El siglo XX fue testigo de un crecimiento generalizado de lo que muchos
consideran como los dones milagrosos del Espíritu Santo. Después de un silencio
de aproximadamente 1800 años en la cristiandad bíblica, los dones apostólicos
aparentemente se han vuelto a manifestar. Este fenómeno se ha introducido de
tal manera en la corriente principal del pensamiento religioso actual, que
hasta sorprende a muchos cuando se cuestiona la validez de esta manifestación.
Invitamos a todos los cristianos serios a reflexionar nuevamente sobre estos
temas a la luz de la Escritura y preguntar con toda honestidad: “¿De veras se
manifiestan nuevamente los dones milagrosos de los apóstoles?” Para nuestra
respuesta, debemos mirar a la Escritura que tiene la última palabra.
En primer lugar, encontramos tres relaciones de dones en el Nuevo
Testamento de la siguiente manera:
Rom.12:6-8
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1 Cor. 12:28-30
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Efesios 4:11
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Profecía
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apóstoles
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apóstoles
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servicio
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profetas
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profetas
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enseñanza
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maestros
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evangelistas
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exhortación
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milagros
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pastores-maestros
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donaciones
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curaciones
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presidir
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ayuda
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hacer misericordia
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administración
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don de lenguas
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interpretación
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Conforme examinamos estas listas, encontramos que algunos de los dones
pueden ser clasificados como milagrosos o extraordinarios (los que aparecen en
negrillas), y otros son no-milagrosos u ordinarios. Nuestro propósito aquí es
ocuparnos de los dones milagrosos. Los dividiremos en cuatro partes.
I Apóstoles:
1. ¿Quiénes eran ellos? La palabra “apóstoles” literalmente
quiere decir mensajeros, enviados o delegados. No cualquiera podía ser apóstol
simplemente por voluntad propia; tenían que ser personalmente elegidos para esa
investidura por el Señor Jesucristo. Y cuando era de día, llamó a sus
discípulos, y escogió a doce de ellos, a los cuales también llamó apóstoles
(Lucas 6:13). Todos eran hombres; ningún apóstol era mujer.
Según el libro de Hechos 1:21-22, un apóstol tenía que ser un testigo
ocular de Cristo a lo largo de todo su ministerio público incluyendo la etapa
posterior a su resurrección.
A la iglesia del Nuevo Testamento se le permitía nombrar diáconos
(Hechos 6:5) y constituir ancianos (Hechos 14:23), pero no podían nombrar
apóstoles. El nombramiento de apóstoles venía directa y únicamente de Cristo.
Aun en el primer capítulo de Hechos la decisión final para sustituir a Judas
Iscariote fue dejada en manos del Señor. Y orando, dijeron: Tú, Señor,
que conoces los corazones de todos, muestra cuál de estos dos has escogido (Hechos
1:24).
También nos damos cuenta que en el Nuevo Testamento la misma palabra
griega “apóstoles” se utiliza para describir hombres elegidos por las iglesias
para llevar información o ayuda de una iglesia a otra. (Ver 2Cor. 8:23; Fil.
2:25; Hechos 14:14). Sin embargo, no debemos confundir a estos últimos con los
doce personalmente elegidos por Cristo como sus apóstoles.
Pablo gozó de un apostolado único. Aunque no había seguido a Cristo
durante su ministerio público, vio efectivamente a Cristo resucitado y fue
especialmente nombrado por El, tal como lo afirma en Gálatas 1:1, Pablo,
apóstol (no de hombres ni por hombre, sino por Jesucristo...). De nuevo Pablo
explica, y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí. (1
Cor. 15:8).
Cristo llamó a Pablo aun cuando la época de nombrar apóstoles había
concluido. Nótese que Pablo fue el último de todos sobre la tierra en ver al
Señor de una manera visible como testigo ocular de su resurrección. Nadie ha
visto a Cristo de igual manera desde la experiencia de Pablo. Es así como Pedro
pudo suponer que ninguno de sus lectores había visto al Señor: A quien
amáis sin haber visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis
con gozo inefable y glorioso (1 Pedro 1:8). Ninguno de los así
llamados apóstoles hoy en día, cumple con estos requisitos bíblicos.
2. Su propósito: Según Efesios 2:20 correspondió a los
apóstoles desempeñar un papel fundamental y especial en el desarrollo inicial
de la iglesia neotestamentaria: edificados sobre el fundamento de los
apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo. Este
papel incluía al menos tres funciones. En primer lugar, estos hombres eran
testigos indiscutibles de la resurrección de Cristo, ya que todos ellos habían
visto personalmente al Señor en su cuerpo resucitado. En segundo lugar, a ellos
fue revelado el misterio de la economía del Nuevo Pacto: la iglesia, compuesta
a la vez de judíos y de gentiles (Efesios 3:1-10). En tercer lugar, ellos
recibieron la inspiración para escribir la Santa Escritura infalible, que
pudiera ser leída por todas las generaciones venideras. Cada libro del Nuevo
Testamento fue escrito ya sea por un apóstol o por alguien directamente
relacionado con un apóstol. Un poco antes de su muerte, el último apóstol
sobreviviente nos dice que este aspecto de su trabajo fue completado de una vez
y para siempre (Apocalipsis 22:18-19). A partir de entonces no ha habido
revelaciones inspiradas o genuinas.
3. Su duración. El ministerio de apóstol fue de duración
limitada debido a que su labor estaba limitada al período del establecimiento
de los fundamentos de la iglesia. Los fundamentos se ponen una vez únicamente,
y a partir de ellos se construye los demás; no ponemos fundamentos de manera
repetida y sin término. No hay lugar para apóstoles hoy día, porque los
fundamentos fueron puestos hace mucho tiempo. El cristianismo bíblico ha
construido sobre esos fundamentos durante aproximadamente 2000 años. Es una
locura completa y arrogancia descarada atreverse a compararse con Pedro y Pablo
y adoptar el título de apóstol hoy en día.
II. Profetas:
1. Quiénes eran: El Nuevo Testamento no declara cuáles eran los
requisitos para este ministerio; sin embargo, los profetas son mencionados
varias veces en relación con apóstoles: Les enviaré profetas y
apóstoles (Lucas 11:49). Edificados sobre el fundamento de los
apóstoles y profetas... (Efesios 2:20). ... como ahora es revelado
a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu (Efesios 3:5).
2. Su propósito: Los textos que hemos visto muestran que los
profetas participaban de la estructura fundamental de la iglesia conjuntamente
con los apóstoles. Ellos enseñaron la verdad recibida por revelación divina.
Sin embargo, a ellos no se les confió redactar la Sagrada Escritura, sin la
supervisión de los apóstoles.
3. Su duración: Siendo cimientos al igual que los apóstoles, su
ministerio cesó a la par del de los apóstoles, toda vez que el cimiento ya
había sido puesto. Casi toda secta fundada en la época moderna ha sido iniciada
por un profeta o apóstol que se ha asignado a sí mismo ese título. Si creemos
que la profecía se sigue desarrollando en nuestros días, entonces no contamos
con ninguna norma para refutar sus descaradas herejías. ¡Después de todo es
imposible refutar a un profeta!
III. Las lenguas y su interpretación:
1. Lo que significaron: El don bíblico de lenguas consistía en una
habilidad milagrosa de hablar una lengua o dialecto hasta ese momento
desconocido para el que habla, pero vigente para un grupo étnico sobre la
tierra en ese momento. Las palabras habladas tenían un contenido real y un
significado. No fueron expresiones incoherentes. En el día de
Pentecostés, cada uno les oía hablar en su propia lengua [literalmente,
dialecto] (Hechos 2:6). Aun mas, cuando Pedro explica este milagro a la
multitud, equipara el don de lenguas con la profecía, citando a Joel: En
aquellos días también derramaré mi Espíritu sobre los siervos y las siervas. (2:18).
De igual manera, 1Cor. 14:5 considera iguales los dones de profecía y de
lenguas cuando estas últimas son interpretadas: porque mayor es el que
profetiza que el que habla en lenguas, a no ser que las interprete para que la
iglesia reciba edificación.
1Cor. 12:30 refuta la noción popular de que cada creyente hablaba en
lenguas. Aun en Corinto, Pablo preguntaba: ¿todos hablan en lenguas? ¿Todos
interpretan?
La idea moderna de que hay otro tipo de don de lenguas, un “lenguaje
celestial”, no se encuentra en las Escrituras y debe ser rechazada. La plática
incoherente de esta época no es el verdadero don de lenguas.
2. Su propósito: Un propósito de las lenguas era como señal para
los judíos de que el juicio de Dios vendría a ellos como nación. Así
que, las lenguas son por señal, no a los creyentes, sino a los incrédulos (1Cor.
14:22). Desde Abraham, Dios les había hablado en hebreo; pero ahora, después de
Cristo, Dios les estaba hablando en otras lenguas – lenguas gentiles – para
mostrar a los judíos que sus privilegios nacionales estaban llegando a su fin;
los gentiles iban también a participar del pacto de la gracia. El fin de la
nación judía se completó plenamente con la destrucción de Jerusalén en el año
70 A. D. En ese momento la señal de juicio nacional, es decir, las lenguas,
dejó de ser relevante y necesaria.
Otro propósito de las lenguas, cuando fueron acompañadas del don de
interpretación, era edificar a los creyentes en la asamblea local. Las lenguas
debidamente interpretadas, al igual que la profecía, servían como un medio
directo para recibir una parte de la verdad. Porque en parte conocemos,
y en parte profetizamos (1Cor. 13:9). Dios dio estas medidas
temporales como una fórmula de alimento infantil (gerber) para la vida inicial
de la iglesia. Posteriormente fueron desechadas al darse la revelación perfecta
de toda la verdad una vez que los libros del Nuevo Testamento fueron
completados. Más cuando venga lo perfecto [literalmente,
maduro o totalmente desarrollado] entonces lo que es en parte se
acabará (v.10). La Palabra escrita de Dios es la dieta perfectamente
balanceada para los cristianos de hoy. El hablar en lenguas que se practica en
esta época nos reduciría a una infancia perpetua.
3. Su duración: Puesto que las lenguas debidamente interpretadas
funcionan de la misma manera que la profecía, y puesto que la profecía cesó
conjuntamente con los apóstoles, asimismo el don de lenguas ha cesado. Esto es
precisamente lo que Pablo dijo a los Corintos que sucedería: Pero las
profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará (1Cor.
13:8). Las lenguas eran una piedra de los cimientos totalmente colocada en los
tiempos apostólicos. O, para usar la analogía de Pablo, estos dones milagrosos
pertenecieron a la infancia de la iglesia, pero Dios nunca pretendió reducirnos
a una permanente condición infantil. Cuando yo era niño, hablaba como
niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo
que era de niño. (v. 11).
El hecho de que 1Cor. 14 proporcione instrucciones para el uso de este
don en la congregación no sirve de argumento a favor de su permanencia. Más
aun, estas instrucciones son raramente obedecidas por quienes profesan hablar
en lenguas hoy en día. Solamente a los varones se les permitía hablar en lenguas,
y solamente en los casos en que hubiera un intérprete, y solamente a tres
personas durante un servicio, y no todos a la vez, sino siguiendo un orden, uno
después de otro. (Vea 1Cor. 14:28-37)
IV. Milagros y Curaciones:
1. Quiénes los hacían: Una lectura cuidadosa del Nuevo Testamento
nos revela que usualmente los apóstoles ejercían estos dones especiales. Por
ejemplo, y muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles
(Hechos 2:43). Y por la mano de los apóstoles se hacían muchas señales
y prodigios en el pueblo (Hechos 5:12).Pablo pudo decir a los
corintios, con todo, las señales de apóstol han sido hechas entre nosotros en
toda paciencia, por señales, prodigios y milagros (2Cor. 12:12). Si
todos los creyentes pudieran obrar estas señales, entonces el argumento de
Pablo en este texto no tendría significado.
2. Su propósito: El propósito primordial de estos milagros era
validar la autoridad de los apóstoles como los enviados verdaderos de Dios. En
Hebreos 2:3-4 leemos que la verdad de la salvación enseñada por Cristo nos
fue confirmada (la salvación) por los que oyeron, testificando Dios juntamente
con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del
Espíritu Santo según su voluntad. Igual que en los tiempos de Moisés,
así en los días de Cristo y de los apóstoles, los judíos piden señales (1Cor.
1:22) como prueba de autenticidad, y Dios suministró esa prueba.
3. Su duración: Hechos 8 nos enseña que solamente los apóstoles
tenían el poder de transmitir un don milagroso a otra persona, y esa otra
persona no podía transmitir a su vez ese don a un tercero. Felipe el
evangelista podía hacer milagros en Samaria (Hechos 8:6-7), pero no fue sino
hasta que vinieron dos apóstoles de Jerusalén, que los dones pudieron ser
impartidos a los nuevos creyentes en Samaria (Hechos 8:14-19).Los dones de
hacer milagros cesaron con la generación que siguió a los apóstoles.
Observaciones Adicionales:
Hacer milagros en sí mismo no es ninguna garantía de salud espiritual.
Los magos de Faraón parece que copiaban los milagros que se hacían a través de
Moisés. El hombre de pecado in 2Tes. 2:9-10 es descrito como aquel inicuo
cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios
mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden. Nuestro
Señor enseñó que a muchos que afirman que son profetas de Cristo, y que son
exorcistas, en el día del juicio no les será permitido entrar al cielo debido a
que realmente son hacedores de iniquidad (Mateo 7:22-23).
Es digno de notarse que quienes afirman que poseen dones apostólicos hoy
en día, raramente hablan de ciertos milagros que pueden presentar riesgos como
tomar en las manos serpientes venenosas y beber alguna cosa mortífera (Marcos
16:18). Su silencio acerca de estos temas es ensordecedor.
Nos podemos preguntar, “¿Pero no deberían ser manifiestos los dones el
día de hoy ya que Jesús es siempre el mismo?” La respuesta es que su carácter
esencial no puede cambiar, pero eso no significa que Él está obligado a hacer
siempre lo mismo a través de las generaciones sobre la tierra. Como ejemplo, ya
no ofrecemos sacrificios de animales como lo hicieron los santos del Antiguo
Testamento.
A aquellos que pudieran argumentar, “yo lo he experimentado, y no me
importa lo que la Biblia u otras personas puedan decir,” respondemos con las
palabras de Isaías 8:20. ¡A la ley y al testimonio! Si ellos no hablan
de acuerdo con esta palabra, es que no les ha amanecido. La Escritura
es la norma por la cual debemos medir nuestra experiencia, y no a la inversa.
¿Se manifiestan nuevamente los dones milagrosos de los apóstoles? No.
Ahora no hay ni apóstoles ni dones apostólicos. Cuando se pusieron los
cimientos de la iglesia, se completó el Nuevo Testamento y se desintegró la
nación judía, cesó también la necesidad de ministerios especiales y de dones
milagrosos. Ciertamente Dios puede realizar milagros ahora, pero el don de
hacer milagros no es dado a nadie en este tiempo.
Desde una perspectiva positiva, la Escritura ciertamente ofrece algo a
los creyentes que es aún más excelente que los dones extraordinarios que ya
cesaron. Ofrece gracias ordinarias – tales como fe, esperanza y amor,
que ahora permanecen (1Cor. 12:31; 13:8, 13). Aunque “ordinarias”,
estas gracias son sin embargo sobrenaturales, y Dios puso un valor especial en
ellas. Sin santidad nadie verá a Dios (Hebreos 12:14). Es nuestro deber anhelar
y cultivar estas gracias.
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