice: “la mente puesta en la carne es enemistad contra Dios; no
se somete a la ley de Dios, ni tampoco puede; y aquellos que están en la carne
no pueden agradar a Dios”.
“La mente puesta en la carne” es la mente del hombre separada de la
morada del Espíritu de Dios (“no estáis en la carne, estáis en el Espíritu, si
es que el Espíritu de Dios mora en vosotros” Rom. 8:9). Así que el hombre
natural tiene una mente programada para no someterse ni poder someterse a Dios.
El hombre no puede reformarse a sí mismo.
Efesios 2:1 dice que los cristianos estábamos todos una vez “muertos en nuestros delitos y pecados”. El punto de la
muerte es que éramos incapaces de la vida de Dios. Nuestros corazones eran como
piedra hacia Dios (Efesios 4:18; Ezequiel 36:26). Nuestros corazones estaban
ciegos y eran incapaces de ver la gloria de Dios en Cristo (2 Corintios 4:4-6).
Éramos totalmente incapaces de reformarnos a nosotros mismos.
4- Nuestra rebelión es totalmente merecedora de castigo eterno.
Efesios 2:3 procede a decir que hemos estado muertos en nuestros delitos
y pecados y que por eso éramos hijos de ira. Esto es, que si estamos bajo la
ira de Dios por la corrupción de nuestros corazones, nos ha hecho buenos por la
muerte de Cristo.
La realidad del infierno es la indignación de Dios por nuestra infinita
suciedad. Si nuestra corrupción no mereciese el castigo eterno, Dios fuese
injusto tratándonos con un castigo tan severo como el tormento eterno. Pero las
Escrituras enseñan que Dios solamente condena a los incrédulos al infierno
eterno (2 Tes. 1:6-9; Mat. 5:29; 10:28; 13:49; 18:8; 25:46; Apoc. 14:9-11;
20:10). Así que, de esto se entiende que el infierno es una sentencia total de
condenación, para hacer esto debemos entender que somos totalmente culpables y
separados de la Gracia salvadora de Dios.
En resumen, la depravación total significa que nuestra rebelión en
contra de Dios es total, y que cada cosa que hacemos es rebelión por el pecado,
y nuestra inhabilidad de someternos a Dios y de reformarnos a nosotros mismos
es total, y que nosotros merecemos el castigo eterno.
Es duro exagerar sobre la importancia de admitir que nuestra condición
futura es mala. Si pensamos sobre nosotros mismos como si fuésemos buenos sería
contrario a Dios, la obra de la redención pudiera estar entonces defectuosa.
Pero debemos humillarnos a nosotros mismos sobre esta terrible verdad, que es
nuestra total depravación, estaríamos en una posición de ver y apreciar la
gloria y las maravillas del trabajo de Dios, la cual discutiremos en los
siguientes 4 puntos.
GRACIA IRRESISTIBLE
La doctrina de la Gracia irresistible no significa que toda la
influencia del Espíritu Santo no pueda ser resistida. Significa que el Espíritu
Santo puede vencer toda resistencia y hacer su influencia irresistible.
En Hechos 7:51, Esteban dice a los líderes judíos: “Vosotros, que sois duros de cerviz e incircuncisos
de corazón y de oídos, resistir siempre al Espíritu Santo; como hicieron
vuestros padres, así también hacéis vosotros”. Por otro lado,
Pablo habla de entristecer y apagar el Espíritu Santo (Ef. 4:30; 1 Tes. 5:19).
Dios da muchos ruegos e incitaciones las cuales son resistidas. De hecho, toda
la historia de Israel en el Antiguo Testamento es una historia prolongada de
resistencia, como muestra la parábola de los labradores malvados (Mateo
21:33-43; Romanos 10:21).
La doctrina de la Gracia irresistible significa que Dios es soberano y
puede vencer toda resistencia cuando él quiere. “Él actúa conforme a su voluntad en el ejercito del cielo y entre los
habitantes de la tierra; nadie puede detener su mano, ni decirle: ¿Qué haces?”
(Daniel 4:35). “Nuestro Dios está en cielos; todo cuanto quiso ha hecho”
(Salmos 155:3). Cuando Dios se propone cumplir su soberano propósito, nadie puede
resistirle de una manera exitosa.
Esto es lo que Pablo enseña en Romanos 9:14-18, lo que provocó a sus
oponentes decir: “¿Porque, pues,
todavía reprocha Dios? porque ¿Quién resiste su voluntad?”. A lo que Pablo
responde: “¿Quién eres tu oh hombre, que le contestas a Dios? ¿Dirá acaso el
objeto moldeado al que lo moldea: porque me hiciste así? ¿O no tiene el
alfarero derecho sobre el barro de hacer de la misma masa un vaso para uso
honroso y otro para uso deshonroso?” (Romanos 9:20).
Más específicamente, la Gracia irresistible hace referencia a la obra
soberana de Dios de vencer la rebelión de nuestro corazón y tráenos a la fe en
Cristo y así ser salvos. Si nuestra doctrina de la depravación total es
verdadera, no puede haber salvación sin la realidad de la Gracia irresistible.
Si estamos muertos en nuestros delitos y pecados, totalmente incapaces de
someternos a Dios, entonces nunca creeremos en Cristo a menos que Dios pueda
vencer nuestra rebelión.
Alguien podría decir: “Si, el Espíritu Santo debe llevarnos a Dios, pero
nosotros podemos usar nuestra libertad para resistir o aceptar esa obra”.
Nuestra respuesta es: Excepto por el continuo ejercicio de la Gracia salvadora,
siempre usaremos nuestra voluntad para resistir a Dios. Eso es lo que significa
ser “incapaz de someterse a Dios”. Si una persona se torna lo suficientemente
humilde para someterse a Dios es porque Dios ha dado a esa persona una nueva y
humilde naturaleza. Si una persona permanece con un corazón duro y orgulloso
ante la voluntad de Dios, es porque esa persona no ha recibido un espíritu de
buena voluntad. Pero para verlo persuasivamente debemos buscar las Escrituras.
En Juan 6:44 Jesús dice: “Nadie puede
venir a Mi si no lo trae el Padre que me envió”. Esta obra es una
obra de la Gracia soberana sin la cual nadie puede ser salvo de su rebelión
contra Dios. Otra vez alguien dice: “Él atrae a todas las personas, no sólo a
algunos”. Pero esto simplemente evade la clara implicación del contexto de que
esta obra del Padre es la razón por la cual algunos creen y otros no.
Específicamente Juan 6:64-65 dice, “Pero hay algunos de vosotros que no
creéis. Porque Jesús sabía desde el principio quienes eran los que no creían, y
quien era el que le iba a traicionar. Y decía: por eso os he dicho que nadie
puede venir a mi si no se lo ha concedido el Padre”.
Notemos dos cosas:
Primero: Que el venir a Cristo es llamado un regalo. No es sólo una
oportunidad. Venir a Jesús es “dado” a algunos y a otros no.
Segundo: Que la razón por la que Cristo dice esto, es para explicar por
qué “hay algunos que no creen”. Podríamos parafrasear de la siguiente manera:
Jesús sabía desde el principio que Judas no creería en Él a pesar de todas las
enseñanzas e invitaciones que recibió. Y porque Él sabía esto, lo explicó con
las siguientes palabras, nadie viene a mí a menos que le sea dado por el Padre.
Judas no fue dado a Jesús. Hubo muchas influencias en su vida para su bien.
Pero el decisivo e irresistible regalo de la Gracia no le fue dado.
2 Timoteo 2:24-25
dice: “Y el siervo del Señor no debe ser rencilloso, sino amable para con
todos, apto para enseñar, sufrido. Corrigiendo tiernamente a los que se oponen,
por si acaso Dios les da el arrepentimiento que conduce al pleno conocimiento
de la verdad”.
Aquí, como en Juan 6:65, el arrepentimiento es llamado como un regalo de
Dios. Notemos que Pablo no está diciendo que la salvación es meramente un
regalo de Dios. Él está diciendo que aun el prerrequisito para ser salvo lo es
también. Cuando una persona escucha el llamado de arrepentimiento de un
predicador puede resistir dicho llamado. Pero si Dios le da el arrepentimiento
la persona no puede resistirse porque el regalo es que su resistencia ha sido
removida. No estar dispuesto a arrepentirse es lo mismo a resistir al Espíritu
Santo. Por esto, si Dios da el arrepentimiento es lo mismo que quitar la
resistencia. Esta es la razón por la cual llamamos a esta obra de Dios “la
Gracia irresistible”.
NOTA: Debería ser obvio a partir de esto que la Gracia irresistible no
implica que Dios nos fuerza a creer contra nuestra voluntad. Esto sería una
contradicción de términos. Al contrario, la Gracia irresistible es compatible
con la predicación y el testimonio que trata de persuadir a personas a hacer lo
que es razonable y lo que es acorde con sus mejores intereses.
1 Corintios 1:23-24
dice. “Pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, piedra de tropiezo para
los judíos, y necedad para los gentiles. Más para los llamados, tanto judíos
como griegos, Cristo es poder de Dios y sabiduría de Dios”. Notemos dos tipos
de llamado que se implican en este texto.
Primero: La predicación de Pablo va dirigida a todos, tanto judíos como
griegos. Este es el llamado general del Evangelio. Este ofrece salvación a todo
aquel que cree en el Cristo crucificado. Pero este es llamado necedad por aquellos
que no tienen un oído receptivo al mismo.
Segundo: Pablo hace referencia a otro tipo de llamado. Él dice que entre
aquellos que oyen hay algunos que son “Llamados” en una manera que se refieren
a la cruz como locura pero como sabiduría y poder de Dios. ¿Cuál otro puede ser
este llamado si no el irresistible llamado de Dios de las tinieblas a su luz
admirable? Si todos los que son “llamados” en este sentido consideran la cruz
como el poder de Dios, entonces algo en el llamado debe afectar la fe. Esta es
la Gracia irresistible.
Hay otra explicación en 2 Corintios 4.4-6:
“En los cuales el dios de este mundo ha cegado el entendimiento de los
incrédulos, para que no vean el resplandor del Evangelio de la gloria de
Cristo, que es la imagen de Dios. Porque no nos predicamos a nosotros mismos,
sino a Cristo Jesús como Señor, y a nosotros como siervos vuestros por amor de
Jesús. Pues Dios, que dijo que de las tinieblas resplandecerá la luz, es el que
ha resplandecido en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la
gloria de Dios en la faz de Cristo”.
Desde que el hombre es cegado a la gloria de Cristo, se necesita un
milagro para que este pueda ver y creer. Pablo compara este milagro con el
primer día de la creación cuando Dios dijo: “Sea la luz”. Es en un sentido una
nueva creación, o un nuevo nacimiento. A esto es que se refiere el llamado
eficaz en 1 Corintios 1:24.
Aquellos que son llamados tienen su ojos abiertos por el soberano poder
Creador de Dios, por lo que ellos ya no ven la cruz de Cristo como locura, sino
como poder y sabiduría de Dios. El llamado efectivo es el milagro de tener
nuestra ceguera removida. Esta es la Gracia irresistible.
Otro ejemplo de esto se encuentra en Hechos 16:14, donde Lidia está
escuchando la predicación de Pablo. Lucas dice: “El Señor abrió su corazón para que recibiera lo que Pablo decía…” A menos que Dios
abra nuestros corazones, no recibiremos el mensaje del Evangelio. A este
corazón abierto es a lo que nos referimos cuando hablamos de la Gracia
irresistible.
Otra manera de describir esta obra es el “Nuevo Nacimiento” o ser nacido
de nuevo. Creemos que el nuevo nacimiento es una creación milagrosa de Dios que
permite a una persona muerta recibir a Cristo y ser salva. No creemos que la fe
precede o causa el nuevo nacimiento. La fe es la evidencia de que Dios nos ha
hecho nacer de nuevo. “Todo aquel que
cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios” (1 Juan 5:1).
Cuando Juan dice que Dios da el derecho de ser llamado hijo de Dios a
aquellos que reciben a Cristo (Juan 1:12), continua diciendo que esos que
reciben a Cristo “no nacieron de sangre ni de carne ni de voluntad de varón,
sino de Dios”. En otras palabras, Es necesario recibir a Cristo para ser hecho
un hijo de Dios, pero el nacimiento que trae a uno dentro de la familia de Dios
no es posible por la voluntad de varón.
El hombre está muerto es delitos y pecados. Él no puede hacerse nacer de
nuevo, o crear nueva vida en el mismo. Él debe nacer de Dios. Entonces, con la
nueva naturaleza de Dios, inmediatamente recibe a Cristo. Los dos hechos
(regeneración y fe) están tan estrechamente conectados que en la experiencia no
podemos distinguirlos. Dios engendra en nosotros una nueva vida y la primera
sombra de vida en el nuevo nacimiento es la fe. Este nuevo nacimiento es el
efecto de la Gracia irresistible, porque es un acto de soberana creación –“No
por voluntad de hombre sino de Dios”–.
EXPIACIÓN LIMITADA
La expiación es el trabajo de Dios en Cristo en la cruz, por medio del
cual cancela la deuda de nuestros pecados, apaciguó su santa ira contra
nosotros, y ganando para nosotros todos los beneficios de la salvación. La
muerte de Cristo fue necesaria porque Dios no hubiese mostrado una justa
recompensa para su gloria si hubiese barrido nuestros pecados debajo de la alfombra
sin castigo alguno.
Romanos 3:25-26 dice que Dios “puso a Cristo como propiciación por nuestros pecados por su sangre…con
la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que Él sea el justo,
y El justifica al que es de la fe de Jesús”.
En otras palabras, la muerte de Cristo era necesaria para vindicar la
justicia de Dios en justificar al impío por medio de la fe. Sería injusto
perdonar pecadores aunque su pecado sea insignificante, cuando de hecho el
pecado es un insulto infinito contra la valiosa gloria de Dios. Por lo tanto
Jesús lleva en sus hombros la maldición, la cual merecíamos por nuestro pecado,
de esta manera podemos ser justificados y la justicia de Dios ser vindicada.
El término “expiación limitada” señala la pregunta, “¿Por quién murió
Cristo?” Detrás de la pregunta sobre la extensión de la expiación dirige a otra
pregunta igualmente importante acerca de la naturaleza de la expiación. ¿Qué
fue lo que Cristo logro en la cruz por aquellos que murió?
Si dices que Jesús murió por todos los seres humanos en la misma manera,
entonces debes definir la naturaleza de la expiación de una manera muy
diferente a si creyeras que sólo murió por aquellos que creen. En el primer
caso, crees que la muerte de Cristo en realidad no salva a nadie; simplemente
hace posible la salvación. En este caso la muerte de Cristo no quita la ira de
Dios de ninguna persona, sino que creo un lugar donde las personas pueden ir y
encontrar misericordia –si ellos pudieran realizar su propio nuevo nacimiento y
traerse ellos mismos a la fe sin la irresistible Gracia de Dios-.
Si Cristo murió por todos los hombres en la misma manera, entonces no
compró Gracia regeneradora para aquellos que son salvos. Ellos deberían
regenerarse ellos mismos y traerse ellos mismos a la fe. Entonces y sólo
entonces ellos se convierten en participantes de los beneficios de la cruz.
En otras palabras, si crees que Cristo murió por todos los hombres en la
misma manera, entonces los beneficios de la cruz no pueden incluir la
misericordia por la que somos traídos a la fe, porque entonces todos los
hombres serían traídos a la fe, pero ellos no lo están. Pero si la misericordia
por la cual somos traídos a la fe (Gracia irresistible) no es parte de lo que
Cristo compró en la cruz, entonces somos dejados para salvarnos a nosotros
mismos desde la esclavitud del pecado, de la dureza de nuestro corazón, de la
ceguera de nuestra corrupción y de la ira de Dios.
Por lo tanto se hace evidente que no es el calvinismo quien limita la
expiación. Es el Arminianismo, porque niega que la expiación de Cristo logre lo
que desesperadamente necesitamos –Llamado, salvación desde la condición de
muerte y dureza de corazón y ceguera bajo la ira de Dios. El arminiano limita
el valor natural y la efectividad de la expiación de tal manera que dice que es
lograda aun por aquellos que mueren en incredulidad y son condenados. En la
manera que se dice que Cristo murió por todos los hombres, el arminiano limita
la expiación a una simple oportunidad no muy poderosa para que los hombres se
salven a ellos mismos de su terrible situación de depravación.
En la otra mano nosotros no limitamos el poder y la efectividad de la
expiación. Simplemente decimos que en la cruz Dios tenía en mente la redención
de sus hijos. Afirmamos que cuando Cristo murió por estos, Cristo no sólo creó
la oportunidad para salvarse a ellos mismos, sino que en realidad compró a
favor de ellos todo lo necesario para que fuesen salvos, incluyendo la Gracia
regeneradora y el don de la fe.
No negamos que todos los hombres son beneficiados en algún sentido de la
cruz. 1 Timoteo 4:10 dice que Cristo es el “Salvador de todos los hombres, especialmente de aquellos que creen”. Lo que negamos es
que todos los hombres son proyectados como los beneficiarios de la muerte de
Cristo en la misma manera. Toda la misericordia de Dios hacia los inconversos
–del sol naciente (Mateo 5:45) de la predicación del Evangelio en todo el mundo
(Juan 3:16) -es hecho posible por la cruz.
Esta es la implicación de Romanos 3:25 donde la cruz es presentada como
la base de la justicia de Dios en pasar por alto los pecados. Cada respiro que
un inconverso tiene es un acto de la misericordia de Dios reteniendo el juicio
(Romanos 2:4). Cada momento que el Evangelio es predicado a los inconversos
Dios les está mostrando su misericordia dándole esta oportunidad para
salvación.
¿De dónde fluye esta misericordia para con el pecador? ¿Cómo es Dios
justo y retiene el juicio de pecadores que merecen ser inmediatamente lanzados
al infierno? La respuesta es que la muerte de Cristo muestra de una manera
clara el justo aborrecimiento de Dios al pecado y que tiene la libertad de
tratar el mundo con misericordia sin comprometer su justicia.
Pero Él es especialmente el Salvador de aquellos que creen. Él no murió
por todos los hombres en el mismo sentido. La intención de la muerte de Cristo
por los hijos de Dios es que la misma compró algo más que el sol saliente y la
oportunidad de ser salvos. La muerte de Cristo realmente salva de todo mal a
aquellos por quienes “especialmente” Cristo murió.
Hay muchos pasajes que dicen que la muerte de Cristo fue designada para
la salvación del pueblo de Dios, no por cada individuo. Por ejemplo:
Juan 10:15. “yo
pongo mi vida por las ovejas.”. Las ovejas de Cristo son aquellos que
son dados por el Padre al Hijo. “Ustedes no oyen mi voz porque no son de mis
ovejas”. Notemos: Ser una oveja te permite ser un creyente, no viceversa. Por
esto las ovejas por las que Cristo murió son las elegidas por el Padre para ser
dadas al Hijo.
En Juan 17:6,9, 19 Jesús ora: “He
manifestado tu Nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me
los diste… Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me
diste; porque tuyos son… Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que
también ellos sean santificados en la verdad.” La santificación en
vista aquí es la muerte de Cristo la cual Él estaba a punto de sufrir. Su
muerte y su intercesión son únicamente por sus discípulos, no por el mundo en
general.
Juan 11:51-52: “(Caifás)
como era el sumo sacerdote de aquel año, profetizó que Jesús había de morir por
la nación, y no solamente por aquella nación, más también para que juntase en
uno los hijos de Dios que estaban dispersos”. Hay hijos de Dios dispersos por todo
el mundo. Estos son las ovejas. Estos son los que el Padre entregó al Hijo.
Jesús murió para juntar estas personas en un sólo pueblo. El punto es igual a Juan 10:15-16, “Como el Padre me conoce, y yo
conozco al Padre; y pongo mi alma por las ovejas; También tengo otras ovejas
que no son de este corral, aquellas también me conviene traer, y oirán mi voz;
y se hará un corral, y habrá un pastor”. Cristo murió por sus ovejas, esto es,
por los hijos de Dios.
Apocalipsis 5:9:
“Digno eres de tomar el libro, y de abrir sus sellos; porque tú fuiste muerto,
y nos has redimido para Dios con tu sangre, de todo linaje y lengua y pueblo y
nación”. En armonía con Juan 10:16 Juan no está diciendo que la muerte de Cristo
rescató a todos los hombres pero que rescató a hombres de todas las tribus del
mundo.
Esta es la manera en que entendemos textos tales como 1 Juan 2:2, el
cual dice: “Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por
los nuestros, sino también por los del mundo entero”. Esto no significa que
Cristo murió con la intención de aplacar la ira de Dios por cada persona en el
mundo, sino que “las ovejas”, “los hijos de Dios” están dispersos por todo el
mundo, “por toda lengua y tribu y nación” son incluidos en la propiciación de
Cristo. De hecho el paralelo gramatical entre Juan 11:51-52 y 1 Juan 2:2 es tan
cercano que es difícil escapar de la convicción de que el mismo asunto es
tratado por Juan en ambos versículos.
Juan 11:51-52,
“profetizó que Jesús había de morir por la nación, y no solamente por aquella
nación, más también para que juntase en uno los hijos de Dios que estaban
dispersos”.
1 Juan 2:2, “Y él
es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino
también por los del mundo entero”.
“El mundo entero” se refiere a los hijos de Dios dispersos por todo el
mundo.
Si “El mundo entero” se refiere a cada individuo del mundo, nos vemos
forzados a decir que Juan estaría enseñando que todas las personas serían
salvas, cosa que él no cree (Apocalipsis 14:9-11). La razón por la que nos
veríamos forzados a decir esto es que el término propiciación se refiere a una
real remoción de la ira de Dios del pecador. Cuando la ira de Dios contra un
pecador es propiciada, la misma es removida de ese pecador. Y el resultado es
que todo el poder de Dios ahora fluye en el servicio de su misericordia,
resultando en que nada puede detenerlo de salvar a ese pecador.
El pecado propiciado no puede ser castigado. De otro modo la
propiciación perdería su significado. Por esta razón si Cristo es la
propiciación por todos los pecados de cada individuo del mundo, ellos no pueden
ser castigados, y deben ser salvos. Pero Juan no cree en tal universalismo
(Juan 5:29). Por esto es improbable que 1 Juan 2:2 enseñe que Jesús es la
propiciación por toda persona en el mundo.
Marcos 10:45, en armonía con Apocalipsis 5:9, no dice que Jesús vino a
rescatar a todos los hombres. El verso dice: “Porque el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir, y
dar su vida en rescate por muchos”.
De manera similar en Mateo 26:28 Jesús dice: “Esta es mi sangre del
nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de pecados”.
Hebreos 9:28: “así
también el Cristo habiendo sido ofrecido una vez para llevar los pecados de
muchos; aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvación
de los que ansiosamente lo esperan”. (Ver también 13:20; Isaías 53:11-12).
Uno de los pasajes más claros en relación a la muerte de Cristo es
efesios 5:25-27. Aquí Pablo no sólo dice que el beneficiario intencional de la
muerte de Cristo es la iglesia, sino que también que el efecto intencional de
la muerte de Cristo es la santificación y glorificación de la iglesia. Esta es
la verdad que queremos preservar, que la cruz no tenía intención de dar a todos
los hombres la oportunidad de salvarse a sí mismos, sino que su intención era
en realidad salvar a la iglesia.
Pablo dice: “Cristo amó a la
Iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla limpiándola en el
lavamiento del agua por la palabra, para presentársela gloriosa para sí mismo”.
De manera similar, en Tito 2:14 Pablo describe el propósito de la muerte
de Cristo de la siguiente manera: “Que se dio a sí mismo por nosotros para
redimirnos de toda iniquidad, y limpiar para sí un pueblo propio, seguidor de
buenas obras”. Si Pablo fuese un arminiano ¿no hubiese dicho: “Él se dio a Sí mismo para redimir a todos los
hombres de la iniquidad y purificar a todos los hombres para Él”? Pero Pablo dice
que el diseño de la expiación es para purificar para Cristo un pueblo separado
del mundo. Esto es lo que precisamente Juan dice en Juan 10:15; 11:51 y
Apocalipsis 5:9.
Uno de los textos más cruciales en este aspecto es Romanos 8:32. Se
trata de una de las más preciosas promesas para el pueblo de Dios en la Biblia.
Pablo dice, “Quien no escatimo ni a su propio Hijo por todos nosotros, ¿cómo no
nos dará juntamente con Él todas las cosas?”.
El asunto crucial a notar aquí es como Pablo sustenta la seguridad de
nuestra herencia en la muerte de Cristo. Él dice: “Seguramente que Dios te dará
en Cristo todas las cosas porque Él no escatimo a su Hijo, sino que lo entregó
por ti”. ¿En qué se convierte este precioso argumento si Cristo es dado por
aquellos que de hecho no reciben todas las cosas, sino sólo la condenación? El
argumento se desvanecería.
Si Dios dio a su Hijo por los inconversos que al final son condenados,
entonces él no puede decir que la dadiva del Hijo garantiza “todas las cosas”
para aquellos por los cuales Él murió. ¡Pero esto es lo que él dice! Si Dios
dio a su Hijo por ti, entonces Él seguramente te dará todas las cosas. La
estructura del pensamiento de Pablo aquí es destruida al introducir la idea de
que Cristo murió por cada persona del mundo en la misma manera.
Podemos concluir esta sección con el siguiente resumen. ¿Cuál de las
siguientes declaraciones es verdadera?
1-Cristo murió por algunos pecados de todos los hombres.
2-Cristo murió por todos los pecados de algunos hombres.
3-Cristo murió por todos los pecados de todos los hombres.
Nadie asegura que la primera declaración es verdad, pues todo estaría
perdido porque habría pecados por los que Cristo no murió. La única manera de
ser salvo del pecado es que Cristo lo cubra con su sangre.
El tercer argumento es el que los arminianos defienden. Cristo murió por
todos los pecados de todos los hombres. Pero entonces, ¿Por qué no todos son
salvos? Ellos responden que no todos creen. Pero ¿no es este incrédulo uno de
los cuales por los que Cristo murió? Si ellos dicen que sí, entonces ¿Por qué
no es cubierto por la sangre de Cristo y todos los inconversos se salvan? Si
ellos dicen que no (que la incredulidad no es un pecado por el cual Cristo
murió) entonces ellos deben decir que un hombre puede ser salvo sin tener todos
los pecados cubiertos por la sangre de Jesús, o ellos deben unirse a nosotros
en afirmar el segundo argumento: Cristo murió por todos los pecados de algunos
hombres. Esto es, que murió por la incredulidad de los elegidos por lo cual el
castigo de la ira de Dios es aplacado a favor de ellos y su Gracia es libre
para traerlos de manera irresistible de las tinieblas a su maravillosa luz.
ELECCIÓN
INCONDICIONAL
Si todos nosotros somos tan depravados que no podemos ir a Dios sin
haber nacido de nuevo por la irresistible Gracia de Dios, y si esta Gracia en
particular es comprada por Cristo en la cruz, entonces es claro que la
salvación de alguno de nosotros descansa en la elección de Dios.
Cuando hablamos de la elección nos referimos a la elección para
salvación de parte de Dios. Esta elección es incondicional porque no hay
condición de que el hombre conozca a Dios antes de que Dios lo escoja para
salvación. El hombre está muerto en delitos y pecados. Entonces no hay
condición de conocer a Dios antes de que Dios lo escoja para salvarlo de la
muerte.
O estamos diciendo que la salvación final es incondicional. No lo es.
Debemos experimentar la condición de la fe en Cristo para heredar vida eterna.
Pero la fe no es una condición para la elección. Es justamente lo contrario. La
elección es la condición para la fe. Esto es así porque Dios nos escoge desde
antes de la fundación del mundo para comprar nuestra redención en la cruz y
revivirnos con la Gracia irresistible y traernos a la fe.
Hechos 13:48 nos dice como los gentiles respondieron a la predicación
del Evangelio en Antioquia de Pisidia: “Y cuando los gentiles escucharon esto, se regocijaron y glorificaron la
palabra de Dios; y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna”. Notemos, no dice
que todos cuantos creyeron fueron ordenados para vida eterna. La elección
eterna de Dios es la razón de que algunos creyeran mientras otros no.
De manera similar Jesús dice a los Judíos en Juan 10:26, “Vosotros no creéis porque no sois de mis ovejas”. Él no dice:
“Vosotros no sois mis ovejas porque no creéis”. Ser una oveja es algo que Dios
decide por nosotros antes de que pudiéramos creer. Es la base y la capacitación
de nuestro creer. Creemos porque somos las ovejas escogidas de Dios, no
viceversa (Juan 8:47; 18:37).
En Romanos 9 Pablo resalta la elección incondicional. Por ejemplo, en
los versos 11-12 el describe el principio que Dios uso para la elección de
Jacob y Esaú: “pues no habían aun
nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios
conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino conforme por el que
llama, se le dijo: El mayor servirá al menor”. La elección de Dios es preservada
de manera incondicional porque es traspasada antes de nacer o hacer algo bueno
o malo.
Nota: Algunos intérpretes dicen que Romanos 9 no tiene nada que ver con
la elección de individuos para su destino eterno. Ellos dicen que el capítulo
sólo se relaciona con los roles históricos que están en juego entre los pueblos
descendientes de Jacob y Esaú.
Recomendamos La Justificación de Dios por John Piper,
el cual fue escrito para investigar este asunto. El libro concluye que Romanos
9 no sólo relata los roles históricos de todas esas personas, sino también de
los destinos eternos de individuos, porque, entre otras razones (justificación,
pp. 38-54), los versos 1-5 posan un problema acerca de la perdición de
individuos israelitas y ese problema queda totalmente irresuelto si el capítulo
no tiene nada que decir acerca de individuos.
La incondicionalidad de la elección de Gracia de Dios es resaltada
nuevamente en los versos 15-16: “Tendré misericordia
del que Yo tenga misericordia, y me compadeceré del que Yo me compadezca. Así
que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene
misericordia”.
Realmente no entendemos la misericordia si pensamos que podemos
iniciarla por nuestra propia voluntad o esfuerzo. Estaríamos
desesperanzadamente perdidos en la oscuridad del pecado. Si vamos a ser salvos,
Dios tendrá que tomar de una manera incondicional tomar la iniciativa en
nuestro corazón e irresistiblemente hacer que nos sometamos a Él de una manera
voluntaria.
Efesios 1:3-6 es otro poderoso fundamento de la incondicionalidad de
nuestra elección y predestinación para la adopción.
“Bendito el Dios y
Padre del Señor nuestro Jesús Cristo, el cual nos bendijo con toda bendición
espiritual en bienes celestiales en Cristo, según nos escogió
en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha
delante de él en caridad; el cual nos señaló desde antes el camino para
ser adoptados en hijos por Jesús, el Cristo, en sí mismo, por
el buen querer de su voluntad, para alabanza de la gloria de su Gracia, con la
cual nos hizo aceptos en el Amado”.
Algunos intérpretes argumentan que esta elección desde antes de la
fundación del mundo fue sólo una elección de Cristo, pero no una elección de lo
que cada individuo sería en Cristo. Esto sencillamente equivale a decir que no
hay elección incondicional de individuos para salvación. Cristo es puesto
adelante como el escogido de Dios y la salvación de individuos es dependiente
de su propia iniciativa para vencer su depravación y ser unidos a Cristo por la
fe. Dios no los escoge y por lo tanto Dios no puede convertirlos de manera
efectiva. Él sólo puede esperar a ver quien revivirá de la muerte y le escogerá
a Él.
Esta interpretación no encaja bien con el verso 11, el cual dice: “Habiendo sido predestinados conforme al
propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad”.
Tampoco el texto literal del verso 4 cuadra con esta interpretación. El
significado ordinario de la palabra “escogió” en el verso 4 es seleccionar o
escoger de un grupo (cf. Lc. 6:13; 14:7; Jn. 13:18; 15:16,19). Así que el
significado natural del versículo es que Dios escogió a su pueblo de la
humanidad, antes de la fundación del mundo en virtud de su unión con Cristo su
Redentor.
Toda la elección está relacionada con Cristo. No habría elección de
pecadores para salvación si Cristo hubiera sido destinado a morir por sus
pecados. Así que en ese sentido ellos son elegidos en Cristo. Pero son ellos
los que son escogidos desde antes de la fundación del mundo, no sólo Cristo.
Además, el texto del verso 5 sugiere la elección de un pueblo para estar
en Cristo, y no sólo la elección de Cristo. Literalmente el texto dice:
“Habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo.
Somos los predestinados, no Cristo. Él es quien hace la elección de pecadores
posible, y así nuestra elección es “por medio de Él”, pero aquí no se habla de
Dios teniendo una visión sólo de la elección de Cristo.
Quizás el texto más importante de todos en relación a la enseñanza de la
elección incondicional es Romanos 8:28-33.
“Y ya sabemos
que a los que a Dios aman, todas las cosas les ayudan a bien, a los que
conforme al Propósito son llamados (a ser santos). Porque a los
que antes conoció, también les señaló desde antes el
camino para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para
que él sea el Primogénito entre muchos hermanos; Y a los que les señaló desde
antes el camino, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos
también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificará. ¿Pues
qué diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién será contra
nosotros? El que aun a su propio Hijo no escatimó, antes lo entregó por todos
nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a
los escogidos de Dios? Dios es el que los justifica”.
A menudo este texto es usado para argumentar en contra de la elección
incondicional basándose en el verso 29 el cual dice: “A los que antes conoció también los predestino…” Así que algunos
dicen que las personas no son escogidas de manera incondicional. Ellos son
escogidos sobre la base de su fe la cual es producida sin la ayuda de la Gracia
irresistible de Dios y la cual Dios ve de antemano.
Pero eso no cuadra con el contexto. Notemos que Romanos 8:30 dice: “Y a los que predestinó, a
éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que
justificó, a éstos también glorificó”. Enfoca por un momento el hecho de
que todo el que Dios llama también lo justifica.
El llamado del verso 30 no es dado a todas las personas. La razón por la
cual sabemos que no lo es que todos aquellos que son llamados son también
justificados –pero no todos los hombres son justificados. Así que este llamado
en el verso 30 no es el llamado general al arrepentimiento que los predicadores
dan o que Dios da a través de la gloria de la naturaleza. Todos los hombres
reciben ese llamado. El llamado del verso 30 es dado sólo a aquellos que Dios
predestina a ser conformados a la imagen de su Hijo (v.29). Y es un llamado que
desemboca en justificación: “a los que llamo, a estos también justificó”.
Pero sabemos que la justificación es por la fe (Rom. 5:1). ¿Cuál es
entonces este llamado que es dado a todos aquellos que son predestinados y que
desemboca en la justificación? Este debe ser el llamado de la Gracia
irresistible. Se trata del llamado de 1 Corintios 1:24 discutido en la página
6.
Entre el acto de la predestinación y la justificación está el acto del
llamado. Debido a que la justificación es sólo por la fe, el llamado en vista
debe ser el acto de Dios por el cual llama a la fe a existencia. Y como esta
desemboca de manera necesaria en la justificación, debe ser irresistible. No
hay llamado (en ese sentido; no en el sentido de Mateo 22:14) que no sea
justificado. Todos los llamados son justificados. Así que, el llamado del verso
30 es el trabajo soberano de Dios el cual trae a la persona a la fe por la que
es justificado.
Ahora notemos la implicación que este tiene para el significado de “conoció”
en el verso 29. Cuando Pablo dice en el verso 29: “A los que antes conoció
también los predestinó”, no puede querer decir (como muchos tratan de hacer que
diga) que Dios sabía de antemano quienes usarían su libre albedrío para venir a
la fe, así que los puede predestinar para ser adoptados porque ellos hicieron
esa libre elección por su propia voluntad. Esto no puede significar semejante
cosa porque hemos visto del verso 30 que las personas no vienen a la fe por su
propia voluntad. Ellos son llamados de una manera irresistible.
Dios no prevé la libre decisión de personas que creen porque no existe
tal libertad de decisión. Si alguien viene a la fe en Cristo, es porque son
revividos de la muerte (Efesios 2:5) por el poder creativo del Espíritu de Dios.
Eso es, son en efecto llamados de las tinieblas a la luz.
Así que, el previo conocimiento de Romanos 8:29 no es el mero
conocimiento de algo que sucederá en el futuro separado de la predeterminación
de Dios. En vez de esto, es el tipo de conocimiento referido en el Antiguo
Testamento como en Génesis 18:19(“Yo he escogido[literalmente: conocido] a
Abraham para que él pueda encargar a sus hijos…que guarden el camino del
Señor”), y Jeremías 1:5(“Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes
que nacieses te santifique, te di por profeta a las naciones”) y Amos 3:2(“A
vosotros solamente he conocido de todas las familias de la tierra, os castigare
por todas vuestras maldades”).
Como C.E.B. Cranfield dice, el previo conocimiento de Romanos 8:29 es
“ese especial conocimiento tomado de una persona la cual es escogida por la
Gracia de Dios”. Tal conocimiento es virtualmente la misma elección: “A los que
antes conoció (i.e. escogió) también los predestinó para ser conformados a la
imagen de su Hijo”.
Por tanto, lo que este magnífico texto (Romanos 8:28-33) enseña es que
Dios realmente realiza la redención de su pueblo desde el inicio hasta el
final. Él conoce de antemano, o sea, escoge personas para Sí desde antes de la
fundación del mundo, predestina estas personas para ser conformadas a la imagen
de su Hijo, las llama para Sí mismo en fe, las justifica por medio de la fe, y
finalmente las glorifica –y nada puede separarlas del amor de Dios que es en
Cristo Jesús (Rom. 8:39). ¡A Él sea toda la adoración y la gloria! Amen.
LA PERSEVERANCIA DE
LOS SANTOS
Continúa lo que se ha dicho anteriormente que el pueblo de Dios
perseverará hasta el fin y no se perderá. Los que son previamente conocidos son
predestinados, los predestinados son llamados, los llamados son justificados, y
los justificados son glorificados. Ni uno de este grupo se pierde. Pertenecer a
este grupo es estar eternamente seguro.
Pero queremos significar más que eso con la doctrina de la perseverancia
de los santos. Queremos significar que los santos van y deben perseverar en la
obediencia que viene de la fe. La elección es incondicional, pero la
glorificación no lo es. Hay varias advertencias en las Escrituras de que
aquellos que no abrazan pronto a Cristo pueden perderse al final.
Las siguientes siete tesis resumen lo que entendemos sobre esta
importante doctrina:
1- Nuestra fe debe perdurar hasta el final si somos de los salvos.
Esto significa que el ministerio de la palabra es el instrumento de Dios
para la preservación de la fe como también para engendrar la fe. No aspiramos
fácilmente luego que una persona ha orado para recibir a Cristo, como si
estuviéramos seguros de nuestra perspectiva de que están ahora más allá del
alcance del maligno. Existe una lucha de fe que debe ser peleada. Debemos permanecer
en la fe hasta el final si somos salvos.
1 Corintios 15:1,2
dice: “Además os declaro, hermanos, el Evangelio que os he predicado, el cual
también recibisteis, en el cual también están firmes; por el cual asimismo, si
retenéis la palabra que os he predicado, estáis siendo salvos, si no creísteis
en vano”.
Colosenses 1:21-23
dice: “A vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos de
ánimo en malas obras, ahora empero os ha reconciliado en el
cuerpo de su carne por medio de la muerte, para haceros
santos, y sin mancha, e irreprensibles delante de él; si empero permanecéis
fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del Evangelio que
habéis oído; el cual es predicado a toda criatura que está debajo del cielo;
del cual yo Pablo soy hecho ministro”.
2 Timoteo 2:11-12
dice: “Es palabra fiel: Que si somos muertos con él, también
viviremos con él; si sufrimos, también reinaremos con él; si le negáremos,
él también nos negará”.
Marcos 13:13 dice:
“Más el que perseverare hasta el fin, ese será salvo”.
Mire también Apocalipsis 2:7, 10, 11, 17, 25,26; 3:5, 11, 12,21.
2- La obediencia que es evidencia de la renovación interna que viene de
Dios, es necesaria para la salvación final.
Esto no quiere decir que Dios demanda perfección. Es claro en Filipenses
3:12-13; 1 Juan 1:8-10 y Mateo
6:12 que el Nuevo Testamento no sostiene la demanda de una estricta
perfección para ser salvos. Pero el Nuevo Testamento sí demanda que debemos ser
moralmente cambiados y caminar en novedad de vida.
Hebreos 12:14:
“Seguid la paz con todos; y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor”.
Romanos 8:13:
“porque si viviereis conforme a la carne, moriréis; más si por el Espíritu
mortificáis las obras del cuerpo, viviréis”.
Gal. 5:19-21: “Y
manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación,
inmundicia, disolución, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos,
iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras,
orgías, y cosas semejantes a éstas; de las cuales os denuncio, como ya os he
anunciado, que los que hacen tales cosas no heredarán el Reino de Dios”. (Ver
también Efesios 5:5; 1 Corintios 6:10)
1 Juan 2:3-6: “Y en
esto sabemos que nosotros le hemos conocido, si guardamos sus mandamientos. El
que dice: Yo le he conocido, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso,
y no hay verdad en él. Más el que guarda su Palabra, la caridad de Dios está
verdaderamente perfecto en él; por esto sabemos que estamos en él. El que dice
que está en él, debe andar como él anduvo”. (Ver también 1 Juan 3:4-10, 14;
4:20)
Juan 8:31: “Y decía
Jesús a los judíos que le habían creído: Si vosotros permaneciereis en mi
palabra, seréis verdaderamente mis discípulos”. (Ver también Lucas
10:28; Mateo 6:14-15; 18:35; Génesis 18:1922; 16-17; 26:4-5; 2 Timoteo 2:19)
3- Los elegidos de Dios no pueden perderse.
Es por esta razón por la que creemos en la seguridad-llamada, la
seguridad eterna de los elegidos. La implicación es que Dios trabajará para que
aquellos que escogió para la eterna salvación sean capacitados para perseverar
en la fe hasta el fin y cumplir, por el poder del Espíritu Santo, los
requerimientos para obediencia.
Romanos 8:28-30,
nos dice: “Y ya sabemos que a los que a Dios aman, todas las
cosas les ayudan a bien, a los que conforme al Propósito son llamados (a ser
santos). Porque a los que antes conoció, también les
señaló desde antes el camino para que fuesen hechos conformes
a la imagen de su Hijo, para que él sea el Primogénito entre muchos hermanos; Y
a los que les señaló desde antes el camino, a éstos también llamó;
y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos
también glorificará”. Lo que es evidente de este pasaje es que esos que son efectivamente
llamados a la esperanza de la salvación realmente perseverarán hasta el fin y
serán salvos.
Juan 10:26-30: “más
vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho. Mis ovejas
oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen; y yo les doy vida eterna y no
perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio,
mayor que todos es y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. Yo y el
Padre una cosa somos”. (Ver también Efesios 1:4-5).
4- Existen caídas en algunos creyentes, pero si esa caída persiste, es
muestra de que su fe no era genuina y ellos no habían nacido de Dios.
1 Juan 2:19: “Ellos salieron
de nosotros, más no eran de nosotros, porque si fueran de nosotros, hubieran sin
duda permanecido con nosotros; pero esto es para que
se manifestara que todos no son de nosotros”. De manera semejante se ilustra en la
parábola del sembrador en Lucas 8:9-14 ilustra personas que “oyen el Evangelio, lo reciben con gozo;
pero como no tienen raíces, ellos sólo creen por un tiempo y en el tiempo de la
prueba se apartan”.
El hecho de que tal cosa sea posible es precisamente por lo que el
ministerio de la palabra en toda iglesia local debe contener muchas
advertencias a los miembros de la iglesia a perseverar en la fe y no enredarse
en esas cosas que pudieran extraviarlos y que podría resultar en su
condenación.
5- Dios nos justifica en el primer y genuino acto de fe salvífica, pero
haciendo esto, él tiene una visión de todos los actos subsecuentes de la fe
contenida, como en una semilla, en ese primer acto.
Lo que estamos tratando de hacer aquí es confesar la enseñanza de
Romanos 5.1, por ejemplo, que enseña que ya somos justificados ante Dios. Dios
no espera hasta el final de nuestras vidas para declararnos justos. De hecho,
no seríamos capaces de tener la seguridad y libertad de vivir las radicales
demandas de Cristo a menos que podamos estar seguros que por nuestra fe ya
estamos justificados delante de Dios.
Sin embargo, debemos confesar el hecho de que nuestra salvación final es
hecha contingente a la subsiguiente obediencia que proviene de la fe. La manera
como estas dos verdades se fusionan es que ya somos justificados sobre la base
de nuestro primer acto de fe porque Dios ve en este (así como él puede ver en
el árbol de bellota) en embrión de la vida de fe. Esta es la razón por la que
esos que no persisten en la vida de fe con su inevitable consecuencia
simplemente dan testimonio de que su primer acto de fe no fue genuino.
El soporte textual para esto es que Romanos 4:3 cita Génesis 15:6 al
hecho donde Abraham fue justificado por Dios. Esta es una referencia a un hecho
de fe muy temprano en la vida de Abraham. Romanos 4:19-22, de todas maneras, se
refiere a una experiencia de Abraham muchos años después (Cuando tenía 100 años
de edad, ver Génesis 21:5,12) y dice que por la fe de esta experiencia Abraham
fue reconocido como justo. En otras palabras, parece ser que la fe que
justificó a Abraham no fue su primer acto de fe únicamente, sino la fe que
provocó los actos de obediencia más tarde en su vida. (El mismo hecho puede
verse en Santiago 2:21-24 en su referencia al acto tardío en la vida de
Abraham, llamado, el ofrecimiento de su hijo, Isaac, en Génesis 22). La manera
de como tejer estas hebras de la verdad bíblica es declarando que somos
internamente justificados sobre la base de nuestro primer acto de fe, pero no
sin referencia a todos los subsecuentes actos de fe que dan a luz la obediencia
que Dios demanda.
6- Dios obra para causar la perseverancia de sus elegidos.
No somos dejados por nosotros mismos y nuestra seguridad está bien
enraizada en el amor soberano de Dios que produce eso para lo cual nos ha
llamado a hacer. 1 Pedro 1:5 nos dice: “para vosotros que sois guardados en la
virtud de Dios por fe, para alcanzar la salud que está aparejada para ser
manifestada en el postrer tiempo”. Judas 24,25 agrega: “A aquel,
pues, que es poderoso para guardaros sin pecado, y presentaros delante de su
gloria irreprensibles, con grande alegría, al Dios único
sabio, nuestro Salvador, sea gloria y magnificencia, imperio y potencia, ahora
y en todos los siglos. Amén”.
1 Tesalonicenses
5:23-24 dice: “Y el Dios de paz os santifique completamente; para que vuestro
espíritu, alma y cuerpo sea guardado entero sin reprensión para la venida del
Señor nuestro, Jesús, el Cristo. Fiel es el que os ha llamado; el cual también lo hará”.
Filipenses 1:6:
“Confiando de esto: que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará
hasta el día de Jesús el Cristo”.
1 Corintios 1:8-9:
“el cual también os confirmará que permanezcáis sin pecado
hasta el fin, hasta en el día de nuestro Señor Jesús, el Cristo. Fiel es Dios,
por el cual sois llamados a la confraternidad de su Hijo, Jesús, el Cristo,
Señor nuestro”.
7- Por lo tanto debemos ser entusiastas en hacer nuestro llamado y
elección segura.
2 Pedro 1:10: “Por
lo cual, hermanos, procurad tanto más de hacer firme vuestra vocación y
elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás”.
TESTIMONIOS CONCLUYENTES
Es posible creer todas estas cosas en tu mente e ir al infierno. ¡Cuán
engañosos e hipócritas somos por naturaleza! Por lo tanto nuestro interés en
escribir todas estas cosas no es meramente convencer la mente sino también
ganar el corazón.
Queremos para otros la dulce experiencia de reposar en el confort masivo
de estas verdades. Queremos que otros puedan sentir el tremendo incentivo para
la justicia y para las misiones que fluyen de estas verdades. Queremos para
otros la experiencia de conocer y confiar en la Gracia soberana de Dios de tal
manera que a Él y sólo a Él sea la gloria.
Para este fin hemos recogido aquí algunos testimonios de lo que estas
verdades han significado para algunos grandes cristianos del pasado. Para
aquellos que las han conocido verdaderamente, ellas nunca han sido meras
especulaciones para la cabeza, sino siempre han sido poder para el corazón y la
vida.
AGUSTIN
Agustín fue convertido de una manera resonante por la Gracia
irresistible de Dios después de dejar una vida inmoral. Él escribió en sus
confesiones(X, 40):
“No tengo ninguna esperanza fuera de Tu gran misericordia. Da tu mandato
y manda lo que es tu voluntad. Tú impones en nosotros
continencia…verdaderamente por continencia somos unidos y traídos de vuelta a
esa unidad de la que fuimos dispersados hacia una pluralidad. Te ama poco aquel
que ama cualquier otra cosa junto a Ti, la cual no ama para ti. ¡Oh amor
siempre ardiente y nunca se apaga! ¡Oh caridad, Dios mío, enciende en mí! Tú
mandas continencia. Concede lo que mandas y manda tu voluntad.”
Estas son las palabras de un hombre que amaba la verdad de la Gracia
irresistible, porque él sabe que él es totalmente incompleto sin ella. Pero
también en sus cartas doctrinales el dirige esta amada verdad a casa (Epístola
ccxvii, Para Vitalis):
“Como prefiero pensar en tu caso, si estás de acuerdo con nosotros en
suponer que estamos haciendo nuestro deber en oración a Dios, como es nuestra
costumbre, por aquellos que rehúsan creer, que sean capacitados para creer y
aquellos que resistan o se opongan a su ley y doctrina, que lo crean y lo
sigan. Si estás de acuerdo con nosotros en pensar que hacemos nuestro deber en
agradecer a Dios, como acostumbramos, por aquellas personas cuando han sido
convertidos…entonces estas dispuesto a admitir que la voluntad de Dios es
previamente movida por la Gracia de Dios, y que es Dios quien hace que deseen
el bien que rechazaban; que es a Dios a quien pedimos que lo haga, y sabemos
que es justo darle gracias por tal hecho…”
Para Agustín la verdad de la Gracia irresistible era el fundamento de
sus oraciones por la conversión de los perdidos y de su gratitud para con Dios
cuando ellos se convertían.
JONATHAN EDWARDS
Jonathan Edwards, el gran predicador Ingles y teólogo del siglo XVIII,
tuvo un amor igual de profundo por estas verdades. Él escribió cuando tenía 26
años de edad, el día en que se enamoró de la soberanía de Dios:
“Se ha producido una maravillosa alteración en mi mente respecto a la
doctrina de la soberanía de Dios desde aquel día hasta hoy; de manera que casi
nunca he encontrado algo que me plantee alguna objeción contra ella en el
sentido más absoluto…Desde entonces, no sólo he estado convencido, sino que mi
convicción ha sido maravillosa. Esta doctrina me ha resultado a menudo
sumamente agradable, brillante y dulce. La soberanía absoluta es algo que me
encanta atribuir a Dios…La soberanía de Dios me ha parecido, una grandiosa
parte de su gloria. Ha sido siempre mi deleite acercarme a Dios, y más aun
adorarle como al Dios soberano” (Narrativa personal).
GEORGE WHITEFIELD
Edwards lloró abiertamente cuando George Whitefield predicó en su
iglesia, debido a lo tanto que amó el mensaje que predicó. Whitefield fue un
gran evangelista en el siglo XVIII. Él dijo: “Yo abrazo el sistema calvinista,
no por Calvino, sino porque Cristo Jesús me lo ha enseñado”(Arnold Dalimore,
GEORGE WHITEFIELD 1, p. 406).
Él imploró a John Wesley no oponerse a las doctrinas del calvinismo:
“No puedo soportar los pensamientos de oponerme a ti: pero como puedo
evadirlos, si te ocupas (como tu hermano Charles una vez dijo) de echar a Juan
Calvino fuera de Bristol. ¡Ay! Nunca he leído algo que Calvino haya escrito;
mis doctrinas las tengo de Cristo y sus apóstoles; Fui enseñado por ellos de
Dios.” (Dalimore, p. 574)
Fueron estas doctrinas que le llenaron con un santo celo por el
evangelismo:
“Las doctrinas de la elección, y la gratuita justificación en Cristo
Jesús están diariamente más y más presionando mi corazón. Ellas llenan mi alma
con un santo fuego y me proporciona gran confianza en Dios mi Salvador.
Espero que podamos atrapar fuego uno del otro, y que haya una santa
emulación entre nosotros, quienes deben más degradar al hombre y exaltar al
Señor Jesús. Nada más que las doctrinas de la reforma pueden hacer esto. Todas
las demás dejan el libre albedrío en el hombre y lo hacen, en parte al menos,
un Salvador de sí mismo. Mi alma, no se acerca a esos que enseñan esas cosas…Yo
sé que Cristo es todo en todo. El hombre es nada: tiene un libre albedrío para
ir al infierno, pero no para ir al cielo, hasta que Dios trabaje en él para
ejercer su buena voluntad.
¡Oh, la excelencia de la doctrina de la elección y la de la preservación
final de los santos! ¡Estoy persuadido, hasta que el hombre venga a creer y
sentir estas importantes verdades, no saldrá de sí mismo, pero cuando esté
convencido de esto y asegure su aplicación en su corazón, entonces caminará por
fe efectivamente!” (Dalimore, p. 407)
GEORGE MUELLER
George Müller es famoso por los orfanatos que fundó y por la asombrosa
fe que tenía para pedir por la provisión de Dios. No muchos conocen la teología
que soportaba a ese gran ministro. A mediados de los 20 (1829) tuvo una
experiencia la cual registró más adelante de la manera siguiente:
“Antes de este período (cuando vine a adoptar la Biblia como mi única
regla de juicio) estuve muy opuesto a las doctrinas de la elección, redención
particular (expiación limitada), y la final perseverancia por Gracia. Pero
ahora fui traído a examinar esas preciosas verdades por la palabra de Dios. Siendo
hecho para no querer la gloria para mí mismo en la conversión de pecadores,
sino considerándome meramente como un instrumento; y siendo hecho para querer
recibir lo que las Escrituras decían, fui a la palabra, leyendo el Nuevo
testamento desde el principio, con una referencia particular para estas
verdades.
Para mi sorpresa encontré pasajes que hablan directamente sobre la
elección y la Gracia perseverante, fueron como 4 veces tantos como esos que
hablan aparentemente contra esas verdades; y aun esos pocos, poco después,
cuando los examiné y los entendí, sirvieron para confirmarme en dichas
doctrinas.
Debido al efecto de mi creencia en estas doctrinas, me siento forzado a
declarar para la gloria de Dios, que aunque soy excesivamente débil, y no he
muerto a los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la
vida, como pudiera, y como debería ser, todavía, por la Gracia de Dios, he
caminado más cerca con Él desde ese periodo. Mi vida no ha sido tan variable, y
puedo decir que he vivido mucho más para Dios que antes” (Autobiografía, pp.
33-34).
CHARLES SPURGEON
Charles Spurgeon era contemporáneo de George Müller. Era el pastor del
Tabernáculo Metropolitano en Londres por 30 años, el pastor más famoso de su
época –y un Bautista en la misma. Su predicación era poderosa ganando almas
para Cristo. Pero ¿Cuál fue su Evangelio que mantuvo a cientos hechizados
semana tras semana y atrajo a tantos al Salvador?
“Tengo mi propia opinión y es que no existe tal cosa como predicar a
Cristo y a este crucificado, a menos que prediquemos lo que en nuestros días
llamamos calvinismo. Es un sobrenombre llamarlo calvinismo; calvinismo es el
Evangelio, y nada menos. No creo que podamos predicar el Evangelio… a menos que
prediquemos la soberanía de Dios en su dispensación de Gracia; ni a menos
exaltemos la elección incondicional, eterna, inmutable, el amor victorioso de
Jehová; tampoco creo que podamos predicar el Evangelio a menos que lo basemos
en la especial y particular redención del pueblo escogido en los que Cristo
obro sobre la cruz; tampoco puedo comprender un Evangelio que deja caer a los
santos luego de estos ser llamados” (Autobiografía 1, p.168).
Él no siempre creyó estas cosas. Spurgeon relata su descubrimiento de
estas verdades a la edad de 16 años:
“Nacido, como todos nosotros somos por naturaleza, un Arminiano, aun
creía las cosas viejas que había escuchado continuamente del pulpito, y no veía
la Gracia de Dios. Cuando venía a Cristo, creía que lo hacía por mí mismo, y
aunque buscaba al Señor sinceramente. No tenía ni idea de que el Señor me
buscaba…puedo recordar el día y la hora cuando por primera vez recibí estas
verdades en mi alma – cuando estaban, como John Bunyan dice, ardiendo en mi
alma como un hierro caliente.
Una noche, cuando estaba sentado en la casa de Dios, no estaba pensando
mucho en el sermón del predicador, por lo que no lo creí. El pensamiento me
golpeó, “¿Cómo llegaste a ser cristiano?”. Vi al Señor. “¿Pero cómo viniste a
ver al Señor?”. La verdad pasó rápidamente por mi mente en un momento –No le
habría visto a menos que hubiese una influencia previa en mi mente que me
hiciera buscarle. Oré, pensé, pero entonces me pregunté a mí mismo, ¿cómo vine
a orar? Fui inducido a orar por la lectura de las Escrituras. ¿Cómo vine a leer
las Escrituras? Las leí, pero ¿qué me permitió hacerlo? Entonces, en un
momento, vi que Dios era la zapata de todo esto, y el autor de mi fe, y
entonces toda la doctrina de la Gracia me fue clara, y de esa doctrina no he
renunciado hasta este día, y deseo hacer de esto mi constante confesión,
“Atribuyo mi cambio completamente a Dios” (Autobiografía, pp.164-5).
Spurgeon comenzó una universidad para pastores y tuvo como propósito
enseñar que la llave de ser un maestro digno en la iglesia era entender estas
doctrinas de la Gracia.
“El Arminianismo es, por lo tanto, culpable de confundir doctrinas y
actuar como obstrucción al entendimiento claro y lúcido de las Escrituras;
porque representa incorrectamente o ignora el propósito eterno de Dios, disloca
totalmente el significado del plan complete de redención. Ciertamente, la
confusión es inevitable fuera de la verdad fundamental [de la elección].
Sin esta doctrina, hay falta de unidad de pensamiento, y en general no
tienen idea alguna sobre un sistema de divinidad. Es casi imposible convertir a
un hombre en teólogo a menos que se empiece con esta [doctrina de la elección].
Si deseas puedes colocar a un joven creyente en una Universidad por 4 años,
pero a menos que le enseñes este plan fundamental del pacto eterno,
experimentará poco progreso, porque sus estudios no concuerdan, no ve como una
verdad encaja con la otra y como todas las verdades deben armonizar juntas…
Tome cualquier condado de Inglaterra y encontrará hombres pobres con
picos y palas que tienen mayor conocimiento sobre divinidad que la mitad de
aquellos que salen de nuestras academias y universidades, sencilla y totalmente
porque estos hombres han aprendido en su juventud un sistema en el cual la
elección es céntrica y luego han visto como su propia experiencia encaja
exactamente con este.”
Una Apelación Final
Es apropiado concluir este relato sobre nuestra creencia en las
doctrinas de la Gracia apelando a usted, el lector, a recibir al Cristo
magnífico, quien es el Autor eterno de estas doctrinas. Preste atención a la
hermosa súplica presentada por J.I. Packer, un gran defensor de estas verdades:
A la pregunta: ¿qué debo hacer para ser salvo? El Evangelio viejo
[Calvinismo] responde: cree en el Señor Jesucristo. A la próxima pregunta: ¿qué
significa creer en el Señor Jesucristo? su respuesta es: significa verse
pecador y ver a Cristo como aquel quien murió por pecadores; abandonando toda
justicia y confianza propia y echándose completamente sobre Él para recibir
perdón y paz; e intercambiar esa enemistad natural y rebelión contra Dios por
un espíritu de sumisión a la voluntad de Cristo por medio de la renovación del
corazón por el Espíritu Santo.
Y a una tercera pregunta: ¿cómo procedo a creer en Cristo y al
arrepentimiento si no tengo la habilidad natural para hacer estas cosas?
responde diciendo: mira a Cristo, háblale a Cristo, clama a Cristo, tal como
eres; confiesa tu pecado, tu impenitencia, tu incredulidad, y échate en Su
misericordia; pídele que te de un nuevo corazón obrando en ti verdadero
arrepentimiento y una fe firme; pídele que quite de ti tu corazón incrédulo y
escriba Su ley dentro de ti, para que nunca te apartes de Él. Vuélvete a Él y
confía en Él lo mejor que puedas, y ruega por la Gracia para volverte y confiar
más completamente; utiliza los medio de Gracia con expectación, mirando a
Cristo acercarte a ti mientras buscas acercarte a Él; mira, ora, lee y escucha
la Palabra de Dios, adora y ejerce comunión con el pueblo de Dios, y persevera
hasta conocer más allá de cualquier duda que realmente eres un ser cambiado, un
creyente penitente y que el corazón que has deseado se te ha concedido
(“Redacción Introductoria a La Muerte de la Muerte y la Muerte de Cristo de
John Owen,” p. 21).
Permite que Charles Spurgeon te dirija en oración:
Les suplico que se unan a mí en oración en este momento. Únanse a mí
mientras pongo palabras en vuestras bocas y las pronuncio en lugar
vuestro-“Señor, soy culpable, merezco tu ira. Señor, no puedo salvarme. Señor,
quiero un nuevo corazón y un espíritu recto, pero ¿qué puedo hacer? Señor, no
puedo hacer nada, ven y obra en mí el querer y el hacer tu buena voluntad. Sólo
Tú tienes el poder, lo sé, Para salvar a un este infeliz ¿A quién y donde huiré
Si no voy corriendo a Ti?
Pero desde mi alma clamo a tu nombre. Temblando, pero creyendo, me echo
completamente sobre ti, oh Señor. Confío en la sangre y justicia de tu amado
Hijo…Señor, sálvame ahora, por amor Jesús.” (De Iain Murray, The Forgotten Spurgeon [Edinburgh:
Banner of Truth Trust, 1973], pp. 101f.)
Este material ha sido publicado con el permiso de Desiring God y puede
ser reproducido y distribuido libremente en cualquier formato que desee con la
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