Debemos recordar, primero que nada, que la Palabra de Dios es nuestra única fuente confiable de verdad acerca de Satanás y los demonios.
El erudito y teólogo de
Princeton Dr. Charles Hodge correctamente advirtió:
Ninguna cantidad de
aprendizaje, ni superioridad de talento, ni aun la pretensión a la inspiración,
puede justificar un alejamiento de… las verdades enseñadas por hombres cuya
inspiración Dios ha testificado. Todos los maestros deben ser llevados a este estándar;
y aun si un ángel del cielo enseñare algo contrario a las Escrituras, este debe
ser considerado anatema, Gal. 1:8. Es un asunto de gratitud constante que
tengamos tal estándar mediante el cual probar a los espíritu si son o no de
Dios (Comentario sobre la Epístola a los Romanos [Grand Rapids: Eerdmans, 1972], p. 395).
¿Qué dice la Palabra de
Dios, la piedra de toque de la verdad? ¿Pueden los demonios habitar o morar
espacialmente en un verdadero creyente? ¿Pueden pasar a través de una puerta
abierta y convertirse en un ocupante ilegal? Los proponentes de hoy del
movimiento de guerra espiritual dicen que sí, pero ellos basan sus respuestas
sobre experiencias subjetivas, y no de la Palabra de Dios. La Biblia deja en
claro que tal afirmación no tiene base justificable.
No hay ningún ejemplo
claro en la Biblia donde un demonio haya alguna vez habitado o invadido a un
verdadero creyente. Nunca en las epístolas del Nuevo Testamento son advertidos
a los creyentes acerca de la posibilidad de ser habitados por demonios. Ni
vemos a ninguno reprendiendo, obligando, o echando demonios fuera de un
verdadero creyente. Las epístolas nunca instruyen a los creyentes a echar fuera
demonios, ya sea de un creyente o de un incrédulo. Cristo y los apóstoles
fueron los único quienes echaron fuera demonios, y en cada ejemplo las personas
posesionadas por demonios fueron incrédulos.
La enseñanza colectiva
de la Escritura es que los demonios nunca pueden morar espacialmente dentro de
un verdadero creyente. Una clara implicación de 2 Corintios 6, por ejemplo, es
que el Espíritu Santo no puede cohabitar junto con demonios:
¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el
incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque
vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré
entre ellos, Y seré su Dios, Y ellos serán mi pueblo” (vv. 15-16).
En Colosenses 1:13,
Pablo dice que Dios “el cual nos ha librado de
la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo”. La salvación nos lleva a
una verdadera liberación y protección de Satanás. En Romanos 8:37, Pablo dice
que conquistamos de forma aplastante a través de Cristo. En 1 Corintios 15:57,
él dice que Dios nos lleva en victoria. En 2 Corintios 2:14, él dice que Dios
siempre nos lleva en triunfo. En 1 Juan 2:13, Juan dice que hemos vencido al
maligno. Y en 4:4, él dice que el Espíritu Santo que está en nosotros es más
mayor que Satanás. ¿Cómo puede alguien afirmar estas verdades gloriosas, y aun
cree que los demonios pueden morar dentro de un creyente genuino?
POSESION DEMONIACA Y LA
VERDADERA CONVERSION
Muchas de las voces
principales dentro del movimiento de guerra espiritual de hoy son muy rápidas
en granizar cada profesión de fe en Cristo como prueba de la salvación. Esto
refleja la creencia-fácil que ha barrido esta generación.
Una comprensión
cuidadosa de la doctrina de la conversión deja en claro que los demonios no
pueden habitar nunca o poseer a un creyente. Jonathan Edwards escribe acerca de
la verdadera conversión:
La Escrituras describen
la conversión en términos que implican o significan un cambio de naturaleza:
nacer de nuevo, ser nuevas criaturas, levantándose de los muertos, ser
renovados en el espíritu de la mente, morir al pecado y vivir para la justicia,
dejar al antiguo hombre y vestir se del nuevo, ser participantes de la
naturaleza divina, etc..
Continúa diciendo que si
no hay un verdadero cambio duradero en las personas que creen que son
convertidas, su religión es vana, no importa la experiencia que haya tenido. La
conversión es un volverse de todo el hombre del pecado a Dios. Dios puede
refrenar a gente inconversable pecado, claro, pero en la conversión él se
vuelve de corazón y naturaleza del pecado a la santidad. La persona convertida se
vuelve enemigo del pecado.
¿Qué, entonces hace que
una persona que dice que ha experimentado la conversión, peor cuyas emociones
religiosas pronto mueran, dejándolo en la misma persona que era antes? El
parece tan egoísta, mundano, insensato, perverso y poco cristiano como nunca.
Esto habla fuerte en contra de él que cualquier experiencia religiosa que
pudiera hablar por él.
En
Cristo Jesús, ni la circuncisión o la incircuncisión, ni una experiencia
dramática ni reservada, ni un testimonio maravilloso o embotado cuenta para
nada. La única cosa que cuenta es una nueva creación (The Experience That Counts! p. 99).
En Mateo 12, Cristo
reprendió a aquellos quienes le seguían solo por presenciar grandes señales y
prodigios:
Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos,
buscando reposo, y no lo halla. Entonces dice: Volveré a mi casa de donde salí;
y cuando llega, la halla desocupada, barrida y adornada. Entonces va, y toma
consigo otros siete espíritus peores que él, y entrados, moran allí; y el
postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero. Así también
acontecerá a esta mala generación (vv. 43-45).
En lugar de responder
con señales y prodigios espectaculares, Cristo señaló su necesidad de
salvación. Muchas personas aparentan tener sus vidas en orden. Pero en
realidad, no han confiado en Cristo como Salvador y Señor. Sus almas aún están
“desocupadas” –esto es, el Espíritu Santo aun no mora en ellos. Aún están
abiertos a una invasión demoníaca. Esto no puede ser cierto en aquellos cuyos
cuerpos son templos del Espíritu Santo (cf. 2 Cor. 6:16)
De acuerdo a 1 Pedro
1:5, cuando Cristo reina en la vida personal, esa persona es guardada por el
poder de Dios. Como resultado: “el maligno no lo toca” (1
Juan 5:18). Cuando el Espíritu Santo habita en una persona, ningún demonio
puede establecer la casa como ocupante. El morar de los demonios es solo una
evidencia de una falta de salvación genuina.
(Para más acerca de lo
que La Biblia dice acerca de Satanás y los Demonios, ve el libro de John MacArthur Equipados Para la Batalla .
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