Por: Roberto L. Dickie |
A. Rechazo a la
historia de adoración de la Iglesia: se descartan veinte siglos de historia
eclesiástica, los cuales se sustituyen con innovaciones y métodos para hacer la
obra de Dios, los cuales no tiene ningún fundamento bíblico.
B. Alejamiento de
la predicación expositiva como parte esencial de la adoración bíblica: las
predicaciones son ahora conferencias humanistas, moralistas o con énfasis psicológico, dejando de
lado la enseñanza de la majestad de Dios, Su obra y Su Palabra.
C. Servicios de adoración que no son
Cristo-céntricos en su predicación ni en su enfoque: se realizan servicios
religiosos, donde prácticamente ya casi ni se menciona el nombre de Jesucristo,
ni se hace un llamado a amarle y ser más como Él.
D. Sustitución de los himnos de la fe por cantos
superficiales: actualmente la música es vital en los cultos, pero
desafortunadamente no tiene un sustento bíblico en sus letras, sino que suelen
ser cantos triviales y subjetivos en extremo, que buscan satisfacer la
emotividad de los hombres, no adorar a Dios.
E. Desconocimiento del propósito de la Iglesia:
tanto los líderes, como los laicos, desconocen o pervierten el propósito de la
iglesia, convirtiéndolo en un club social, un centro de entretenimiento o una
empresa. Por el contrario, la iglesia debe ser un lugar de adoración donde los
verdaderos creyentes y seguidores de Cristo son discipulados, instruidos,
edificados, animados y consolados en la fe.
F. Distorsión del Evangelio: muchos, en busca de la
aceptación del mundo, han diluido o sustituido totalmente el Evangelio
verdadero, por una falsa copia. Esto hace que los asistentes desconozcan
totalmente la verdad acerca de la Soberanía de Dios, la Salvación, la Gracia,
la Justificación por la fe, el arrepentimiento y perdón de pecado, el nuevo
nacimiento, la santificación del creyente, etc.
G. Influencia de la doctrina y experiencia
carismática: se realizan cultos centrados en el entretenimiento del hombre, con
un excesivo énfasis en la demonología, las sanidades y la adoración subjetiva, que
no son otra cosa que manifestaciones mundanas. Esto trae como consecuencia
mayor incredulidad, frustración o satisfacción carnal, que aleja completamente
a las personas de Cristo.
H. Servicios de adoración que ya no producen
reverencia, temor o admiración a Dios: en un afán por agradar a los oyentes en
vez de a Dios, los pastores han obviado el llamado al arrepentimiento, a la
vida en santidad y a la sumisión a Cristo como Señor.
I. Estrategias evangelísticas antibíblicas: el
nuevo estilo de evangelismo, basado en una superficial profesión de fe, ha
llenado las iglesias con gente que nunca ha nacido de nuevo. Esto produce un
gran crecimiento numérico en las congregaciones, pero ausencia de verdadera
vida espiritual, la cual es una obra sobrenatural de la gracia soberana de
Dios.
J. Falta de fe en el Evangelio: se ha creído que el
evangelio no tiene poder para traer hombres a Cristo, se considera inadecuado e
insuficiente en sí mismo, por eso se busca completar con obras,
entretenimiento, bailes y música contemporánea para poder apelar a la cultura
de nuestros tiempos (Ro. 1:16).
Adaptación del texto “Adoración en el Salón del
Trono” de Roberto L. Dickie
Muy de acuerdo con este post.
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